La cumbre entre Biden y Putin: una reunión atípica - Razón Pública
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La cumbre entre Biden y Putin: una reunión atípica

Escrito por Vladimir Rouvinski
Vladimir-Rouvinski

La reunión entre Joe Biden y Vladimir Putin dejó claras las diferencias entre Estados Unidos y Rusia. Un análisis de la cumbre en Ginebra.

Vladimir Rouvinski*

La cumbre

Una reunión verdaderamente atípica fue la que tuvo lugar esta semana en Ginebra entre Putin y Biden: un encuentro privado que dejó menos especulaciones que expectativas.

La opinión percibe las reuniones internacionales como poco importantes o como una muestra de la hipocresía de los líderes que llegan con grandes sonrisas, pero después regresan a sus oficinas y ejecutan políticas poco amables que afectan a otros Estados.

El resultado del encuentro de esta semana fue muy diferente del de la reunión entre Putin y Trump en Helsinki en 2018. En aquel entonces no hubo ni un solo intento de mantener las apariencias, pero Putin y Biden dejaron claras las diferencias aparentemente irresolubles entre dos visiones distintas en casi todos los aspectos de la política, tanto interna como externa de Estados Unidos y de Rusia.

Del encuentro entre Putin y Trump quedó la impresión de que ambos presidentes se admiraban mutuamente y de que había una oportunidad para mejorar las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. Y sin embargo hoy por hoy las relaciones entre las dos superpotencias nucleares han llegado al punto más tenso después del fin de la Guerra Fría.

Pero debido a su inusual franqueza, la reunión de esta semana da lugar a varias afirmaciones acerca de lo que podemos esperar de la Rusia de Putin y de los Estados de Biden, por lo menos en el futuro cercano.

Las diferencias

El régimen de Putin rechaza abiertamente la democracia liberal y los derechos humanos, tal y como los entienden la mayoría de los países. Por este motivo, Biden advirtió a Putin de las consecuencias devastadoras para Rusia si fallece Alexei Navalny, el líder de la oposición rusa que está en una cárcel.

Además, Putin no pretende mejorar las relaciones con Occidente, pues traería como costo llevar a cabo cambios en Rusia al gusto de la Casa Blanca.

En su primer discurso en 2007, Putin centró su intervención en acusar a Estados Unidos de “dominar el mundo”; en su última reunión con Biden, presentó al régimen político ruso como una alternativa al modelo democrático estadounidense.

En esta reunión, aparte de los dos presidentes, estuvo presente el fantasma de la Guerra Fría – pero no porque la reunión se llevara a cabo en el mismo lugar donde estuvieron reunidos Ronald Reagan y Michael Gorbachov en 1985–.

Putin no pretende mejorar las relaciones con Occidente, pues traería como costo llevar a cabo cambios en Rusia al gusto de la Casa Blanca.

Es importante subrayar que la Rusia de hoy no es la misma Unión Soviética porque, por un lado, su política exterior no está guiada por una ideología comunista de alcance global. Por otro lado, el gobierno de Putin no está dispuesto a invertir tantos recursos para conservar en su órbita numerosos países-satélites en todos los continentes, ni tampoco está dispuesto a gastar enormes cantidades de dinero para mantener el equilibrio de poder con Estados Unidos.

Todo indica que, en la cumbre de Ginebra, Putin y Biden adoptaron un modus operandi en sus relaciones que es muy parecido al que existía entre la Unión Soviética y Estados Unidos durante la Guerra Fría del siglo pasado.

Algunas de sus principales características son:

  • Reconocimiento de esferas de influencia de cada uno de los países. La Rusia de hoy no controla la misma cantidad de territorios que controlaba la Unión Soviética. El área de influencia de Rusia ya no es la de las ex repúblicas de la Unión Soviética y de regímenes como Siria.

Además, antes de la reunión en Suiza, el Departamento de Estado anunció que Venezuela no entraría en la agenda de la cumbre. Esta es una evidencia clara de que el futuro de Nicolás Maduro debe ser discutido después de ser aprobadas las nuevas relaciones entre Estados Unidos y Rusia.

  • Evitar en lo posible el riesgo de un enfrentamiento militar directo. Rusia ha preferido desde hace unos años usar políticas diplomáticas manipuladoras –denominadas sharp power– en vez de ir por el camino de las armas –también llamado hard power–.

Son claros los esfuerzos del Kremlin de manipular la opinión para socavar la integridad de las instituciones políticas. Así que no es para nada sorprendente que, durante su conferencia de prensa, Putin haya demostrado conocer detalladamente los medios de comunicación RT y Sputnik y los haya defendido.

  • Acuerdos sobre las armas nucleares válidas. Aunque en cuanto a las armas no nucleares, la fuerza rusa no se iguala al poder militar estadounidense, Rusia sigue siendo la única otra potencia con un arsenal nuclear significativo. La débil comunicación entre Moscú y Washington en los últimos años estaba poniendo en riesgo los mecanismos que se acordaron desde la Crisis de los misiles para evitar el uso de dicho arsenal.
Foto: Wikimedia Commons - EEUU no quiere que Rusia se acerque demasiado a China, que es su principal rival geopolítico.

La Guerra Fría actual

Queda por ver si el modus operandi restaurado de la época de la Guerra Fría va realmente a funcionar en un mundo tan distinto como el de ahora.

No cabe duda de que tanto Biden como Putin se sienten muy cómodos en tal ambiente: Biden, debido a sus experiencias como negociador principal de varios temas claves con la Unión Soviética, y Putin por su pasado como agente de la KGB.

En este contexto, el uso de la expresión “estabilidad estratégica” hace referencia precisamente a la alta probabilidad de una conducta predecible de ambos países, lo que era una de las características propias de la Guerra Fría.

El regreso de los embajadores correspondientes a Moscú y a Washington fue posible porque Putin y Biden finalmente acordaron y precisaron las nuevas reglas de juego.

Son claros los esfuerzos del Kremlin de manipular la opinión para socavar la integridad de las instituciones políticas.

El último punto que conviene discutir de la cumbre en Ginebra es la relación con China, pues a escala global, el rival principal de Estados Unidos no es Rusia, sino China.

La jugada de Biden pretende evitar que Rusia prosiga su acercamiento a Beijing y que de esta manera China crezca. Biden está partiendo de las dos premisas claves:

Primero, para Moscú, una alianza duradera con China no es necesariamente la opción preferida, puesto que el gobierno de Putin es consciente de que entraría en tal alianza como un socio junior, no como un igual.

Segundo, la razón por la cual Rusia coquetea con China es la dependencia económica sobre la base de la venta de los hidrocarburos. En este sentido, la decisión de Biden de no oponerse a la puesta en funcionamiento del gaseoducto “Nord Stream II” que estrecha los vínculos de interdependencia entre Europa y Rusia no se debe a que le “esté haciendo un favor” a Putin como lo interpretan sus enemigos políticos, sino para que Rusia dependa de China.

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