
La estigmatización de las minorías sexuales –y de las minorías étnicas y raciales– debería ser rechazada por la totalidad de las y los colombianos.
Mauricio Noguera Rojas*
Un acto despreciable
En el discurso de 1995 sobre Los 14 síntomas del fascismo eterno, Umberto Eco señaló que “los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico”. Fieles a esta tradición, el autodenominado Comando Radical Nacionalista (CNR) escribió las frases “Maricas fuera” y “El culo es pa cagar” y regó pintura blanca sobre la “escalera de la diversidad” ubicada en la calle 89 con carrera 7.
Las defensoras y defensores de la diversidad sexual, varios representantes del Concejo de Bogotá y la alcaldesa de la capital rechazaron este hecho. Sin embargo, algunos usuarios de Twitter señalaron que no había razón para preocuparse por unas escaleras pintadas y otros afirmaron que, si rechazábamos estos grafitis, debíamos rechazar aquellos que fueron pintados durante el Paro Nacional. Hubo incluso algunos que publicaron mensajes como “Bien ahí neonazis” o “Me gustaría unirme al CRM”.
La limitada información que existe sobre el Comando Radical Nacionalista debería bastar para que toda la sociedad colombiana lo rechace. En este blog, la organización reivindica la defensa del “ideario nacional-socialista, fascista o simplemente nacionalista” y afirma que “La fuerza se debe aplicar solo en defensa de nuestra comunidad de nación, en contra de pervertidos, delincuentes y traficantes y claro mamertos antifascistas, cuando esto sea necesario” (sic).
El CRN encarna una ideología fascista que se traduce en comportamientos homofóbicos, transfóbicos y xenófobos
En 2013, un integrante de Marcha Patriótica publicó un texto en El Espectador según el cual miembros del CNR le habrían lanzado un ladrillo en el rostro, por lo cual tuvo que someterse a varias cirugías reconstructivas. En marzo de este año, la concejala de Bogotá Heidy Sánchez denunció la circulación de panfletos firmados por el mismo grupo con mensajes xenofóbicos dirigidos a los migrantes venezolanos. Esos hechos corroboran que el ataque a la “escalera de la diversidad” no ha sido el único perpetrado por este grupo.
Otros hechos discriminatorios
Sin embargo, también es cierto que rechazar al CRN es insuficiente, pues otros grupos han realizado actos similares en Bogotá. El 10 de mayo del año en curso, las instalaciones del Consejo Regional Indígena (CRIC) fueron “grafiteadas” con alusiones a la conquista española y en marzo de 2020 aparecieron mensajes racistas en inglés promoviendo el asesinato de personas negras en Popayán, la ciudad blanca de Colombia.
En resumen, el CRN encarna una ideología fascista que se traduce en comportamientos homofóbicos, transfóbicos y xenófobos que ponen en peligro la integridad de los miembros de minorías étnicas, raciales y sexuales.
En mayo de 2006, la Defensoría Regional de Pueblo en Risaralda denunció que personas homosexuales fueron golpeadas por miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Así mismo, en el centro de Pereira aparecieron grafitis amenazantes dirigidos a esta población.
Desde hace algunos años, varias organizaciones que defienden los derechos de las personas LGBTIQ+ han documentado numerosas agresiones físicas y de desplazamiento forzado (también intraurbano) contra miembros de este colectivo. Estas organizaciones sociales se proponen:
- Denunciar los discursos que promueven la violencia simbólica, psicológica y física contra las minorías sexuales y
- Evitar la aceptación social de estos discursos en un contexto democrático.
Lo ocurrido en la “escalera de la diversidad” no es un hecho aislado, sino otra manifestación de una ideología de odio que en pleno siglo XXI cuenta con el respaldo de buena parte de la población. Es absolutamente inaceptable que aún haya mensajes de tolerancia y comprensión frente a estas expresiones. Como el filósofo Karl Popper expresó en su obra La sociedad abierta y sus enemigos, “debemos reclamar en nombre de la tolerancia el derecho a no tolerar a los intolerantes”.

La fuerza del enemigo
En Los 14 síntomas del fascismo, Eco señala que el fascista-eterno transfiere su voluntad de poder a cuestiones sexuales y “condena las costumbres sexuales no conformistas, desde la castidad hasta la homosexualidad”. En el caso del CNR, es evidente que sus miembros temen cualquier forma de sexualidad que se salga de sus cánones de “normalidad”. En este caso, la frustración por no poder llegar al poder se manifiesta en la estigmatización de la sexualidad anal.
Lo ocurrido en la “escalera de la diversidad” no es un hecho aislado, sino otra manifestación de una ideología de odio que en pleno siglo XXI cuenta con el respaldo de buena parte de la población
El CNR olvida que la sexualidad es una decisión personal y un derecho constitucional.
Estas expresiones de odio dirigidas a la población LGBTIQ+ –y que también han sido dirigidas a los migrantes venezolanos y a comunidades estigmatizados en Colombia– también olvidan algo que Eco señaló hace unos años: “Los fascismos están condenados a perder sus guerras, porque son incapaces de valorar con objetividad la fuerza del enemigo.”.