
Si queremos que el Plan de Vacunación funcione, debemos combatir la gran cantidad de mentiras que influencers, políticos y periodistas irresponsables comparten a través de las redes sociales.
Paula Pinzón*
La importancia de la confianza
Desde que el Ministerio de Salud publicó el Plan Nacional de Vacunación contra la COVID-19, numerosos expertos y periodistas han señalado los principales retos que enfrenta la vacunación masiva en Colombia.
Sin embargo, pocos han reflexionado sobre un tema fundamental: la confianza en las vacunas. Aunque podría parecer un asunto menor, la historia ha probado que la confianza es indispensable para que las campañas de vacunación funcionen.
En 2014, más de 200 niñas de Carmen de Bolívar que habían sido vacunadas contra el virus del papiloma humano (VPH) presentaron mareos, desmayos, dolores de cabeza, dificultad para respirar y entumecimiento en brazos y piernas.
El Ministerio de Salud estableció que se trataba de una respuesta psicogénica masiva, y varios estudios demostraron que la vacuna era segura y que no estaba relacionada con ninguno de esos síntomas, pero la confianza se desplomó y la cobertura nacional del programa pasó del 95% en 2013 al 6% en 2016. Para evitar que algo parecido ocurra con el proceso de vacunación actual, es necesario prestar atención a los índices de confianza e identificar los factores que podrían propiciar la reticencia hacia las vacunas.
¿Qué sabemos sobre la reticencia?
Durante los últimos siete meses, la Encuesta Pulso Social realizada por el DANE ha monitoreado la intención de vacunación de los colombianos. La encuesta indica que la confianza en la vacuna —o, más bien, en las vacunas—contra el coronavirus disminuyó de forma sostenida entre julio y noviembre, pero ha empezado a recuperarse en los últimos dos meses, probablemente por el anuncio de la compra de las primeras dosis, la llegada de los primeros lotes y el arranque del plan de vacunación.
No obstante, para vacunar al 70% de la población este año y lograr la anhelada inmunidad de rebaño como prometió el gobierno, es necesario que la confianza en las vacunas siga aumentando, pues el 32,4% de los colombianos aún no tiene interés en vacunarse y la reticencia asciende al 36,7% en los mayores de 55 años, el grupo etario más vulnerable frente al virus.
La Encuesta Pulso Social ofrece algunas luces para entender la reticencia hacia las vacunas. A la pregunta “¿Cuál es la razón principal por la cual no está interesado en aplicarse la vacuna contra el coronavirus?”, el 62,3% contestó que no cree que la vacuna sea segura por los efectos secundarios y el 16,5% señaló que duda de su efectividad. En contraste, solo el 0,6% afirmó que está en contra de las vacunas en general.
Los hallazgos del DANE sugieren que, afortunadamente, en Colombia no se ha consolidado ningún movimiento antivacunas como en Estados Unidos y en varios países europeos, pero también indican que la reticencia hacia las vacunas se debe, sobre todo, a ideas equivocadas que han sido ampliamente desmentidas por científicos e investigadores. ¿Cómo explicar que esas ideas tengan tanta fuerza entre algunos colombianos?
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Influencers irresponsables y titulares engañosos
El virus trajo consigo una epidemia de fake news que se ha propagado tan rápido como él. Durante los últimos meses, las vacunas han sido el principal blanco de la desinformación.
Celebridades e influencers del mundo entero han contribuido a sembrar dudas sobre las vacunas al compartir teorías conspirativas e información falsa en sus redes sociales. El actor estadounidense Woody Harrelson y los cantautores españoles Enrique Bunbury y Miguel Bosé son algunos de los famosos que han usado sus cuentas oficiales para difundir la disparatada teoría según la cual las vacunas forman parte de un plan macabro de Bill Gates para obtener información sobre la población mundial y controlarla.
el 32,4% de los colombianos aún no tiene interés en vacunarse y la reticencia asciende al 36,7% en los mayores de 55 años, el grupo etario más vulnerable frente al virus
En Colombia, hace unas semanas, la modelo y productora musical Natalia París subió un vídeo a su cuenta de Instagram en la que ni ella ni sus acompañantes tenían puesto el tapabocas. Cuando uno de sus seguidores la criticó por no usarlo, la modelo contestó: “Todos tomamos dióxido de cloro. Es el remedio que te salva de vacunarte”. Al poco tiempo, la actriz y cantante Conny Camelo la respaldó a través de su cuenta de Twitter asegurando que “en este virus hay un negocio inmenso de las farmacéuticas. La OMS prohibió esta sustancia y tuvo que levantar la prohibición por la presión de médicos y científicos”.
El peligro de que figuras públicas como ellas recomienden el consumo de sustancias tóxicas y pongan en duda la eficacia de las vacunas radica en que muchos de sus seguidores confían en su criterio y están dispuestos a seguir sus consejos, aunque carezcan de sustento científico y pongan en riesgo su salud y la de quienes los rodean.
Al igual que estas influencers, varios medios de comunicación han caído en el juego de la desinformación, y han publicado titulares y trinos alarmistas que ponen en duda la eficacia de las vacunas y exageran sus efectos adversos.
Noticias Caracol publicó un trino que decía: “Mueren 11 abuelitos que ya habían recibido la vacuna Pfizer en España”, RCN Radio compartió otro que rezaba “Peruana que participaba en ensayo de vacuna de Sinopharm murió de coronavirus” y El Tiempo divulgó una nota titulada “Enfermera se desmayó tras recibir vacuna contra la COVID-19”. En los tres casos, se trata de publicaciones engañosas que atraen clics y comentarios, pero no cuentan la historia completa: los adultos mayores solo habían recibido la primera dosis, la mujer peruana había recibido un placebo y la enfermera señaló que tiene una condición médica que la hace propensa a desmayarse en ese tipo de situaciones.
Aunque estos titulares no contienen mentiras como las publicaciones de las celebridades mencionadas, son tan peligrosas como ellas porque presentan información incompleta que promueve dudas injustificadas sobre las vacunas.
La politización de las vacunas
Los políticos no se han quedado atrás. En lo que va del año, varios líderes de oposición han publicado información engañosa sobre las vacunas en sus cuentas de Twitter.
Refiriéndose a la vacuna de Janssen, el pasado 29 de enero, Gustavo Petro escribió: “la vacuna que Duque dice que contrató, aun estando en fase 2 de las 3 de la investigación científica, ha resultado ser de las más ineficaces hasta ahora construidas”. El también senador Feliciano Valencia le hizo a eco a sus palabras en este trino: “Sin empleo, sin renta básica, sin medicamentos, sin camas suficientes, sin vacunas, llenos de corrupción e impunidad, y ahora el Gobierno contrata la vacuna menos eficiente”.
Las afirmaciones de los senadores son engañosas porque, al igual que las demás vacunas aprobadas, la de Janssen tiene altos porcentajes de eficacia contra el coronavirus: 66% contra formas leves y moderadas, y entre 85% y 100% contra síntomas severos, hospitalización y muerte.
El peligro de que figuras públicas recomienden el consumo de sustancias tóxicas radica en que muchos de sus seguidores están dispuestos a seguir sus consejos aunque pongan en riesgo su salud y la de quienes los rodean
La semana pasada, Antonio Navarro Wolff publicó algo parecido sobre la vacuna Sinovac: “La mayoría va a terminar vacunada con la vacuna china, la menos efectiva. Es la consecuencia de iniciar tarde las negociaciones”. En realidad, esta vacuna también ofrece una alta protección contra el virus: 50% para los casos leves, 80% para los moderados y 100% para los casos mortales.
Estos comentarios son peligrosos porque pueden motivar a los simpatizantes de la oposición a desconfiar de una vacuna en particular o, aún peor, a desconfiar de las vacunas en general. La oposición debe criticar al gobierno siempre y cuando tenga pruebas sólidas y argumentos razonables, pero hacer política con las vacunas y utilizar información engañosa para deslegitimar el proceso de vacunación es completamente inaceptable.
¿Y la pedagogía ciudadana?
El exceso de desinformación sobre las vacunas contrasta con la ausencia de campañas pedagógicas lideradas por el gobierno. “Prevención y Acción”, el programa institucional del presidente Duque que pretende “informar y educar a la ciudadanía sobre el coronavirus” cada día se torna más monótono y atrae menos audiencia: los últimos episodios no superan las 1.000 visualizaciones en YouTube.
Por fortuna, algunos medios, científicos e investigadores colombianos que comprenden la importancia de la confianza, han desarrollado estrategias para combatir la información falsa y resolver las dudas de los ciudadanos. Colombia Check y el Detector de mentiras de La Silla Vacía verifican la información sospechosa que circula en redes sociales y expertos en salud como Zulma Cucunubá, Andrés Vecino y David Bautista explican el funcionamiento de las vacunas a través de sus redes sociales.
Hacer política con las vacunas y utilizar información engañosa para deslegitimar el proceso de vacunación es completamente inaceptable
Para combatir la avalancha de fake news, debemos idear alternativas novedosas que permitan transmitir la información veraz de forma clara, sencilla y atractiva. Team Halo, una iniciativa creada en octubre de 2020 que busca promover la confianza en las vacunas contra el coronavirus reúne investigadores y científicos de todo el mundo que desmienten los mitos en torno a ellas a través de vídeos cortos y divertidos que publican en Tik Tok, Instagram y Twitter.
Este proyecto es una muestra de que, paradójicamente, las redes sociales pueden ser nuestras aliadas en la difícil tarea de luchar contra la gran cantidad de ruido que existe sobre la vacunación. Es hora de que gobernantes, periodistas y expertos en salud nos tomemos en serio las inquietudes de los ciudadanos y unamos fuerzas para aumentar la confianza en la vacuna.