El giro a la derecha: ¿vuelta a la normalidad en América Latina? - Razón Pública
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El giro a la derecha: ¿vuelta a la normalidad en América Latina?

Escrito por Nicolás Liendo
Apoyos de Jair Bolsonaro

Nicolas LiendoEn Colombia, Argentina, Chile, Paraguay, Perú y ahora en Brasil (sin mencionar a América Central) tenemos presidentes de derecha. Qué es lo que está pasando y para dónde vamos.

Nicolás Liendo*

El giro a la derecha

Con el resultado de la segunda vuelta que consagró a Jair Bolsonaro como nuevo presidente de Brasil se cierra el agitado ciclo electoral de este año en América Latina.

El ciclo comenzó el 4 de febrero con la primera vuelta presidencial y legislativa en Costa Rica y el referéndum constitucional en Ecuador. Siguió con las legislativas y municipales en El Salvador y las legislativas de Colombia en marzo. Continuó con las elecciones presidenciales y legislativas en Paraguay y la segunda vuelta en Costa Rica en el mes de abril. Luego vino la primera vuelta en Colombia hacia finales de mayo que definió al presidente tres semanas después. Las generales en México fueron en julio, y el ciclo se cerró con las municipales en Perú y las generales en Brasil.

Hecho el recuento de esta maratón me concentraré en el supuesto giro a la derecha que anuncian varios analistas, y en examinar posibles causas de esas victorias que esos analistas—por lo general de izquierda—prejuiciosamente, atribuyen a la “irracionalidad” de los votantes o a un error masivo del electorado.

Digo “supuesto” porque en realidad, la tendencia a la derecha es un regreso a los patrones frecuentes de comportamiento electoral en América Latina, en donde las posturas de centro-derecha han tendido a ser dominantes.

Lo que está por verse es si estos partidos y líderes tendrán éxito ante una coyuntura mundial convulsionada. Estamos atravesando un periodo de contracción económica en la región, que se traduce en un mayor número de conflictos sociales y una profunda crisis de legitimidad político-institucional.

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El giro a la izquierda

Apoyos de Jair Bolsonaro
Apoyos de Jair Bolsonaro
Foto: Cámara municipal Uberlandia

En 1998, con la llegada de Hugo Chávez al poder, comenzó una ola de gobiernos latinoamericanos de corte ideológico de izquierda: Lula y Dilma en Brasil, Lagos y Bachelet en Chile, los Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador, Ortega en Nicaragua, Tabaré y Mujica en Uruguay, Evo en Bolivia, Humala en Perú y Funes en El Salvador.

Las razones del giro fueron  múltiples, y cada caso tenía sus propias peculiaridades. Pero en general, los estudios académicos apuntan al colapso de los partidos tradicionales y a las consecuencias socio-económicas del modelo neoliberal como las más importantes.

Durante la década conocida como la “marea rosa”, la izquierda abanderó múltiples proyectos de integración regional –UNASUR, CELAC, ALBA- que buscaban desplazar el papel preponderante de Estados Unidos en la región. Durante este periodo fue natural que los líderes de América Latina se asociaran mediante la difusión constante de esas ideas contra-hegemónicas y antiglobalización.

La tendencia a la derecha es un regreso a los patrones frecuentes de comportamiento electoral en América Latina.

En definitiva, estos gobiernos fueron relativamente exitosos, como lo afirman sus reelecciones, que se debieron en gran parte a la coincidencia con un periodo mundial de boom de las materias primas y aumento del precio del petróleo, que se tradujo en bonanzas económicas. Este boom les permitió a los presidentes inyectar recursos a sus programas de extensión de derechos y asistencia social. En el corto plazo, la pobreza y la desigualdad bajaron, y el empleo y la capacidad adquisitiva mejoraron. Sin embargo, en la mayoría de los países, estos avances nunca llegaron a los niveles previos a 1990.

Con todo, hay varios puntos que deben ser aclarados:

  1. No todos los gobiernos de la primera década del siglo XX fueron de izquierda. Colombia y México eran los principales representantes de la derecha, pero también República Dominicana, El Salvador, Guatemala y Honduras.
  2. El giro a la izquierda se dio principalmente en las elecciones presidenciales, pero en las legislativas los votos para ambos bandos se han mantenido con una tendencia centrista. En parte, esto se ve reflejado en la necesidad de los gobiernos de usar mecanismos corruptos para comprar mayorías en los congresos.
  3. En el mediano plazo, el modelo económico, basado en el retorno a las actividades extractivas o agropecuarias y en la ampliación de los subsidios sociales, sucumbió ante la crisis financiera internacional de 2008.

Esto hizo que la izquierda en América Latina tuviera uno de dos finales: por un lado, la vía autoritaria que se enquistó en el poder y renegó del fracaso de su modelo, tal como el caso de Venezuela y Nicaragua; por otro lado, la vía de desgaste y división en facciones como en Argentina, en Ecuador y probablemente en lo que sigue para el Partido de los trabajadores (PT) en Brasil.

Fue difícil entonces, que esos partidos pudieran encontrar sucesores legítimos y leales a esos proyectos. En Argentina, Daniel Scioli, quien compitió por el kirchnerismo en 2015 contra Macri, no logró aglutinar al peronismo, y tampoco Haddad pudo unificar a su sector. Lenin Moreno en Ecuador cambió radicalmente algunas políticas esenciales del modelo de país de su “mentor”, Rafael Correa, y aún asi se impuso por un estrechísimo margen al emergente liderazgo de Lasso.

Puede leer: ¿Por qué fracasa la izquierda en América Latina?

No toda la derecha es igual

Papel preponderante de las iglesias en las últimas elecciones.
Papel preponderante de las iglesias en las últimas elecciones.
Foto: Alcaldía São Desidério

Así como en la década pasada, múltiples clasificaciones y tipologías intentaron caracterizar  las diferencias y similitudes entre los proyectos de izquierda, hoy resulta frecuente encontrar análisis poco serios que caricaturizan a todos los nuevos gobernantes de derecha y los tildan de fachos, neonazis, populistas o autoritarios.

Lo cierto es que la mayoría de la producción en ciencia política se ha concentrado en la izquierda, pero sabemos muy poco sobre el retorno de la derecha.

La derecha ganó en el ciclo electoral de 2018 con la presidencia en Paraguay, Colombia, Brasil. La izquierda, por su parte, en Costa Rica y llegó por primera vez en México. Tanto en El Salvador como en Costa Rica el surgimiento de nuevos líderes de centro-derecha abren panoramas distintos hacia el futuro. Ya anteriormente en Guatemala, Honduras, Chile, Panamá, Argentina y Perú los gobiernos elegidos pertenecían ideológicamente a la derecha.

Las diferencias entre los gobiernos de derecha

Ahora, ¿son todos estos nuevos gobiernos de derecha iguales? ¡Claramente, no!

Dado el papel que cumplieron sus dirigentes durante la Guerra Fría, la derecha ha sido caracterizada como heredera de los gobiernos autoritarios de la segunda mitad del siglo XX.

Quizás el proyecto de Bolsorano se asemeje bastante a esa imagen de la Unión del Centro Democrático (UCEDE) en Argentina o Alianza Republicana Nacionalisra (ARENA) en El Salvador que reivindican el pasado violento y antidemocrático, o al populismo discriminatorio de Trump.

Sin embargo considero que los proyectos de la nueva derecha están comprometidos con los valores democráticos, y que presentan elementos novedosos para nuestra región.

Primero, es indiscutible el aumento en la participación electoral de los evangélicos y sus iglesias en América Latina. Sus apoyos fueron decisivos en Colombia y en Brasil para las victorias de Iván Duque y Jair Bolsonaro. Además, en Costa Rica un reciente partido evangélico casi llega a la presidencia.

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En todas estas campañas de 2018, los valores tradicionales y el concepto de familia han sido centrales, en contraste con la concepción individualista y progresista que promovió la izquierda, y dedico esfuerzos a impulsar su agenda en temas sensibles como el matrimonio y adopción de parejas del mismo sexo, el aborto, la eutanasia, y el consumo de drogas. Aquí vemos una reacción por parte de una mayoría conservadora por el mantenimiento o reversión a las costumbres cristianas ancladas en estas sociedades.

Segundo, un grupo importante de líderes de derecha representan modelos de empresarios exitosos para sus compatriotas: Macri en Argentina, Piñera en Chile, Martinelli en Panamá y Cartes en Paraguay son emprendedores reconocidos que habían consolidado un patrimonio importante antes de saltar a la política.

En todas estas campañas de 2018, los valores tradicionales y el concepto de familia han sido centrales.

En el pensamiento de estos presidentes, a quienes se les suma Duque, predomina un enfoque tecnocrático de la política. Buscan superar, y en algunos casos omitir, los debates en términos ideológicos para plantearlos a partir de las necesidades y estudios del caso. Prima el pragmatismo y tienen preferencias neoliberales, aunque con sensibilidad social.

A esto se le suma la imagen de eficiencia que traen de sus experiencias previas. Una imagen que se opone a los escándalos de corrupción asociados en el imaginario con los gobiernos de izquierda.

Tercero, algunos líderes llegaron a través de partidos tradicionales como en Paraguay o en Honduras, pero la mayoría han forjado sus propios partidos: Centro Democrático en Colombia, Cambio Democrático en Panamá y Propuesta Republicana (PRO) en Argentina.

Sin embargo, cabe resaltar que en todos los casos, los partidos tienden a asumir posturas más extremas que el propio presidente—y esto al costo de aumentar las tensiones dentro de las ya heterogéneas coaliciones de gobierno—.

Además, las nuevas tecnologías les permitieron a estas organizaciones emergentes reducir los costos operacionales de las campañas. Llegaron de manera directa a nuevos votantes sin el filtro de los medios tradicionales o de las organizaciones partidistas tradicionales.

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Presidentes de izquierda en América Latina
Presidentes de izquierda en América Latina
Foto: Wikipedia

Cuarto, la polarización ha ido creciendo y la indignación es un movilizador más fuerte que el miedo. Los gobiernos de izquierda han dividido durante sus mandatos maniqueamente a la sociedad entre los que estaban con ellos y los que no.

Esa diatriba constante durante una década fue minando la oposición política y obligando a los votantes a tomar posiciones no siempre deseadas. Esto explica, en parte, las movilizaciones motivadas por indignación, sumado al enojo por los deterioros económicos, institucionales, la inseguridad, y de valores y la corrupción.

¿Y ahora?

En este ciclo que culminó en 2018, la derecha ha vuelto a tomar control de la mayoría de las presidencias de los países de la región. Hemos “vuelto a la normalidad”. Esto no implica que tal o cual postura sea más deseable que la otra. Además, esta “vuelta a la normalidad” indica que el periodo excepcional no es este giro, sino el decenio previo con predominio de gobiernos de izquierda.Las distintas encuestas que han venido midiendo la opinión pública de los latinoamericanos, tales como el Barómetro de las Américas y Latinobarómetro, son consistentes en mostrar que en promedio la ciudadanía tiende hacia el centro-derecha del espectro ideológico.

Esta derecha es distinta de la anterior. Está anclada en valores democráticos y emplea diferentes mecanismos de vinculación con los votantes que ya no son clientelares. Ahora predomina la vinculación directa mediante el uso de las nuevas tecnologías, y se concentra en temas morales: lucha contra la corrupción y familia, así como la seguridad a partir de políticas de mano dura.

Los próximos dos años serán la oportunidad para observar si la derecha sigue avanzando y consolida sus proyectos recientemente elegidos en la región, o si la alternación en el poder replica con simetría la volatilidad económica con formato de electrocardiograma que caracteriza a la región.

**Decano de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda y candidato a Doctor de la Universidad de Arizona.

 

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