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¿Qué le espera a Bucaramanga?

Escrito por Lya Fernández
Lya Fernandez de mantilla

Lya Fernandez de mantillaUna intensa campaña marcada por la rivalidad y las sombras de respaldos controversiales da como ganador al candidato del partido liberal. Un cuidadoso análisis sobre la agenda pendiente y el grado de gobernabilidad que determinará el éxito del nuevo alcalde de Bucaramanga.

Lya Fernández de Mantilla*

Dos finalistas, un ganador

Acaba de culminar uno de los debates más inciertos en estas elecciones, no solo por la intensa competencia entre los aspirantes a la alcaldía de Bucaramanga, sino por los antecedentes de algunos líderes regionales y locales que los respaldaron y que han dejado una huella negativa en la vida política del departamento.

Para la alcaldía de Bucaramanga se inscribieron tres candidatos de organizaciones consolidadas a nivel nacional. Los resultados de cinco encuestas sucesivas a lo largo del proceso revelaron que dos de ellos acapararon las preferencias ciudadanas:

  • en representación del Partido Liberal, Luis Francisco Bohórquez, respaldado también por el Partido Verde y el Polo Democrático, quien resultó ganador;
  • Martha Pinto de De Hart, por el Partido de la U, con el respaldo de un sector del Partido Conservador y de prestantes figuras políticas, entre ellos ex mandatarios locales, y en general del sector empresarial de la ciudad.

Ciudad deteriorada

La situación que encontrará el alcalde electo será bien difícil, porque tendrá que hacerse cargo de una ciudad deteriorada en todos los aspectos, donde la credibilidad que inspiran sus gobernantes es casi nula, producto de mala gestión y manejo abusivo de lo público por parte de las dos últimas administraciones: la de Iván Moreno Rojas y la de Fernando Vargas.

Para muchos Bucaramanga ha dejado de ser “un buen vividero” y debe ser despojada del título de “Ciudad Bonita”.

Uno de los retos fundamentales que deberá enfrentar el nuevo gobernante es el de reconstruir la relación ciudadanía-gobierno municipal. Será necesario concretar escenarios de interlocución entre los diferentes sectores de la población y la administración municipal, para estimular la participación ciudadana en la planeación de la ciudad y en la formulación de políticas que realmente satisfagan las necesidades de la comunidad.

Otros problemas específicos que conformarán lo esencial de la agenda del nuevo alcalde Luis Francisco Bohórquez, son los siguientes:

  • la planeación urbana aplicada, que no ha respondido al ostensible crecimiento demográfico y a las nuevas actividades económicas;
  • las ventas ambulantes, excesivas e incontroladas, principalmente en el centro de la ciudad, con la consiguiente pérdida del espacio público y desequilibrio en el uso del suelo;
  • el deterioro del medio ambiente urbano y rural;
  • la irracionalidad del sistema de transporte público masivo, al problema de la movilidad y la deficiente malla vial,
  • la ambigua definición de límites territoriales con otros municipios, así como de las comunas y corregimientos;
  • el desempleo, problema del cual Bucaramanga se ufanaba de haber escapado, a diferencia de otras capitales departamentales.

Este panorama hace evidente el progresivo deterioro de la situación social y económica de Bucaramanga, que requiere respuestas efectivas de la administración local.

La ciudadanía debe ejercer un control más estricto y responsable sobre el plan de desarrollo que ha de reflejar el programa de gobierno del nuevo mandatario, por el cual los electores votaron mayoritariamente, lo que les da el derecho constitucional de revocarle el mandato en caso de incumplimiento.

Fragmentación del sistema político  

En cuanto a la reconfiguración del sistema político municipal, es claro que con la nueva distribución de poder -básicamente en la Alcaldía y el Concejo- lo que alcanza a vislumbrarse es la formación de múltiples alianzas para hacer viable la toma de decisiones.

En el Concejo, las minorías políticas conservarán gran poder decisorio, por cuanto es indiscutible que a partir de las elecciones del 2007 empezó a consolidarse la transformación del sistema de partidos en el plano municipal: se ha pasado de un bipartidismo débil antes del año 2000, a un pluripartidismo de nueve partidos y sus respectivas bancadas en el Concejo de la ciudad.

Las elecciones para Alcalde y Concejo de Bucaramanga revelan un panorama permeado por los efectos de la reforma política de 2003, que si bien buscaba fortalecer a los partidos y evitar la proliferación de listas, no ha impedido que mediante la figura del voto preferente se perpetúe la formación de parcelas electorales tituladas a cada uno de los integrantes de las listas.

Cada cual organiza su propia campaña y busca el favor de los electores, dando como resultado que las fuerzas se dispersen, que la lucha por el poder se traslade al interior de los partidos, desmembrando su unidad, y que se impida el nacimiento de nuevos liderazgos o los que surjan sean muy débiles porque cada uno se considera líder de su propia parcela.

Los datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil son contundentes:

  • En las elecciones del 2007 se postularon 287 candidatos al Concejo Municipal de Bucaramanga, en representación de 18 partidos (16 candidatos en promedio);
  • Para estas elecciones de 2011, el número de candidatos al Concejo fue 224 en representación de 12 partidos — 11 con 19 candidatos con voto preferente y solo uno, el MIRA, con 15 candidatos y voto no preferente. Aunque esta cifra es menor que la de antes, sigue siendo excesiva.

Se va afianzando un sistema pluripartidista integrado por gran cantidad de partidos de estructuras débiles. Esta nueva correlación de fuerzas en el Concejo de Bucaramanga hará que solo algunos partidos como el Liberal, Cambio Radical y la U logren las mayorías necesarias para tomar decisiones mediante alianzas con otros partidos pequeños, lo cual puede resultar favorable para el nuevo alcalde pues le permitiría gobernar cómodamente y sacar adelante su programa.

Pero de ocurrir enfrentamientos, esta misma configuración tenderá a obstaculizar sus proyectos, afectando en últimas la gobernabilidad, lo que a su vez podría agudizar el deterioro de la democracia local.

Por el momento todo parece indicar que las propuestas del Alcalde electo serán aprobadas por el Concejo, puesto que su principal apoyo – el partido liberal –obtuvo siete curules y contó igualmente con el respaldo de amplios sectores de otros partidos posicionados en el ámbito nacional, como el Verde, que obtuvo una curul.

Para destacar de las elecciones 20011:

  • Las expectativas ciudadanas frente a la campaña para la Alcaldía de Bucaramanga no eran muy elevadas: la abstención y en el voto en blanco así lo confirman. Para el ciudadano del común, ninguno de los candidatos planteó propuestas claras y viables para atender necesidades tan sentidas como las de empleo, transporte masivo, movilidad, seguridad y salud.
  • La corrupción y el incumplimiento reiterado de las promesas por parte de los mandatarios anteriores fueron dos de loa argumentos más comunes para que los ciudadanos se alejaran de las urnas.
  • El número exagerado de candidatos al Concejo que resulta del voto preferente produjo desconcierto entre los ciudadanos, y además debilita el sentido de afiliación partidista pues lo cambia por la adhesión personal al candidato.
  • El Partido Liberal, aunque no logra las mayorías en el Concejo, sí obtiene la mayor representación y fácilmente puede hacer alianzas con el partido Verde y con otros partidos.
  • Hay que destacar el papel que los medios de comunicación jugaron en estas elecciones, pues mediante alianzas de cobertura nacional permitieron que los candidatos divulgaran sus programas y controvirtieran sus propuestas por intermedio de la radio, la TV regional, Internet y las redes sociales.
  • Las Juntas Administradoras Locales (JAL) estuvieron opacadas por la desconfianza y la indiferencia, pese a su importancia en la toma de decisiones, en parte por desconocimiento de los ciudadanos y en parte por la pérdida de credibilidad debida a su ineficacia.

* Magister en ciencia política, directora del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (IEP-UNAB).

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