Saludcoop: ¿crisis de valores o crisis del modelo solidario? - Razón Pública
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Saludcoop: ¿crisis de valores o crisis del modelo solidario?

Escrito por Bernardo Congote
bernando congote

bernando congoteEl sector cooperativo o solidario está sufriendo un fuerte remezón: la nave insignia del sector, Saludcoop, hace agua en medio de los peores vicios del capitalismo que las cooperativas pretendían corregir. Por otro lado -y paradójicamente- la “responsabilidad social empresarial” parece ir viento en popa hacia un capitalismo solidario[1].  

Bernardo Congote Ochoa*

Quiebra económica y ética

Una institución emblemática del sector cooperativo está en la picota pública. La Entidad Promotora de Salud Organismo Cooperativo (Saludcoop EPS) ha sido intervenida por el gobierno nacional como resultado de investigaciones judiciales, administrativas y periodísticas. Con el paso de los días, la situación se va mostrando cada vez más dramática.

El caso es de grandes dimensiones: en la actualidad Saludcoop tiene tantos afiliados como el Instituto del Seguro Social en sus mejores épocas: aproximadamente 5 y medio millones de personas.

A la espera de los fallos judiciales, los indicios que justificaron la intervención de la Superintendencia Nacional de Salud invitan a preguntarse si el desplome ético en esta institución solidaria refleja o no la realidad del sector cooperativo en su conjunto.

Saludcoop era la organización líder del llamado Tercer Sector cooperativismo o sector solidario regido por una escala de valores cuyo rigor y verticalidad reñirían de entrada con los delitos que se le señalan.

Algunos de los valores fundacionales del cooperativismo son la democracia, la responsabilidad y la ética, pero apena comprobar que ellos brillan por su ausencia en las débiles justificaciones de sus dirigentes ante las autoridades judiciales, luego de la intervención.

Ascenso y declive del sector solidario

Comienzo por destacar el ascenso que han tenido las instituciones solidarias en diferentes sectores de la economía colombiana: además de la salud, se destaca el sector financiero, con entidades como Seguros La Equidad; el de alimentos, con COLANTA, y el sector educativo, con la Universidad Cooperativa que es la entidad de educación superior con mayor cobertura geográfica en Colombia.

Sin embargo, los graves hechos denunciados son fuente de preocupación y frustración dentro del movimiento cooperativo: una crisis de valores con hondas repercusiones podría estar afectando no sólo a algunas de las grandes cooperativas, sino también a las medianas y pequeñas. De ser así, muchos colombianos estarían perdiendo su confianza centenaria en el cooperativismo, tan estricto en el manejo del ahorro privado.

Podría ser que la dinámica de las grandes instituciones cooperativas las haya hecho orbitar cada vez más cerca del capitalismo financiero, trocando los valores solidarios por la copia de los peores vicios capitalistas. Razón por la cual es posible también que esta crisis amenace con frenar al sector cooperativo frente al empuje capitalista, cada vez menos responsable y menos ético.

Tensiones del cooperativismo

Esta inclinación capitalista del solidarismo puede explicarse por el hecho tozudo de que la gran base solidaria no sólo ha surgido, sino que se desenvuelve en un entorno de instituciones, estructuras y relaciones que actúan, formal o informalmente, bajo patrones capitalistas.

En efecto, instituciones modernas como la familia, la escuela, el taller, los gremios, la sociedad o el Estado surgieron en la modernidad occidental con base en fundamentos capitalistas, mucho antes de que aparecieran los enunciados solidarios de Rochdale a mediados del siglo XIX en Gran Bretaña.

Ello explicaría el gran reto que habría significado para solidarios nacidos del capitalismo, dar el salto cualitativo que significa crear instituciones que funcionen bajo patrones no capitalistas, pero que al tiempo necesitan aparecer competitivas y eficientes en el uso de sus recursos.

Un ejemplo típico consistiría en la suma de problemas que con más fuerza ha afectado al cooperativismo desde sus orígenes: la dificultad para enfrentar con éxito la competencia de mercados financieros capitalistas, sin desprenderse de los valores solidarios, en el manejo de enormes recursos de ahorro popular, fenómeno expuesto por grandes economistas del siglo XIX como John S. Mill, Alfred Marshall o Wilfredo Pareto.

Estas contradicciones y dificultades explicarían que las instituciones solidarias estuvieran cayendo en la trampa de copiar algunos de los peores vicios capitalistas y olvidando sus valores fundacionales, sólo para ser eficientes o rentables a los ojos de sus propios asociados.

Situación que los lleva a comparar los modestos resultados del solidarismo “puro” frente a los del capitalismo salvaje o sofisticado, que sigue prosperando, al menos en el corto plazo. Es posible entonces que el auge de grandes instituciones solidarias en Colombia se haya debido al uso de los más notorios vicios capitalistas, mientras que las entidades solidarias “puras” estarían cayendo en el laberinto de su propia insostenibilidad.

Inventario de una crisis

Desde el año 2009, bajo el auspicio del propio sector cooperativo, se han realizado estudios que señalan algunos de los vicios que contagian al sector solidario. Desde entonces se habían develado algunas características de esta crisis de valores. A manera de ejemplo mencionaré las siguientes:

  • Gestión irresponsable o ineficiente de los recursos financieros;
  • Cultura amiguista o compinchera en las Juntas Directivas;
  • Manejo gremial igualmente compinchero.
  • Asociados y colaboradores de cooperativas insatisfechos con este modelo de gestión.
  • Gestión solidaria de espaldas a las necesidades o expectativas de sus asociados.
  • Irresponsabilidad de algunos asociados y en especial moras en los pagos que dan pie a problemas financieros.
  • Deterioro del patrimonio colectivo.
  • Quiebra gradual de algunas instituciones solidarias.

Un inventario semejante contribuye a entender por qué se han producido los estropicios conocidos recientemente al más alto nivel del sector cooperativo.

Advertencias poco escuchadas

Algunas de estas situaciones venían siendo advertidas por importantes tratadistas del solidarismo, inclusive como amenazas y debilidades inherentes al sistema mismo. Según Carlos Uribe [2] en el sector solidario se tiende a subestimar el valor de la empresa descuidando la eficiencia y se le presta poca atención a las prácticas democráticas.

Por su parte Georges Laserre [3] había demostrado que el éxito empresarial exige a la dirección solidaria sacrificar sus intereses personales y que la buena administración cooperativa corresponde a un equilibrio entre una moral de eficiencia y una moral de intenciones.

Advertencias que, obviamente, no han sido acogidas con la seriedad debida por algunas de las instituciones sectoriales sometidas hoy al escarnio público en Colombia.

Valores por rescatar

La democracia, uno de los valores fundacionales del cooperativismo, puede estar corriendo el riesgo de verse degradada hasta el punto de que las administraciones hayan cohonestado ciertas prácticas que atentan contra la moral de eficiencia y de intenciones que invocaron los fundadores del movimiento.

La democracia cooperativista sólo es exitosa si va de la mano con un estricto sentido de la responsabilidad colectiva, y se hunde si sólo hay “masas”, no asociados, o si sólo hay “ejecutivos” en lugar de dirigentes responsables que practican los más altos estándares éticos.

Hacia un capitalismo solidario

Paradójicamente, la situación descrita abre la posibilidad de que hoy por hoy se esté consolidando un fenómeno que los fundadores del solidarismo en el siglo XIX jamás hubieran podido prever. Consistiría en que mientras las grandes cooperativas hacen agua por el abandono de sus valores fundacionales, en el seno del más clásico capitalismo y al amparo de la Responsabilidad Social Empresarial o gestión responsable de empresas, se estarían gestando transformaciones hacia una retadora especie de sostenibilidad solidaria del capitalismo, adoptando como propios valores que hasta ahora habrían sido exclusivos del Tercer Sector.

El caso de Saludcoop, que no parece aislado, sugiere la posibilidad de que el sector solidario se quede “con el pecado y sin el género”, mientras la gestión capitalista moderna termina apropiándose con éxito de esas virtudes para edificar una sociedad no sólo más equitativa sino más sostenible [4].

* Profesor de Planta, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, Colombia

 

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