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¿Marchando hacia la victoria?

Escrito por Nicolás Liendo

Ex-presidente Álvaro Uribe Vélez, promotor de la marcha del 1 de abril.

Nicolás LiendoLa del 1 de abril no fue una marcha contra la corrupción, sino el comienzo de la campaña electoral del año entrante. Se están armando dos coaliciones alrededor de la paz y de la crisis de Venezuela: ¿de qué depende la victoria de uno u otro bando?

Nicolás Liendo*

Marchar en paz

Este sábado 1 de abril tuvo lugar la marcha que había sido convocada como protesta ante la  corrupción y se fue convirtiendo en una marcha contra el gobierno Santos y contra muchas otras cosas.

La marcha, encabezada por el Centro Democrático (CD), contó con un  grupo variopinto de líderes que van desde el ex procurador Ordoñez y las iglesias cristianas hasta Popeye. Pero el hecho de que tanto muchos de los dirigentes del CD como de los otros personajes convocantes hayan sido salpicados por escándalos de corrupción, muestra a la claras que este argumento no era más que una excusa.

En realidad, la marcha simbolizó el camino hacia una doble Victoria: hacia la nueva Colombia y hacia las próximas elecciones. Entonces, la primera victoria que podría significar esta marcha es la del uso de mecanismos no violentos para manifestar opiniones políticas diversas.

Este es un evento singular porque, en comparación con otros países de la región, en Colombia no hay tradición de movimientos sociales. Con escasas excepciones, como la marcha contra las FARC, las marchas en Colombia no han convocado mucha gente. Además, la gran mayoría son –como ésta– de arriba hacia abajo es decir, organizadas por la élite, y no de abajo hacia arriba, organizadas desde las bases.

Pero aun así hasta hace unos meses presentarse en un evento en las calles implicaba un rápido señalamiento de bando, y en medio de una guerra como la que teníamos esto podía ser literalmente mortal. Desafortunadamente, aun hoy siguen siendo asesinados masivamente líderes sociales sin que haya ningún tipo de justicia.

La primera victoria que podría significar esta marcha es la del uso de mecanismos no violentos para manifestar opiniones políticas diversas. 

Así las cosas, esta marcha era una oportunidad para que quienes piden acabar con la corrupción, la entrega del gobierno a las FARC o proteger los valores de la familia tradicional pudieran manifestarse de manera pacífica y permitir que en un futuro también lo hagan quienes piensan diferente.

En este sentido el gobierno tuvo el desafío de garantizar este derecho, y los que protestaron de no pasarse la raya. Este es el reto de la vida en democracia, una más plural, participativa y amplia que la que teníamos hasta ahora, cerrada, con violencia y abstencionista.

Dos temas bandera

Ex-procurador anulado Alejandro Ordóñez
Ex-procurador anulado Alejandro Ordóñez
Foto: Procuraduría General de la Nación

Las próximas elecciones se definirán principalmente por dos temas cuyos partidarios estarán claramente divididos entre quienes fueron a la marcha y quienes no lo hicieron.

-El primero es el Acuerdo de paz con las FARC. Aquí hay dos posturas: los “revisionistas” –que quieren cambiar casi todo lo pactado– y los “pacifistas–quienes en su gran mayoría creen que con el Acuerdo se solucionan todos los problemas actuales y futuros del país–.

Los primeros van sentados en la parte trasera del automóvil y miran hacia atrás, hacia los despojos y sufrimientos que dejó el conflicto. Los segundos van la parte de adelante, y aunque Santos maneja el timón, el asiento del acompañante está ocupado por más de un partido. Miran por el parabrisas avizorando un porvenir lleno de tranquilidad, prosperidad y paz, pero si miraran sin los binoculares verían las complicaciones y contradicciones propias de la implementación de un proceso de paz.

-El segundo tema que dividirá aguas será Venezuela. ¿Cómo tratar un tema tan delicado con un país vecino con el cual Colombia comparte la mayor parte de sus fronteras, tiene el mayor intercambio económico y del cual ha recibido una gran cantidad de refugiados en los últimos años?

En esta misma semana, el gobierno Maduro llevó a cabo un auto-golpe de Estado y ya no quedan dudas sobre la naturaleza no democrática del régimen chavista. Los incidentes fronterizos recientes –que pueden repetirse– y la llegada masiva de refugiados que escapan de una crisis humanitaria plantean un escenario complejo que estará presente en la campaña.

Si observamos lo que ha pasado ante situaciones semejantes en Europa, es claro que esto podría avivar el nacionalismo y el populismo anti-inmigrantes. En este sentido, habrá una división entre quienes propondrán acciones unilaterales y beligerantes y quienes propongan acciones bilaterales y negociadas.

Los revisionistas del Acuerdo de paz, que marcharon el sábado, incorporarán a su agenda la toma de acciones unilaterales contra Venezuela ante la más mínima incursión u ofensa. Como la evidencia internacional demuestra, esto puede darle pretexto a un dictador convaleciente como Maduro para iniciar un conflicto armado con Colombia en busca de un efecto nacionalista que haga olvidar los problemas de Venezuela y le de legitimidad a su gobierno. Vale recordar que durante los gobiernos de Uribe y Chávez hubo muchas tensiones canalizadas en este sentido y a veces alcanzaron puntos críticos, aunque sin llegar a un enfrentamiento directo.

Ahora bien, los pacifistas harán campaña promoviendo iniciativas conjuntas con organismos regionales para acorralar al régimen por medio de una salida pacífica y democrática. Esto porque el modo de resolver la crisis venezolana afectará seriamente la sostenibilidad del posconflicto en Colombia. Además, debe reconocerse que Venezuela fue fundamental para que las FARC aceptaran una salida negociada.

Medición de fuerzas

Miembros de iglesia cristiana en Colombia
Miembros de iglesia cristiana en Colombia
Foto: Ministerio de Interior

La marcha fue también un indicador de lo que ocurrirá en las próximas elecciones y de las posibilidades de victoria del Centro Democrático.

El partido de Uribe ha crecido como alternativa política. Ha ganado dos de las cinco elecciones donde ha participado (la primera vuelta para la Presidencia en 2014 y el plebiscito en 2016) y quedó segundo por 200.000 votos en las elecciones de Senado en 2014. En cambio, en las elecciones regionales de 2015 y en las de representantes de 2014 obtuvo resultados modestos: solo una gobernación propia (Casanare), dos en alianza (Risaralda y Tolima), tres alcaldías de capitales de departamento y 75 alcaldías de las cuales la mayoría fueron en alianza con otros partidos.

La marcha fue un indicador de lo que ocurrirá en las próximas elecciones y de las posibilidades de victoria del Centro Democrático.

Esto indica algo propio de los nuevos partidos: la falta de una organización territorial sólida. Para paliar este problema, el Centro Democrático deberá buscar socios que compensen su debilidad en las regiones. Considerando la coherencia ideológica, la mejor opción es asociarse con Vargas Lleras y Cambio Radical. La menos buena es aliarse con el Partido Conservador, con quienes ya lo intentaron en vano en la segunda vuelta de 2014:

  • La dificultad de aliarse con Vargas Lleras radica en que ni él ni Uribe aceptan –a estas alturas– ser segundos del otro;
  • Pero si el CD se une solo con los conservadores, que están divididos y estarían perdiendo fuerza electoral, no sería suficiente para ganar.

Pero en política las decisiones no dependen solo de los ideales o las preferencias individuales, sino de la necesidad de adaptarse a las contingencias y a los movimientos de la competencia. En ese sentido, los partidos políticos deberán ajustar su punto de partida y oscilarán hacia el centro o los extremos del espectro político según los temas y momentos de la campaña.

Los “revisionistas arrancan con coherencia ideológica, pero con posiciones extremas, mientras que los “pacifistas” arrancan más fragmentados pero más cerca del centro. Teniendo en cuenta que en las últimas elecciones la diferencia entre ganadores y perdedores fue mínima, la coordinación de esfuerzos en cada grupo –concentrados en un solo candidato– y el hacer su propuesta tan abarcadora como sea posible serán los dos secretos del camino a la victoria.

El verdadero objetivo de la marcha consistió en “marcar la cancha”, en comenzar a ganar en las calles lo que en un año habrá de que conquistarse en las urnas.

La enseñanza de las últimas contiendas electorales en Colombia, que se resolvieron por escasos márgenes de votos, consiste en que la movilización (o su contrario, la abstención) es esencial para alcanzar la victoria. Por eso esta marcha fue una demostración de fuerzas propia de la dinámica electoral.

Si quiere alcanzar la victoria dentro de un año, el desafío para el Centro Democrático es conformar una coalición ganadora. La marcha mostró que empieza su campaña con congruencia ideológica –cristianos, conservadores, ordoñistas, uribistas, etc.–, pero sin candidato presidencial y sin un mecanismo claro, distinto de la bendición de Uribe, para escogerlo. A esto se suma su incipiente estructura territorial.

La marcha ayudó, a fin de cuentas, a demarcar el terreno semántico de la campaña entre los “revisionistas” y “los pacifistas”, y entre quienes quieren solucionar el asunto de Venezuela así sea por la fuerza y quienes defienden una salida negociada.

 

* Profesor de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda, y estudiante de Doctorado de la Universidad de Arizona.

 

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