Duque insiste en gobernar sin los partidos, ¿será posible? - Razón Pública
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Duque insiste en gobernar sin los partidos, ¿será posible?

Escrito por Yann Basset
¿Cuál es el modelo de gobernabilidad de Duque?

Yann BassetEmpecinado en no “dar mermelada”, el Gobierno se niega a co-gobernar con los demás partidos. ¿Un error o un acierto?

Yann Basset*

Más lejos que nunca

Iván Duque no tuvo una relación fácil con el Congreso durante su primer semestre de gobierno. Por eso el 5 de febrero el Presidente inició una serie de diálogos con los partidos políticos de su coalición y con los independientes, al mismo tiempo que comenzaban las sesiones extraordinarias para debatir el Plan Nacional de Desarrollo (PND).

Y aunque el objetivo era acercar a los partidos al Gobierno para que apoyaran sus iniciativas en el Congreso, las reuniones dejaron más clara que nunca la distancia que los separa.

Gobernar sin mermelada

¿Cómo trabajar con la oposición?.
¿Cómo trabajar con la oposición?
Foto: Facebook Farc.

Duque ha dicho y repetido que quiere gobernar sobre la base de acuerdos programáticos y “sin puestos, ni mermelada”.

Con la configuración actual del Congreso, eso implica gobernar sin mayorías. Recordemos que bajo el Estatuto de la Oposición, los partidos políticos deben declararse de gobierno, de oposición o independientes, y pueden cambiar su posición una sola vez durante los cuatro años de cada presidente.

Hasta la misma coalición de gobierno amenaza con quebrantarse.

Actualmente, esta es la configuración de los partidos en el Congreso:

  • Coalición de gobierno
    • Centro Democrático
    • Partido Conservador
    • Partido de la U
    • Colombia Justa Libres
    • Partido MIRA
  • Independientes
    • Cambio Radical
    • Partido Liberal
    • Alianza Social Independiente (ASI)
  • Oposición
    • Alianza Verde
    • Polo Democrático Alternativo
    • Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC)
    • Los partidos de la Lista de la Decencia

Si bien el Gobierno ha creado una coalición oficialista integrada por el Centro Democrático, el Partido Conservador, el Partido de la U y los partidos cristianos, solo el primero tiene representación en los ministerios. Eso ha dado pie a reclamos por parte de los demás partidos de gobierno y podría debilitar la coalición.

Puede leer: El primer gran reto de Iván Duque: repartir la torta.

Por lo demás, los pasados seis meses demuestran que el Gobierno está lejos de tener mayorías pacíficas en el Congreso. El costo de “gobernar sin mermelada” es alto, y el Gobierno ha sufrido las consecuencias:

  • No pasaron los proyectos anti-corrupción que Duque se había comprometido a sacar adelante;
  • Se hundió la reforma a la justicia,
  • Se vaciaron de contenido la reforma tributaria y la reforma política.

Por eso el Presidente ha tenido que apoyarse en los congresistas independientes de Cambio Radical y el Partido Liberal para sacar adelante sus proyectos.

La apuesta del presidente Duque es una innovación y un cambio importante, si la comparamos con la política tradicional colombiana. Desde el Frente Nacional, los presidentes han buscado siempre una coalición mayoritaria en el Congreso, y han negociado puestos para lograrla.

Pero los diálogos recientes con los partidos muestran que la apuesta de Duque va en serio, a pesar de que muchos esperaban que al fin cediera y les diera representación en su gobierno.

Duque parece genuinamente convencido de que la forma tradicional como se han relacionado el Congreso y el Gobierno ha sido la causa de la ineficacia, la fragmentación y la corrupcion política. Y también parece dispuesto a pagar el alto costo de su decisión.

La inconformidad de los partidos

En los pasados seis meses, los partidos independientes fueron “pacientes” y se opusieron a varios de los proyectos del Presidente, pero sin ejercer una oposición frontal. Hoy todo indica que la paciencia se les está acabando.

Los liberales ni siquiera asistieron a la reunión con el presidente. Y Cambio Radical afirmó en un comunicado de prensa que “Germán Vargas Lleras manifestó que se apartará del manejo e intermediación de las relaciones entre el Gobierno y Cambio Radical”.

Los independientes dejan un mensaje claro: si Duque quiere un acercamiento con ellos deberá darles representación en su gobierno.

Y hasta la misma coalición de gobierno amenaza con quebrantarse: el Partido de la U —que es gobiernista— advirtió que se dará seis meses para definir si se declara independiente o no. En enero, la Alianza Social Independiente decidió no seguir siendo partido de gobierno y declararse independiente, aunque su único congresista, “Manguito”, afirmó que seguirá apoyando a Duque a pesar de la decisión de su partido.

La pésima relación de Duque con los partidos muestra que el Gobierno se equivoca al asimilar cualquier acercamiento con el Congreso con la famosa “mermelada”. Una cosa es “comprar” el apoyo de los congresistas a cambio de puestos y contratos en sus regiones; pero otra cosa es que los partidos oficialistas participen en el gobierno, y que asuman una corresponsabilidad en la dirección del Ejecutivo.

El Gobierno se equivoca al asimilar cualquier acercamiento con el Congreso con la famosa “mermelada”.

Visto así el asunto, la reticencia del Gobierno a hacer acuerdos con los partidos puede entenderse como un no querer compartir el poder.

Hasta integrantes del Centro Demorático, que tiene toda la representación en los ministerios, han manifestado que el Gobierno no quiere gobernar con los suyos, sino con un círculo afín al Presidente, a veces con personas cercanas al santismo.

Y aunque eso puede sonar común, porque todos los partidos del mundo se quejan de insuficiente espacio y quieren más representación, eso demuestra la distancia que se ha abierto entre Duque y los partidos políticos.

Puede leer: Duque y su crisis de gobernabilidad.

La encrucijada del Gobierno

¿Cómo trabajar con la oposición?.
¿Cómo hará Iván Duque con un gobierno minoritario para que el PND sea aprobado?
Foto: Facebook del Partido de la U Institucional

Ante esa situación y con la perspectiva del debate sobre el Plan Nacional de Desarrollo —crucial para todo gobierno—, el camino de Duque es estrecho.

Un gobierno minoritario tiene generalmente dos escenarios posibles:

-Uno consiste en presionar al Congreso para que apoye su agenda a pesar de todo. Para lograrlo, el Gobierno necesitaría jugar la carta de la opinión con una agenda de reformas populares.

Pero Duque todavía no ha encontrado esa agenda. El Plan Nacional de Desarrollo está muy largo y lleno de temas técnicos y diversos, incluyendo propuestas impopulares como las de reducir o suprimir los subsidios de servicios públicos.

Es verdad que la indignación suscitada por el atentado contra la Escuela General Santander en Bogotá le ha dado un respiro al presidente, y le ha permitido aparecer como el defensor de la unidad e integridad nacional frente al terrorismo. Pero es probable que esa mejora en la popularidad presidencial sea pasajera.

Además, Duque desaprovechó el momento perfecto para consolidar un sentimiento de unidad con una innecesaria polémica sobre el incumplimiento de los protocolos de ruptura de la negociación con el ELN.

Aún así, puede que las tensiones con Venezuela sean un buen escenario para que Duque demuestre liderazgo y capacidad de unir a los ciudadanos. Pero exagerar en las posturas belicistas puede suscitar más división. La posible intervención militar de Estados Unidos, que es rechazada por una parte importante de la opinión, puede traer más problemas que soluciones.

El segundo escenario consistiría en que Duque se resigne a gobernar sobre los asuntos “corrientes”, sin mayores ambiciones de reforma.

Se trata de una opción mucho más probable, pero que inquieta a los partidarios del gobierno, en particular a los sectores más radicales del Centro Democrático. Además, es algo poco atractivo cuando se avecinan elecciones locales en las que el partido de gobierno va a poner a prueba los esfuerzos que hizo para conseguir una mejor implantación territorial.

De modo que si el presidente insiste en su modelo de gobernabilidad, es probable que se condene a un gobierno modesto, concentrado en una gestión técnica de temas poco polémicos.

Lea en Razón Pública: Los partidos políticos: balance de 2018 y perspectivas de 2019.

Probablemente, eso es algo que conviene a su estilo, pero ningún gobierno es totalmente dueño de su agenda. Los temas gruesos y delicados en materia fiscal, de protección social, de institucionalidad y de gestión del post-conflicto no pueden ser postergados eternamente.

* Profesor de la Universidad del Rosario, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Paris III, director del Grupo de Estudios de la Democracia Demos-UR.

 

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