Un recorrido por la historia de la Vicepresidencia antes y después de la Constitución del 91. ¿Quiénes son y qué han hecho los últimos titulares? ¿Qué esperar ahora que sale Vargas Lleras y llega al puesto el general Óscar Naranjo?
Andrés Dávila*
Del Vicepresidente al Designado
A comienzos de este año el presidente Santos anunció su decisión sobre el reemplazo del vicepresidente Vargas Lleras. Se trata del general en retiro de la Policía Nacional, Óscar Naranjo, conocido ampliamente desde que fue director de Inteligencia en los inicios del gobierno de Andrés Pastrana.
Este relevo, que implica una redefinición profunda de las tareas a cargo del vicepresidente, sirve para examinar varios aspectos de la institución y del nuevo nombramiento.
-Tras su existencia intermitente en la historia abigarrada de las constituciones del siglo XIX, la Vicepresidencia fue reafirmada por los autores de la Constitución de 1886.
-La figura se mantuvo durante los años turbulentos de final del siglo XIX y comienzos del siglo XX, cuando la Constitución de Núñez se fue imponiendo pero no logró consolidar un poder estable, como demostró la Guerra de los Mil Días. La Vicepresidencia figuró en varios conflictos de esa época debido a las rivalidades entre su titular y el presidente de turno, quienes tenían a bien hacer alianzas sin dejar de trabajar por sus propios intereses.
-Vino luego el quinquenio de Rafael Reyes, y cuando finalmente se estableció la República Conservadora, la reforma constitucional de 1910 sirvió para eliminar una figura que no había ayudado a configurar un orden político estable.
-Se acudió entonces a la figura del designado, que perduró hasta 1991. Pese a las varias y profundas reformas constitucionales, esta figura se mantuvo con apenas algunos ajustes y precisiones, y funcionó incluso bajo circunstancias como el reemplazo del presidente López Pumarejo al final de su segundo mandato. El designado, elegido por el Senado, fue siempre una figura poco visible que no implicó un aparato burocrático y que acompañaba en un segundo plano y desde su condición de reemplazo potencial del presidente.
Y de regreso a los vicepresidentes
![]() Papel de Óscar Naranjo en el proceso de paz con las FARC. Foto: Equipo de Paz y Gobierno |
No obstante lo anterior, los constituyentes del 91 creyeron necesario revivir la Vicepresidencia. Más que a la historia se acudió a la emulación: parecernos a Estados Unidos.
Y con esto renació el cargo de Vicepresidente de la República, pero ahora elegido por el pueblo. Esta modificación, junto con la segunda vuelta electoral, quiso darle fuerza a un Ejecutivo debilitado dentro de la nueva Constitución garantista: el segundo de a bordo seguía siendo un funcionario sin funciones, pero legitimado por el voto popular.
Los constituyentes del 91 creyeron necesario revivir la Vicepresidencia.
La figura se estrenó en las elecciones de 1994. Para los gaviristas fue un consuelo dejar en el gobierno de Samper a uno de los suyos: al exministro Humberto de la Calle. Pero el renacimiento fue más bien un mal parto. Sin tener dónde instalarse y sin funciones definidas, a medida que arreciaba la tormenta política de los “narco-casetes” el vicepresidente se iba quedando aislado y convertido en un opositor abierto de Samper.
Tras dos años de incomoda gestión, el vicepresidente De la Calle ´procedió a renunciar. Entonces tocó estrenar una figura más parecida al designado, un funcionario elegido por el Congreso para ocupar el cargo de vicepresidente: la escogencia recayó sobre Carlos Lemos Simmonds, un exministro de Turbay Ayala. De su gestión se recuerda la “paloma” que le dio Samper con el sólo propósito de que Lemos figurara en la lista de los expresidentes de la República.
Después, Andrés Pastrana escogió al académico Gustavo Bell. Para ese entonces la Vicepresidencia ya era una oficina adscrita al Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (DAPR). Esta oficina, entre un sinnúmero de funciones, quedó a cargo de dos temas estratégicos: los derechos humanos y la lucha contra la corrupción. Aunque muchas de las tareas específicas eran competencia de ministerios y órganos de control, la Vicepresidencia siguió funcionando bajo parámetros bastante parecidos hasta el primer período de Santos.
El vicepresidente más estable ha sido Francisco Santos, quien ocupó el cargo durante los ocho años del gobierno Uribe. Escogido en un intento por ganar la confianza de las oligarquías bogotanas que despreciaban al político antioqueño, Santos fue quien dio el mayor alcance a la oficina al gestionar los programas que le fueron delegados por Uribe. Es más: “Pacho” entendió que podía introducir o ejercer el liderazgo sobre asuntos que no eran de interés o no alcanzaba a cubrir el presidente. Aunque tuvo algunos logros (especialmente en materia de derechos humanos) su gestión fue más bien ignorada por la ciudadanía y en varias ocasiones padeció las deslealtades del presidente.
Juan Manuel Santos, por su parte, sorprendió al escoger a Angelino Garzón. Para un líder alejado del pueblo como Santos, la elección de Garzón tenía mucho sentido. No obstante, con su gestión como vicepresidente Garzón estuvo muy lejos de llegar a ser el Lula colombiano. Angelino se dedicó a una especie de clientelismo sindical de izquierda. Tras padecer serios quebrantos de salud, se fue quedando al margen de las decisiones importantes y fue siendo excluido por un gobierno cada día más anclado en una concepción elitista y cerrada del poder. Acabó siendo engañado con la supuesta búsqueda de la Secretaría General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la distracción que le ofrecieron el presidente y su canciller. Después de rechazar la embajada en Brasil, Garzón quedó en el aire y buscando la manera de reinventarse.
Al acercarse las nuevas elecciones, el presidente Santos optó por su ministro del Interior y de Vivienda Germán Vargas Lleras. Las diferencias ideológicas, antes muy marcadas, habían desaparecido como por ensalmo. Y Santos le entregó a Vargas Lleras la construcción de infraestructura, especialmente de las vías, y la continuación del plan de viviendas gratis.
De esta manera la Vicepresidencia dejó de ocuparse de políticas para la solución del conflicto, y se dedicó sin prisa pero sin pausa a una exigente labor administrativa. La apuesta parecía sensata para un gobierno con grandes dificultades de ejecución, así implicara endosarle la candidatura para 2018 a un enemigo velado de la paz y premiar al aliado más pequeño dentro de la muy amplia coalición de gobierno. Tampoco importó que con Vargas Lleras quedara instaurada la política del coscorrón como un modo de hacer lo que sea, como sea.
¿Y ahora qué?
![]() Óscar Naranjo, será el reemplazo del actual Vicepresidente Germán Vargas Lleras. Foto: Ministerio de Cultura |
Y ahora Santos opta por el general en retiro Óscar Naranjo. Busca evidentemente una figura sin ataduras con los partidos de la Unidad Nacional, que goza de gran prestigio y ha tenido una carrera profesional destacada.
Pero además, se trata de alguien que viene de jugar un papel central como parte del equipo negociador y que rápidamente se desligó del cargo en el que fue nombrado al darse cuenta de que no tenía ni oficina, ni equipo, ni recursos. Algo difícil de entender para alguien que venía de manejar cerca de 150.000 policías.
La Vicepresidencia dejó de ocuparse de políticas para la solución del conflicto.
Como es obvio, las tareas para la Vicepresidencia cambian de rumbo una vez más. Vuelven nuevamente a los temas del conflicto y el posconflicto en un momento crítico, cuando se superponen la negociación y la implementación de la paz, además de la necesidad de ofrecer una respuesta al evidente aumento de los cultivos ilícitos en Colombia. Y todo esto dentro de un gobierno que acusa fatiga.
La Vicepresidencia se enfrenta ahora a labores para las cuales hay que limpiarla de los humores del coscorrón y recuperar las buenas maneras para aprovechar su capacidad de convocatoria y liderazgoa. Lástima que el plazo sea tan breve como para que tantos desafíos y posibilidades alcancen siquiera a ordenarse en una agenda.
* Politólogo de la Universidad de los Andes, maestro y doctor en Ciencias Sociales de la FLACSO, México, profesor asociado y director del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana.