El debate sobre “las drogas”: ni prohibicionismo ni legalización - Razón Pública
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El debate sobre “las drogas”: ni prohibicionismo ni legalización

Escrito por Elías Sevilla
Elias sevilla drogas al capone

Elias sevilla drogas al capone

Foto: Colleen Lane -Detención de Al Capone.

Elias Sevilla Casas RazonPublicaMás racional que el prohibicionismo o la legalización simplista sería una estrategia que combine algunas prohibiciones, la reducción de los daños y el manejo adecuado de los riesgos del consumo.

Elías Sevilla Casas*

 

Reconversión de un intelectual

El ilustrísimo señor marqués Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, peruano de nacimiento, Premio Nobel de Literatura, súbdito del Rey Don Juan Carlos, y afín al ideario del expresidente José María Aznar, ha llegado a una importante conclusión

“La represión de la droga sólo sirve para crear engendros destructivos como el que construyó Pablo Escobar y que la delincuencia asociada a ella sólo desaparecerá cuando se legalice su consumo y las enormes sumas que ahora se invierten en combatirla se gasten en campañas de rehabilitación y prevención.” 

Elias Sevilla drogas vargas llosa

Foto: Daniele Devoti -Mario Vargas Llosa.

Pide Vargas Llosa que “por fin se abra camino del todo la idea” y se dé un “cambio de paradigma” que muchos intelectuales del mundo han venido exponiendo por décadas sobre las sustancias psicoactivas, SPA. 

La conclusión es importante por venir de un rincón ideológico político en donde generalmente se piensa de manera opuesta. Surgió de “la impresión escalofriante” que la serie El Patrón del Mal, “la pesadilla que padeció Colombia”, causó al escritor cuando miró de un tirón los 74 episodios. 

En Colombia ese rincón opuesto está representado por los pesos pesados del expresidente Álvaro Uribe y el procurador Alejandro Ordóñez. 

La propuesta ha sido discutida en diversos escenarios: fue recogida hace poco por importantes dirigentes políticos latinoamericanos, fue avalada por unaComisión Global y comienza a tomar cuerpo en algunas leyes en Uruguay.  Colombia, por su parte, tiene suficientes motivos para tomar en serio la cuestión. 

Dado que el “engendro destructivo” Escobar Gaviria -maquillado por la presentación melodramática de la serie- logró el efecto en el Nobel peruano, dedico la presente nota a la conjunción frankensteniana Al-Escobar-Capone. Es la figura que en su delirio quiso ser el personaje paisa: una reencarnación delgánster de Chicago, Alphonse Gabriel Caponi, alias Scarface, o simplemente BigAl. 

El engendro Escobar-Capone

Capone fue el emblemático y sangriento capo de la mafia italo-gringa de los años 1920, dueño del imperio ilegal del alcohol entonces proscrito, cuyos sicarios escondían sus  subametralladoras Thompson en estuches de violín.

Me propongo hacer una lectura analítica del engendro Escobar-Capone que ha sido banalizada como juego de votación digital capo vs capo, o con la referencia anecdótica al antiguo Cadillac que Escobar, al balearlo, quiso que fuera su trasunto. 

El gancho de su atractivo para el lector acentuará un punto a favor. Mostró hasta la saciedad lo que décadas más tarde Estados Unidos olvidó: que el prohibicionismo radical y represivo es una medicina peor que “la enfermedad” que busca suprimir. Es la lección que Vargas Llosa ayuda a recordar. 

Al vivir algunos años en la vecindad de Cicero, cuartel general de Capone, pude apreciar el vetusto paisaje suburbano. Ya no “huele a pólvora” pero ayuda a la imaginación reconstructora. 

El prohibicionismo radical

El movimiento de temperancia o moderación en el uso del alcohol hizo carrera en el siglo XIX en el contexto nórdico, americano y europeo, de influencia protestante. Aunque hubo también connotados cruzados católicos como el irlandés Padre Matthew que lo radicalizó. (Imagine el lector cómo haría este sacerdote para justificar la libación del vino en la Eucaristía). 

Elias sevilla drogas contrabando licor

Foto: Boston Public Library –
Transporte de licor de contrabando
durante el periodo de La Ley Seca,
​en Estados Unidos.

El movimiento cobró tanta fuerza en los Estados Unidos que, sin perder la connotación religiosa puritana, se convirtió en fuerza política capaz de obtener en 1919 una Enmienda a la Constitución para prohibir totalmente la producción, importación y comercialización de bebidas alcohólicas. El sistema de represión fue perfecto para la consolidación inmediata de arreglos ilegales y criminales que suplieron la demanda nunca suprimida del alcohol en esa sociedad: ahora era más caro y de peor calidad. 

En las grandes ciudades como Nueva York y Chicago esos arreglos fueron dominados por la mafia de origen italiano. La de Chicago, bajo el mando de Capone,  fue evitada por sus mismos pares, liderados en Nueva York por Don Vito Corleone, debido a los excesos sangrientos que anticiparon lo que a su modo haría Escobar. La habilidad para amasar fortuna, corromper autoridades, impregnar gota a gota a la sociedad circundante, y suprimir evidencias y competidores, fue tal que  se volvió “intocable” y sólo pudo ser convicto por evasión de impuestos. 

La misma sociedad que avaló la Enmienda prohibicionista concluyó que era inconveniente y en una acción excepcional en la historia de la Constitución la tumbó con otra Enmienda. El movimiento de temperancia, que al inicio predicó moderación en el consumo de alcohol y terminó volviendo anatema radical a la sustancia como tal, produjo resultados mixtos cuyo balance final, sin embargo, apunta a la inconveniencia. Una síntesis hecha por un autor anglo dice así: 

“Los resultados de la prohibición pueden resumirse en lo bueno, lo malo y lo feo: lo bueno porque favoreció los movimientos libertarios femeninos, muchos empleos [para la represión y para burlarla], la alerta frente al alcohol y programas [como Alcohólicos Anónimos] directamente relacionados con la prohibición. Lo malo, porque los ciudadanos normales y de clase baja fueron los más golpeados por mayores impuestos y el alto precio del licor. Y, finalmente, lo feo por el efecto que la prohibición tuvo en el crimen y corrupción en los Estados Unidos”. 

Esa lección la sacaron tempranamente los estadounidenses, en 1933, con la Enmienda de la Enmienda. Luego, sus dirigentes la olvidaron. Pudo ser recordada con elaboraciones de realidad/ficción como la saga de la novela y filmes de El Padrino I, II y III, y para Chicago, con el fino trabajo de Kevin Kostner en Los Intocables. Ahora, como dije arriba, otra saga novelada, El Patrón del Mal, hace que un Premio Nobel se conmueva y asuma posiciones pro-legalización. No habla del alcohol, nunca ilegalizado entre nosotros los andino-mediterráneos, sino de “la droga”. 

Esta frase, “la droga”, es una sinécdoque abusiva (díganlo los droguistas de la esquina) que acoge una lista taxativa, y muy variada, de sustancias prohibidas, SPR. La tarea que tenemos enfrente es dejar de hablar de SPR (“guerra a la droga”) y referirnos a las SPA (sabio manejo cultural y social de las sustancias psicoactivas). 

Prohibición, reducción del daño y reducción del riesgo

La secuencia del subtítulo involucra los tres componentes de una estrategia balanceada para el sabio manejo de sustancias psicoactivas (SPA) que propone con gran sagacidad el experimentado antropólogo Eduardo Menéndez. Entre ellas se cuenta el alcohol, cuyo consumo, problemático o no, Menéndez ha estudiado en su México natal mostrando, como tantos otros antropólogos, que la sustancia en sí no es el problema sino ciertos modos de construcción socialque hacemos de la misma. 

Como el daño al individuo o a su entorno social a veces aparece por los excesos en el uso de las SPA, no podemos menos que tratar ese daño de modo adecuado para reducirlo y repararlo. Este es un frente muy activo y discutido hoy, que espero mirar en otra nota o notas, cuando haya la oportunidad. El ejemplo más sonado y cercano lo tenemos en el actual Programa CAMAD de “Bogotá Humana”, que ha sido rechazado por los prohibicionistas radicales colombianos. 

Con la prohibición ocurre algo más complicado: como por su misma naturaleza las SPA siempre conllevan riesgos y hay diversas circunstancias en que esos riesgos se vuelven inmanejables, por lo cual la sociedad interviene a través de varios agentes. Éstos no siempre son funcionarios del Estado, también pueden ser los mayores, o los más lúcidos, en una casa de familia o en una situación privada. 

Hay una alternativa mejor: todo individuo responsable en el uso de las SPAdebe imponerse limitaciones a sí mismo independientemente de la condición legal o ilegal de las acciones. Son muchas las razones y las formas de esta limitación/prohibición: 

· La edad (ejemplo; no a la venta de alcohol para menores de 18)

· La condición biológica (ejemplo: no al consumo para embarazadas).

· La zona (ejemplo: no debe haber bares en zona universitaria).

· La hora (ejemplo: no venta antes de las 10am).

· La cantidad (ejemplo: no exceder la “dosis personal”).

· La tarea que se va ejecutar (ejemplo: no alcohol si va a conducir o a hacer una cirugía). 

Como hay personas irresponsables en la sociedad habrá necesidad de que alguien con autoridad intervenga y, eventualmente, castigue. 

De modo que el sabio manejo del riesgo implica prohibiciones, en plural. Lo  que no implica, y es objeto de la presente nota, es la prohibición total o radical: convertir a la sustancia misma, no a su uso problemático, en materia de exclusión. Allí está la lección que nos recuerda Vargas Llosa con su conmoción frente a los excesos criminales asociados a la prohibición. La lección dice que estamos repitiendo, con agravantes que dan escalofrío, la historia del alcohol prohibido. 

Una nueva concepción

La declaración de “guerra total a las drogas” -como se llamó la campaña de ilegalización y represión que hoy es objeto del “cambio de paradigma”- tomó cuerpo por iniciativa del presidente Richard Nixon quien en 1971 acuñó el término y la impulsó en el mundo entero como audaz estrategia geopolítica. El Plan Colombia es una de sus ejecutorias. 

Elias sevilla drogas manifestantes legalizacion

Foto: Hanfparade 

Lo interesante es que el anverso, la legalización de “la droga”, es también una solución simplista que encubre problemas análogos – es decir diferentes pero parecidos- a los que la ilegalización pretende combatir: la sola legalización, como sueñan algunos, no trae automáticamente la solución al adecuado manejo de las SPA. 

Esta “guerra total contra la droga” involucra a todos los Estados del sistema de Naciones Unidas y tiene un estatuto implacable, basado en Convenciones vinculantes para los firmantes. Curiosamente, el Informe Anual de la Agencia no incluye al etanol ni a la nicotina cuyos riesgos son altos y justifican múltiples y sabias formas de prohibición. 

Hay un famoso estudio epidemiológico que muestra que no hay ninguna coherencia entre el cuadro rigurosamente medido de riesgo de daño (al individuo y a la sociedad) de las  varias SPA y el estatuto de prohibición vigente en la Agencia de la ONU. Al leer este estudio cualquiera se ve tentado de concluir que, o bien campea la ignorancia o el capricho en tan respetable agencia, o detrás del estatuto de prohibiciones hay intereses diferentes a los de la protección de la vida, la salud y el bienestar humano. 

Sugiero una modificación en la propuesta de Menéndez: cambiar “reducción del riesgo” por el “sabio manejo del riesgo”. Este coomponente incluye a los otros dos (prohibiciones y reducción del daño) en la medida en que resulte necesario. Al fin y al cabo hacen parte de una estrategia integral.

*Profesor Titular jubilado de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del Valle en Cali; hizo su tesis doctoral en antropología trabajando en la rehabilitación de drogadictos chicanos en la ciudad de Chicago. Email: eliasevilla@gmail.com

 

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