El encuentro Santos-Capriles: jugando con fuego - Razón Pública
Inicio TemasPolítica y Gobierno El encuentro Santos-Capriles: jugando con fuego

El encuentro Santos-Capriles: jugando con fuego

Escrito por Francesca Ramos

francesca ramosCasi nunca han estado sincronizados los tiempos políticos entre Colombia y Venezuela: con más razón se necesita un manejo prudente, porque los intereses de ambas naciones están unidos de modo indisoluble.

Francesca Ramos*

Vasos comunicantes

En la compleja relación colombo—venezolana no pueden pasar desapercibidas las reuniones y las declaraciones de Capriles en suelo colombiano. Y más aún cuando se trata de un poderoso líder opositor, que impugnó el último proceso electoral y considera ilegítimo al gobierno actual de Venezuela.

Francesca Ramos Santos Capriles bogota

Foto: www.eltiempo.com

Resulta ingenuo considerar esta reunión como una cualquiera con un líder de la oposición, de México o de Chile por ejemplo. Más que el trillado eufemismo de países hermanos, Venezuela y Colombia funcionan en la práctica como siameses políticos: tienen vasos comunicantes y órganos compartidos.

Temas sensibles como la seguridad,  las economías de frontera — incluyendo las ilegales —  la paz y los juegos políticos internos de uno y otro están profundamente imbricados y afectan los intereses de ambos países.

Venezuela y Colombia funcionan en la práctica como siameses políticos: tienen vasos comunicantes y órganos compartidos.

En medio de la intensa polarización en Venezuela (y hay que decir de paso que también en Colombia se ha polarizado la opinión respecto de las relaciones con Venezuela)  cualquier palabra o gesto del jefe de Estado de uno u otro lado adquiere dimensiones mayores que las que habrían tenido en tiempos de normalidad y de concordia: precisamente lo que ha faltado durante la última década.

Desconfianza en el ambiente

Fueron varias las crisis diplomáticas provocadas por la desconfianza mutua, cuando coincidieron en el poder Uribe y Chávez: al parecer sus efectos todavía no se han disipado del todo.

El primero recriminaba el apoyo disimulado a las FARC.  El segundo veía con recelo y aprensión la alianza Washington–Bogotá como una amenaza para el gobierno bolivariano.

Sin lugar a dudas, hechos como el ataque de fuerzas colombianas al campamento de las FARC en territorio ecuatoriano fueron mensajes que crisparon los ánimos del poder en Venezuela.

La abortada negociación de las mal llamadas “bases militares” entre Colombia y Estados Unidos tuvo como protagonistas al hoy presidente Santos  — en ese entonces ministro de Defensa del gobierno de Uribe — y a Maduro, entonces Canciller de Chávez.

En otras palabras, los protagonistas son los mismos, se conocen, y por eso mismo — a pesar de los avances importantes de los últimos años en materia de cooperación y los esfuerzos de ambos países por seguir una política bilateral pragmática — la desconfianza sigue flotando en el ambiente y constituye un factor de peso en las relaciones bilaterales.

La oposición que representa a la mitad de los venezolanos ha logrado fortalecerse y acaba de dar un golpe de opinión, tanto en el plano nacional como en el internacional. Pero difícilmente logrará modificar el resultado electoral. 

La reunión con Santos y la rueda de prensa de Capriles despertaron suspicacias en Venezuela. Hecho por demás que no es nuevo en nuestra larga relación bilateral tejida de sucesivos encuentros y desencuentros.

No es la primera vez

La historia registra varias crisis con altísimos niveles de hostilidad, por hechos que — vistos en perspectiva — guardan alguna similitud: el temor de que un grupo político del país vecino pudiese estar apoyando al grupo opositor del otro y “conspirando” en contra del gobierno establecido.

Francesca Ramos Santos Capriles encuentro

Henrique Capriles y el presidente Juan Manuel Santos en su primer encuentro cuando Capriles era candidato. Foto: www.flickr.com

· Uno de estos momentos fue el incidente que provocaron las palabras pronunciadas por el general Mosquera con motivo de un brindis, cuando en presencia de algunos asilados venezolanos manifestó refiriéndose al general José Tadeo Monagas:  “Hemos triunfado de una revolución que tenía en sus hechos el mismo carácter que la empezada por un presidente desleal de Venezuela en 1848, y continuada por su perverso hermano [José Tadeo Monagas y José Gregorio Monagas, gobernaron en Venezuela entre 1847 y 1858]. La Nueva Granada desde Boyacá, tiene contraída una deuda con aquel desgraciado país que lucha en vano por derrocar a su tirano. Es necesario que los granadinos agradecidos, vayan a liberar a sus hermanos; y si necesitan de un jefe, aquí estoy yo, hijo de Colombia. Deseo ardientemente su reorganización en Estado federal, empezando por echar abajo el presidente que asesinó congresos… ¡Granadinos, a Venezuela! vamos a regar con nuestra sangre, si necesario fuere, la tumba de Ricaurte y de Girardot”[1].

· Otro momento delicado se produjo en 1871, cuando una acumulación de desavenencias llevó a la suspensión de las relaciones diplomáticas por parte de Venezuela.  Entre los hechos aducidos figuraba el supuesto apoyo del gobierno de Colombia a los movimientos antiguzmancistas, asilados en Cúcuta, y que desde la frontera de Colombia actuaban contra el gobierno del vecino país…cualquier parecido no es pura coincidencia.

· O las tensiones originadas por la actuación del gobierno de Cipriano Castro — durante la guerra de los Mil Días en Colombia — al apoyar a los liberales revolucionarios, lo que obviamente también provocó la ruptura de las relaciones diplomáticas, pero en esta ocasión por parte de Colombia.

No es hora para audacias

Las reacciones de los últimos tiempos sobre posibles intervenciones en los asuntos internos del otro no son tan “descabelladas”.  La naturaleza particular del régimen político de Venezuela exige a Colombia dar un cuidadoso manejo a las relaciones bilaterales, no sólo de los hechos mismos, sino incluso de las percepciones del otro.

 

Francesca Ramos Santos Capriles campaña

Foto: venezuelasomostodos.com

Pretender usar a Colombia como trampolín para hacer política interna en Venezuela no es buena idea. Tampoco lo es intentar lo contrario: buscar resultados políticos en Colombia desde Venezuela.

La vecindad compartida, los millones de ciudadanos que viven a lo largo de la extensa frontera —  la más activa para Venezuela — y los retos que ambos países necesitan enfrentar de manera conjunta, constituyen factores de peso para que las relaciones bilaterales dejen de ser un gran dolor de cabeza, tanto para los colombianos como para los venezolanos.

La historia registra varias crisis con altísimos niveles de hostilidad, por hechos que — vistos en perspectiva — guardan alguna similitud: el temor de que un grupo político del país vecino pudiese estar apoyando al grupo opositor del otro y “conspirando” en contra del gobierno establecido.

La oposición que representa a la mitad de los venezolanos ha logrado fortalecerse y acaba de dar un golpe de opinión, tanto en el plano nacional como en el internacional.  Pero difícilmente logrará modificar el resultado electoral. Por su lado, el chavismo está operando un reordenamiento del poder. El devenir político de Venezuela es aún bastante incierto: en el horizonte hay más grises que blancos y negros.

Una lectura acertada de lo que está ocurriendo en la política venezolana llevaría a Colombia a actuar con máxima prudencia, pasando incluso por encima de sentimientos nacionalistas y de indignación.  Son ingredientes peligrosos en cuestiones internacionales.

El Estado colombiano debe adoptar una política exterior racional y razonable: nada tiene que ver con “falta de autonomía”, “de soberanía” del país o “de entrega al gobierno venezolano”, como algunos han señalado.

Colombia no es una potencia regional.  Un país con tantas dificultades necesita interactuar con el gobernante del otro país en defensa de sus intereses nacionales. Ya habrá otras formas de relacionarse con la oposición sin herir susceptibilidades: el otro 50 por ciento de Venezuela también es esencial para Colombia.

 

* Profesora y directora del Observatorio de Venezuela de las Facultades de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.

 


[1] Perazzo, Nicolás: “Historia de las Relaciones Diplomáticas entre Venezuela y Colombia”, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas, 1981, pp.88. 

 

 

Artículos Relacionados

Dejar un comentario

Este sitio web utiliza cookies para mejorar tu experiencia. Leer políticas Aceptar

Política de privacidad y cookies