Bombardeo ruso sobre colombianos | Razón Pública 2023
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Bombardeo ruso sobre colombianos: ¿la seguridad de los individuos o la responsabilidad de los Estados?

Escrito por Vladimir Rouvinski

Tres colombianos heridos en un bombardeo ruso. Las reacciones de lado y lado corresponden a visiones irreconciliables sobre la seguridad global: defender los derechos de los individuos o “el poder duro” de los Estados.

Vladimir Rouvinski*

Colombianos en medio del fuego

Tres ciudadanos colombianos sobrevivieron a un ataque ruso con misiles de precisión a Kramatorsk (Ucrania): el escritor Héctor Abad Faciolince, el ex comisionado de paz Sergio Jaramillo y la periodista Catalina Gómez. En total murieron once personas y 60 quedaron heridas.

Gustavo Petro ordenó enviar una nota diplomática de protesta, a lo que la Embajada rusa respondió en Twitter: “Con mucho pesar nos enteramos de los acontecimientos en Kramatorsk. A nuestro juicio la ciudad cercana al frente, convertida en un hub operacional y logístico-militar, no es un lugar apropiado para degustar platos de cocina ucraniana”.

Relaciones colombo-rusas hasta el final de la Guerra Fría

Bogotá y Moscú no han tenido relaciones políticas o comerciales significativas. La Revolución de Octubre —que llevó a los bolcheviques al poder— ocurrió en 1917; después comenzaron a propagarse las actividades de la Tercera Internacional (Komintern) en América Latina.

Pero la estrategia de mantener un perfil bajo y de facto neutral ante la guerra de Ucrania en el gobierno del cambio puede dejar de funcionar.

Entonces, durante los veinte y treinta, el anticomunismo y la percepción de una amenaza constante desde la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) obligaron a las élites colombianas a rechazar categóricamente al gobierno soviético.

En 1943, Colombia respaldó a los aliados en la Segunda Guerra Mundial. Aunque había relaciones diplomáticas desde 1935, esto permitió que la URSS estableciera una representación diplomática en Bogotá, pero fue efímera: se acusó a la Unión Soviética de estar detrás de El Bogotazo, el presidente Ospina rompió las relaciones diplomáticas, y apenas en 1968 Colombia y Rusia restablecieron esas relaciones.

A lo largo de la Guerra Fría, como miembro del Movimiento de los Países no Alineados, Colombia mantuvo su distancia de la URSS aunque tampoco tuvimos un papel llamativo entre las dos superpotencias. Por otro lado, Colombia fortalecía sus vínculos económicos y militares con Estados Unidos.

Al mismo tiempo, miles de colombianos recibieron educación superior gratuita en universidades soviéticas. Aun así, en términos prácticos, su pasión por el país euroasiático no fue un recurso de la política soviética o rusa hacia Colombia, sobre todo debido a las preferencias de Moscú por usar únicamente las herramientas de la política exterior controladas por el Estado.

Una paz fría (1991-2023)

Tras el colapso de la URSS, las relaciones ruso-colombianas fueron poco relevantes. Hubo una excepción: el ministro de Relaciones Exteriores Yevgeny Primakov quiso aprovechar los problemas del expresidente Samper con Estados Unidos a favor de la Rusia postsoviética, pero fracasó.

Ha habido más intercambio comercial; pero seguía siendo bajo en comparación con el comercio que Rusia o Colombia tienen con otros países.

Se registraron otros episodios:

  • La carta del Consejo de Federaciones del parlamento ruso que amenazó a Colombia por su política hacia Venezuela;
  • La expulsión del personal diplomático de la embajada rusa por acusaciones de espionaje, en 2020.

Hasta entonces, los incendios diplomáticos estuvieron “apagados”, gracias a la diplomacia de ambos países.

Diplomacia tras la invasión de Ucrania

Colombia y Rusia se enfrentaron en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas durante los últimos meses de la presidencia de Iván Duque, en abril de 2022, y las relaciones entre Rusia y Colombia se deterioraron por el bombardeo en Kramatorsk, en junio de 2023.

Estas son manifestaciones de la rápida transformación del orden internacional, que concierne a todos los actores internacionales, debida a la invasión rusa de Ucrania. Para Bogotá, es cada vez más difícil mantenerse a un lado.

La guerra de Rusia con Ucrania ya cumplió 500 días. Moscú quiere escribir nuevas reglas de juego mediante herramientas del poder tradicional: en particular, con la invasión del territorio ucraniano.

Colombia, con la presidencia de Gustavo Petro, se limita a criticar las políticas —en una buena parte, pasadas— de Estados Unidos, la superpotencia de las Américas. También muestra interés por una nueva política exterior, consciente de la importancia de combatir el cambio climático y sobre la base de los principios de la seguridad humana.

Seguridad humana vs. competencia entre Estados

Hasta ahora, esta nueva dirección de la política exterior colombiana se ha limitado al discurso de la Cancillería y de los diplomáticos.

Pero el enfoque en la seguridad humana llama la atención porque choca con la visión rusa de un “mundo multipolar” donde las grandes potencias son protagonistas. La perspectiva de la seguridad humana traslada el énfasis desde la seguridad de los Estados hacia la seguridad de los individuos. Por el contrario, el regreso de la política de las grandes potencias agudiza la competencia de los Estados en el escenario internacional: la visión clásica de la seguridad.

En otras palabras, las prioridades del gobierno Petro no son las mismas de Vladimir Putin. De hecho, el Ministerio de Justicia de Rusia declaró como “organizaciones no deseables” a buena parte de las organizaciones internacionales relacionadas con los derechos humanos y la lucha contra el cambio climático.

Según la ley rusa, colaborar con estas organizaciones en su territorio tiene como consecuencia multas e, incluso, varios años en cárcel:

  • Pacific Environment,
  • World Wide Fund for Nature,
  • Greenpeace,
  • International Partnership for Human Rights,
  • Transparencia Internacional.

Estas, en cambio, tienen prestigio en distintos sectores en Colombia.

Las potencias vuelven a repartirse el mundo

La guerra de Putin en Ucrania significa que Rusia quiere un orden mundial más centrado en el poder duro —en primer lugar, las armas—, en contraposición a enfoques más colaborativos o multilaterales —el “poder suave”—.

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es uno de los referentes históricos de un orden internacional que sigue los intereses de las grandes potencias. Allí hay miembros permanentes con derecho a veto: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China.

A medida que las grandes potencias compiten por intereses estratégicos, recursos e influencia regional y global, empeoran la confrontación, la rivalidad y la búsqueda de ventajas relativas sobre otros actores con menos poder.

Foto: Wikimedia Commons - Rusia busca el retorno a un orden mundial centrado en el poder duro, como las armas y el poder militar.

el enfoque en la seguridad humana llama la atención porque choca con la visión rusa de un “mundo multipolar” donde las grandes potencias son protagonistas.

Está volviendo la política de grandes potencias: las rivalidades entre países como Estados Unidos, China, Rusia, la Unión Europea, y otros actores con “poder duro”, reducen el espacio de maniobra de los demás Estados. Esto amenaza la estabilidad y la seguridad internacionales, así como la gobernanza global.

Necesitamos nuevas estrategias ante este desafío para las relaciones internacionales y para las alianzas entre países.

Colombia en medio de la nueva guerra fría

La respuesta del gobierno Petro a los bombardeos en Kramatorsk (Ucrania) se debe a la presión de la opinión colombiana, no a un cambio profundo en la política exterior.

Pero la estrategia de mantener un perfil bajo y de facto neutral ante la guerra de Ucrania en el gobierno del cambio puede dejar de funcionar. Los twits de la embajada rusa y de Gustavo Petro revelan perspectivas diferentes sobre la política interior y exterior:

  • Para la Rusia actual, que la sociedad civil actúe sin autorización del gobierno es un riesgo para la seguridad del Estado: no debe permitirse;
  • Para el Estado colombiano, la sociedad civil es un actor legítimo cuyas acciones, aunque no coincidan con el gobierno, pueden servir a la seguridad humana.

Más allá de las amenazas militares, Colombia reconoce que los desafíos a la seguridad también incluyen problemas sociales, económicos y ambientales.

La seguridad humana considera estos aspectos interrelacionados e igualmente importantes, para centrarse en proteger a los individuos y garantizar su bienestar.

Desde esta perspectiva, Colombia y Rusia tienen acercamientos muy distintos a la seguridad. Esto puede traer problemas a Colombia con Rusia y con otros países que promuevan la visión tradicional de seguridad en un ambiente de creciente incertidumbre internacional.

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