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¿El fin de Cambio Radical?

Escrito por Yann Basset
Arturo Char, ¿en guerra por la jefatura?

Yann BassetQué pasó y para dónde va el partido que nació para elegir a un Presidente y que ahora parece deshacerse en medio de rumores y de pujas entre Vargas y los Char.

Yann Basset*

Vargas y los caciques

Cambio Radical (CR), uno de los partidos más poderoso del país, está sobre la cuerda floja a raíz de la pelea entre el ex candidato presidencial y jefe del partido, Germán Vargas Lleras, y el poderoso clan de los Char.

Aunque los rumores de ruptura se propagaron durante esta semana, es poco probable que la pelea divida formalmente al partido en un corto plazo. Pero ya nada funcionará como antes en CR.

CR se ha mantenido como uno de los principales partidos de Colombia desde la reforma política de 2003, que obligó a los dispersos caciques regionales a unir sus maquinarias en colectividades más amplias. De aquí surgieron varias organizaciones nuevas, entre las cuales siguen existiendo el Partido de la U y CR.

Tanto la U como CR nacieron al amparo de la popularidad del presidente Álvaro Uribe, pero ninguno de los dos tenía un programa político específico, como se vio cuando migraron hacia el santismo.

En realidad, ambos partidos daban testimonio de la naturaleza transaccional y tensa de la política colombiana: los políticos regionales y el gobierno central se necesitan mutuamente, pues intercambian votos por recursos administrativos y financieros.

No obstante, a diferencia de la U, CR sí tenía jefe: Germán Vargas Lleras. Y este jefe era reconocido implícitamente como el candidato presidencial del partido, pues era el único con la trayectoria y con las relaciones políticas suficientes para albergar esta aspiración.

Dada esa jefatura, Vargas tenía la autoridad para fijar la estrategia del partido en el ámbito nacional. Pero esto no significaba que tuviera el control efectivo sobre la organización. En realidad, los caciques que se unieron para crear CR eran autónomos en sus regiones respectivas: decidían sobre los avales, las campañas y los presupuestos en sus esferas de influencia.

Vargas necesitaba a los caciques porque sus maquinarias le aseguraban votos para la Presidencia, y los caciques necesitaban a Vargas porque él podía usar su influencia nacional —como ministro y luego como vicepresidente— para conseguir puestos y recursos para sus copartidarios.

Sobre la base de este compromiso, aumentaron las apuestas sobre las posibilidades de que Vargas llegara a la Presidencia. En 2018, Vargas se presentó como el “heredero de Santos”, y esto pudo ayudar al buen comportamiento electoral de CR: obtuvo la segunda votación total para el Senado, detrás del Centro Democrático, y la tercera votación a la Cámara detrás del Partido Liberal y el Centro Democrático.

congresistas cambio radical

Y, sin embargo, aunque muchos congresistas —de CR, de la U, algunos liberales y conservadores— apoyaron a Vargas, el “heredero de Santos” no logró hacer que despegara su candidatura.

Vargas acabó en el lejano cuarto lugar en las elecciones presidenciales, con apenas 7,3 por ciento de los votos.

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Los caciques sin líder

La derrota de Vargas en 2018 demostró la intransferibilidad del voto legislativo al voto presidencial. Es decir, las elecciones comprobaron que el apoyo masivo y mayoritario de la clase política no solo no bastaba para asegurar una victoria presidencial, sino que podía obstaculizarla y desprestigiar al candidato.

De paso, esta lección significaba que el compromiso de CR desde su creación ya no tenía razón de ser. Primero porque la contundencia de la derrota hace improbable un retorno de Vargas a la carrera presidencial, y segundo porque su caso muestra que este tipo de compromisos —apostarle a un “presidenciable” con años de anticipación— es sumamente incierto.

Pero Vargas, derrotado, se movió para mantener su jefatura. Si bien no pudo retribuir a los caciques desde la Presidencia, sí logró mejorar la posición negociadora de su partido en relación con el gobierno de Duque, es decir, con un gobierno minoritario.

Duque no quiso o no pudo formar una coalición mayoritaria, y por eso depende de los acuerdos que logre en el legislativo. Esto pone a los congresistas en una buena posición para obtener puestos y recursos —más todavía si forman un grupo para moverse en forma concertada—.

Vargas necesitaba a los caciques porque sus maquinarias le aseguraban votos para la Presidencia.
Germán Vargas Lleras

Foto: Facebook: Partido Cambio Radical
Germán Vargas Lleras.

La actitud de CR es completamente distinta de la del partido de la U. Este segundo partido tuvo un descalabro en las urnas, y como no tenía una cabeza de bancada clara, no tuvo más remedio que entrar en la coalición de gobierno para conservar su cuota de poder.

En cambio, CR escogió la “independencia” para subir el precio de sus apoyos al gobierno. Además, Vargas presentó una serie de propuestas legislativas importantes para tratar de manejar la agenda y poner contra las cuerdas al gobierno de Duque.

Pero Vargas Lleras no la ha tenido fácil. Desde que CR se declaró un partido independiente, algunos congresistas anunciaron su intención de ingresar a la coalición oficialista. Finalmente el desacato a la orden de no votar el Plan Nacional de Desarrollo (PND) marcó la división del partido.

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Vargas vs. Char

El eclipse del líder no es la única razón por la cual se está agrietando CR.

A la sombra de Vargas floreció un cacicazgo destacado: el del clan Char que —en cabeza de Alex— controla la alcaldía de Barranquilla desde 2008. A la alcaldía se le suma la curul en el senado de Arturo Char. Arturo fue el candidato más votado de su partido tanto en 2014 como en 2018. Amentó su votación en el Atlántico, y además se dio el lujo de apoyar a los aliados del clan en Magdalena, como Luis Eduardo Diazgranados, quien alcanzó la segunda votación del partido.

De este modo, mientras aprovechaba la salida de veteranos como Roberto Gerlein para consolidarse en Barranquilla, el clan Char empezó a tejer una red de alianzas por todo el Caribe. Hoy, siete de los dieciséis senadores del partido son de la región y están más o menos alineados con los Char.

Este panorama cambia más todavía la relación de fuerzas en el seno de CR. El auge del clan Char los pone por encima de los demás caciques del partido y ya suscitó rumores sobre aspiraciones presidenciales de Alex. Esto pone en más duda todavía la tradicional preeminencia de Vargas.

De hecho, los congresistas del charismo fueron los más renuentes a declarar el partido como independiente. Esos mismos congresistas completaron el quórum para votar el PND en el Congreso, y fueron quienes resistieron la intención del partido (CR) de hundir las objeciones de Duque a la Ley Estatutaria de la JEP.

En su columna en El Tiempo de la semana pasada, Vargas acusó a los congresistas del charismo de recibir “mermelada” del gobierno. Esto sacó a la luz del día el conflicto entre los dos bandos, hasta causar los rumores de división abierta del partido. Pero es poco probable que la pelea llegue hasta este extremo:

Primero, porque la legislación no permite que los congresistas cambien de partido ni que funden uno nuevo a menos que abandonen sus curules. Por lo tanto la división formal de CR no es posible a menos de que se vote de nuevo, como en 2010, una “amnistía” para que los congresistas puedan cambiar de partido por “una sola vez” (esta posibilidad ha sido insinuada por algunos —y es lamentable que se siga apelado a “excepciones” en vez de reglamentar de una vez la figura de la división de un partido—).

En 2018, Vargas se presentó como el “heredero de Santos”, y esto pudo ayudar al buen comportamiento electoral de CR.

En segundo lugar, no todos los integrantes de CR están en alguno de los dos bandos. Los Char cuentan con la poderosa bancada caribe del Senado y con una minoría de los representantes, mientras que los varguistas son más fuertes en la Cámara. Pero muchos congresistas no están interesados en alinearse de un lado u otro y prefieren conservar la organización tal como está.

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Bancada de Cambio Radical junto al partido Liberal y de la U

Foto: Facebook  Partido Cambio Radical
Bancada de Cambio Radical junto al partido Liberal y de la U.

Finalmente, falta mucho tiempo para las presidenciales de 2022, y en este tiempo pueden pasar muchas cosas. Por ahora ninguno de los bandos tienen razones urgentes para armar toldo aparte.

Así, CR debería poder sobrevivir la tormenta a corto plazo, pero con una división interna que ya no le permitirá actuar como el fiel de la balanza en el Congreso tal como quería Vargas.

A su vez, eso podría dar un respiro al gobierno que puede ganar algo de margen de negociación en el asunto.

* Doctor en ciencia política de la Universidad de Paris III, profesor de la Universidad del Rosario y director del Grupo de Estudios de la Democracia Demos-UR.

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