Partidos y personajes que se suman a cada candidatura y que son la comidilla de los medios y de las redes sociales. Pero estas alianzas no añaden muchos votos y unas cuentan más que otras; estas son las diferencias.
Juan Albarracín Dierolf* y Juan Pablo Milanese**
Las coaliciones sí importan
Tanto los medios de comunicación como las redes sociales se han ocupado mucho de las alianzas y las adhesiones para las próximas elecciones presidenciales. Pero en medio del ruido que producen ellas, hay menos discusión sobre la real importancia que puedan tener a la hora de los resultados electorales.
Por supuesto que las coaliciones son importantes. Si no lo fueran, no veríamos a los candidatos, ni a sus entornos, haciendo esfuerzos para acomodar antiguos rivales o inclusive a enemigos políticos dentro de una alianza electoral —así esto a veces produzca contorsiones dignas de un verdadero circo—.
Las adhesiones son una práctica regular en épocas electorales por dos razones más o menos evidentes:
- Lograr la transferencia de votos al candidato respectivo, y
- Mandar señales al electorado; por ejemplo, un candidato percibido como más “extremo” puede servirse de una alianza con un político más moderado para indicar que, en un eventual gobierno, sus políticas también lo serán.
El curioso contexto colombiano
Pero, más allá de estas obviedades, una mirada más cercana a las elecciones presidenciales en Colombia puede ayudarnos a matizar la percepción sobre cuándo y en qué medida importan aquellas adhesiones.
Aunque cualquier elección presidencial es altamente personalizada —se está escogiendo al jefe del Estado y/o del gobierno—, la importancia que tienen los partidos varía significativamente. Por ejemplo, en Estados Unidos las presidenciales tienen un alto componente personalista, pero también operan los partidos como organizaciones o identidades partidarias que influyen decisivamente en la elección presidencial.
Tampoco podemos esperar que la adhesión de un partido motive a votantes que sientan una “afinidad” o “identidad” particular para apoyar al candidato respectivo.
En Colombia, por el contrario, el contexto electoral es altamente personalista y los partidos vienen siendo progresivamente menos relevantes. De hecho, las elecciones de este año serán las primeras donde ninguno de los candidatos principales encabeza una organización partidaria mínimamente consolidada. Así, a diferencia de las elecciones pasadas, donde las coaliciones tendían a gestarse alrededor de un candidato presidencial visiblemente identificado con un partido, ahora sucede lo contrario: los partidos se acercan a las coaliciones gestadas por los candidatos.
De este modo, en un contexto de organizaciones partidarias particularmente débiles, la mayor parte de las adhesiones que hemos visto están lejos de representar a la totalidad de las facciones o grupos que se reúnen en cada partido. Por el contrario, las adhesiones indican el apoyo a una candidatura de algún sector específico—normalmente aquel que de forma coyuntural controla los espacios formalmente decisorios en esa colectividad—.
Con excepción de un número reducido de electores, las afinidades partidarias en Colombia son hoy muy efímeras y por eso no son decisivas en el voto.

Los dudosos endosos de un partido
De ese modo, cuando el Partido Liberal expresa su adhesión a Federico Gutiérrez, no necesariamente lo está haciendo de forma orgánica. Lo hace, más bien, el sector que se congrega alrededor del expresidente Gaviria.
Esto también sucede en otros partidos. La Alianza Verde, por ejemplo, arrastra desde hace tiempo una fractura interna producida, entre otras razones, por la divergencia entre sus dirigentes sobre qué candidato apoyar en las presidenciales. Del mismo modo, es sabido que en el suroccidente del país existen líderes de Cambio Radical que apoyan abiertamente la candidatura de Petro —como sucedió en 2018—.
Tampoco podemos esperar que la adhesión de un partido motive a votantes que sientan una “afinidad” o “identidad” particular para apoyar al candidato respectivo.
Con excepción de un número reducido de electores, las afinidades partidarias en Colombia son hoy muy efímeras y por eso no son decisivas en el voto. Más bien ocurre probablemente lo contrario: las personas definen temporalmente su afinidad por un partido a la cual pertenece su candidato de preferencia.
Maquinarias y votantes espontáneos
Si los partidos no son tan relevantes y el motor electoral son organizaciones más personalistas —coloquialmente llamadas “maquinarias”—, lo importante sería coleccionar alianzas con políticos locales que tengan la capacidad de movilizar votantes. La maquinaria, en este caso, ofrece un piso de votos que se completa con los votantes “de opinión”. Este cálculo parece guiar las estrategias de más de un candidato presidencial en la actualidad.
Las alianzas y adhesiones son menos eficaces de lo que suele pensarse. Este tipo de fuerzas no movilizan masivamente a los votantes en los comicios presidenciales. Las alianzas son importantes, pero no se llega a la presidencia coleccionando apoyos.
Pero incluso las alianzas “con maquinarias” tienen límites. La movilización de votantes por parte de estas organizaciones parece ser más efectiva cuando están en juego las candidaturas de personas directamente ligadas a ellas. Es decir, las maquinarias son más eficaces en elecciones locales, regionales y legislativas y menos en las presidenciales.
Más que cualquier otra cosa, las elecciones presidenciales se distinguen por la existencia de electorados espontáneos. Aunque las maquinarias tengan una intensa presencia en muchas regiones, en este tipo de comicios su capacidad de movilización tiende a disminuir. Esto se debe a varios factores:
- La circunscripción nacional y el sistema de mayoría absoluta favorecen a los grandes centros urbanos en detrimento de las zonas periféricas —en los primeros tiende a concentrarse el comúnmente llamado “voto de opinión”—.
- La existencia de múltiples capas de apoyo que tienen las maquinarias— desde la dirección política hasta los líderes locales— implica un sistema de goteo donde se pierden recursos para la movilización.
- Los incentivos para los lideres regionales son menores porque esta vez ellos no son los candidatos.
Por lo anterior no sorprende que, en una serie de entrevistas a intermediarios electorales, ellos dijeran que sus votantes eran “fieles”, pero la lealtad disminuía significativamente cuando la solicitud era votar por un tercero.
Hay una dificultad creciente para endosar los votos. Esto es especialmente visible cuando los dirigentes de un partido pretenden promover en el plano local a un candidato presidencial que no goza de la simpatía de sus seguidores.
En conclusión, las alianzas y adhesiones son menos eficaces de lo que suele pensarse. Este tipo de fuerzas no movilizan masivamente a los votantes en los comicios presidenciales. Las alianzas son importantes, pero no se llega a la presidencia coleccionando apoyos.