¿Qué está haciendo Rusia en Siria? - Razón Pública
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¿Qué está haciendo Rusia en Siria?

Escrito por Vladimir Rouvinski
El Presidente ruso Vladimir Putin en la 70va Asamblea General de las Naciones Unidas.

El Presidente ruso Vladimir Putin en la 70va Asamblea General de las Naciones Unidas.

Vladimir RouvinskiAislada por Occidente después de su intervención en la península de Crimea y  golpeada por la caída de los precios del petróleo, Rusia busca recuperar el reconocimiento internacional con una intervención militar en Medio Oriente.

Vladimir Rouvinski*

Operación inesperada

La reciente aparición de la Fuerza Aérea rusa en Siria tomó por sorpresa a todo el mundo, incluso a la mayoría de los rusos.

Algunos observadores creen que se trata de un síntoma de que Rusia está de vuelta como una potencia de alcance global. Pero para muchos otros la presencia rusa en el territorio sirio es sencillamente incomprensible.

Es difícil explicar la actuación de Vladimir Putin desde una perspectiva realista que  interprete la conducta de los Estados como respuesta a las amenazas para su seguridad, porque la seguridad de Rusia no está amenazada por el conflicto en Siria.

Con miles de bombas nucleares y con uno de los arsenales de armas tradicionales más grandes del mundo, Moscú no tiene problemas a la hora de mantener su capacidad defensiva como potencia militar. La anexión del territorio de la península de la Crimea fue una demostración de que el poder militar ruso se encuentra en perfecto estado y de que las dificultades del período postsoviético han sido superadas con éxito.  

Tampoco hay señales de una preocupación extraordinaria de las autoridades rusas por  amenazas terroristas en su territorio procedentes o vinculadas con el Estado Islámico. La mayoría de los rusos percibe al Estado Islámico como algo que no les debe preocupar y que solo sirve como una excusa que usan Estados Unidos y sus aliados occidentales para mantener su presencia en Medio Oriente.

La idea de que Rusia envíe sus fuerzas áreas a Siria para ayudar al régimen de Bashar Hafez al-Asad puede sonar más factible, teniendo en cuenta el apoyo constante de Moscú a su aliado en Damasco. Sin embargo, en el conflicto en Siria no ha ocurrido últimamente algo que pudiera amenazar la posición de Asad más allá de lo que ha pasado durante los últimos meses.

La única forma de explicar la presencia rusa en Siria es analizarla desde un contexto más amplio y donde se consideren los retos que enfrenta ese país tras la anexión de la península de Crimea y de su apoyo a los separatistas de la región de Donbass en Ucrania. Los costos que el gobierno de Vladimir Putin tiene que pagar como consecuencia de sus actuaciones en estos conflictos resultaron ser mucho más altos de lo esperado.

La buena hora

Aeronaves Sukhoi del ejército ruso.
Aeronaves Sukhoi del ejército ruso.
Foto: Wikimedia Commons

Para entender mejor la situación actual debemos volver al comienzo de la década del 2000, cuando Vladimir Putin apenas comenzaba su presidencia.

Por ese entonces, utilizando las palabras de un diplomado estadounidense, Rusia era parte de la solución y no del problema, con respecto a retos internacionales como decir los grupos terroristas transnacionales, las guerras étnicas o la crisis económica mundial.

Para Moscú, cada vez es más difícil encontrar canales de comunicación en el ámbito internacional.

En aquel momento el gobierno de Rusia colaboraba estrechamente con Occidente, como se vio en su votación a favor de las propuestas de Estados Unidos y sus aliados en las Naciones Unidas, o en las ayudas logísticas a las tropas de la OTAN en Afganistán desde el territorio ruso. Vladimir Putin, por ejemplo, fue el primer líder extranjero que se comunicó con el presidente Bush después del ataque contra las torres gemelas en Nueva York. El apoyo a Washington permitió a los líderes rusos evitar mayores críticas internacionales por la forma como sus tropas adelantaron las guerras en Chechenia, y así pudieron conseguir muchos de sus objetivos en la política doméstica e internacional.

Al mismo tiempo, los altos precios del petróleo facilitaron al gobierno de Moscú mejorar las condiciones de vida de la población y convertir a Rusia en un lugar atractivo para inversionistas extranjeros.

Eventualmente, Rusia consiguió ingresar al club exclusivo de los países del Grupo de los 8 (G-8) y comenzó a tener una incidencia directa sobre el diseño de las políticas mundiales. Ni siquiera la guerra entre Rusia y Georgia en agosto de 2008 hizo daño a la posición geopolítica de Rusia. En el ámbito doméstico, Vladimir Putin se veía como el verdadero triunfador que gozaba de la aprobación incondicional de la mayoría de los rusos.

Rusia aislada

Pero la crisis en Ucrania se desarrolló de una manera distinta de los eventos o crisis anteriores. En este caso no coincidieron los intereses de Rusia y de Occidente, como pasó por ejemplo en el caso del conflicto con Georgia. Ahora se trataba de una confrontación sin lugar a compromisos. Aparentemente, las apuestas en la crisis ucraniana eran exageradamente altas para todas las partes involucradas.

Al mismo tiempo, Vladimir Putin se sintió engañando en sus acuerdos previos con los países de la Unión Europea. La anexión del territorio de Crimea, decidida por el presidente ruso sin consultar casi a nadie, fortaleció el apoyo a Putin por parte de la mayoría de los rusos. Sin embargo, esta decisión también trajo numerosos problemas para la economía rusa y para su posicionamiento internacional.

En poco tiempo, las sanciones impuestas por Occidente para “castigar” al presidente ruso por su actuación en la crisis ucraniana comenzaron a empeorar la situación económica del país, sobre todo debido al retiro masivo del capital de los inversionistas y a las dificultades de las compañías rusas para obtener créditos en los mercados internacionales.

Además, las sanciones coincidieron con el descenso drástico los precios del petróleo, y para la mayoría de los rusos, quienes se habían acostumbrado a un nivel de vida bastante alto, los cambios fueron un verdadero choque.

Por otro lado, salvo los contactos con China y con algunos países de América Latina, así como las reuniones puntuales con los líderes de Francia y Alemania para poner fin a los combates en Ucrania, Occidente ha logrado aislar a Rusia en la arena internacional. Para Moscú, cada vez es más difícil encontrar canales de comunicación en el ámbito internacional.

El G-8 dejó de existir y volvió a ser el G-7. Muchas de las visitas de los jefes de Estado a Rusia fueron canceladas. Y en el ámbito doméstico, se pueden ver cada vez más evidencias de que la retórica nacionalista y anti-ucraniana ha dejado de funcionar con la eficacia de antes.

En busca de un nuevo reconocimiento

Protestas anti-guerra en Moscú  durante la crisis en Crimea.
Protestas anti-guerra en Moscú  durante la crisis en Crimea.
Foto: Wikimedia Commons

En este contexto, el hecho de que los aviones rusos aparecieran en Siria en el momento de una de las reuniones internacionales más importantes, la 70ª Sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas, no es una coincidencia.

Desde finales de julio, los medios de comunicación informaron sobre los intentos rusos de conseguir una cita de Putin con el presidente estadounidense. Pero los pedidos rusos fueron negados. Más adelante, desde mediados del mes de agosto, comenzaron a aparecer los primeros informes sobre el traslado de aviones y personal de apoyo ruso a Siria. Una semana antes del comienzo de la cumbre en Nueva York, Rusia reconoció abiertamente la presencia de sus aviones en el Medio Oriente.

El objetivo principal de los bombardeos rusos en Siria es conseguir un nuevo reconocimiento como un actor responsable en la arena internacional.

Al mismo tiempo, los medios de comunicación rusos han bajado su retórica anti-ucraniana y los combates en Ucrania se han reducido. Desde la tribuna de la ONU, Vladimir Putin declaró que Rusia reconoce los retos comunes con Occidente y que su país está dispuesto a contribuir a la lucha contra el terrorismo internacional, ayudando a combatir al Estado Islámico y facilitando la solución del problema de los refugiados para Europa.

La reunión del presidente Obama con Vladimir Putin duró mucho más de una hora y en ella se reestablecieron, aunque solo parcialmente, los contactos entre los militares rusos y los de la OTAN. La reunión en Paris entre los presidentes de Rusia, Francia y Ucrania con la canciller alemana constituyó también un avance significativo hacia la solución del conflicto en Ucrania.

En este contexto, hay pocas dudas de que el objetivo principal de los bombardeos rusos en Siria es conseguir un nuevo reconocimiento como un actor responsable en la arena internacional, cerrar la página abierta por la anexión del territorio de Crimea y lograr que se levanten las sanciones en su contra.

No obstante todavía es temprano para saber va a funcionar el plan de Putin. La brecha entre Rusia y los países de Occidente sigue siendo muy grande. La recuperación de la confianza mutua tomará mucho tiempo, y la contribución rusa en la lucha común contra el Estado Islámico, junto con el apoyo ruso al proceso de transición política en Siria, quizás no resulten ser el precio adecuado para resolver los problemas de Rusia.

 

* Director del Centro de Investigaciones CIES y Profesor del Departamento de Estudios Políticos de la Universidad Icesi en Cali, Colombia. Es egresado de la Universidad de Hiroshima. Su área de investigación son las relaciones entre Asia y América Latina.

 

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