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A 40 años de la dictadura argentina

Escrito por Rodolfo Mariani

Junta Militar Argentina, con Jorge Rafael Videla al centro, en un desfile militar en 1978.

Rodolfo MarianiAunque los golpes de Estado fueron comunes en la historia argentina, la dictadura brutal de 1976 a 1983 marcó un punto de inflexión definitivo. ¿Qué hubo detrás de los golpes y hasta donde se puede decir hoy que son en realidad “una cosa del pasado”?

Rodolfo Mariani*

País de golpes

Desde 1916, cuando en Argentina entró en vigencia la Ley denominada Sáenz Peña, que aseguraba el sufragio secreto y obligatorio (masculino), los gobiernos electos lidiaron con la tensión entre llevar adelante una política afín a los intereses económicamente dominantes o exponerse al riesgo de intervenciones militares que interrumpieran sus mandatos.

En 1930 ese riesgo se hizo realidad cuando se produjo el primer golpe militar del siglo XX que derrocó al gobierno radical de Hipólito Yrigoyen, quien ostentaba el triple récord de haber sido el primer presidente electo bajo la Ley Sáenz Peña (1916-1922), el primer presidente radical y el primer presidente reelecto democráticamente según la legislación de 1928. Pero ninguna de estas fue la razón de su derrocamiento.

Yrigoyen, quien había participado de los alzamientos radicales de 1890 y 1893 contra el régimen conservador, llevó a cabo algunas reformas que lo pusieron en la mira de ciertos sectores:

  • Fue el primer presidente del siglo XX que antepuso la noción de interés nacional en las negociaciones con las potencias extranjeras,
  • Defendió la igualdad de las naciones después de la primera Guerra Mundial y defendió el principio de no intervención,
  • Impulsó una reforma social que fortaleció la clase media y su participación en la vida política,
  • Promovió la reforma universitaria,
  • Fundó la empresa nacional de petróleo (YPF) e intentó nacionalizar los hidrocarburos.

Estas razones, entre otras,  explican su derrocamiento y posterior detención en una cárcel de la alejada Isla Martín García, así como el despojo de todos sus bienes y su denostación mediática por parte del régimen militar y sus sectores sociales aliados. Yrigoyen murió en 1933 en cautiverio.

Más allá de las razones económicas esgrimidas por los militares en 1930, en un mundo conmocionado por el crack de 1929, las verdaderas causas de la caída de Yrigoyen y de la apertura del largo ciclo de los golpes de Estado en la Argentina, hay que buscarlas en su voluntad de llevar a cabo una política que respondiera a los deseos e intereses de amplias mayorías populares y en las tensiones que esto generó con las clases acomodadas y sus intereses.

Desde entonces – y sin contar los intentos fallidos- se produjeron otros cinco golpes de Estado hasta 1976, año del último. Todos ellos, excepto el de 1943, respondieron a las mismas razones, resignificadas por los distintos contextos históricos. Además, entre 1955 (golpe de Estado que derrocó a Juan Domingo Perón) y 1973, el  peronismo estuvo proscrito y su líder fue obligado a permanecer en el exilio.

La imposibilidad de articular los intereses económicos dominantes con los de las amplias mayorías populares en un proyecto de desarrollo que alojara a una clase media amplia y educada y a los crecientes sectores obreros con conciencia social operó como un disparador de los golpes de Estado en defensa de los intereses más concentrados de la sociedad.

La dictadura

Hipólito Yrigoyen durante su presidencia en 1918.
Hipólito Yrigoyen durante su presidencia en 1918.
Foto: Wikimedia Commons

El 24 de marzo de 1976 tuvo lugar el golpe de Estado que instaló la más brutal dictadura cívico-militar de la historia argentina. Al igual que los anteriores, este golpe vino a restaurar el orden en favor de los sectores dominantes. Pero al mismo tiempo fue una excepción en la historia por varias razones:

  • Por el nivel de violencia que ejerció y el grado de planificación para cumplir sus objetivos,
  • Por la forma como intervino y reconfiguró la matriz económica y social del país, y
  • Porque las consecuencias de sus acciones trascendieron en el tiempo.

Es cierto que el de 1976 es uno más de los varios golpes que jalonaron la historia argentina del siglo XX. Pero, al mismo tiempo es el golpe emblemático y el que marcó a fuego la cultura política del país. Es plural y singular al mismo tiempo. Es un parteaguas de la historia  argentina: ahora se habla de antes o después de 1976 o simplemente antes y después de “la dictadura”.

Es el golpe emblemático y el que marcó a fuego la cultura política del país. 

Aunque Argentina había conocido la violencia dictatorial que sucedió a los golpes anteriores, la que desplegó la dictadura cívico-militar que ocupó el país en 1976 no tuvo precedentes ni en sus proporciones ni en sus métodos. Durante este gobierno militar: 

  • Se sitió el territorio nacional y se expulsó al exilio a miles de argentinos.
  • Se persiguió, secuestró, torturó, asesinó y desapareció a miles de personas,
  • Se robaron bebés,
  • Se apoderaron de fortunas de pequeños, medianos y grandes empresarios que no eran parte del bloque de intereses dominantes,
  • Se sometió al conjunto de la sociedad a un régimen de terror con la complicidad de los grandes medios de comunicación que sacaron tajada de su connivencia,
  • Se arrojaron prisioneros vivos al río en los “vuelos de la muerte” y,
  • Se coronó semejante desquicio con la aventura de la Guerra de las Malvinas.

Esa era un tiempo de dictaduras en todo el Cono Sur. Además de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay vivían bajo regímenes autoritarios, y el Plan Cóndor fue quizás el mayor ejemplo de la solidaridad criminal entre esas dictaduras. Estos gobiernos contaron con la colaboración activa de Estados Unidos y recibieron el apoyo ocasional de Perú y Colombia.

El propio presidente Obama reconoció esto, aunque elíptica y módicamente, en sus reciente visita a la Argentina, cuando sostuvo que “la política exterior norteamericana en esos años no fue muy productiva”, refiriéndose a los tiempos de la influencia de Henry Kissinger.  

Esta política, sin embargo, habría de cambiar con la llegada al gobierno del presidente Jimmy Carter y de su secretaria de Derechos Humanos, Pat Derian (quien  llegó a ser un blanco de la dictadura argentina).

Memoria y violencia

El terrorismo de Estado que padeció Argentina entre 1975 y 1983 ha tenido muy pocos antecedentes en el mundo. En este caso el terror se aplicó con el fin de reconfigurar la matriz económica, política y social de la nación y tornar viable un proyecto elitista en un país que había logrado cierto desarrollo industrial.

Antes de la llegada de los militares, Argentina tenía un elevado nivel educativo y científico, así como la mayor clase media de la región, un alto grado de participación política de los sectores populares y un nivel de distribución del ingreso que lo hacía uno de los países más igualitarios del continente. Sin embargo las secuelas de la dictadura fueron la destrucción de industrias, el gigantesco endeudamiento externo, la primarización de la economía y la instalación de un modelo de acumulación centrado en la valorización financiera del capital.

Estos gobiernos contaron con la colaboración activa de Estados Unidos y recibieron el apoyo ocasional de Perú y Colombia.

Además, las consecuencias de la dictadura superaron su tiempo como en ninguna otra ocasión del siglo xx. Entre las muchas consecuencias atroces del terrorismo de Estado, una de las más visibles es el drama de las Abuelas de Plaza de Mayo que siguen buscando a sus nietos robados hace 40 años. Las Abuelas lograron reencontrarse con 119 nietos, pero todavía hay cientos a quienes la dictadura despojó de identidad y quienes desconocen su propia historia.

Por todo ello y más, ni el 6 de setiembre, ni el 4 de junio, ni el 16 de setiembre, ni el 29 de marzo, ni el 28 de junio, que son las fechas en que se conmemoran los aniversarios de los golpes de estados de 1930, 1943, 1955, 1962, y 1966, respectivamente, representan lo mismo que el 24 de marzo en la Argentina.  

En esta fecha el pueblo vuelve a decir “nunca más” y se ratifica todos los años el compromiso de no olvidar y de luchar contra la impunidad con las banderas: memoria, verdad y justicia.

Este aniversario

Manifestación de las Madres de la Plaza de Mayo en Buenos Aires.
Manifestación de las Madres de la Plaza de Mayo en Buenos Aires.
Foto: Ciudad de Buenos Aires

Este 24 de marzo se cumplieron 40 años de aquel golpe. Los números redondos suelen teñir a las celebraciones de un aura simbólica diferente y quizás ello haya contribuido a la descomunal movilización popular que llenó una vez más la Plaza de Mayo, así como las avenidas y calles adyacentes.

Pero también puede haber contribuido a esta manifestación el hecho inocultable de que en la Argentina actual, aquellos sectores sociales que siempre apelaron a las fuerzas armadas para llegar al gobierno mediante golpes de Estado encuentran un representante de sus intereses en el gobierno de Mauricio Macri.

Esta es una novedad de la historia. Por primera vez estos sectores han construido un partido político capaz de ganar de elecciones, de convocar mayorías electorales y de contar con legalidad y legitimidad democrática para llevar a cabo sus planes económicos.

Sin embargo, este 24 de marzo (recargado por la visita de Barack Obama con todo lo que ello significa) parece dejarnos dos lecciones.

  1. A pesar de su pertenencia a la derecha democrática, el presidente Macri  –aunque balbuceante y sin nombrarla con precisión— condenó a la dictadura. Esto parece indicar que no hay lugar para una vuelta atrás y que la consigna del “nunca más” se ha impuesto en la sociedad argentina.
  2. La ausencia del actual oficialismo en la histórica marcha del 24 y la descomunal invisibilización a la que la sometieron las grandes corporaciones mediáticas ponen en evidencia la división social, política, cultural que todavía atraviesa a este país.

Memoria, verdad y justicia son significantes que desde lo profundo de la tragedia del terrorismo de Estado apuntan a un futuro cuya construcción es un proyecto inherentemente político. La buena noticia (y el enorme desafío) es que el conflicto que dio lugar a todos los golpes de Estado del siglo XX se puede tramitar hoy democráticamente.

 

* Politólogo, investigador del CIEDAL, Escuela de Política y Gobierno, Universidad Nacional de San Martín.

 twitter1-1@RodiMariani

 

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