Acciones y decisiones: ética en la educación con inteligencia artificial
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Acciones y decisiones: ética en la educación con inteligencia artificial

Escrito por Jairo Alberto Galindo

Naturalizar la tecnología y los hábitos que ella nos impone es la mejor estrategia de ventas: ¿cuándo lo entenderemos?

Jairo Alberto Galindo*

¿Inteligencia qué?

Una vez “superada” la pandemia, las tecnologías digitales han traído un insumo que se destaca entre todos: la inteligencia artificial. Su escenario es cualquiera donde sea necesario o se encuentre algún tipo de interacción humana; es decir, en todas partes.

Para algunos de nosotros, la inteligencia artificial (IA) se ha sumado a esa caja negra que contiene todo lo relacionado con tecnología. No nos interesa saber cómo funciona, si facilita alguna tarea o suple, reduce, automatiza (agregue la tarea que quiera) casi cualquier acción cotidiana.

Para otros, con variados niveles de in-formación o des-información, explotar los grandes modelos de lenguaje que se reproducen, de forma constante, ha traído una riqueza inmensa al reconocer también sus debilidades.

En un punto medio hallamos a quienes, conociéndola o no, critican la IA, desconfían de ella y de sus “alucinaciones”. O, por el contrario, se autoproclaman gurús del tema, habiendo o no usado conscientemente la sintaxis en algún enunciado (prompt). Puede que también utilicen esa palabra para descrestar, “todos son prompts”, sin mucho entendimiento. Todos tenemos acceso a la caja negra.

Somos y pensamos de determinadas maneras porque nuestros cerebros han recibido y se han apropiado de forma distinta del ambiente en el que se desarrollan.

Es usual reconocer que esta posición ante al acceso, uso y apropiación de este campo de aplicación de la tecnología, se derive de actitudes o percepciones heredadas de otras “olas” o que, incluso, se asocie directa o indirectamente con ellas.

Saber usar una calculadora, tener un computador o una impresora, ver siempre el teclado en el celular o estar en un “hogar conectado” (internet de las cosas) son elementos y temas que tuvieron distintos niveles de aceptación y credibilidad en su momento, pero que se van convirtiendo —de forma voluntaria o involuntaria— en parte del paisaje fértil y en el abismo inaccesible.

Inteligencia postpandemia

La pandemia sirvió como catalizador en algunos ámbitos, pero ámbitos como la memoria y el nivel de absorción o apropiación de lo que toca a ciertas comunidades, y me refiero a la educativa en sus procesos pedagógicos y administrativos siguió incólume.

La velocidad de apropiación y absorción de la tecnología en procesos comunicativos sigue varios universos más adelante: estudiantes de todos los niveles y edades usamos Whatsapp como un boquitoqui. Abrimos cuentas en cuanta red o programa se nos aparece para usar la inteligencia artificial del momento o para hacer eso que apareció en Tiktok o que necesito para mi trabajo. Para la tecnología, la comunicación va adelante de la pedagogía y de la anhelada curricularización de la vida.

La inteligencia artificial ha aumentado su alcance. Aceleró de forma exponencial la inserción de la tecnología en la vida cotidiana, además con usos pedagógicos. También generó o fortaleció la adicción que muchas personas tienen con las IA, y fueron un plugin más para la maleta de gadgets, o el revulsivo para actualizar o “engallar” todas las aplicaciones.

Ese cambio de matiz en el uso de la tecnología, más accesible, más intuitivo, más “cercano” para comunicarnos, convirtió a algunas aplicaciones y escenarios de comunicación en medios de reproducción de modelos que informan, pero no capacitan. Nos gusta vivir informados, eso lo logra también la inteligencia artificial, pero al serlo no necesariamente estamos siendo formados para tomar posición o seguir siendo humanos frente a la tecnología: nos gusta creernos más inteligentes porque usamos una inteligencia “artificial”.

Para tomar decisiones…

En la postpandemia, las aplicaciones taquilleras de tecnología superaron la barrera del computador y llegaron a nuestros sentidos por medio del celular. Ya nos escuchan, nos leen, también nos escriben y nos hablan.

La era de los asistentes personales sin personalidad llegó para facilitar la vida de los espíritus irascibles y alterados: no necesito a alguien que me entienda si una interfaz me ayuda. Ya lo había sugerido el cine con cintas como “Ella”de Spike Jonz.

Algunos años atrás, era necesario entrar al piso bajo de la biblioteca, navegar por pasillos y encontrar la gaveta con cientos de papeles cruzados por el centro para hallar alguna información. Luego, instalaron pantallas verdes con teclados que competían por sonar más fuerte que los otros en la fila de ingreso con carné.

Después, la revolución dobló la esquina. Junto a las maquinitas estaba la terminal portátil que, por algunas monedas y junto, o no, a tu amigo geek, te daba acceso a la página de Infoseek o Google para encontrar ya no esa información, sino todas sus versiones. Siempre una acción a la vez, tú buscas, puede que encuentres, eres tú.

Ahora, levantamos la mano y en ella aparece proyectada la información que tenemos pensado preguntar, puede que no importe si existe o no; si es verdad o no.

Unos meses atrás (o adelante, ya el tiempo no importa sino en qué lugar estás dentro de los versos de la información), el buscador al que accedías para preguntar algo se adelantaba unas palabras para decirte lo que ya habías charlado con el celular. Ahora, las aplicaciones te presentan información sobre lo que quieres comprar, tener o conocer, porque ya “saben” cómo te sientes o qué necesitas; eso resulta clave en el campo de la formación y en el manejo de emociones. De nuevo, crudamente, una película lo llega a narrar: “Red Rose”.

Si estamos informados, debemos buscar estar formados, capacitados. De lo contrario, la consciencia de nuestras acciones puede resultar en una reproducción que llena el espacio, pero no interactúa realmente con él. Llenamos de información nuestras vidas, pero no dejamos espacios para el conocimiento, la experiencia o su convergencia en reflexión que lleve a realmente “saber”.

Al parecer, ya no tomamos decisiones, aunque creamos hacerlo.

Somos lo que hacemos con nuestra educación

La neurociencia y la gamificación nos dicen que somos y pensamos de determinadas maneras, por un relato de vida que nos precede, como individuos y como especie.

Para las elecciones, en las que Lincoln o Gaitán participaron, los discursos de cada aspirante al gobierno no tomaron menos de dos horas en emitirse, con la aquiescencia de su electorado, el público se tomaba el tiempo de escuchar las arengas, argumentos, sesudas reflexiones y debates que se proferían, sin cerrar un ojo para tomar decisiones.

Ahora nuestro tiempo de atención y de organización discursiva es menor que el de un pez, después de un par de minutos necesitamos oxígeno, o cambiar de actividad “por nuestra salud mental”.

Somos y pensamos de determinadas maneras porque nuestros cerebros han recibido y se han apropiado de forma distinta del ambiente en el que se desarrollan. No es gratuito que retos, juegos y problemas compartan su importancia en nuestro ecosistema neuronal.

Nos gusta plantearnos tareas, nos encantan los retos, aprendemos jugando. Pero, también es cierto que (puede que con la edad), privilegiamos la concreción sobre la vaguedad, la acción sobre la reflexión, la emoción sobre el discurso. Por eso, Lincoln o Gaitán hoy tendrían que hacer un pitch para poder llegar a convencernos de todo lo que en su época propusieron.

De forma condicionada, para acceder a ese pitch o a la “comprensión” de ese discurso, tendríamos que abrir los reels de la aplicación favorita, el infomercial durante el noticiero o aquel fragmento de información que llena nuestros espacios para hacernos sentir formados, para que creamos en la toma de decisiones.

Pero la tecnología y la inteligencia ya “saben” cuál es nuestra decisión. ¿Lo saben nuestros profesores?

Enseñar o motivar, hacer o aprender a hacer.

De forma velada, se asoma la luz de las metodologías activas en el centro de investigación en educación. Esto en medio de las avalanchas de información y tendencias que cubren el panorama con prompts, plataformas educativas y asistentes de información. La pandemia preparó este terreno con los tecnófobos y los tecnófilos, con los TICs y las TIC, con la dependencia a las pantallas y la infodemia.

Trabajo con maestros en áreas rurales, así como con docentes y personas con estudios posdoctorales que dedican su vida a la investigación. Ambos realizan su labor de forma ardua en contextos diversos, y se encuentran en uno de los cuatro escenarios comentados inicialmente frente a la inteligencia artificial, enfrentándose y aprovechando sus beneficios y retos.

Lo ideal sería que esa caja negra, esos castillos de prompts, estas interfaces de algoritmos que recogen nuestra historia y la hacen sintaxis única en respuestas lógicas, hicieran posible una equidad en la comunicación y en la educación.

Sería ideal que la inteligencia artificial, con todas sus interfaces, potenciara la equidad y la inclusión educativa, pero, lamentablemente, por sí sola únicamente logrará profundizar las brechas que existían antes de la pandemia

Puede que la IA profundice o ayude a superar las brechas de acceso y apropiación, o las competencias digitales que ya deben ser estándar en todo plan curricular, pero que en algunos contextos no supera el simple uso de programas informáticos. Sin embargo, si aún no se cuenta con modelos de estandarización y evaluación de las competencias digitales las IA seguirán siendo tendencia y bandera para pocos conocedores o defensores de la tecnología (educativa).

El punto de quiebre lo constituye la ética. Esa que normalizamos al no establecer una política anti plagio cuando apenas existía Google y sabíamos que se podía traducir una tesis de doctorado sin que apareciera el dueño. Qué norma establecer cuando el dueño se conoce como un LLM y tiene la capacidad de “leer” todo el Quijote y responder a tres preguntas en 10 segundos (sin pagar más de 20 dólares al mes).

Cuando el profesor le pregunta a una pantalla cómo podría preparar mejor una clase o un examen (caso real en cualquier parte de nuestra geografía escolar) y el estudiante consulta por las respuestas que puede dar para entenderlo o responderlo, ambos suplen la presión del tiempo por una “decisión inteligente”, así asistimos a un caso de toma de decisiones dentro de una sociedad infoxicada.

El profesor decide usar la inteligencia artificial, sabiendo o no que el estudiante también puede decidir usarla para demostrar el conocimiento que el profesor invita a construir. Ninguno de ellos está violando principio ético alguno: actúan con autonomía, beneficencia, justicia y no maleficencia; ¿pero están actuando con veracidad?

Los principios éticos no han cambiado desde antes de que bajáramos al sótano de la biblioteca, y no van a cambiar así los consultemos al chatbot. Si buscamos cubrirlos todos, citando que hicimos algo o no con el uso de los modelos de lenguaje que constituyen el centro de la inteligencia artificial, podríamos estar haciendo lo mismo que cuando citamos a Sampieri como Hernández o a Bunge o a Allende. Nos sentiríamos aliviados.

Pero no es así, el adagio reza que cuando citamos a muchos estamos haciendo investigación, pero cuando no citamos a uno estamos haciendo plagio. Con los modelos de inteligencia artificial, no solo citamos, en ocasiones le damos el poder de la toma de decisiones a la respuesta que nos muestra la pantalla, dándole un nuevo nivel al concepto de creación y plagio.

Foto: Pexels - El profesor usa la inteligencia artificial con el propósito de que el estudiante construya un conocimiento. Sin embargo, la misma inteligencia artificial ayuda al estudiante a resolver los ejercicios propuestos por el profesor.

si aún no se cuenta con modelos de estandarización y evaluación de las competencias digitales las IA seguirán siendo tendencia y bandera para pocos conocedores o defensores de la tecnología (educativa).

Una forma de aprovechar como beneficio la presencia de la inteligencia artificial en nuestras aulas y escenarios de formación resulta de no esperar a tener que regular su participación en nuestras decisiones educativas sobre jurisprudencia como nos hace pensar “Oppenheimer”. Debemos enriquecer el inicio de cada experiencia educativa hablando de lo que nos aleja, de lo que nos fragmenta en pantallas incluso cuando nos sentamos frente a frente.

Al mismo tiempo, el reto de la inteligencia artificial, como insumo de comunicación que debe aprovecharse para formar y educar, es ser parte consustancial, no velada, de cada práctica educativa. Esto permite superar no solo la memorización, tan debilitada con los dispositivos, sino también, y más que nunca, preparar la ruta por un pensamiento crítico que transporte la toma de decisiones formadas, fundamentadas y muy muy comunicadas.

Con las nuevas tecnologías de la comunicación, bajo el paraguas y con el ADN de la inteligencia artificial en sus distintas evocaciones y plataformas, corremos el riesgo de perder de vista el fomento de las habilidades que nos hacen especie, comunicarnos asertivamente, permitir la presencia y suplir la racionalidad por inteligencia.

Como dice la inteligencia artificial, aunque no la use: en resumen, debemos aplazar el cortoplacismo de las historias en pantalla y atender a los relatos y proyectos a mediano y largo plazo. Con ello, muy seguramente, podremos desnaturalizar prácticas que nos automaticen en contra de ser posthumanos.

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14 Comentarios

Jenny Valeria Palomino Cuéllar octubre 22, 2023 - 10:28 pm

Importante artículo. Conocer sobre estas nuevas tecnologías nos ayudará a adaptarnos y comprender las realidades que ya no podemos negar, especialmente en el sistema de educación. Hacer pedagogía sobre el buen uso de estas denominadas IA, es vital para poder sobre llevarlo y hacer un uso correcto de las mismas.

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Arturo Gómez octubre 23, 2023 - 10:18 am

Es verdad que cada día más personas hacen uso de la inteligencia artificial para las tareas diarias y el sector académico no es la excepción. El artículo nos muestra el como, después de la pandemia, el uso común de esta afecta el como se enseña y como se aprende en el siglo en el que vivimos, siendo seres como poca capacidad de concentración que necesitan aprender de forma fácil, corta y sin mucho esfuerzo; aunque por otro lado también se nos muestra el como la inteligencia artificial, con un buen uso, es capaz de ayudar de manera eficaz, cumpliendo su función y sin la necesidad de afectar directamente el aprendizaje de maestros y estudiantes.

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Jhon Alba octubre 24, 2023 - 4:57 pm

La inteligencia artificial es una herramienta o asistente que debe aprender a usarse de forma correcta, consciente y crítica con el fin de evitar mediocridad, desinformación y déficits de atención que deriva en procastrinación.
Lo importante es lo que se hace con esa información ya que solo los seres humanos son capaces de crear y usar esa información con un propósito tomando decisiones propias.

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Luciana Cardona octubre 27, 2023 - 12:50 pm

Este artículo plantea la idea de que estamos aceptando la tecnología y la inteligencia artificial como algo normal sin pensar mucho en ello. La inteligencia artificial se ha vuelto tan común que la usamos sin comprenderla realmente. Esto plantea la preocupación de si estamos realmente volviéndonos más inteligentes o simplemente dependiendo de la tecnología. El autor sugiere que debemos ser más conscientes de cómo usamos la inteligencia artificial y cómo puede enriquecer nuestra educación en lugar de reemplazarla. En mi opinión, las inteligencias artificiales han tenido principalmente impactos adversos, ya que han llevado a que las personas no se esfuercen por llevar a cabo acciones beneficiosas para sus vidas y han descuidado el pensamiento crítico. No obstante, no se trata de abandonar su uso por completo, sino de ser conscientes y aprovechar de manera constructiva las herramientas que estas tecnologías nos ofrecen.

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Natalia Báez octubre 27, 2023 - 10:31 pm

La inteligencia artificial es, al igual que en su momento fue Google, y como en su momento fue la biblioteca pública, un medio para buscar y adquirir conocimiento de forma fácil, breve y rápida, sin embargo, la inteligencia artificial tiene un gran problema que tanto Google y la biblioteca pública comparten, pero no en tanta medida, y es que, ¿Como podemos corroborar que la información que estamos obteniendo es verdadera?, en la biblioteca pública podías comprobar leyendo más libros, claro, los que estuvieran disponibles, la información ofrecida era limitada, y eso incentivaba a corroborar con al menos otra fuente la veracidad de la información, la cual solo podía ser ofrecida por autores reconocidos. Cuando la información se hizo fácilmente accesible a través del internet, buscar información se hizo incluso más fácil, pero corroborarla no, ahora cualquiera podía publicar su opinión y si el motor de búsqueda lo favorecía, podías encontrar información falsa entre un grupo de información verdadera, he ahí el problema de páginas como Wikipedia, sin embargo aun podías comprobar si quiera quien era el autor, lo cual es imposible con la inteligencia artificial, ya que por la forma en que estos funcionan, no tienen un autor especifico, haciendo que esa línea entre lo real y lo falso de disipe, bien podrías generar 1000 respuestas en un segundo, y ninguna e citara un autor en específico, y aunque así fuera, no tienes forma de comprobarlo, sin embargo, hoy en día está ganando más popularidad debido a que es mucho más fácil pedirle a una IA que te de lo que quieres, que hacer el esfuerzo activo de buscar y comprobar tus fuentes.

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David Herrera octubre 29, 2023 - 4:09 pm

Es bueno reflexionar sobre el creciente papel de la inteligencia artificial en nuestras vidas, particularmente en el ámbito educativo. También tener en cuenta, que aún así, la IA ha permeado la comunicación y la educación, vemos preocupaciones éticas sobre cómo la usamos. Es importante que no descuidemos las habilidades humanas esenciales, como la comunicación asertiva y la toma de decisiones fundamentadas, en un mundo dominado por la tecnología. También es necesario enfatizar en la necesidad de abordar la ética en el uso de la IA en la educación, ya que los estudiantes pueden depender de la IA para obtener respuestas sin comprender el material. El autor sugiere que debemos reflexionar sobre cómo la IA afecta la educación y cómo podemos promover habilidades humanas en este contexto.

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Juan Pablo Nieto octubre 29, 2023 - 5:00 pm

Es importante que la educación en IA incluya un componente ético. Los estudiantes deben aprender a utilizar la IA de manera responsable y ética. Esto significa que deben ser conscientes de los posibles sesgos y riesgos de la IA, y que deben saber cómo mitigarlos. La IA es una tecnología poderosa que puede tener un impacto significativo en la educación. Por lo tanto, es importante que los estudiantes sean conscientes de los posibles riesgos y sesgos de la IA, y que sepan cómo mitigarlos.

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Angie Soto octubre 29, 2023 - 8:07 pm

Es una reflexión interesante sobre el impacto de la inteligencia artificial en la educación y la toma de decisiones. Destaca la importancia de la ética en el uso de la IA y plantea interrogantes sobre la veracidad y la responsabilidad de los actores involucrados. Estoy de acuerdo con el autor en que es fundamental considerar los aspectos éticos al implementar la inteligencia artificial en la educación, ya que esta tecnología puede tener implicaciones significativas en la forma en que los estudiantes aprenden y se desarrollan. Además, comparto la preocupación del autor sobre cómo la IA puede profundizar las brechas existentes en la sociedad. Si no se aborda adecuadamente, la implementación de la IA en la educación podría favorecer a aquellos que ya tienen acceso a recursos y tecnología, dejando atrás a aquellos que no tienen las mismas oportunidades. Es esencial garantizar que la IA se utilice de manera inclusiva y equitativa, brindando igualdad de oportunidades a todos los estudiantes. Por otro lado, estoy de acuerdo con la idea de que no se debe depender únicamente de la tecnología en la educación. Aunque la IA puede ser una herramienta poderosa para mejorar el aprendizaje, es importante que los estudiantes también desarrollen habilidades críticas y de comunicación. La interacción humana y el pensamiento crítico son aspectos esenciales en el proceso educativo, y no deben ser reemplazados por completo por la tecnología.

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Angie Soto octubre 29, 2023 - 8:13 pm

Es una reflexión interesante sobre el impacto de la inteligencia artificial en la educación y la toma de decisiones. Destaca la importancia de la ética en el uso de la IA y plantea interrogantes sobre la veracidad y la responsabilidad de los actores involucrados. Estoy de acuerdo con el autor en que es fundamental considerar los aspectos éticos al implementar la inteligencia artificial en la educación, ya que esta tecnología puede tener implicaciones significativas en la forma en que los estudiantes aprenden y se desarrollan.

Además, comparto la preocupación del autor sobre cómo la IA puede profundizar las brechas existentes en la sociedad. Si no se aborda adecuadamente, la implementación de la IA en la educación podría favorecer a aquellos que ya tienen acceso a recursos y tecnología, dejando atrás a aquellos que no tienen las mismas oportunidades. Es esencial garantizar que la IA se utilice de manera inclusiva y equitativa, brindando igualdad de oportunidades a todos los estudiantes.

Por otro lado, estoy de acuerdo con la idea de que no se debe depender únicamente de la tecnología en la educación. Aunque la IA puede ser una herramienta poderosa para mejorar el aprendizaje, es importante que los estudiantes también desarrollen habilidades críticas y de comunicación. La interacción humana y el pensamiento crítico son aspectos esenciales en el proceso educativo, y no deben ser reemplazados por completo por la tecnología.

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Juan Sebastián Güecha Castellanos octubre 29, 2023 - 8:35 pm

La tecnología es una herramienta que hoy en día se hace esencial para lograr avanzar en niveles educativos y laborales, lo que la convierte en una necesidad para lograr una vida más «estable». Sin embargo, esto lleva consigo ciertos riesgos como lo es que ahora, con ayuda de las nuevas tecnologías, el esfuerzo se ha perdido y ya no hay una necesidad ni ganas de aprender por parte de los estudiantes, lo que puede ocasionar una deficiencia futura a la hora de ejercer las labores para las cuales se están formando. Es por ello que se deben buscar estrategias que conviertan a la tecnología en lo que es, una herramienta y no la esencia humana.

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Joan Sebastian Gutierrez Sanchez octubre 29, 2023 - 9:34 pm

Un punto que me parece merece ser resaltado, en relación con lo mencionado con el autor, es que la exposición que tienen las sociedades humanas contemporáneas a una cantidad abrumadora de contenido digital, lo que está generando es el florecimiento de la pasividad mental, con esto me refiero a la preferencia del consumidor por contenido fácilmente digerible lo que ocasionada una zona de confort mental en donde no es necesario el esfuerzo intelectual. Esto genera como consecuencia que las personas sean fácilmente manipulables e incapaces de desarrollar una voz crítica. Por otra parte es de vital importancia generar relaciones lo menos toxicas posibles con las nuevas tecnologías que a priori tienen la apariencia de convertirse en herramientas poderosas para el ser humano; si se opta seguir por esta línea no parece descabellado incorporar de manera significativa la inteligencia artificial como herramienta de aprendizaje y enseña en los contextos educativos, esto sin duda desde una perspectiva positiva podría potencial las habilidades humanas y ayudarnos a entendernos mejor a nosotros mismo y a nuestro entorno, que es en mi humilde opinión el fin último que tenemos como seres consientes.

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Oscar Martinez octubre 29, 2023 - 9:49 pm

Es una realidad que con los avances tecnológicos que año tras año nos van invadiendo, es normal que tengamos que adaptarnos a los mismos desde todos los ámbitos posibles. En cuanto a educación se le puede sacar un provecho para que se utilicen estas herramientas para mejorar la calidad de la enseñanza desde los colegios hasta la educación superior, pero se deben poner límites para que no se vuelvan dependientes de la tecnología para realizar trabajos o ejercicios mentales solo por facilitarse la vida, pero lastimosamente harían que las mentes se queden dependiendo siempre de esto y su uso sea menor.

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Margy Bustos octubre 29, 2023 - 10:44 pm

La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta muy importante para el desarrollo y la innovación, es una herramienta que nos permite obtener mucha información, el realizar tareas especificas, y automatizar ciertos procesos, pero aun así también es una herramienta que hay que saber usar ya que este tipo de IAs puede generar en la sociedad cierto «retraso» ya que hay personas que pueden usarla para sencillamente curarse la pereza de realizar actividades, y también es riesgoso cuando estas tecnologías apenas están en desarrollo, deben ser herramientas usadas para generar apoyo y no solo una una única fuente para soluciones.

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Diego Martínez octubre 29, 2023 - 11:48 pm

Si bien la tecnología ha aportado numerosos beneficios a la humanidad, también es importante tener en cuenta los posibles desafíos. Uno de ellos, tal como lo menciona el artículo, tiene que ver con el aprendizaje y los hábitos de estudio. Aunque vivimos en una época en la que el acceso a la información es más fácil que nunca, el proceso de transformar esa información en conocimiento significativo y experiencia profunda puede verse obstaculizado por ciertos factores relacionados con el uso excesivo de la tecnología y las IA. Por un lado, la abundancia de información disponible a través de internet y otras fuentes digitales puede resultar abrumadora. En lugar de asimilar y reflexionar sobre la información, las personas pueden simplemente consumir una gran cantidad de datos sin profundizar en su comprensión o aplicabilidad. Y, por otra parte, la búsqueda constante de respuestas rápidas puede inhibir la capacidad de pensar críticamente y de formar un conocimiento más completo y reflexivo.
Debido a esto, es crucial fomentar un equilibrio saludable entre el uso de la tecnología y la participación en experiencias directas, así como promover la reflexión crítica y el pensamiento profundo en el proceso de adquisición de conocimientos. Esto permitirá a las personas desarrollar una comprensión más completa y significativa del mundo que las rodea.

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