El uso excesivo de la fuerza y las malas actuaciones de algunos agentes han reabierto el debate sobre nuestra Policía. Estas son algunas reformas necesarias.
Nathalie Pabón Ayala*
La policía durante el paro
Desde la movilización social de 2019 se han registrado procedimientos policiales que alarman a los ciudadanos sobre el uso excesivo de fuerza. Por esto es necesario revisar:
- el papel de esta institución en el manejo de la protesta social;
- su carácter de naturaleza civil definido por la Constitución, y
- su papel comunitario para resolver los problemas de seguridad y convivencia.
Hace unos días, el gobierno nacional anunció una reforma que la misma institución venía redactando desde hace algunos meses y en la cual se plantean:
- la creación del Viceministerio de Políticas de Defensa y Seguridad Ciudadana;
- un nuevo Estatuto Disciplinario de la Policía;
- una más sólida formación en Derechos Humanos;
- cambios en la Inspección General, y
- un cambio de uniforme que había sido presentado en marzo pero había pasado desapercibido.
Estas propuestas iniciales han sido criticadas por distintos sectores porque ellas no implican cambios tan hondos como sería necesario.
La seguridad ciudadana es asunto de todos
Las condiciones históricas del conflicto armado han hecho difícil determinar el papel de la policía en materia de seguridad ciudadana. No hay una definición clara sobre el ejercicio de la policía en cada una de sus jurisdicciones, y la misma institución desconoce el papel protagónico de otras instancias político- administrativas en el manejo de la seguridad ciudadana. De aquí la necesidad de repensar el papel de las autoridades nacionales y locales en el manejo de la seguridad ciudadana.
Es imposible tener un policía en cada esquina; por eso hay que trabajar de manera concertada para encontrar soluciones a problemas complejos en los territorios y corregir situaciones que afecten la seguridad y la convivencia.
El cambio de mentalidad que se le pide a la policía debe darse en todas las instancias, y sobre todo en las instancias de dirección de seguridad y convivencia ciudadana. El presidente, los gobernadores, los alcaldes, los concejos municipales y la sociedad civil tenemos una responsabilidad conjunta sobre lo que esperamos de la policía, pero en esta búsqueda de soluciones se recargan asuntos que están fuera de su competencia.
De quien debe depender la Policía
Relacionado con lo anterior, está el eterno debate de si la Policía debe dejar de ser parte del Ministerio de Defensa para quedar adscrita al Ministerio del Interior u otro nuevo ministerio que maneje exclusivamente los temas de seguridad ciudadana.
Las condiciones históricas del conflicto armado han hecho difícil determinar el papel de la policía en materia de seguridad ciudadana.
Sin duda, esta reforma debe tener lugar: es hora de separar los temas de defensa nacional de aquellos otras propios de la seguridad ciudadana. Esta diferenciación debe ser promovida y sostenida por la academia, la sociedad civil, la dirigencia política y las instituciones respectivas. Retirar la Policía del ministerio de Defensa permitirá un mejor manejo de los problemas que enfrentan los ciudadanos.

Una policía civil
Pero de nada servirá ese cambio de adscripción sino cambia la mentalidad de quienes dirigen la Policía: se trata de hacer realidad los cambios en la doctrina, la misión, los perfiles y las actuaciones concretas de los agentes de policía en Colombia.
La reforma debe empezar por la formación del cadete y la asimilación de estos cambios por parte de los mandos. La doctrina militar con la cual hoy se forma a los policías debe ser reenfocada hacia las funciones preventiva y comunitaria.
Al respecto y si bien la formación de respeto a los derechos humano es fundamental, esto no puede quedarse en más cursos teóricos que no preparan al policía para el trabajo territorial. Hay que adoptar mecanismos y metodologías pedagógicas más acordes con la realidad que afrontarán los uniformados, como decir simulaciones y análisis de experiencias aprendidas complementadas con talleres sobre manejo de emociones.
También habría que revisar la efectividad de los controles dentro de la institución. Las investigaciones deben ser ágiles y las sanciones efectivas y proporcionales a la gravedad de las conductas ilegales. Además, los resultados deben hacerse públicos.
Los controles externos también deben reforzarse, pues los organismos de control y judiciales tienen los instrumentos para hacer cumplir las normas, pero el desconocimiento de los encargados y la falta de interés por estos temas no les permite hacer seguimiento e imponer el control.
Confianza en la policía
Restablecer la confianza es uno de los retos más importantes parea la Policía colombiana.
Dentro del marco de la reforma habría que revisar la imagen de la institución y la manera cómo su nuevo carácter comunitario y preventivo es percibido y acompañado por las comunidades.
Los policías deben volver a la comunidad, al barrio, a la vereda, a la cuadra para actuar con integridad, para dar a conocer y replicar los resultados exitosos de esos trabajos comunitarios.
La doctrina militar con la cual hoy se forma a los policías debe ser reenfocada hacia las funciones preventiva y comunitaria
Para eso es importante fortalecer la policía rural y la policía comunitaria, que se dedican a trabajar en conjunto con las comunidades y se dedican a las acciones preventivas.
El cambio del uniforme puede ser visto como un asunto meramente cosmético, pero es un cambio importante para redefinir la identidad institucional. Tanto en el imaginario doctrinal como entre la ciudadanía, es importante un cambio en el uniforme que diferencie a la policía de los miembros de las fuerzas militares.
Cuando en el imaginario colectivo se diferencian claramente las instituciones, también se diferencias las expectativas y las maneras de relacionarse con los miembros de cada institución.
Nueva organización interna
Hay que redefinir los procedimientos de evaluación—algunos de ellos resultantes del Modelo Nacional de Vigilancia por Cuadrantes— para pensar en una policía más comunitaria. El modelo en cuestión deber ser actualizado cada día porque las prácticas delictivas están en cambio constante. Por eso importa repensar la rigidez del sistema de cuadrantes y sus implicaciones para planear el servicio de policía y evaluar la gestión de los uniformados.
Otros elementos para considerar en la reforma son los regímenes de carrera, especialmente para los suboficiales. Hoy en día, la figura del patrullero tiene una presencia y responsabilidad importante en el manejo de la seguridad y la convivencia. Son una de las caras más visibles de la institución ante la comunidad, pero su formación e incentivos no se corresponden con la responsabilidad de sus tareas.
Es importante asegurar:
- el bienestar de los miembros de la institución según el grado de responsabilidad que tienen;
- los regímenes de carrera con beneficios que estimulen el buen ejercicio profesional, y
- los cambios en la cultura institucional para facilitar la relación entre el mando y los policías que trabajan en las calles.
La reforma de la Policía necesita del concurso de todos, debe ser construida con la participación de distintos actores, autoridades político-administrativas, académicos, expertos temáticos, representantes de la sociedad civil. Además, debe llevarse a cabo a partir de una definición de lo que se espera de la institución y de los retos actuales en materia de seguridad y convivencia ciudadana.