En medio de una profunda crisis económica y de un enorme malestar social, las elecciones recientes exigen que un experto nos descifre el laberinto de la política italiana. Habrá más de una sorpresa.
César Ferrari *
La economía italiana El mundo capitalista más desarrollado atraviesa actualmente una profunda crisis. Ocurre particularmente en Europa — Italia es uno de los países más afectados — y en menor grado en Estados Unidos, en donde parecería que no se ha producido aún una plena recuperación.
Entre 2008 y 2012, la economía italiana registró indicadores alarmantes:
Esa situación económica tiene obviamente su correlato social y político: existen tanto un malestar social extendido como un crispamiento político notable, en parte como consecuencia directa de la situación económica misma, pero también debido a los graves errores de los políticos que dominaron la escena italiana durante las últimas dos décadas. En ese contexto, agobiado por la crisis y sin respuestas sensatas, en noviembre de 2011 Silvio Berlusconi tuvo que renunciar al cargo de Primer Ministro y dejó a Italia en el caos económico, en plena convulsión social y al gobierno italiano como el hazmerreir del mundo entero. La esperanza Monti Para reemplazarlo, el presidente Giorgio Napolitano convocó a un “gobierno técnico” presidido por Mario Monti, un respetado senador vitalicio, exfuncionario de la Unión Europea, alejado de las disputas partidarias. El “establishment” italiano, las autoridades europeas y los organismos internacionales guardaban la esperanza de que el gobierno tecnocrático de Monti “salvaría” a Italia del caos económico y político. Se esperaba que Monti arreglara los desequilibrios económicos y el caos gubernamental que dejó el gobierno irremediable e irresponsable de su predecesor. En particular, tenía la tarea de recobrar la respetabilidad y la credibilidad del gobierno italiano, algo que efectivamente logró. Pero también tenía que resolver la crisis de la deuda y restablecer los equilibrios macroeconómicos en forma compatible con los niveles italianos de productividad, de tal modo que pudiera reanudarse el desarrollo capitalista. Desafortunadamente, el gobierno Monti duró apenas un año — entre noviembre de 2011 y diciembre de 2012 — pues tuvo que renunciar al no obtener un voto de confianza que le negó la mayoría parlamentaria, entonces controlada por Berlusconi. Elecciones a la italiana En las recientes elecciones generales de febrero de 2013, ganó precariamente la coalición de centro–izquierda, debido al retorcido sistema electoral italiano, diseñado por Berlusconi para controlar con más facilidad al gobierno: liderada por el Partido Democrático de Pier Luigi Bersani, la coalición de centro–izquierda obtuvo 9,7 millones de votos para el senado — 113 senadores — y 10 millones de votos para la cámara: 340 diputados.
Bersani, un político respetado, representa la forma limpia y liberal de la política, pero tradicional en el marco de la democracia representativa y la intermediación de los partidos. Plantea la limpieza de la política, el combate a la corrupción que abruma a Italia, y la reforma de las leyes electorales que han conducido a la situación actual, para permitir que las mayorías electorales otorguen mandatos claros. Su propuesta económica es en gran medida la continuación del desarrollo capitalista al estilo keynesiano: postergar el ajuste hasta la recuperación del crecimiento económico mediante medidas fiscales y monetarias. La segunda fuerza con mayor votación fue la coalición de derecha de Berlusconi: obtuvo 9,4 millones de votos para el senado — 116 senadores — y logró 9,9 millones de votos para la cámara: 124 diputados. Al perder el control del gobierno y ser rechazada vehementemente por los otros dos grandes grupos mayoritarios por corrupta, esta coalición de derecha resultó la gran derrotada, pues perdió la posibilidad de proteger a su líder de la justicia italiana. Tras veinte años de escándalos y de disfrutar el poder político — salvo pequeñas interrupciones —anclada en el pasado, la coalición de derecha no tiene otra aspiración que maximizar sus intereses, sus negocios particulares y evitar que Berlusconi acabe sus días en la cárcel. No obstante, sin el control de la legislatura y consecuentemente sin el poder del gobierno, como antaño, le resultará difícil: Berlusconi tiene ya una condena de un año por difundir información reservada para dañar a un enemigo político, una condena por corrupción en el caso Mediaset que está en apelación en segunda instancia, y un juicio que ha tratado de evitar por todos los medios por prostitución, corrupción de menores y abuso de autoridad (el caso de la marroquí Ruby). Pepe Grillo o la conciencia pública La sorpresa electoral la dio el Movimento 5 Estelle (M5E) de Guiseppe Grillo: 5 estrellas, en referencia a los temas prioritarios en su programa: agua pública, movilidad sostenible, desarrollo, conectividad a Internet y medio ambiente. El movimiento de Grillo emergió como una fuerza nueva, con el respaldo de casi la tercera parte del electorado italiano: para el senado obtuvo 7,3 millones de votos — 54 senadores — y para la cámara 8,7 millones: 108 diputados.
El mensaje principal del M5E — “que se vayan todos los políticos” — contiene una crítica durísima al sistema italiano, especialmente a la organización política, a la intermediación de los partidos, a quienes han venido ejerciendo la política, a las maneras electorales, a la oligopolización de los medios (notable en el caso italiano, en gran medida en poder de Berlusconi), así como a la organización económica y a la política de ajuste que no responderían a los intereses de la mayoría de los italianos; una propuesta que casi todos los medios internacionales llaman populista. Grillo es en gran medida la expresión electoral de la indignación italiana contra la política y contra los ajustes económicos, con la diferencia de que ahora no solamente puede seguir protestando, sino que tiene responsabilidad en los asuntos del Estado. Por su parte, el movimiento que respaldaba a Mario Monti sólo obtuvo 2,8 millones de votos para el senado — 18 senadores — y 3,6 millones para la cámara: 45 diputados. Un verdadero desastre, que desbarató la esperanza de las autoridades europeas de que se mantuvieran el ajuste y la “responsabilidad fiscal” que Monti encarnaba. Consecuencias electorales Una vez conocidos estos resultados, la gobernabilidad italiana quedó en duda ante las autoridades europeas y los organismos internacionales, y se reflejó en los mercados con la elevación de la prima de riesgo–país. Por un lado, la coalición de centro–izquierda tiene una mayoría precaria en el senado, aún si recibiera el apoyo de Monti. A su vez, el M5E rechaza cualquier acuerdo de gobierno con cualquier partido y ofrece votar los proyectos de ley caso por caso conforme a sus postulados. No obstante, los puntos fundamentales de la propuesta del M5E — más participación ciudadana en los asuntos del Estado y menos ajuste económico — encuentran una coincidencia notable con las propuestas de la coalición de centro–izquierda. Por eso los sondeos postelectorales señalan a una gran mayoría de italianos deseosos de un acuerdo entre ambas fuerzas. La coalición de centro–derecha es rechazada vehementemente por todos los anteriores: recientemente Bersani anunció que no se opondría al arresto de Berlusconi, si la justicia lo solicitaba. Grillo recomendó a Berlusconi seguir el camino del exprimer ministro Bettino Craxi, quien huyendo de las acusaciones de corrupción de la justicia italiana, se asiló y murió en Túnez en enero de 2000. Es muy probable que el presidente Napolitano encargue a Bersani la constitución del nuevo gobierno italiano y resuelva así, aunque tal vez de manera transitoria, los retos de la gobernabilidad italiana. Es también muy probable que si se cumplen las promesas electorales de la coalición de centro–izquierda y del M5E, se vote pronto una reforma de la ley electoral y en ese nuevo marco se convoque en forma relativamente rápida a nuevas elecciones generales a fin de clarificar el mandato de los ciudadanos italianos. Marcaría el comienzo de una transformación en la política italiana, pero en el contexto de una grave crisis económica. * Ph.D., profesor de la Universidad Javeriana.
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