
La nueva exposición de Imagen Regional 9 te transporta al corazón de cada territorio en Colombia. Esta es una pequeña muestra.
Luisa Naranjo*
Territorios guardianes
En el Museo de Arte Miguel Urrutia (MAMU) del Banco de la República se encuentran exhibidas las obras de 92 artistas de todo el país.
La exposición titulada Territorios guardianes hace parte de la novena versión de Imagen Regional, un programa del Banco de La República que nace en 1995 con el objetivo de visibilizar y establecer una relación constructiva sobre el arte entre artistas y curadores de diferentes regiones del país. Su propósito es resaltar la producción del arte regional, incluyendo la obra de artistas autodidactas. Este magnífico espacio de diversidad de la creación artística estará abierto al público hasta el 25 de octubre en Bogotá y será expuesto en otras ciudades del país.
La novena versión de Imagen Regional está compuesta por siete ejes temáticos establecidos por los curadores. El trabajo de curaduría de Melissa Aguilar, Yolanda Chois, Alexandra Haddad, Cristo Hoyos, Ana María Lozano, Edison Quiñones, Máximo Flórez, Valentina Flórez y la curaduría general de Luis Fernando Ramírez abren una ventana a otras maneras de ver el lugar que habitamos y que desconocemos, incluso viviendo en el mismo territorio.
Las obras presentadas en el MAMU nos llevan a pensar en la complejidad y diversidad del país; los ritos y saberes ancestrales; la relación de los alimentos con el productor y el consumidor; la tensión permanente entre la naturaleza y el hombre; la arquitectura como elemento simbólico que entrevé el fracaso de la idea de progreso; la inequidad social; la relación intrínseca del mestizaje con las colonizaciones y migraciones; las tradiciones entendidas como cultura material, la manera de habitar y asumir la identidad, y por supuesto, la infaltable referencia a la violencia.
Visitar la exposición del Salón Regional es como viajar por Colombia y cambiar en pocos kilómetros de clima, de paisaje, de costumbres y de acentos. Incluso permite imaginar esos lugares donde nunca se ha estado.
No es un viaje impersonal como podría serlo un viaje en avión, donde nada adquiere su verdadero cuerpo y perfil. Las obras allí expuestas nos aproximan a esos lugares que por distantes y ajenos nos definen y caracterizan.
Amazonas
Como en todo viaje hay descubrimientos y sorpresas, ¿quién imaginaría que en el Amazonas hay cantantes de hip-hop?
Nadie. El Amazonas se asocia a la majestuosidad de la selva, a la exuberancia de la naturaleza y a la diversidad de su fauna y flora. Sin embargo, Nicolás Garzón Cabezas nos muestra otra cara de ese lugar. Hace un registro de video de varios cantantes de hip-hop en lengua Ticuna traducida al español. Pone de manifiesto cómo, aunque habitemos el mismo país, podemos sentirnos extranjeros.
Además, hace evidente el fenómeno de la globalización al mostrar cómo el hip-hop —nacido en la ciudad de Nueva York—, llega a ser una influencia musical en Leticia —capital del departamento—; y cómo este género es apropiado por los lugareños para cantarle a la naturaleza y al territorio.

Boyacá
De los cantantes de hip-hop del Amazonas pasamos a Boyacá. La región cundiboyacense que a menudo se asocia con el cultivo y el consumo de papa.
Cómase una papita, es el título de la obra del artista Misael Páez. En ella retrata a sus vecinos y compañeros de oficio en hojas de cuaderno y esfero. Pero la obra no se queda en el estado contemplativo. Los retratos se vuelven comestibles al ser dibujados de nuevo con colorantes de comida en rodajas de papas fritas.
La obra de Páez es un retrato de los amigos. Retrato de aquellos que participaron en la siembra y en la recolección. Es también un acto de camaradería y de celebración en torno al fruto que les da de comer.
El título de la obra alude a la antigua costumbre de ofrecer una merienda pequeña acompañada casi siempre de papa. De ahí el dicho popular “espere sumercé y se come una papita, por lo menos”.

Magdalena
El panorama de las regiones del país quedaría incompleto si no hubiera ninguna referencia a la violencia.
La instalación de una balanza de plaza de mercado sosteniendo un pez bagre y una camisa con manchas, como si fuesen rastros de sangre, de un lado, y del otro, un arrume de periódicos con noticias de masacres y asesinatos para señalar que la cadena alimenticia del bagre ha cambiado.
En el río Magdalena los peces ya no se alimentan de insectos, ni de otros animales que hacen parte de la cadena alimenticia, sino del sustrato descompuesto de los cadáveres de hombres que el agua borra y diluye. Ríos portadores de carroña humana. Las aguas del río Magdalena, como tantos otros ríos y lugares de Colombia, esconden la sevicia, la crueldad y el desprecio por la vida humana.

Bolívar. Cartagena
No es casualidad que artistas como el cartagenero Raúl Ballesteros pinte construcciones emblemáticas como parte de la Cuidad Parapeto que habita, en donde apenas se protege, se embellece y se cuida la ciudad turística.
La Ciudad Parapeto de Ballesteros es una paradoja que refleja la estética y el abandono de los barrios populares. Tanto la Ciudad Parapeto como la Ciudad encontrada de Daniel Sarabia Reyes ponen en evidencia la enorme desigualdad y los cinturones de miseria que muchos conocemos a medias.
Tal vez lo más interesante y contradictorio estriba en que esta maqueta de la Cartagena marginal, es la fiel representación de los tugurios, pues tanto el artista como los marginados se valen de los desperdicios para construir las viviendas.

Atlántico
De igual manera, el dúo de artistas barranquilleros Hector Borelly y Lenin Morón establecen una relación con la arquitectura cuando intervienen el espacio público. Con su obra señalan y homenajean en un sentido irónico, lo vergonzoso y deplorable que resulta el abandono del muelle en Bocas de ceniza en Puerto Colombia, Atlántico.
La instalación de la lápida funeraria en ese lugar sugiere la sepultura de los proyectos que en un tiempo fueron símbolo de progreso y modernidad. Unas ruinas que hoy son testigo de lo que murió sin siquiera haberse gestado. Hoy estas ruinas hacen parte de las promesas incumplidas por los políticos de turno y que han heredado el poder por décadas a pesar de los escándalos de corrupción.

Valle del Cauca
Además de las reflexiones de los artistas entorno al territorio, la naturaleza, la política y las manifestaciones culturales, también encontramos una reflexión intima sobre el cuerpo y el territorio.
En el performance titulado La aguja marica, Johna John Campo reflexiona sobre la interacción con los otros y el rechazo a lo que se concibe como diferente. Expone la relación con aquello que se tilda de extraño e inclasificable; lo no binario, la apariencia de una persona que no podemos clasificar a primera vista ni como hombre, ni como mujer, aunque la vestimenta se asocie a lo femenino.
Además, en el registro del performance hay una toma de espaldas que centra la atención en los transeúntes y no en él. No hay manera de obviar su presencia. Campo se coloca de frente a los transeúntes que caminan en dirección contraria con la intención de no pasar desapercibido.
Para el espectador es imposible omitir los gestos de desagrado, intolerancia, desaprobación y repudio que revelan los transeúntes en el video. Campo, testimonia una sociedad conservadora que defiende las ideas de libertad de puertas para dentro.

Antioquia
A través de las fotografías y la voz de fondo que acompañan los retratos de mujeres obreras en un paseo organizado por la fábrica para la que trabajan, Natalia Pérez Villegas pone en evidencia una sociedad que ha desconocido a la mujer como fuerza de trabajo y como protagonista del desarrollo económico del país.
Las fotos, impresas en papel periódico a manera de pasquín, están intervenidas con un texto que nos recuerda que “la industria antioqueña fue fundada por hombres, pero levantada por mujeres”.

Una travesía imprescindible
La exposición del 9.º Salón de Imagen Regional nos muestra un país diverso, contradictorio, pero con una riqueza y diversidad innegable.
Un país que desconocemos quizá por el vicio de elogiar lo extranjero y despreciar lo propio. Como lo afirma el escritor William Ospina; “cuando llegó la hora de dejar de ser españoles, nos esforzamos por ser franceses, luego ingleses, luego norteamericanos y optamos por la vergüenza de todo lo local, por el apocamiento y la impostura”.
El Salón Regional nos muestra que ser colombiano tiene muchas definiciones según el rincón del territorio que habitamos. Por eso esta exposición es un viaje por todos los países de Colombia.