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La decadencia de Silvio Berlusconi

Escrito por César Ferrari

Cesar Atilio Ferrari

El mundo contempla incrédulo la caída del que fuera considerado el hombre más poderoso de Italia y que hoy afronta la derrota política, el castigo judicial y el descrédito social. ¿Cómo llegó tan alto y cayó tan bajo Silvio Berlusconi?

César A. Ferrari*

El poder sin límites

Los seres humanos actúan dentro de los límites socialmente aceptados mientras su poder no les permita sobrepasar esos límites.

En política, cuando el poderoso no tiene contrapeso puede situarse y actuar por encima de esos límites, y así acaba corrompiéndose porque actúa en beneficio personal abusando de los demás, genera leyes a favor de sus intereses y altera el balance de poderes.

Cuando ese balance no existe o deja de existir, la democracia no funciona y la elección del líder se convierte en un ritual con resultados predefinidos.

En economía, los poderosos que superan los límites que imponen los mercados en competencia plena son los monopolistas u oligopolistas que generan rentas de no competencia en su favor; fijan precios por encima y cantidades por debajo de lo que se obtendría en el equilibrio competitivo.

Pueden empezar pequeños y crecer, pero si no son regulados y controlados pueden devenir poderes sin límites, en perjuicio del resto de la sociedad.

Este fue el caso de Silvio Berlusconi, llamado il cavaliere (el caballero), quien fue presidente del Consejo de Ministros y jefe del Gobierno italiano varias veces durante once años, y quien dominó la política italiana por lo menos durante dos décadas.

Su reinado acabó hace poco en una suerte de tragicomedia en varios capítulos, que combinó un reingreso parcial al poder, una condena judicial, la amenaza, la traición, la destitución y el encarcelamiento del protagonista.

 Foto: epp Group Ministro 
de Justicia de Italia, Angelino Alfano.

Desastre en Roma 

En las elecciones de febrero de 2013, el partido de Berlusconi (literalmente, su partido) el Pueblo de la Libertad (PDL), alcanzó el segundo tercio en la votación y con ello acabó cogobernando en minoría al lado de sus archienemigos de centro izquierda: el Partido Democrático, que, bajo la presidencia de Enrico Letta, alcanzó la primera mayoría.

Dicha coalición fue forjada por el presidente de la República, Giorgio Napolitano, para hacer viable un gobierno ante la negativa del grupo elegido con el otro tercio de la votación, el partido Cinque Estelle (5E), de hacer un acuerdo político con cualquier partido, haciendo honor a su lema principal: “todos a sus casas”.

Pero a pesar de ese reingreso al Gobierno, el largo reinado de Berlusconi en la política italiana llegó a su fin. La Corte Suprema italiana, luego de múltiples dilaciones y postergaciones, lo condenó a cuatro años de cárcel, de los cuales solo deberá pagar uno en su casa o un trabajo social, debido a su avanzada edad (77 años).

Cuando ese balance no existe o deja de existir, la democracia no funciona y la elección del líder se convierte en un ritual con resultados predefinidos.

La condena fue emitida por uno de los tantos juicios a los que estuvo y aún está vinculado: el caso Mediaset, su cadena de televisión. En este caso fue acusado de fraude fiscal y falsedad en la compraventa de derechos de televisión a precios inflados mediante empresas extranjeras, también controladas por “el caballero”.

Pero este no es el único problema judicial que afronta. Silvio Berlusconi fue acusado por los fiscales de Milan de concusión y prostitución de menores y su casa fue reconocida públicamente como lugar de juergas y reunión con prostitutas.

La acusación se refiere al caso Ruby, una joven marroquí que, según diversos testimonios, prestó favores sexuales al cavaliere a cambio de un pago, cuando ella tenía 17 años. Este juicio está aún pendiente de un fallo final.

 Foto: Mauro Edmundo Pedretti 
El exministro de Italia, Silvio Berlusconi.

El sistema ya no está hecho a su medida

Las dilaciones de los procesos judiciales de Berlusconi corrieron por cuenta de los artificios de sus abogados y de la Ley Alfano. Esa ley daba inmunidad total en procesos penales a los altos dignatarios del Estado para no interrumpir sus gestiones de gobierno.

La Ley Alfano fue tramitada oportuna y convenientemente por el entonces ministro de Justicia del gobierno del PDL, Angelino Alfano. Estuvo en vigor entre agosto de 2008 y octubre de 2009, pero fue derogada por la Corte Constitucional por irrespetar la igualdad de los ciudadanos ante la ley.

Hace pocos días, en mérito a esa condena, una comisión del Senado italiano recomendó al pleno la destitución de Berlusconi de acuerdo a la Ley Severino que prohíbe la presencia en el parlamento de personas condenadas a penas de cárcel mayor a dos años. La votación se realizará en los próximos días y se ha anunciado que una mayoría compuesta por los miembros del PD y 5E votará contra “el caballero”.

Berlusconi maniobró hasta el final para evitar su destitución y la cárcel. Como último recurso presionó de todas las formas posibles para lograr una amnistía por parte del presidente de la República.

No lo consiguió: a pesar de sus amenazas de hacer caer al gobierno retirando a sus ministros, el presidente hizo saber que no concedería la amnistía y el PD, que no interferiría en la eventual destitución.

En respuesta, Berlusconi forzó la renuncia de los ministros del PDL, provocó una crisis gubernamental y obligó al gobierno de Letta a volver al parlamento en busca de un voto de confianza. De no conseguirlo, el presidente habría tenido que convocar a una nueva elección general en la que Berlusconi esperaba recuperar en ella su caudal electoral y su poder.

Ante la crisis de gobierno, las bolsas europeas temblaron y la Comisión Europea solicitó una pronta solución política pues el colapso del gobierno italiano podía poner en peligro la lenta recuperación económica europea; la economía italiana es la tercera en Europa después de la alemana y francesa.

El largo reinado de Berlusconi en la política italiana llegó a su fin.

Pero el viejo caudillo no contó con la rebelión de sus seguidores. Fue nada menos que Alfano, su delfín, secretario del PDL y viceprimer ministro de Letta, quien evitó ese colapso al convencer a la mayoría de los representantes del PDL de votar a favor de la confianza al Gobierno Letta en abierta rebeldía contra Berlusconi.

No fue difícil convencerlos ante la evidencia de que Berlusconi estaba derrotado pues no contaba con los votos necesarios para evitar su destitución, la ejecución de su sentencia y su imposibilidad de volver al poder. Al final, en un gesto teatral, el propio Berlusconi votó a favor de la confianza. Días después, el 10 de octubre, solicitó formalmente un trabajo social para cumplir su sentencia.

 

¿Cómo pasó de cantante a magnate?

Hay que recordar que Berlusconi comenzó su vida laboral como cantante en cruceros italianos en el Mediterráneo y que años después, algunos dicen que con ayuda de la mafia, se volvió millonario. Ello le permitió controlar un periódico y las tres más grandes estaciones privadas de televisión.

Además, mediante los directivos que nombraba como presidente controlaba los tres canales públicos de televisión de RAI (Radio Televisión Italiana); es decir, controlaba la casi totalidad de la televisión de su país.

Berlusconi creó también su partido político (PDL), al que sostenía financieramente y en el que escogía a sus candidatos. Elegidos con su apoyo mediático, a través de ellos controlaba la legislatura cuando eran mayoría, y la influenciaba cuando eran minoría. En un régimen parlamentario como el italiano, podía controlar así el Ejecutivo.

Silvio Berlusconi fue acusado por los fiscales de Milan de concusión y prostitución de menores y su casa fue reconocida públicamente como lugar de juergas y reunión con prostitutas.

Durante sus años de líder político se daba tiempo, supuestamente, para gobernar y, claramente, para llevar un estilo de vida que muchos juzgan decadente. Esto fue motivo de escándalo para unos y tolerado por quienes piensan que la vida íntima es un asunto privado (aunque él mismo hizo de su vida privada algo público).

El talante y el estilo de gobierno de Berlusconi han provocado niveles inconcebibles de burla y crítica internacional, sobre la dirigencia y el retraso económico de Italia frente a sus pares europeos.        

Desprestigiando a los opositores

Ante todas las acusaciones de corrupción en los negocios, en su vida personal y en sus gobiernos, Berlusconi siempre respondió acusando a sus contradictores de falsarios con malas intenciones. Ante sus problemas judiciales siempre adujo una persecución y un complot judicial en su contra llevado a cabo por jueces izquierdistas.

Para sostener su posición, su estrategia principal fue reclamar el apoyo mayoritario del pueblo y los sondeos de opinión parecían corroborarlo. No obstante, ese pueblo, con una aspiración y una voluntad únicas, no existe. Existen personas con intereses, conocimientos, información y opiniones distintas, que, conveniente y selectivamente informados, fueron inducidos a apoyarlo, aun contra sus propios intereses.

Por supuesto, como otros poderosos, Berlusconi buscó convencer a quienes no comulgaban del todo con él, pero que lo veían con simpatía, de que ejercía el poder en beneficio de la mayoría y que quienes lo criticaban estaban equivocados o actuaban de mala fe.

Ejerció esa “persuasión” con intensidad para perpetuarse en el poder: continuamente hacía declaraciones que contradecían la realidad o descalificaban a sus contradictores, y a todas las críticas sobre la situación económica o política del país, aun de personas u organizaciones cercanas o simpatizantes, siempre respondió diciendo que esos problemas no existían y que eran inventos de sus opositores o de minorías equivocadas.

La posibilidad de contradecir, descalificar y ser creíble depende del control de los medios y del uso que se les da, particularmente de la televisión. Durante toda su carrera, Berlusconi utilizó su poder en los medios para apoyar sus acciones políticas y eso explica gran parte de su éxito.

Lo pudo hacer porque en Italia no existen normas legales o sociales que obliguen a separar los intereses empresariales de los intereses políticos, como sí existen en otros países.

Tampoco existe una legislación antimonopolio que impida la concentración en la propiedad de los medios. De tal manera que nunca fue superado el evidente conflicto de intereses que se presentaba en el ejercicio de la función pública cuando al mismo tiempo era propietario de negocios y de medios.

El traje del emperador

El colapso del gobierno italiano podía poner en peligro la lenta recuperación económica europea; la economía italiana es la tercera en Europa después de la alemana y francesa.

Pero la realidad no puede esconderse tras imágenes eternamente. Tarde o temprano aflora y golpea el bienestar de la gente y desencanta a los seguidores menos cercanos al caudillo; solo permanecen fieles los incondicionales y, a veces, ni siquiera ellos.

Esta es la razón de fondo de la caída final de Berlusconi: la crisis y el declive italiano, político y económico, son muy graves, y él no pudo ganar las elecciones con las que  se hubiera blindado nuevamente.

El declive italiano y su retraso con respecto a otros países desarrollados vienen desde hace años. En términos per cápita, entre 2000 y 2008, antes de la gran recesión que agravó el declive, el PIB italiano creció 22.1 %, mientras que la Unión Europea (27 países) creció 39.9 % y los miembros de la OCDE, 37.2 %.

Más grave aún fue que en ese período, mientras que en Italia la contribución de la productividad total de los factores al crecimiento del PIB fue de 0.22, en Alemania y Francia fue de 1.07 y 1.16, respectivamente.

Todo esto contribuyó a que Berlusconi y a sus seguidores el poder se les escapara de las manos. Hicieron todo lo posible por mantenerlo pero ya no fue posible. Ello significa, en el mejor de los casos, el olvido para algunos y para otros, la cárcel.

Sea como fuere, Italia está mucho mejor ahora que la tragicomedia ha concluido, y que il cavaliere y su mundo –esa mezcla de dinero abundante, manipulación interesada, populismo primitivo y corrupción generalizada- está fuera de escena.

*Ph.D. en Economía de la Universidad de Boston. Ciudadano italiano y peruano. Profesor Titular en el Departamento de Economía, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. [ferrari@javeriana.edu.co].

 

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