
Los medios parecen jugar un papel clave en episodios donde el criminal repite un libreto aprendido de violencia. No hay pruebas concluyentes, pero el efecto copycat podría explicar este fenómeno.
Mauricio Noguera* – Daniel Verástegui **
Oleada de denuncias
Tras rehusarse a bailar con un hombre en medio de las fiestas populares, una mujer de 22 años fue atacada con ácido en su rostro, causándole graves heridas. Esto ocurrió en el corregimiento de Mondomo, Santander de Quilichao, en el Norte del Cauca el pasado 8 de enero de 2013.
Según Medicina Legal, desde 2004 viene ocurriendo este tipo de ataques. Solo a partir de 2011 estos hechos violentos empezaron a ser denunciados por los medios de comunicación. Durante 2012 se registró una escalofriante ola de denuncias.
La gravedad de las denuncias tuvo resonancia internacional. Incluso el Washington Post publicó un artículo de primera plana el 3 de agosto de 2012. Se organizaron movilizaciones sociales y campañas mediáticas. Un grupo de congresistas consideró necesario radicar un proyecto de ley para enfrentar la situación.
En todo este proceso se han identificado dos factores que podrían explicar este tipo tan particular de violencia:
- la impunidad para delitos de esta clase, ante lo cual se propone un aumento de las penas;
- la existencia de un contexto de violencia de género contra las mujeres en Colombia.
Foto: libretadeapuntes.com |
Las explicaciones
Las organizaciones de mujeres han hecho un gran trabajo enmarcando este tipo de ataques en un contexto de violencia de género. No es coincidencia que estos ataques estén relacionados con presuntas infidelidades por parte de mujeres, rechazos a citas amorosas, y motivos similares.
Siguiendo a la analista María Mercedes Gómez, se diría que estos ataques hacen parte del uso jerárquico de la violencia: el perpetrador — despreciado — buscar diferenciarse y rebajar a la mujer, su víctima, a un rol de inferioridad.
Por su parte, los defensores del aumento de penas para estos delitos han argumentado que más años de cárcel para los victimarios y una mejor regulación de la venta de sustancias corrosivas redundarán en la disminución de los ataques.
Llama la atención que ambos argumentos hayan quedado claramente expuestos en el Proyecto de Ley 197 de 2012, que cursa en el Congreso.
Pese a la extensa referencia que hace el Proyecto al papel de los medios de comunicación al reportar este tipo de actos, curiosamente no se toma ninguna medida ni se les hace ningún tipo de llamado.
El efecto copycat
Distintas disciplinas han descrito el poder que tienen los medios de comunicación para inducir una secuencia de conductas similares en muy poco tiempo. Por ejemplo, para Loren Coleman[1] el efecto copycat es el pequeño y sucio secreto de los medios, los cuales ponen una distancia moral entre los eventos y su difusión, para poder decir que ellos no son parte del problema.
El efecto copycat — reconocido también como la imitación de crímenes o el efecto contagio — es la repetición “epidémica” de crímenes por imitación donde se reproducen las técnicas de la violencia que han sido difundidas por los medios de comunicación.
Cabe preguntar si este efecto no contribuye a explicar la proliferación de los ataques de ácido contra mujeres, pues los medios insisten en reportar este tipo de crimen. Además del uso jerárquico de la violencia y de la falta de castigo, el efecto contagio sería un tercer elemento a considerar en el análisis y tratamiento del problema.
![]() Las organizaciones de mujeres han hecho un gran trabajo enmarcando este tipo de ataques en un contexto de violencia de género. Foto: www.risaraldahoy.com |
Violencia, medios y opinión pública
Con respecto al efecto copycat, los estudiosos señalan que los medios utilizan las noticias de violencia para crear conmoción y reconocimiento: las noticias de violencia conmueven por sus efectos, tienen mayor recordación en el público y son las más vistas dentro del conjunto de noticias. Las noticias violentas venden, impactan y se multiplican [2] .
Los medios se encargan de reforzar las conductas que les son más convenientes para garantizar su audiencia, aunque en su discurso verbal las censuren y afirmen que es preciso evitar esas conductas.
El efecto copycat es un fenómeno social regulado por los principios del aprendizaje: los seres humanos aprendemos observando la conducta de un modelo a quién consideramos experto o a quien queremos imitar.
Los medios aumentan el potencial de este mecanismo al exaltar y describir minuciosamente las características de los crímenes y de los criminales, induciendo la identificación con sus vidas y sus experiencias, hasta reforzar las motivaciones que llevaron a cometer las conductas violentas.
Cómo se desencadena el efecto copycat
Los casos de asesinos múltiples en centros educativos de Estados Unidos son una clara manifestación del efecto copycat. Tras el drama en Columbine (Colorado), en 1999, se presentaron nuevos incidentes marcados por una conducta imitativa, un verdadero fenómeno de contagio: en Nuevo México, en Oklahoma, en Pensilvania, junto con el reciente tiroteo de 2012 en Connecticut.
La conciencia que se tiene sobre el efecto copycat es relativamente reciente y pone en entredicho el papel de los medios: en efecto, la forma como estos difunden los sucesos podría provocar el contagio o la repetición de eventos similares.
¿Será algo así lo que ocurre en Colombia con los ataques con ácido?
![]() Los casos de asesinos múltiples en centros educativos de Estados Unidos son una clara manifestación del efecto copycat. Foto: columbineproject.blogspot.com |
El copycat colombiano
Según Medicina Legal, durante 2011 se registraron 103 ataques: 59 a hombres y 44 mujeres Para el período de enero a abril de 2012, también según Medicina Legal: fueron atacados 12 hombres y 22 mujeres (65 por ciento de los casos).
Desde una perspectiva de género, estos patrones cambiantes harían difícil sostener como único argumento que se trata de una violencia específica dirigida contra las mujeres.
Sin embargo, si se analiza el volumen de noticias emitidas en 2011 y el enfoque escogido por los medios como una serie de ataques dirigidos exclusivamente contra mujeres, tal vez podría comprenderse el aumento relativo en la ocurrencia de estos crímenes contra las mujeres en 2012.
La difusión masiva de estas noticias pudo ofrecer “el ejemplo a imitar” para que más hombres traten de someter a “sus” mujeres en casos similares: infidelidad, decepciones amorosas y un largo etcétera.
¿Cómo afrontar el problema?
Tanto en Estados Unidos como en Colombia, el martilleo permanente y la cobertura sensacionalista de los medios han impedido efectuar el examen crítico de los eventos desencadenantes y del contexto donde se dan estas conductas.
Pero en Colombia resulta fundamental reflexionar sobre el papel de los medios en las seguidillas de crímenes atroces. Los medios deben ser parte de las estrategias para enfrentar este tipo de delitos, pues no se trata de censurar o de coartar la libertad de expresión, sino de que los medios asuman con seriedad el rol que juegan en la construcción de una sociedad menos violenta.
* Abogado y candidato a la maestría en estudios de género de la Universidad Nacional, ex becario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
** Psicólogo y candidato a la maestría en Psicología, profesor de Psicología y Género de la Universidad Nacional.