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Uribe empezó primero…Coaliciones y alianzas electorales

Escrito por Nicolás Liendo

Expresidente, Álvaro Uribe Vélez.

Nicolás LiendoYa las fichas comenzaron a moverse. La gran alianza del ¨no¨ con Uribe y con Pastrana. Vargas Lleras a la caza de políticos locales. Los amigos de la paz en busca de candidato. Los partidos que no existen y se están desbaratando… ¿Para dónde irá todo esto?

Nicolás Alejandro Liendo*

Presidentes en campaña

Los boxeadores lo dicen de una manera más cruda: el que pega primero, pega dos veces.   Los ajedrecistas dicen que las piezas blancas tienen ventaja porque se mueven primero. Y en el fútbol parece ser un hecho demostrado que el equipo que patea primero en la tanda de penales tiene mayor probabilidad de ganar.

Lo mismo ocurre con las alianzas en la política electoral: el que primero forma coaliciones puede presionar a los demás y precisar el contenido o el tono del debate político.

Álvaro Uribe, que no es ningún novato en la política, ha comenzado a establecer contactos para formar un frente electoral que abarque todas las expresiones que desaprueban el Acuerdo de La Habana y su desarrollos ya cumplidos o previstos.  

Las próximas elecciones serán un “juego por todo o nada”, ya que no hay candidato que aspire a la reelección, lo que abre la caja de pandora en la redistribución del poder nacional. También las elecciones del 2018 tendrán la particularidad de que los últimos cinco presidentes de Colombia estarán intensamente involucrados en la campaña electoral.

La alianza Uribe-Pastrana es la más prominente por su contradicción histórica y su cercanía ideológica. Pero también Gaviria y Samper han empezado a mover los hilos en el Partido Liberal para influir en la escogencia del candidato, y Santos, por más impopular que sea en las encuestas de opinión, tendrá incidencia sobre el candidato que defienda el acuerdo de paz con las FARC.

Sin embargo, Uribe parece ser el primero en comenzar con las coaliciones y en proponer la agenda para el debate político.

La gran coalición Uribe-Pastrana et al.

Expresidente Andrés Pastrana y actual Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.
Expresidente Andrés Pastrana y actual Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.   
Foto: Canal Capital 

El pasado 22 de junio, Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, antiguos contradictores políticos, anunciaron que conformarán una coalición nacional y que seleccionarán a diez compromisarios con el fin de establecer las reglas para la elección de un candidato presidencial único de derecha.

Además de este anuncio, los expresidentes han manifestado que la razón de empezar temprano la campaña es la necesidad de consolidar una gran alianza que permita ganar en la primera vuelta las elecciones, para que no ocurra lo del 2014.

Esta alianza busca sentar unos acuerdos programáticos mínimos sobre unos ejes temáticos centrados en las necesidades políticas y económicas del país. Sin embargo, su base principal ya está sentada y consistió en  el “No” en el plebiscito al acuerdo de paz firmado entre las FARC y Santos.

En la política electoral: el que primero forma coaliciones puede presionar a los demás y precisar el contenido o el tono del debate político. 

Este formato de construcción de coaliciones implica una estrategia de arriba hacia abajo, ya que la prioridad se le estaría dando a una propuesta con coherencia ideológica y programática.

En principio, la intención de Uribe al incluir a Pastrana en esta coalición es atraer la base del conservatismo que está disconforme con la política zigzagueante de los congresistas del partido tradicional, quienes han cimentado su pertenencia a la Unidad Nacional a partir de la famosa y empalagosa mermelada.

Días después de haber sido anunciada la noticia sobre esta peculiar alianza, se desató una cadena de reacciones.

  • Angelino Garzón, exvicepresidente durante el primer gobierno Santos y recientemente derrotado en las elecciones de la gobernación del Valle, ha manifestado su interés en hacer parte de esta coalición promovida por Uribe y Pastrana.
  • El exprocurador Alejandro Ordoñez, si bien ya ha inscrito su candidatura por firmas, también podría sumarse a la coalición.
  • Juan Carlos Pinzón, exministro de Defensa de Santos, sigue con un futuro incierto en términos de su lugar de residencia política y coquetea con el uribismo.

En todo caso, la definición de un programa de gobierno y de unos principios de coalición puede ser útil para perfilar una propuesta política hacia la opinión pública, pero también puede entorpecer la ampliación y la coherencia interna de esta alianza electoral.

Adicionalmente, coexiste en la coalición Uribe-Pastrana una multitud de precandidatos con posibilidades disimiles.

Quien recolectaría mayores apoyos internos y menos rechazos externos sería Luis Alfredo Ramos, barón electoral conservador de Antioquía, quien en el 2002 llegó al Senado con la votación más alta de la historia: 230.000 votos. Pero además aparecen como precandidatos de este frente de derechas Martha Lucía Ramírez, Iván Duque, Rafael Nieto, María del Rosario Guerra, Paloma Valencia, etc.

El juego está en las regiones

A pesar de este esfuerzo temprano por sumar alfiles en el plano nacional y de llevar a cabo una consolidación programática, esta coalición de derecha no debería perder de vista la importancia de la política territorial y local en Colombia.

En las últimas elecciones, la diferencia entre “los pacifistas y los revisionistas”, como los llamé en un artículo previo de Razón Pública, ha sido inferior al cinco por ciento. Zuluaga ganó la primera vuelta del 2014 por un tres por ciento, y perdió la segunda por un cinco por ciento. El “No” sorprendió a todo el mundo y se impuso en el plebiscito por el 0,05 por ciento.

Ergo, la clave de las elecciones nacionales en Colombia, donde el voto no es obligatorio, se encuentra en la movilización electoral de los votantes por regiones, que está atada a la llegada territorial de los candidatos y sus estrategias electorales.

En este sentido, los resultados de las elecciones regionales del 2015 pusieron en evidencia la dificultad del Centro Democrático para competir en todo el territorio nacional, ya que solo obtuvo una gobernación y cincuenta y tres alcaldías. Esta situación obliga a este partido político a buscar alianzas para compensar la debilidad que conlleva el surgimiento y consolidación de un nuevo proyecto político.

La vía de Vargas Lleras

Candidato presidencial, Germán Vargas Lleras.
Candidato presidencial, Germán Vargas Lleras.
Foto: Vicepresidencia 

En contraste con esta maniobra de Uribe y Pastrana, otros candidatos han preferido iniciar campaña escogiendo una estrategia electoral bastante diferente.

El exvicepresidente Germán Vargas Lleras, quien lidera en la mayoría de las encuestas realizadas en los últimos meses, no está llamando la atención con grandes alianzas electorales, sino que, por el contrario, está visitando alcaldes y gobernadores del país para hacer pequeños acuerdos particulares.

Este formato de construcción de coalición implica una estrategia de abajo hacia arriba y está basada en el poder territorial. Aquí se deja a un lado lo programático para concentrarse en lo pragmático. Según la jerga ajedrecística, esta estrategia es análoga a la jugada que, en lugar de buscar alfiles, se contenta con los peones.

Hace unas semanas Jorge Enrique Vélez, presidente de Cambio Radical, ratificó que Vargas Lleras había pedido el aval de este partido y no haría alianzas electorales. El candidato inmediatamente salió a desmentirlo y dejó abierta la puerta a posibles coaliciones.

La estrategia inicial que se establezca tenderá a definir el rumbo de la coalición, quiénes pueden sumarse a ella y la probabilidad de victoria. 

Vargas Lleras sabe que encerrarse en su propio partido puede herir sus aspiraciones políticas, aún más si tiene en cuenta la fuga de algunos miembros de Cambio Radical al Partido de la U y a quienes están desencantados con los resultados de los últimos ocho años de la Unidad Nacional.

Además, en las elecciones del 2015, Cambio Radical empleó estratégicamente las coaliciones electorales, lo que lo llevó a ser el partido que más aumentó sus cargos departamentales y locales en comparación con el 2011. Esta movida fue parte de una estrategia con la mira puesta en el 2018 para obtener poder en lo local.

Finalmente, en ningún caso estos formatos de construcción de coaliciones son excluyentes. Pero la estrategia inicial que se establezca tenderá a definir el rumbo de la coalición, quiénes pueden sumarse a ella y la probabilidad de victoria.

¿Y los partidos políticos?

En Colombia existe una profunda crisis en los partidos que les impide cumplir con su función de formar nuevas generaciones de líderes.

Actualmente, la discusión no pasa por alianzas partidistas sino personalistas. La debilidad de los partidos, que en su mayoría operan como maquinarias clientelistas en épocas electorales y como mecanismos para conseguir puestos en la administración pública durante los periodos no-electorales, se refleja en el rechazo profundo que manifiestan las encuestas, donde muchas agremiaciones políticas puntean peor que las FARC, algo impensable hace años.

Los partidos de la Unidad Nacional enfrentan una seria crisis interna y, a diferencia de los grupos de derecha, están muy lejos de establecer una coalición como protectores de la paz. Por lo menos hay quince candidatos en este campo “progresista”. La mayoría reniega de sus partidos y se ha inscrito mediante firmas. La estrategia de ninguno es clara y el hecho de que los “revisionistas” se estén organizando primero puede determinar el resultado de la próxima elección. Es más, en el hipotético caso de una gran coalición Uribe-Vargas Lleras-Pastrana, la victoria estaría casi asegurada.

 

*Profesor de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda y estudiante de Doctorado de la Universidad de Arizona.

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