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Los 101 días de Duque

Escrito por Andrés Dávila
Duque tocando guitarra.

Andres DavilaCon poca favorabilidad, un estilo confuso y una imagen de conservador “light”: así comienza Duque su mandato. ¿Qué podemos esperar de este comienzo?

Andrés Dávila*

Los famosos 100 días

Cuando Fernando Londoño fue nombrado ministro en 2002 dijo que lo que no se hacía en 100 días ya no se hacía. Su afirmación explicaba el ritmo frenético de las primeras semanas del presidente Uribe, y sus ministros, que a ese ritmo iban a adelgazar.

Los primeros 100 días de Uribe fueron una especie de “spa burocrático”. Con Uribe se aprendió que no existían los fines de semana, pues era mucho mejor andar de consejo comunitario en consejo comunitario. En estos consejos se estaba redefiniendo el plan de vuelo del avión presidencial de acuerdo con las peticiones de la gente en esas noches y madrugadas de sábados y domingos.

Estos primeros tres meses largos de gobierno, dicen todos —expertos, politólogos, mi tío, mi tía y los medios— dan una señal inequívoca del talante del presidente y de los pretendidos alcances de su gobierno. Es una de esas verdades que no tienen ningún sustento, ni constituyen ninguna verdad, pero justifican el ejercicio.

Es el turno de Duque

Duque recibiendo como regalo un cuatro llanero.
Duque recibiendo como regalo un cuatro llanero.
Foto: Facebook Iván Duque

Esta semana se cumplen los primeros 100 días del gobierno de Iván Duque y según la encuesta de Invamer, su popularidad cayó al 27 por ciento.

Propongo que miremos estos tres meses desde la reconstrucción su recorrido como gobernante.

Pero este recorrido tiene más sentido si propongo una hipótesis traída del deporte favorito de nuestro joven presidente:

Si Iván Duque fuera futbolista sería un volante número 8 de equipo chico. Podría llegar a la selección de tanto ir a los costados, barrerse en terrenos enfangados o intentar un disparo al arco que se convierte en gol. De lo contrario Duque será un 8 común y corriente, que verá el partido desde la banca, será reemplazado por alguien con experiencia y se verá obligado a buscar puesto en algún equipo de la B.

La posesión y el comienzo

El 7 de agosto Iván Duque se convirtió en presidente de Colombia.

La ceremonia de posesión fue muy poco usual: en vez de una fiesta esperanzadora, Duque tuvo que moverse, como 8 de equipo chico, en un día tormentoso. El presidente empezaría su mandato con un ventarrón que rompió en dos una bandera de Colombia. Después se dirigió al Palacio con su familia y hasta el día de hoy no se ha instalado en él. Acabó el “ritual” de posesión saludando confianzudamente a la “servidumbre” que estaba dispuesta a atender sus deseos.

Durante el primer mes de gobierno Duque dio a conocer su estilo, que aún hoy resulta difícil de comprender y resumir. En ese primer mes, el presidente acabó de conformar su equipo con esa “rara” mezcla de equidad de género, tecnocracia juvenil y al menos cinco ministros con quienes no cumplió lo prometido.

En efecto: los ministros de Interior, Relaciones Exteriores, Defensa, Justicia y Trabajo son figuras públicas con una larga trayectoria y que sin duda son cercanas al senador Uribe y al Centro Democrático. En cambio designó como ministro de Defensa a Guillermo Botero Nieto, un abogado y empresario que apenas tiene conocimiento del sector que le corresponde.

Aunque no hubo repartija burocrática para los partidos que lo apoyaron, algunos nombramientos fueron suficientes para poner en duda el cumplimiento de las promesas de Duque. Por ejemplo, y en contra del sentido común, después de haber sonado y haber sido “rechazada” en varios cargos, Claudia Ortiz fue tercamente impuesta en la Agencia de Desarrollo Rural.

En cuanto a la agenda legislativa, parece que Duque impulsó algunas de las reformas prometidas. De hecho, presentó al Congreso los proyectos anticorrupción que compitieron con las propuestas de la Consulta liderada por Claudia López y Angélica Lozano.

Incertidumbre

Pero el futuro del gobierno Duque es muy incierto: por un lado, en el Congreso no tiene una coalición mayoritaria y, por otro lado, con el nuevo Estatuto de Oposición, sus contradictores tienen más dientes para controlarlo.

Por eso hoy no se sabe qué logrará sacar adelante, ni siquiera en casos tan importantes como la ley de financiamiento o la de orden público.

A esto se le suma el resultado de la Consulta anticorrupción donde, muy a la colombiana, sus promotores “ganaron sin ganar”. Si bien la consulta no alcanzó el umbral necesario, desembocó en un pacto interpartidista que resultó histórico por la presencia de representantes de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) en la Casa de Nariño, pero cuyos proyectos legislativos andan manga por hombro.

De aquí además ha surgido un ambiente de inquietud: ¿cómo va la relación de Duque con Uribe y con el Centro Democrático una vez que el presidente decidió apoyar la Consulta – y una vez que el expresidente decidió oponerse a la reforma tributaria de Duque?

Mensajes confusos

Iván Duque y Carlos Vives. Vives.
Iván Duque y Carlos Vives.
Foto: Facebook Iván Duque

A pesar de todo, la filiación de Duque con el senador Uribe y con el Centro Democrático se ha hecho visible en los Talleres Construyendo País, que son la copia de los Consejos Comunitarios. Al igual que Uribe, los ministros han asistido a los talleres los fines de semana. Así dan la sensación de gobernar y estar cerca de la ciudadanía.

En los Talleres Construyendo País, entre ensayos de micro-gerencia y solución de problemas, en realidad se juega un juego populista que a Uribe le resultó muy eficaz. Allí no se hace clientelismo -y creo que es importante no dejarse confundir al respecto-.

En el ámbito internacional, hemos visto la adopción indiscutida de la línea de Washington: la política de drogas ha sido una regresión traumática. Esta lucha nos deja el mal sabor de las peores expectativas, pues ella muestra la falta de una mirada inteligente sobre la complejidad y la dificultad de los fenómenos que los gobiernos se han negado tercamente a resolver.

Pero incluso allí, los mensajes de Duque en Naciones Unidas y en las visitas a Europa confunden pues hasta hemos escuchado reconocimientos al proceso de paz y a la justicia transicional.

En esta compleja estrategia, Duque ha dejado en claro que no hará trizas los acuerdos de manera explícita. Sin embargo, dejará que el proceso continúe su camino de una manera inercial. Eso sí, su falta de interés hará que veamos cómo desaparece, por física falta de recursos, el compromiso del Gobierno con el proceso de paz. Lo ocurrido en las negociaciones con el ELN son una muestra clara al respecto.

Pero es buena persona…

Duque en su exposición en Francia
Duque en su exposición en Francia
Foto: Facebook Iván Duque

En ese primer mes Duque se auto-creó una imagen que lo acompañará durante su mandato y a lo largo de su vida: la de un joven conservador y superficial, que es capaz de hacer el oso sin despeinarse, de soltar la imprudencia allí donde más ruido hace, de manera que toca decir: “pero es buena persona y trabajador”.

Fue así como inauguró su mandato: “llevándole saludes” del senador Uribe al Rey de España y recibiendo deportistas y cantantes famosos. Sorprendió con la “espontánea” recepción a Cristo José recién liberado, mientras se daba la primera marcha estudiantil.

Continuó con la visita al papa que reiteró su vocación por la mensajería, así como su preferencia por la informalidad y las grandes comitivas. A la visita llevó incluso a Sánchez Cristo y a Jorge Mario Estman, secretario general de la Presidencia, que sólo atinó a decirle “tocayo” al papa.

La imagen ‘light’

El presidente reforzó la idea que se tiene de él como un conservador “light” cuando le ofreció la alcaldía de Cartagena a Carlos Vives y cuando se reunió con Maluma mientras, de nuevo, los estudiantes marchaban y pedían ser oídos.

Cerró magistralmente estos primeros cien días con su increíble explicación de la economía naranja con los siete enanitos, y la surrealista defensa del Fiscal, que es radicalmente opuesta a los regaños velados y directos a los magistrados de la JEP.

Tras su decreto contra la dosis mínima y el anuncio del IVA a la canasta familiar, no es de extrañar que su imagen en las encuestas de los 101 días vaya directo al barranco.

Después de dos presidentes que por largos períodos tuvieron muy alta, alta o media favorabilidad, Duque inaugura la experiencia contraria: gobernar por debajo del 30 por ciento de favorabilidad.

Y mientras tanto las plañideras que recogen el discurso Ernesto Macías en la posesión, como el asesor sin cargo Luigi Echeverry, seguirán defendiendo a Duque a toda costa y seguirán reiterando sin sustento que Santos “dejó quebrado al país” y “se lo entregó a las FARC”.

Para no caer en la desesperanza cabe anotar que, como antes, la economía va bien mientras el país va mal. Sobre todo, por el aumento en las cifras de violencia que ya se están sintiendo. Y la protesta social sigue en auge.

* Politólogo de la Universidad de los Andes, maestro y doctor en Ciencias Sociales de la FLACSO, México, profesor asociado y director del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana.

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