Aunque su candidato ganó la primera vuelta presidencial por un estrecho margen, el kirchnerismo perdió la gobernación de la Provincia de Buenos Aires y sabe que no será fácil ganar la segunda vuelta. ¿A qué se debe esta caída del oficialismo?
Rodolfo Mariani*
Sorpresas y enseñanzas
El domingo 25 de octubre hubo elecciones generales en Argentina para elegir autoridades de rango nacional, provincial y regional. Al borde de la medianoche se conocieron los resultados, que incluyeron varias sorpresas:
- por primera vez en su historia democrática, Argentina, asistirá a una segunda vuelta presidencial (balotaje);
- por primera vez tendrá una mujer gobernando en la Provincia de Buenos Aires (PBA), y,
- después de veintiocho años ininterrumpidos, el peronismo perdió la PBA.
Estas sorpresas también son enseñanzas. Hace poco más de dos meses tuvieron lugar las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), que suelen verse como un ensayo de lo que vendrá en las generales: así fue en 2011 y en 2013. Por eso, desde las PASO de agosto se sabían algunas cosas: que Daniel Scioli (el candidato oficialista) ganaría la primera vuelta presidencial, que Mauricio Macri sería el segundo, y que tal vez la diferencia entre ambos no fuera suficiente para consagrar un presidente en este día. Y esto precisamente fue lo que ocurrió.
Nadie imaginó que entre Scioli y Macri habría tan solo dos puntos y medio de distancia
Sin embargo, la diferencia entre los dos punteros fue sorpresiva. Nadie imaginó que entre Scioli y Macri habría tan solo dos puntos y medio de distancia, porque todas las encuestas auguraban una ventaja de entre 8 y 12 puntos. Además, aunque se sabía que en Buenos Aires la elección podía estar reñida, pocos imaginaban el triunfo de la candidata de Propuesta Republicana (PRO), María Eugenia Vidal, y nadie lo imaginaba con una ventaja de cinco puntos.
Cómo votó la gente
![]() El candidato a la Presidencia de Argentina, Mauricio Macri. Foto: Mauricio Macri |
Para entender estas sorpresas hay que tener en cuenta la conducta de los electores que modificaron su voto entre las PASO de agosto y los comicios de octubre, así como la de los nuevos votantes:
Cuadro 1. Comparación entre las PASO 2015 y la primera vuelta presidencial
PARTIDO |
PASO 2015 |
1º VUELTA |
DIFERENCIA |
FPV (Daniel Scioli) |
8.720.573 |
9.002.242 |
281.669 |
CAMBIEMOS (Mauricio Macri) |
6.791.278 |
8.382.610 |
1.591.332 |
UNA (Sergio Massa) |
4.639.405 |
5.211.705 |
572.300 |
PROGRESISTAS (Margarita Stolbyzer) |
781.472 |
619.051 |
–162.421 |
FIT (Nicolás Del Caño) |
732.851 |
798.031 |
65.180 |
COMPROMISO FED. A. Rodríguez Saa) |
472.341 |
407.202 |
–65.139 |
OTROS |
413156 |
— |
|
VOTOS POSITIVOS |
22.551.076 |
24.420.841 |
1.869.765 |
EN BLANCO |
1.216.634 |
596.028 |
620.606 |
ANULADOS |
254.106 |
203.771 |
50.535 |
TOTAL DE VOTOS |
24.021.816 |
25.220.640 |
1.198.824 |
El 25 de octubre hubo más votantes que en las elecciones de agosto, como también disminuyeron el voto en blanco y los votos anulados. Hubo además una redistribución de las preferencias a partir de las pérdidas de caudal electoral que tuvieron algunos partidos, mas los votantes que en agosto habían elegido opciones que no lograron acceder a los pisos legales establecidos. Todo ello dejo una masa de cerca de dos millones y medio de electores flotantes, que desbarató las predicciones. Esos votos favorecieron marcadamente a la oposición: entre Cambiemos y UNA se quedaron con nueve de cada diez de esos votos y, contrariamente a lo que se creía, el Frente Para la Victoria (FVP, el partido oficialista) capturó una porción casi insignificante de esos sufragios:
Cuadro 2. Distribución de los votantes flotantes
PARTIDO |
GANANCIA |
CAMBIEMOS |
63,4 % |
UNA |
22,8 % |
FPV |
11,2 % |
FIT |
2,6 % |
El comportamiento de ese conjunto de votantes es interesante por su diversidad. Se trata de ciudadanos que no votaron en las PASO, que lo hicieron en blanco o por opciones distintas de las que eligieron el 25 de octubre. No se trata de un colectivo sesgado o marcado fuertemente por una identidad, y es además socialmente heterogéneo.
Este grupo constituye una porción muy grande del electorado (cerca de 10 por ciento) donde cabrían muchas muestras representativas para un sondeo nacional de opinión pública. Que solo uno de cada diez de ellos haya elegido a la opción que en el resto de la población resultó ganadora y que, inversamente, nueve de cada diez optaran por las opciones políticas con posibilidades de disputarle el poder al FPV, es un hecho que no puede pasarse por alto.
La sorpresa vino entonces de esa porción del electorado que salió en busca de un vehículo para expresar su inconformidad. En el momento exacto, y sin anticipar su movimiento en las PASO, esa porción del electorado clavó su estocada el domingo 25 de octubre.
El avance de la oposición
![]() El candidato del Frente para la Victoria, Daniel Scioli. Foto: Wikimedia Commons |
Ante esta situación, el PRO de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal (que se presentaron a elecciones con el lema “cambiemos”) y, en menor medida, Sergio Massa y la fuerza que construyó desprendiéndose del kirchnerismo en 2013, estaban allí para ser instrumentos de esta oposición.
Mauricio Macri caminó sobre las aguas turbulentas de la política, ofreciéndose como un filántropo, un hombre que solo quiere ayudar a que “la gente viva mejor”. Supo ocultar sistemáticamente sus ideas y sus planes, y solo en la etapa final de la campaña ponderó los logros del gobierno de Cristina Fernández que él mismo había denostado.
Ningún presidente dejó el cargo con el nivel de apoyo e imagen positiva que tiene Cristina.
Para la ciudadanía que lo acompañó construyó la imagen vaporosa de un líder abierto al diálogo, que no entra en grandes discusiones, bienintencionado y que pronuncia frases generales con las que no se puede estar en desacuerdo. Pero se trata de una derecha ambigua, que detrás de su aspecto relajado, amigable, moderno y apegado a las “buenas prácticas”, es fuertemente neoliberal en lo económico y entiende lo público como un ámbito de articulación y promoción de negocios corporativos.
Su apertura a diferentes identidades políticas (radicales, peronistas no-kirchneristas, socialistas nominales) difumina su impronta socialmente conservadora y contribuye a prefigurar un potente populismo de derecha.
A mitad de año logró vencer en las elecciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Y el 25 de octubre, contra todos los pronósticos, se alzó con la gobernación de la PBA. Si Macri venciera a Scioli en el balotaje, por primera vez en la historia del país una misma fuerza política controlaría la Nación, PBA y CABA con gobiernos democráticamente electos.
¿Por qué al FPV le cuesta crecer desde su piso electoral?
Desde que Cristina Fernández de Kirchner asumió la Presidencia tuvo que enfrentar las acciones cotidianas y brutales de la prensa. Para defenderse la presidenta trató de establecer vínculos directos con la ciudadanía, romper el cerco informativo de los grandes monopolios y crear un aparato de comunicaciones para sobrevivir al fuego mediático. Y lo logró en buena medida. Pero este estilo no logró ir más allá del conflicto ni abordar las complejidades y matices que se escapan al lenguaje de la confrontación abierta.
El kirchnerismo logró construirse como la primera minoría de Argentina, con un discurso de inclusión social, industrialización, desarrollo, autonomía política, integración regional y expansión de derechos. Hoy la presidenta deja un país claramente mejor que el que le tocó transformar. Ningún presidente desde el retorno a la democracia dejó el cargo con el nivel de apoyo e imagen positiva que tiene Cristina.
Sin embargo, paradójicamente, tras doce años intensos de transformaciones, conquistas y disputas, se fue abriendo paso un difundido agotamiento, una sensación de agobio, incluso entre sectores que en otros momentos acompañaron electoralmente al kirchnerismo. La forma como el gobierno empujó su construcción política y la intensidad con que lo hizo constituyeron una suerte de pleonasmo que resultó autodestructivo. El gobierno y sus formas de comunicación se fueron convirtiendo en una metáfora pascaliana que continuamente se reescribía a sí misma. La contrariedad, el enojo y el hastío de una parte del electorado, le dijo basta a todo eso.
¿Que pasará el 22 de noviembre?
Es importante recordar que Scioli ganó en la primera vuelta por dos puntos y medio para atenuar el triunfalismo de los grandes medios de comunicación, que quieren instalar un clima donde parece que Macri ya ganó la segunda vuelta.
Sin duda Macri viene con el impulso de su notable crecimiento y Scioli parece detenido. Pero esta elección será distinta de la anterior, y el resultado es incierto. Scioli y Macri tienen el desafío de contener a sus electores y de conquistar la mayoría de los siete millones de argentinos que en la primera vuelta escogieron otras opciones.
Macri logró darle expresión a un amplio espectro sociopolítico, cuyo núcleo está compuesto por el centro-derecha que jamás podrá representar el kirchnerismo. Pero en la periferia del voto de Cambiemos hay también sectores que no votaron por el neoliberalismo, ni por el regreso de Argentina a los noventa.
Son votantes bienintencionados que simplemente no saben o no creen que Macri represente esas ideas. Muchos de esos votantes acompañaron a María Eugenia Vidal en la PBA y está por verse si repetirán su preferencia por Cambiemos. En todo caso se trata de una zona gris del voto de Macri que está en disputa.
Lo que parece claro es que si Scioli quiere volver a ganar, no podrá desatender el voto que no lo acompañó en la primera vuelta. Scioli logró capturar el voto kirchnerista, pero apenas un poco más. Su voto está más consolidado que el de Macri, pero parece menos elástico. En su pretensión de crecer, Scioli se topó con un marcado sentimiento antikirchnerista, que es contra Cristina Fernández, no contra las políticas del kirchnerismo. Si hoy hay alguien en el FPV que puede convocar al electorado mas allá del núcleo duro del kirchnerismo, es Scioli. Pero debe ganar a otros sectores, tiene que convencer que ahora es su tiempo y que será él quien gobierne.
La Argentina tendrá el primer balotaje de su historia y la ciudadanía tendrá que elegir entre dos candidatos que no son muy distintos, pero que tienen dos proyectos de país completamente diferentes.
* Politólogo, investigador del CIEDAL, Escuela de Política y Gobierno, Universidad Nacional de San Martín.
@RodiMariani