El pasado domingo se produjo un resultado predecible porque fue arrollador, pero sorprendente porque el “kirncherismo” revivió gracias a las reformas de fondo que ha impulsado Cristina y que hacen de Argentina un país muy distinto y mejor de lo que era hace diez años.
Rodolfo Mariani *
Un triunfo arrollador
Por séptima vez desde el retorno a la democracia en 1983, la ciudadanía argentina se presentó a elecciones para cargos ejecutivos y reeligió a Cristina Fernández de Kirchner (CFK) como presidente, con mayor cantidad de votos que todos sus predecesores desde entonces y con una diferencia respecto del segundo sólo comparable con la que se registró en septiembre de 1973, cuando por tercera vez Perón fue consagrado como presidente.
En estos resultados no hay mucha sorpresa, pues el pasado 14 de agosto las debutantes Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), establecidas por la nueva ley de Reforma Política, habían arrojado guarismos similares. Sin embargo, la contundencia de los números generales y el alcance territorial del triunfo oficialista merecen ser destacados desde el inicio.
Argentina: Elecciones presidenciales del 23 de Octubre de 2011: resultados por provincia y total nacional (porcentajes)
*En las provincias se consignan los tres candidatos más votados y a nivel nacional los cinco más votados. **Sobre el 98, 25 por ciento de la mesas escrutadas. Participación electoral: 77,57 por ciento
http://www.elecciones2011.gob.ar/
Excepto en la provincia de San Luis (1,08 por ciento del padrón electoral), CFK se impuso en todas las provincias, incluidas las gobernadas por la oposición, como Santa Fe (de donde es oriundo y gobernador su competidor Hermes Binner de la Alianza Frente Amplio Progresista (FAP)) o la ciudad de Buenos Aires donde Mauricio Macri (Alianza Propuesta Republicana (PRO)) recientemente logró la reelección. En la Provincia de Buenos Aires, que representa el 37,5 por ciento del padrón electoral, CFK logró imponerse en 133 de sus 134 municipios. El triunfo de CFK fue categórico en la magnitud del apoyo, difundido federalmente y profundo en el interior de la mayoría de las provincias.
Semejante escenario le permite al oficialismo modificar la relación de fuerzas parlamentarias a partir de diciembre, cuando asumirán los legisladores electos: el oficialismo contará con quórum propio en ambas Cámaras y recuperará el control de las comisiones parlamentarias que había perdido tras la derrota electoral de 2009.
Fuente: elaboración propia sobre la base de los resultados del escrutinio provisorio.
FPV: Frente para la Victoria; UCR: Unión Cívica Radical; PF: Peronismo Federal (Duahlde/Rodriguez Saa); FAP: Frente Amplio Progresista (Hermes Binner); PRO (Mauricio Macri); CC: Coalición Cívica (Elisa Carrió).
*Entre los aliados del FPV se cuentan básicamente, el Frente Cívico y Social de Santiago del Estero, Nuevo Encuentro, El Movimiento Popular Neuquino.
Fuente: elaboración propia sobre la base de los resultados del escrutinio provisorio.
FPV: Frente para la Victoria; UCR: Unión Cívica Radical; PF: Peronismo Federal; FAP: Frente Amplio Progresista; PRO
Un gobierno que cumplió lo prometido
Hace apenas dos años, el kirchnerismo atravesaba el momento de menor popularidad y sufría una derrota electoral resonante. En aquellos días, mientras los medios de comunicación dominantes aseguraban el final del ciclo kirchnerista y hasta se atrevían a dudar de que CFK pudiera culminar su mandato, decía yo en Razón Pública que “…aún en la derrota, el porcentaje de votos obtenido por el kirchnerismo en un contexto de fuerte clima de época opositor, permite abonar la idea de la existencia de un río subterráneo que aún minoritario busca una expresión política que creyó encontrar a regañadientes en el kirchnerismo y que ahora, a tientas, seguirá buscando su cauce. En este nivel, sería prematuro decir que la suerte de Kirchner está echada, pero dependerá de una cantidad de variables y decisiones.”
¿Qué ocurrió desde entonces? El gobierno se fortaleció en una idea: si el final tenía que acontecer, que no fuera porque el gobierno había cedido en sus convicciones, sino como producto de haber impulsado e intentado realizar aquello que creyó correcto y necesario. Asumió la iniciativa, decidió y promovió una serie de medidas que troquelaron el campo sociopolítico y definieron los conflictos en los que las sociedades construyen sentido.
- La recuperación del sistema de jubilaciones y pensiones,
- La ley de servicios de comunicación audiovisual,
- La asignación universal por hijo,
- La reforma política,
- La ley de matrimonio igualitario, son algunos ejemplos que unidos a
- La política de derechos humanos,
- La de integración regional, y al sostenimiento de una política de desarrollo que permitió
- La creación de más de cinco millones de empleos,
- La ampliación de la cobertura previsional a mas de dos millones de trabajadores pasivos que estaban desprotegidos,
- Habilitó la negociación paritaria entre trabajadores y empleadores,
- Aumentó el presupuesto educativo a sus máximos históricos,
- Permitió un nivel de crecimiento sin precedentes y redujo la pobreza y la desigualdad, coadyuvaron a transformar aquella creencia en convicción, la adhesión inicial en apoyo decidido y participación y a encontrar el cauce de aquel rio que hoy emerge a la superficie con toda su potencia y visibilidad.
Por supuesto, muchas cosas más tuvieron lugar en un marco social, político, económico y cultural muy complejo y sería imposible tan sólo enumerarlas en estas breves líneas. El kirchnerismo, con altas y bajas, aciertos, errores y asignaturas pendientes, es un período histórico de creación de derechos, de inclusión, de recuperación de la política, del Estado y de la idea de Nación, que requiere ser entendido a partir de la crisis del 2001 y de la matriz de poder que remite al modelo de exclusión que se instauró con la dictadura y que subsistió y se fortaleció durante las primeras dos décadas de democracia.
Guste o no guste, es el primer caso de un proceso político que no dejó de hacer aquello que prometió en campaña, sino que utilizó el poder para trasformar la realidad en el sentido que siempre sostuvo. Y eso implicó abrir brechas, enfrentar intereses, construir fuerzas e interpretaciones de la realidad que permitieran disputar posiciones más allá de lo electoral, en el campo cultural y en el de las relaciones de poder que traman toda sociedad. En ese proceso cosechó masivos apoyos, adversarios y también enemigos. Es en la complejidad de ese conflicto donde se inscribe el kirchnerismo como proceso socio-histórico.
Oposición despistada
El país es hoy más saludable de lo que era una década atrás y su sistema político más fuerte. Sin embargo estas elecciones dejan también una advertencia. La oposición parece estar atrapada en una realidad que no atina a interpretar, que en alguna medida le incomoda y –una parte– hasta desprecia.
Es necesario contar con una oposición capaz de superar el antikirchnerismo, de abrir debates y agendas que encarnen intereses y aspiraciones de la sociedad –fundamentalmente, de sus bases representacionales– y de jugar, aun en la diferencia, un papel relevante en la construcción de un proyecto de país que ha sido validado reiteradamente por mayorías populares cada vez más amplias.
El kirchnerismo ha descentrado los parámetros que ordenaban la geometría ideológica de la Argentina y ha habilitado un campo rico en producción de sentidos nuevos. En contraste, que un tercio del voto que acompañó el pasado domingo al candidato socialista Hermes Binner haya provenido de quienes en las PASO votaron por Eduardo Duhalde, es sólo una pequeñísima muestra de la ofuscación que anida en el campo opositor. El sistema político requiere de la oposición más transparencia, entendida como la correspondencia entre el espacio ideológico que se pretende habitar, el contenido de la agenda que se expresa y las bases sociales que se aspira a representar.
De no mediar reforma constitucional (es saludable que así sea), el que se inicia en diciembre será el último mandato de CFK. La anunciada ´profundización del modelo´ abrirá una cantidad de contenidos y contradicciones complejas, que afectarán la configuración del oficialismo y el propio espacio de la oposición.
La aludida recuperación de la política implica el reconocimiento del conflicto y la necesidad de tramitar democráticamente la diferencia. En ese sentido, y como lo ha venido haciendo, CFK se expresó por la búsqueda del bien común desde una posición “no neutral” sino a favor de los “más débiles”. Existe en ese posicionamiento una oportunidad, un desafío y fundamentalmente una convocatoria a superar los intereses que obturan el desarrollo que será clave para definir los alineamientos futuros, dentro del propio kirchnerismo y en el campo de la oposición.
*Politólogo, Investigador del CIEDAL, Escuela de Política y Gobierno, Universidad Nacional de San Martín.