Derrota para el gobierno, un giro a la derecha del peronismo, dos nuevas figuras presidenciables y una recomposición en la base social de los partidos son el balance de las elecciones argentinas del domingo, según el politólogo de la Universidad de San Martín.
Rodolfo Mariani
Lo que estaba en juego
El pasado domingo 28 de junio, mientras la región se sacudía por el golpe institucional en Honduras, con secuestro incluido y traslado forzado del Presidente Manuel Zelaya a Costa Rica, en el sur, el ritual de la democracia se celebraba con internas en los partidos políticos del Uruguay para elegir a los candidatos a la presidencia de la República y con elecciones legislativas en la Argentina. Toda una metáfora de nuestra América Latina siempre tan propensa a los claroscuros y las paradojas.
En las elecciones de medio tiempo en la Argentina, en principio, estaban en juego tres cosas muy significativas: la primera, como es obvio, la composición que tendrán las cámaras durante la segunda mitad del mandato de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner; la segunda, la interna por la conducción del peronismo; y la tercera, en gran parte consecuencia de la segunda, qué precandidatos quedarían relativamente bien parados para las elecciones presidenciales del 2011. Estas tres cosas están muy interrelacionadas y son escenarios relevantes donde se juega el partido por el modelo político económico y social, por el papel del Estado y por la política de Derechos Humanos.
Por razones de espacio, tiempo y perspectiva y por la complejidad de la situación, la fluidez de sus dinámicas y la evanescencia de algunos de sus elementos, lo que sigue mas que una reflexión acabada, son comentarios que deberían ser tomados como anotaciones preliminares que intentan abonar esa reflexión. Con esa advertencia, intentemos ver que pasó.
1. Cambios en la composición del Congreso
Derrota para el gobierno
El peronismo oficialista (kirchnerista) logró una cantidad de votos que lo ubican como primera minoría en la sumatoria del total país, pero perdió las elecciones porque cayó derrotado en los principales distritos (provincia de Buenos Aires, ciudad de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza), perdió la mayoría en ambas cámaras legislativas y, muy simbólicamente, perdió en su propio reducto político: la patagónica provincia de Santa Cruz.
Con los resultados provisorios, el kirchnerismo habría perdido 19 diputados quedando su bancada en 97, a 32 diputados de los 129 necesarios para contar con quórum propio. Es posible especular que el kirchnerismo podría contar con unos 20 aliados de otras fuerzas parlamentarias. Pero también es posible afirmar que de los 97 iniciales, algunos se mudaran muy pronto a otras bancadas.
Frágil alianza de la oposición
Las fuerzas de oposición, si bien muy diferentes unas de otras, se han comportado en los últimos tiempos siguiendo un patrón antikirchnerista que las ha mostrado unificadas, sobre todo desde la instalación del conflicto social, político y económico que tuvo eje en las retenciones a la soja. Pero es difícil saber a ciencia cierta si ese patrón continuará vigente y por cuánto tiempo y es dable esperar que a medida que se instalen nuevos temas de agenda con el trasfondo de 2011, las coincidencias de los co-aliados se vayan diluyendo para darles lugar a las exigencias de una nueva dinámica de competencia.
La nueva relación de fuerzas
En cualquier caso, el nuevo parlamento presentará una bancada de 76 diputados del Acuerdo Cívico y Social (pan radicalismo), 26 de Unión PRO (conservadores, neoliberales y peronistas de derecha), 17 del peronismo no-kirchnerista (básicamente, también de derecha) y 24 de varias otras fuerzas, muchas de cuales de carácter provincial.
En el Senado, el kirchnerismo perdió –en principio– cuatro escaños y redujo su bancada a 36 Senadores de un total de 72. El Acuerdo Cívico y Social ganó 7 bancas y suma 23 Senadores y el Peronismo no-kirchnerista conserva 9 bancas. Lo que equivale a decir que aun sin considerar migraciones adicionales del bloque kirchnerista originadas en la derrota, el oficialismo ha perdido la mayoría, puesto que en caso de paridad a quien le corresponderá desempatar es al Presidente del Senado, actual Vicepresidente de la Nación, Julio César Cleto Cobos, quien a menos de dos años de haber sido electo en fórmula con Cristina Fernández de Kirchner, se ha erigido en una de las mas emblemáticas figuras de la oposición y precandidato presidencial por el Acuerdo Cívico y Social.
Pero hay que decir que estos números iniciales de las fuerzas parlamentarias, responden a categorías de alineamiento que a partir de estos comicios están en franca mutación y, en consecuencia, es esperable que se redefinan a partir de nuevas líneas divisorias y agrupamientos.
2. ¿Quién controla el peronismo?
Peronismo de izquierda y de derecha
La segunda dimensión de la competencia electoral del pasado domingo fue al menos tan importante como la anterior y tiene que ver con el liderazgo del peronismo.
El peronismo es el principal partido de base popular en la Argentina y alrededor de él gira el sistema político. Se trata de un movimiento policlasista que hospeda fuerzas de derecha y de izquierda y conforme a cuál de ellas se imponga en el liderazgo imprime una dinámica y una lógica de acumulación más allá de sus propias filas.
El momento kirchnerista es -aún lo es– uno de los pocos períodos en que una concepción de centro izquierda logró controlar el partido y la orientación del movimiento. El otro, en una situación sociohistórica muy diferente, fue el camporismo en 1972-3. Pero cuando el peronismo tuvo una conducción de derecha logró subsumir a toda la derecha del sistema político, mientras que cuando fue controlado por la izquierda, por diferentes razones, no ha logrado un efecto equivalente en el conjunto de la izquierda.
Dos espacios quedan, en consecuencia, liberados en la oferta a partir del "momento kirchnerista" del peronismo: el de una coalición de derecha –que incluye una parte nada menor de peronismo-y el de una izquierda que en general le endilga al kirchnerismo un estilo de acumulación difuso, desprolijo y ‘tomatodo', e insuficiencia o timidez en sus políticas redistributivas. Hay, además, una relación inversa entre la parte de peronismo que se cede a la derecha y la que se abre a la izquierda[1].
Derrota del kirchnerismo
En esta dimensión en la que estamos, los resultados electorales del pasado domingo son un durísimo golpe al kirchnerismo y a cualquier intento de conducción progresista del peronismo.
En momentos de crisis de conducción, se produce una descentralización del poder partidario hacia los lideres/gobernadores provinciales. Pero el principal aliado provincial de Kirchner, el gobernador bonaerense Daniel Scioli, por un lado está implicado en la derrota por la controvertida decisión de postular a cargos legislativos al titular del Ejecutivo provincial y de varios ejecutivos comunales, y por otro, por su perfil político-ideológico es por lo menos muy dudoso que pueda liderar un proceso de las características y contenidos del que representó Néstor Kirchner.
En el resto del mapa nacional, si bien se lograron triunfos y buenas desempeños en algunos distritos, ninguno de esos líderes tiene el peso político para apuntalar al kirchnerismo en la conducción y, mucho menos, para tomar la posta de una conducción con orientaciones de política similares. Si el kirchnerismo como categoría política tiene continuidad ese futuro parece, por el momento, estar por fuera del peronismo.
Las elecciones significaron un corrimiento a la derecha en el peronismo. El contenido representacional del peronismo vuelve a estar cerca del neoliberalismo de los noventa aunque con una estética remozada. Se fortalece la figura del ex automovilista Carlos ‘Lole' Reutemann por su elección en Santa Fe que le permite renovar su banca de Senador y aspirar seriamente a una candidatura presidencial y los peronistas de la alianza de derecha Unión PRO como el empresario Francisco De Narváez y Felipe Solá. Aunque es inevitable decir que detrás de la construcción, estrategia y logística de Unión PRO se erige en las sombras la figura de Eduardo Duhalde.
3. La carrera presidencial
Dos figuras en ascenso
La última dimensión tiene que ver con las presidenciales de 2011, y los precandidatos que quedan bien parados en la grilla de largada. Además de los mencionados y adquiriendo incipiente proyección nacional se ubicaron dos nuevas figuras: Mauricio Macri, empresario y actual Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, y Julio César Cleto Cobos merced al triunfo de sus candidatos en la provincia de Mendoza como coralario de un proceso que se inicio con su voto "no-positivo" que dirimió la batalla legislativa por las retenciones a la soja a favor de los empresarios del agro y en contra del gobierno en el que el propio Cleto había sido electo Vicepresidente solo unos meses antes.
Las alianzas posibles
Es difícil decir hoy a qué fuerzas políticas corresponderán estas, todavía hipotéticas, candidaturas. Es tan fluido el escenario que Macri podría terminar siendo el candidato de acuerdo de un peronismo amplio reunificado tras un proyecto de derecha. Esa posibilidad es bien firme si la piensa a la luz del recorrido político de Macri aunque también podría optar por encabezar un espacio de derecha no hegemonizado, al menos de manera evidente, por el peronismo.Pero tampoco habría que descartar una trama de acuerdos sociopolíticos que descentren a la figura de Cobos de lo que hoy por hoy es su espacio natural en el Acuerdo Cívico y Social y a favor, de las coincidencias que ha ido tejiendo con figuras y corporaciones ligadas al modelo rentístico sojero.
4. Desplazamientos en la bases social
El conflicto del campo y su legado
A inicios de marzo de 2008, a sólo unos meses de asumir el gobierno Cristina Fernández de Kirchner, la disputa por las retenciones a la soja se instaló como una nervadura sociopolítica que redefinió las categorías de alineamiento en la Argentina. Sectores medios que habían acompañado la primera etapa del kirchnerismo y que habían votado a favor de él en octubre de 2007, lo abandonaron decididamente y con un nivel de intensidad opositora que habilita a pensar en una ola de largo aliento en el cronos de la política nacional. Pero además, las elecciones del pasado domingo han mostrado que el predicamento del kirchnerismo en los sectores sociales más populares, al menos no es de la profundidad de lo esperado. La derecha ha entrado a disputarle ese espacio y en algunos lugares a tomarle la delantera.
¿Re-encauce del kirchnerismo?
La confianza oficial en que el ciclo de crecimiento económico mas importante del que se tenga registro en el marco de un modelo de acumulación inclusivo, con creación de empleo e incipiente distribución, con recuperación del papel del Estado en áreas clave, le permitiría conservar el apoyo de las bases populares quedo interpelada. Las teorías explicativas sobre la hemorragia del kirchnerismo son muchas y no este el espacio para entrar en ellas. Los debates están totalmente abiertos y es saludable que así continúen, al menos, por un tiempo más. Pero no es menos cierto que aún en la derrota, el porcentaje de votos obtenido por el kirchnerismo en un contexto de fuerte clima de época opositor, permiten abonar la idea de la existencia de un río subterráneo que aún minoritario busca una expresión política que creyó encontrar a regañadientes en el kirchnerismo y que ahora, a tientas, seguirá buscando su cauce. En este nivel, sería prematuro decir que la suerte de Kirchner está echada, pero dependerá de una cantidad de variables y decisiones.
Se abre un tiempo político distinto. Lo principal será asegurar la gobernabilidad en los dos últimos años del mandato de Cristina Fernández de Kirchner y ese objetivo descansa en la responsabilidad de múltiples actores. Sería bueno que se expandan las posibilidades del diálogo y la búsqueda de acuerdos que doten de mayor sustentabilidad al gobierno. Pero habrá una fuerte puja por los contenidos y el timing de la agenda política que pueden centrifugar los campos y recrear o atizar tensiones. La ecuación de gobernabilidad se jugará precisamente en esa puja. Pero en cualquier caso, los tiempos que vienen serán intensos y difíciles.
* Politólogo, Investigador del CIEDAL, Escuela de Política y Gobierno, Universidad Nacional de San Martín.
Nota de pie de página
[1] Muchas de las categorías que acabo de utilizar necesitarían una explicitación imposible de hacer en estas breves líneas. De modo que sólo intento describir esquemáticamente lo básico de una dinámica competencial que tiene eje en el peronismo, reposando en el sentido común de significantes ya adquiridos de la cultura política moderna (aunque muchos de ellos puestos en tensión por una dinámica social cada vez más propensa a des-historizar la política y a disolverla en una suerte de espectáculo enajenado del conflicto y la construcción de sociedad).