
Presentamos información que no se incluye en el consentimiento informado y que puede aliviar las dudas que producen desconfianza sobre el plan de vacunación.
Boris Pinto Bustamante*
Un fenómeno global
Mientras la vacunación contra la COVID-19 avanza a ritmos desiguales en el planeta, se hace cada vez más evidente el fenómeno que Rochelle Walensky —directora de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC)— denominó hace unos pocos días “la pandemia de los no vacunados”. Es decir, lo que viven las personas que:
- no han accedido a la inmunización debido a la inequitativa distribución global,
- están parcialmente vacunadas,
- o, por diferentes razones, decidieron diferir la vacunación ofrecida o rechazarla.
Según Walensky, durante las últimas semanas aumentó en el número de casos de COVID-19 en Estados Unidos. El 97% de las nuevas hospitalizaciones y el 99% de las muertes asociadas con el virus fueron entre personas no vacunadas. Se presentaron, además, principalmente en estados con una baja tasa de inmunización.
El mismo fenómeno se puede observar en Reino Unido, Israel, Francia y Chile —países que lideran el ritmo de vacunación contra la COVID-19—, y entre la población joven no vacunada. En el caso de Chile, el 86% de los pacientes hospitalizados en unidades de cuidados intensivos (UCI) no habían completado su plan de inmunización.
Aunque en las últimas semanas se ha acelerado el ritmo en el plan de vacunación, en Colombia aún no se logra la cobertura total de la población de personas mayores de 70 años. También preocupa que un porcentaje de la población mayor de 50 años se resiste a vacunarse, aunque este grupo etario es el que ha aportado el mayor número de casos de enfermedad grave y muertes en las últimas semanas.
Las razones de esta reticencia son muchas (religiosas, desconfianza de la efectividad y la seguridad de las vacunas disponibles, baja percepción de riesgo, teorías conspirativas, etc.) y se propagan mediante la circulación de información no contrastada en redes sociales.
En este contexto se hace imperativo revisar algunas alternativas para mejorar la confianza en la vacunación. Revisaremos dos aspectos que apuntan en esta dirección: la importancia de mejorar el proceso de consentimiento informado y la importancia de la comunicación del riesgo en salud.
Consentimiento informado
El consentimiento informado, más que un documento para autorizar un procedimiento, es un proceso continuo de intercambio de información que pretende ofrecer a un paciente o un voluntario de investigación las razones por las que se propone una intervención, sus riesgos, beneficios y las alternativas disponibles. Después de esto, la persona puede tomar una decisión realmente informada.
En Estados Unidos el 97% de las nuevas hospitalizaciones y el 99% de las muertes asociadas con el virus fueron entre personas no vacunadas

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El Plan Nacional de Vacunación propone un modelo de consentimiento informado a través del portal MiVacuna. El documento que presentan allí provee alguna información relativa a los beneficios y riesgos de la vacuna contra el virus que causa la COVID-19 y ofrece un espacio para que la persona exprese su voluntad.
Pero, si bien se explican algunos elementos importantes, hay información que podría precisarse, teniendo en cuenta la constante evolución del conocimiento en este campo y las incertidumbres de la comunidad científica y la población general.
Dicha información puede enriquecer el formulario de consentimiento y, a medida que avanza el proceso de vacunación, puede complementarse en otros contextos. Por ejemplo, en la misma atención médica, en páginas informativas del Ministerio y las secretarias de salud, con videos pedagógicos y más información que circule en redes sociales, como ya se ha propuesto en otros países.
Apuntes para contribuir al consentimiento informado
A continuación, presentamos la información específica que podría incluirse en el consentimiento informado —y en otros escenarios pedagógicos— para mejorar la confianza en el proceso de vacunación:
- Las vacunas disponibles han sido autorizadas por las agencias regulatorias bajo uso de emergencia. Esto significa que fueron probadas mediante rigurosos estudios científicos, pero aún siguen siendo estudiadas en el contexto de la emergencia sanitaria global para comprender mejor su eficacia, efectividad y seguridad.
- Se necesitan dos semanas después de completar su esquema de vacunación —dos dosis para las vacunas de Pfizer, Sinovac y AstraZeneca, y una dosis para la vacuna de Johnson & Johnson— para producir protección (inmunidad) contra la COVID-19. Antes de este tiempo se considera que la persona no está vacunada y, por lo tanto, tiene un alto riesgo de contagio y enfermedad.
- Todas las vacunas disponibles reducen significativamente la probabilidad de presentar enfermedad grave y muerte.
- Aunque hay estudios que demuestran que las vacunas disponibles reducen la probabilidad de ser contagiado y de contagiar a otras personas, se recomienda mantener otras medidas de prevención, como el uso de mascarillas, distanciamiento físico, lavado de manos, ventilación y evitar aglomeraciones. Se aconseja debido a la circulación de nuevas variantes del virus altamente contagiosas, y porque aún es necesaria más investigación para precisar qué tan efectivas son las diferentes vacunas evitando el contagio. Algunas jurisdicciones han levantado estas restricciones en personas vacunadas, mientras otras han retomado las medidas tras el aumento de casos; por eso persiste la controversia.
- Continuamente aparecen nuevas variantes del virus. Las vacunas disponibles son efectivas contra la mayoría de las variantes identificadas hasta el momento.
- Un bajo porcentaje de personas vacunadas pueden contraer el virus. Aunque las vacunas disponibles son efectivas (reducen de forma significativa la probabilidad de contagio, enfermedad y muerte), existe la posibilidad de que personas vacunadas se infecten e incluso presenten enfermedad grave. Sin embargo, el riesgo de contraer la infección, enfermar y morir es mucho mayor en las personas no vacunadas.
- Las personas que presentan COVID-19 no pueden vacunarse mientras tengan la enfermedad y deben esperar un periodo de aproximadamente tres meses para recibir su vacuna.
- El período de administración entre las dosis de la vacuna puede variar en función de la disponibilidad de vacunas, razones logísticas y la evidencia científica.
- La investigación científica está tratando de determinar si se necesitan dosis de refuerzo (dosis adicionales) en los programas de vacunación para optimizar la respuesta inmune.
- Las personas con inmunosupresión (disminución o supresión de la respuesta inmune del organismo) deben consultar con su médico tratante el mejor momento para vacunarse y el tipo de vacuna que deben recibir. Es importante que las personas cercanas estén vacunadas para reducir el riesgo de infección.
- Todas las vacunas tienen beneficios y riesgos. Cada organismo responde de manera diferente ante las vacunas y los medicamentos. El riesgo de enfermar y morir por COVID-19 —así como la probabilidad de contagiar a otras personas— es muy alto. En Colombia hemos llegado a contar 700 personas muertas por día. En comparación, los riesgos de recibir la vacuna son, en la mayoría de los casos, leves y transitorios. En algunos casos muy raros podría existir el riesgo de tener problemas graves de salud, que serían atendidos por el sistema sanitario. Se están realizando estudios de farmacovigilancia para hacer seguimiento de estos casos y comprender mejor los factores relacionados con la seguridad de las vacunas disponibles. Las estadísticas relacionadas con la efectividad y seguridad de las vacunas pueden consultarse con su médico.
El conocimiento científico sobre la COVID-19 y las vacunas evoluciona cada día. En la medida en que aparece nueva evidencia, algunas de las recomendaciones pueden modificarse.
Otras consideraciones
El consentimiento debe adaptarse en los casos de personas con discapacidad, niños, niñas, adolescentes y mujeres embarazadas, usando un lenguaje comprensible, sensible a las diferencias culturales y con el apoyo de recursos gráficos. Se recomienda que el personal de salud responsable de administrar las vacunas ofrezca a las personas los folletos distribuidos por los fabricantes
Se necesitan dos semanas después de completar su esquema de vacunación para producir protección (inmunidad) contra la COVID-19. Antes de este tiempo se considera que la persona no está vacunada
Sin embargo, no es suficiente con optimizar la información ofrecida en el formulario de consentimiento. Es pertinente ofrecer otros recursos didácticos en medios de comunicación que estimulen la confianza en el proceso de vacunación y permitan contrastar la proliferación de noticias falsas en redes.
Además, es fundamental insistir en estrategias eficientes para la comunicación del riesgo en salud. Sobre este último punto ahondaremos más la semana entrante, en la próxima edición de Razón Pública, donde presentaremos la segunda entrega de nuestras recomendaciones.