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¿Qué pasó en las elecciones primarias de Argentina?

Escrito por Rodolfo Mariani
Rodolfo Mariani

Los resultados de las elecciones primarias de Argentina —14 de noviembre— ya dejan ver futuros posibles. Estos son los retos y posibilidades de este país en crisis.

Rodolfo Mariani*

Los tres momentos del neoliberalismo  

Aunque la política argentina promete futuros diversos, parece que retoma el mismo curso de sus antiguos mandatos.

El período de gobierno de Mauricio Macri (2015 y 2019) fue el tercer momento neoliberal de la historia reciente de Argentina. Este periodo compartió los rasgos económicos de la dictadura militar (1976-1983), y de los gobiernos de Carlos Saúl Menem y Fernando de la Rúa (1989-2001):

  • preeminencia del mercado;
  • plena apertura comercial y financiera;
  • primarización productiva y renta financiera;
  • caída brusca del salario real;
  • contracción del sector industrial;
  • desigualdad creciente en la distribución del ingreso;
  • deterioro de los indicadores sociales, y
  • sobreendeudamiento externo.

Estos tres momentos tienen algo más en común: acabaron en una profunda crisis económica y social. En los dos primeros, la crisis tomó la forma de un colapso del gobierno —régimen, en el primer caso­­— y un desprestigio extendido de sus funcionarios.

La diferencia de Macri

En el tercer momento neoliberal, Argentina navegó sin motores desde abril de 2018 hasta octubre de 2019, cuando el oficialismo fue derrotado en primera vuelta.

Pero el gobierno Macri no pagó los costos políticos de las experiencias neoliberales anteriores. La razón: el Fondo Monetario Internacional (FMI) le brindó la mayor asistencia económica y política que le ha dado a un país. El presidente Trump consideró que esta sería una buena estrategia para rescatar a Mauricio Macri del naufragio en el que estaba y evitar así, el retorno del peronismo.

La pandemia dificultó la reparación del tejido social lacerado por los años del macrismo.

Aunque no ocurrió lo segundo, esos 44.000 millones de dólares que Macri recibió en los doce meses previos a su derrota le permitieron completar el mandato, aún en la derrota, conservar un caudal electoral muy significativo y velar la comprensión sobre la responsabilidad política e histórica de los hechos sucedidos en su gobierno.

Las elecciones primarias

Los resultados de las elecciones intermedias del pasado 14 de noviembre deben interpretarse a la luz de esos dos acontecimientos: la relativa inmunidad del gobierno anterior a las consecuencias de la crisis, y la esperanza que despertó el FDT y que resultó en un triunfo electoral en primera vuelta.

Sin duda, la pandemia dificultó la reparación del tejido social lacerado por los años del macrismo. Pero no fue apenas la pandemia, sino el gobierno que cometió errores en la gestión de la crisis. Incluso, algunos fueron criticados dentro de la propia coalición de gobierno. Así mismo, tuvo aciertos que suenan a poco en un contexto de necesidades extendidas.

La oposición, por su parte, encontró una oportunidad en el malestar que aumentó por los errores y titubeos del gobierno; el agravamiento de la crisis económica, y las restricciones de la vida socio afectiva que impuso el aislamiento sanitario.

Los números de las elecciones Primarias Simultaneas, Abiertas y Obligatorias (PASO) de septiembre anunciaron un escenario traumático para el oficialismo. La pérdida de la primera minoría en diputados y del quórum propio en el Senado pusieron en entredicho la gobernabilidad para lo que queda de mandato.

Las disputas subsiguientes dentro de la coalición de gobierno mostraron que lo dicho no es exagerado. Sin embargo, el oficialismo tiene motivos para respirar aliviado con los números finales de las elecciones primarias.

Si bien el oficialismo no logró evitar la pérdida de quórum en el Senado (por primera vez desde 1983), sí logro mantener la primera minoría en ambas Cámaras y atenuar la derrota en la provincia de Buenos Aires con un empate técnico.

Por su parte, la oposición logró ganar por nueve puntos a nivel nacional y mantuvo una luz de ventaja en territorio bonaerense.

Foto: Ministerio de relaciones exteriores - El gobierno sale de la contienda con daños mucho menores de lo esperado y con una nueva oportunidad para recuperar al electorado que le dio la espalda.

Las elecciones de 2023

Mas allá de los resultados particulares, las elecciones dejan números importantes.

La participación electoral en las PASO fue la más baja en la historia democrática reciente. En noviembre se dio una leve mejora, que terminó configurando la segunda marca más baja.

De esta forma, el oficialismo perdió en las PASO casi seis millones de votos a nivel nacional con relación a las elecciones de 2019 y con el leve incremento de la participación electoral, logró en noviembre reducir ese quebranto en un millón. Mientras tanto, la oposición retuvo la mayor parte de su caudal electoral nacional, pero estuvo un millón de votos por debajo de lo obtenido en 2019 —cuando perdió en primera vuelta—.

Esos datos marcan el desencanto de un electorado que ya no encuentra promesa en la política.

Del lado del oficialismo, la cuantiosa pérdida de votos es una ruidosa alarma para el futuro. Aunque es preciso aclarar que la fuga de votos no se dirigió a la oposición, sino al abstencionismo.

El gobierno sale de la contienda con daños mucho menores de lo esperado y con una nueva oportunidad para recuperar al electorado que le dio la espalda.

Del lado de la oposición, los votos nacionales y federales la vuelven competitiva para las presidenciales de 2023. Aunque hay que tener en cuenta su imposibilidad de sumar votos, aun en un contexto de desencanto con el oficialismo.

En estas debilidades anidan los desafíos del presente. Nadie se puede considerar lo suficientemente ganador como para despejar el escenario de las rivalidades preexistentes. Incluso, la intensidad con la que todos desempolvan sus logros es una muestra de la fragilidad de los mismos.

Los retos y oportunidades de gobierno

El gobierno sale de la contienda con daños mucho menores de lo esperado y con una nueva oportunidad para recuperar al electorado que le dio la espalda.

No obstante, se enfrenta a un contexto social delicado, con restricciones económicas y una deuda colosal.  El gobierno debe demostrar que puede mejorar el nivel de vida de la sociedad que acumula seis años de caída de los ingresos laborales y pensionales —.

Será difícil mantener la unidad de la coalición oficialista sin atender las críticas internas y sin pasar por el filtro de las urnas para dirimir los candidatos del 2023. Y haciéndolo, también será difícil transitar el camino. En esa paradoja hay un reto y una oportunidad.

La oposición debe enfrentar una encrucijada que pone en juego la categoría de derechas a la que se quiere apuntar. La carrera por la candidatura presidencial en la oposición está más abierta que nunca, después de que Horacio Rodríguez Larreta no lograra en las elecciones un triunfo que fuera consagratorio en la carrera presidencial.

No se trata apenas de una cuestión de nombres, sino de perfil y de orientación estratégica. Los votos que perdió la coalición opositora se dirigieron a opciones de ultraderecha —como José Antonio Kast, en Chile; Isabel Díaz Ayuso y VOX, en España—. Este es un fenómeno extendido en el mundo, promovido y preocupante.

La probable orientación del discurso y la acción de Juntos por el Cambio hacia la ultraderecha le plantea un desafío: mantener la cohesión de la coalición en medio de las tensiones entre las alas más y menos radicalizadas Pero con una advertencia: en el sistema electoral hay espacio para formaciones satelitales que se saben parte de la misma constelación ideológica.

Hay algo relevante y hasta épico de la democracia que se juega en esas batallas cotidianas de aquí y allá.

Las elecciones han determinado una configuración institucional que necesita diálogo y consenso para funcionar. De igual manera, la complejidad de los temas por resolver exige acuerdos amplios, plazos largos y que todos asuman las responsabilidades que les caben. Lo que está en juego es la posibilidad o no del desarrollo.

En una sociedad binaria el mensaje de las urnas es como una fórmula a descifrar, pero es la única marca en la piedra. Sabemos con certeza que el reloj ya empezó a correr y con él la posibilidad de romper el presagio de que nada cambie o que todo retorne.

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