
La oposición no tendrá relevancia si no actúa de manera concertada. ¿Pero será posible hacerlo en un año de elecciones y en medio de disputas por el liderazgo?
Juan Pablo Milanese* y Juan Albarracín Dierlof**
¿Para qué es la oposición?
Hasta ahora, los tropiezos del gobierno en el Congreso se habían debido más a la incapacidad del Ejecutivo que a los esfuerzos deliberados de la oposición.
Pero el veto del presidente al proyecto de Ley Estatutaria de la JEP levantó la polvareda y ofreció a la oposición un protagonismo que hasta hoy no había logrado en la arena legislativa —aunque en el comienzo de los debates sobre el Plan Nacional de Desarrollo la oposición ya había tenido alguna figuración—.
Más allá del resultado final en ambos temas, parece haber comenzado una pelea intensa para que las fuerzas opositoras logren sus principales metas y responsabilidades. Estas metas, según Gianfranco Pasquino, serían:
- Representar y proteger individual y colectivamente a su electorado;
- Defender las reglas del juego político (y, eventualmente, reformarlas) con el propósito de mantener abierta la competencia; y
- Mostrar los resultados suficientes para llegar a convertirse en mayoría.
Para lograr lo anterior, “ninguna oposición puede renunciar a su propia piel ni a su cometido dejando, sin más, gobernar al gobierno. Todo lo contrario, la oposición debe impedir que el gobierno ‘malgobierne’.
Pero esa no es una tarea sencilla. Toda oposición tiende a padecer de debilidad relativa frente a la rama ejecutiva del poder. Además, puede tener problemas para actuar de manera colectiva, lo que suele reducir su capacidad para incidir sobre las decisiones políticas.
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¿La oposición en singular?
![]() Alocución de la oposición. Foto: Facebook Juanita Goebertus |
La idea de oposición parte de suponer que las fuerzas políticas se dividen en dos —y este supuesto puede resultar algo forzado—. En primer lugar, porque según las leyes vigentes en Colombia, las bancadas parlamentarias pueden ser de gobierno, de oposición y también independientes. En segundo lugar —y sobre todo— porque el uso del singular da la impresión de que esas fuerzas opositoras están unidas, lo cual no siempre es cierto.
Más bien sucede lo contrario. La oposición a un determinado gobierno suele ser sumamente heterogénea. Por ejemplo, durante los ocho años del gobierno Santos, el ejecutivo se enfrentó (con distinta intensidad) a una oposición bilateral constituida por partidos de izquierda (parte significativa del Polo Democrático) y partidos de derecha (el Centro Democrático).
La oposición debe impedir que el gobierno ‘malgobierne’.
Sin llegar a este extremo, el presidente Duque se encuentra con una oposición que abarca desde el centro (Alianza Verde) hasta la izquierda (FARC) del espectro ideológico. En la mayor parte de los casos, esas fuerzas están más unidas por el “espanto” que les produce la coalición uribista que por coincidencias programáticas profundas.
¿Desde dónde se ejerce la oposición?
Suele decirse que el Congreso es el espacio “natural” de la oposición. Este sin duda es uno de los ámbitos donde la oposición puede mostrar con más fuerza sus recursos de poder. Pero existen otros ámbitos.
La segunda vuelta electoral del pasado año no implicó apenas la elección del nuevo presidente. Pese a la gran diferencia entre Iván Duque y Gustavo Petro (prácticamente dos millones y medio de votos), los más de ocho millones de sufragios obtenidos por el segundo (aunque no todos fueran propios) enviaron un mensaje muy claro: la fuerza social de la oposición es mayor que su peso legislativo.
De hecho, hasta la semana pasada las muestras más intensas de oposición no tuvieron al Congreso como su principal escenario. Las calles fueron el lugar para que los estudiantes universitarios manifestaran su posición frente al gobierno, bajo una figura que podríamos llamar oposición extraparlamentaria.
Las protestas indígenas y los bloqueos de carreteras por parte de los indígenas del Cauca son ahora otro escenario de oposición social. Este hecho podría implicar el comienzo de un ciclo de movilización en zonas rurales con alta presencia de minorías étnicas, que se han mostrado reacias o distantes del Centro Democrático.
Pero también puede ser que la oposición esté adquiriendo nuevo vigor en el Congreso. Así parece mostrarlo la declaración de varios miembros de la bancada alternativa a raíz de las objeciones que el gobierno presentó al proyecto de Ley Estatutaria de la JEP. Esta es la primera vez que se utiliza el Derecho a Réplica que ofrece el Estatuto de la Oposición
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El nuevo aliento se da ante todo en relación con los temas derivados del Acuerdo de paz. A propósito de ellos inclusive se registran consensos entre las fuerzas de oposición y congresistas adscritos a bancadas “independientes”: la posición del Partido Liberal y la reacción del expresidente Gaviria son una buena muestra.
Debe además recordarse que la relación entre el gobierno y el Congreso no se ha caracterizado precisamente por la cordialidad. A medida que pierden intensidad temas como Venezuela o el atentado del ELN en Bogotá —que resultaron un “bálsamo” para el gobierno en términos de opinión pública—, vuelven a hacerse evidentes las tensiones que el presidente debe enfrentar en el Congreso.
¿Será posible mantenerse unida?
![]() ¿La nueva cara de la oposición?. Foto: Facebook Juanita Goebertus |
Los resultados de las elecciones presidenciales dieron a Petro un lugar de privilegio dentro de la oposición al gobierno de Iván duque.
Pero la competencia por el liderazgo no se hizo esperar. Primero, la gran acogida de la Consulta Anticorrupción de agosto de 2018, que Petro apoyó solo tibiamente, restituyó al dúo Claudia López-Angélica Lozano al primer plano, emplazando a la primera como favorita en la carrera por la alcaldía de Bogotá.
Y más recientemente, la vocería de la representante Juanita Goebertus en la réplica de los partidos de oposición a las objeciones presidenciales de la JEP catapultó a la legisladora primípara a una posición destacada. A este grupo también hay que sumarle a Sergio Fajardo quien —según todas las encuestas— sigue siendo el político con mejor imagen en Colombia.
Más allá de las similitudes o las diferencias programáticas que pueden existir entre sus varias fuerzas, la oposición debe enfrentar la disputa por el liderazgo —y a la que podrían sumarse otros actores como decir Jorge Robledo—, especialmente en medio de un año electoral.
Las elecciones regionales de octubre seguramente reorganizarán el tablero, equilibrando fuerzas o intensificando los desequilibrios. Especialmente en un escenario donde Petro no parece tener fuerza más allá de algunas regiones o ciudades, al paso que los Verdes (limitados también a unas ciertas regiones) hoy estarían ganando cómodamente la carrera por la alcaldía de Bogotá.
Hasta la semana pasada las muestras más intensas de oposición no tuvieron al Congreso como su principal escenario principal.
Así, la oposición se enfrenta a los retos impuestos por la competencia en las elecciones locales, por sus diferencias programáticas y sus electorados disimiles, sin haber desarrollado mecanismos y reglas de juego claras para regular la relación entre sus actores.
La discusión que suscitó la ausencia de Gustavo Petro durante la réplica de la oposición, o la pelea entre Petro y la representante verde Catalina Ortiz por twitter sobre la posición de los verdes frente al Plan de Desarrollo muestran la ausencia de reglas de juego y mecanismos de coordinación.
Esto no resulta muy sorprendente en un contexto de fuerte personalismo y ante la ausencia de organizaciones partidarias institucionalizadas. Son problemas que no se resuelven con el ya célebre grupo de whatsapp de la bancada alternativa.
La oposición para el resto del cuatrienio Duque muy probablemente seguirá operando dentro de esta lógica: falta de coordinación y disputas entre las caras más visibles, con momentos de convergencia puntual, especialmente cuando el gobierno intente empujar posiciones del ala más radical del Centro Democrático.
Al hacer esto, cada parte de la oposición está haciendo lo que caracteriza a una oposición: representar a su electorado específico.
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*Doctor en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Bolonia (Italia), jefe del Departamento de Estudios Políticos y profesor asociado del Departamento de Estudios Políticos de la Universidad Icesi de Cali.
**Doctor en Ciencia Política de la University of Notre Dame (EE.UU.), director del Programa de Ciencia Política y profesor asistente del Departamento de Estudios Políticos de la Universidad Icesi de Cali.