Eurocopa, Copa América y la Selección Colombia: un mes de vida, de comparaciones y de conclusiones inmarcesibles - Razón Pública
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Eurocopa, Copa América y la Selección Colombia: un mes de vida, de comparaciones y de conclusiones inmarcesibles

Escrito por Andrés Dávila
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En la Copa América, ¿todo tiempo pasado fue mejor? y, ¿no hay nada como el presente en la Eurocopa? La Selección Colombia no estuvo —no tenía por qué— en la primera línea.

Andrés Dávila L.*

Fútbol en la nueva normalidad

Con un año de retraso a causa de la pandemia, en junio de 2021 tuvimos la oportunidad de ver y vivir los torneos previstos para 2020:

  • la Eurocopa 2020, con 24 equipos y varios países sede —algunos ya con plena asistencia de público—;
  • la Copa América, con los diez equipos suramericanos, en varias sedes en Brasil, sin público.

También pudimos seguir —con interés, anhelo, impaciencia, indiferencia y desprecio (por razones supuestamente políticas)— a la Selección Colombia.

Eurocopa después de la pandemia

La Eurocopa se desarrolló en una Europa en proceso de vacunación y, si bien con algunas alarmas y temores, lejos de los peores picos y efectos de la pandemia.

Con sus 24 equipos divididos en seis grupos, recogió a los que se habían destacado en el proceso eliminatorio. Se dieron como favoritos a Francia, Portugal, Bélgica, Alemania e Inglaterra. Quedaron por fuera, en las apuestas, otros grandes como España, Italia y Holanda.

La aplazada y comparada Copa América

La Copa América se aplazó de 2020 a 2021. El plan original incluía dos sedes: Argentina y Colombia. Allí se jugarían los partidos de grupos de 6 equipos: cinco asociados geográficamente a cada una de las sedes y un invitado de Asia, Qatar o Australia.

Por el camino, Argentina y Colombia renunciaron a ser sedes, por las tensiones políticas y por la pandemia. Sobre la hora, se eligió a Brasil, que acogió el evento con estadios muy regulares.

La Eurocopa se desarrolló en una Europa en proceso de vacunación, lejos de los peores picos y efectos de la pandemia

La Copa América ya había coincidido con la Eurocopa; pero esta vez sufrió una mala comparación: coincidían las fechas de los partidos. Además, el formato no invitaba a la gran competencia: para sorpresa de pocos, el favorito era Brasil; algo se podía esperar de Argentina, y sin ser local, Colombia perdió protagonismo.

La Selección Colombia, de ser local a jugar en Brasil

Tuvo a bien reunirse para los dos partidos de eliminatoria previstos para junio y, de allí, seguir a su compromiso en Brasil. Contó con el experimentado director técnico colombiano Reynaldo Rueda, que apenas entraba funciones tras la “obligada” renuncia de mister Queiroz. James Rodríguez no acudió a la convocatoria; no estuvo Falcao García, y hubo problemas de última hora para completar el número de futbolistas permitidos.

La gran duda era cómo se iba a enfrentar el torneo: una alternativa era tratar de ganar, de llegar lo más lejos posible, de “ganar sin ganar”; otra, solidificar al equipo y orientarlo al mundial de Qatar, recuperando algo del ADN del futbolista colombiano.

Foto: Facebook: Copa América - Y en la Copa América se jugó al estilo suramericano, con intensidades variadas, buenos goles y jugadas y otra forma de elaborar el fútbol.

Una Eurocopa a la altura

Arrancó con el gran susto por el infarto de Erikssen, que sobrevivió de milagro. El torneo fue su resurrección. En la fase de grupos se vieron buenos partidos y grandes goles. A diferencia de la última edición en 2016, al final clasificaron todos los esperados, aunque hubo algunas sorpresas; tal vez el mayor sufrimiento le tocó a Alemania y —un poco— a España.

En octavos se vieron grandes partidos, y fueron quedando por el camino algunos de los que se habían perfilado por su habilidad.

En cuartos de final salieron cuatro de los cinco favoritos; solo quedó Inglaterra —cuyo buen desempeño redimió el 0-0 de la Selección Colombia de Pékerman contra los ingleses—. España se potenció; aun así, escuché a un periodista colombiano asegurar —infalible como Carlos Antonio— que “no tenía gol, no tenía peso, no tenía…”. Italia recuperó protagonismo, Dinamarca y Suiza, las sorpresas.

Con alargues, penales, goles y atajadas épicas, al final se enfrentaron ingleses e italianos en el histórico Wembley, así ya no sea el mismo donde se hizo la historia:

  • Ganó, por méritos y tiros desde el punto penal, Italia: aquel equipo ausente de Rusia; pero ahora con una formación renovada, aunque sus centrales sumen casi 70 años.
  • Perdió Inglaterra —renovada también, con muchas figuras incluso en el banco—. Pagó el precio de meterse demasiado atrás y de escoger mal a sus cobradores, lo cual desató las iras de un racismo descarnado y victoriano.

Copa América poco disputada

La Copa América, en cambio, arrancó con una fase en la que se jugaban muchos partidos para eliminar solo a un equipo en cada grupo. Además, venían de enfrentarse en los dos juegos de eliminatorias.

Obviamente, se vieron partidos a ritmo suramericano: cálculos y estrategias y un claro reflejo de equipos que se han enfrentado mucho, que se conocen de lejos y de cerca. Hicieron lo necesario para prepararse, para superar lesiones y contagios, para ir encontrándose como equipo.

Como era de esperarse, en la zona norte el eliminado fue Venezuela; además, tuvo que jugar con su tercer equipo, por los contagios. Los otros cuatro clasificaron con resultados variados; incluso, Brasil no fue el contundente ganador anunciado: empató un juego y ganó otro con irregularidades arbitrales.

En la zona sur quedó eliminada Bolivia. Aunque no era un equipo arrasador, Argentina ganó los partidos con lo necesario, recordando un modo de jugar que no es extraño en su historia.

En los octavos, ganaron los favoritos con alguna dificultad y se colaron los dos semifinalistas. Al final, el norte llegó con tres equipos, y el sur, con uno.

Pero ese único equipo del sur ganó gracias a que extremó sus tácticas después de un gran gol: para los argentinos y los “messianos” fue un gran triunfo y un dato de justicia histórica. Para los brasileños —muchos— fue la felicidad “antibolsonaro”, que circundó por el mítico Maracaná, víctima ya común de maracanazos: 1950, 2014, 2021.

No hay que comparar

Durante un mes, casi día a día, fue desconsolador, por lo reiterativo, que periodistas e hinchas compararan superficialmente la “superioridad” del fútbol europeo y el desbarrancadero del fútbol suramericano.

Para ello se recurrió al simple gusto por ver correr más que por ver jugar. Pululó un arribismo disfrazado de gusto o de estadísticas, que cada vez se extiende más y se expresa menos —sobre todo en manos de quienes manipulan las cifras con descaro, ¿cierto, doctor Vélez? —.

Se cayó en una engañosa nostalgia: en Suramérica, “todo tiempo pasado fue mejor”; pero “todo tiempo presente es mejor” en Europa.

Y dizque ya nos descolonizamos…

Distintos estilos de fútbol

Desde mi perspectiva, hubo una Eurocopa competida, intensa, llamativa en muchos partidos, pero no tanto en otros. Me gustó España, especialmente desde el tercer juego, y sufrí con Alemania —que ya no gana siempre, aunque juegue un fútbol que seduce—.

Me pareció meritoria Dinamarca; le faltó a Francia, Bélgica y Portugal. Aparte, Italia e Inglaterra renovaron el panorama y subieron las expectativas para el mundial de Qatar, pues varios de los mencionados tendrán algo que decir.

Y en la Copa América se jugó al estilo suramericano, con intensidades variadas, buenos goles y jugadas: otra forma de elaborar el fútbol. También fluctuó la intensidad, debido al formato, en el que sobran muchos partidos.

Se corre menos y se piensa más; mientras todos se preparan para jugar contra Argentina y, sobre todo, contra Brasil, en muchos casos lo logran. Después de los dos primeros partidos, se pensó que Brasil pasaría por encima de todos; pero de allí en adelante tuvieron “triunfos del apenas”.

la Selección estuvo lejos de convertirse en el símbolo de unidad que algunos, milagrosamente, esperaban.

La final, a mi gusto, fue esperada y, por tanto, rutinaria. A Argentina le alcanzó con el gol y el manejo del partido, que ahora los “puristas” —¿de qué? — rechazan. Brasil aprovechó su favoritismo, sin concretar en los momentos definitivos; ocurrió lo mismo que desde 2002, así haya ganado la Confederaciones, en 2013, y algunas Copas América.

Selección Colombia, no símbolo de unidad ni primera línea

Colombia evitó la carga de ser local; por otra parte, fue una decisión sabia, pues esa terquedad hubiera costado más protestas. Tuvo un campeonato de claroscuros: volvió al tercer lugar, como en 2016 con Pékerman en la Copa Centenario.

Según la estadística, su desempeño fue pobre: un partido ganado, tres empatados y dos perdidos; tiros desde el punto penal en los que, unas veces, cobramos “como europeos” (je) y, otras, “como colombianos” (o ingleses, hummm).

Y casi “ganamos sin ganar”: el equipo mostró progresos, afirmó jugadores en algunas posiciones y destacó a Luis Díaz —la revelación—; pero los delanteros centro goleadores pasaron casi en blanco. Cardona, condenado por muchos, hizo dos pases-gol y un gol de fantasía, apenas para olvidar un poco a James.

Pero eso sí, la Selección estuvo lejos de convertirse en aquel referente que ha sido en otros momentos y, mucho menos, en el símbolo de unidad que algunos, milagrosamente, esperaban. Tampoco estuvo —y no tenía por qué, Matador— en la primera línea…

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