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Los contrastes de la corrupción en América Latina

Escrito por Martha Lucía Márquez
Protestas en Guadalajara por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Protestas en Guadalajara por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Martha MarquezLos escándalos sacuden hoy a los gobiernos de derecha o de izquierda en Argentina, Brasil, Chile, México, Guatemala o Venezuela. Pero la corrupción no siempre tumba presidentes. Y unas sociedades hacen más que otras para combatirla.   

Martha Lucía Márquez Restrepo*

De Guatemala a Chile

El Banco Mundial ha dicho que la corrupción es un mal que puede afectar a cualquier Estado, sin importar sus niveles de desarrollo. Por eso no es raro que los escándalos por gran corrupción (aquella que involucra a altos niveles del gobierno) aparecieran en 2015 en países tan disímiles como Guatemala y Chile.

En Guatemala, el país centroamericano de más bajo desarrollo humano, que ocupa el puesto 125 en la escala mundial elaborada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la crisis estalló en marzo, cuando la Fiscalía y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) denunciaron la existencia de una red que adulteraba los registros de importación y desviaba cerca del 40 por ciento del valor de los aranceles.

Las investigaciones involucraron inicialmente a Juan Carlos Monzón, secretario privado de la vicepresidenta Roxana Baldetti, lo que la obligó a renunciar el 2 de mayo debido a la presión de la ciudadanía, que organizó plantones de hasta 10.000 personas cada domingo en la Plaza Mayor.

Aunque la prensa le dé igual resonancia, la corrupción en distintos países de América Latina no tiene las mismas dimensiones ni las mismas implicaciones

Casi al mismo tiempo se descubrió una red de tráfico de influencias que involucraba al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y que llevó a la detención de varios de sus directivos.

Estos sucesos han salpicado al presidente Otto Pérez Molina, cuya renuncia ha exigido a gritos la población ya que no existe en la Constitución un mecanismo para revocar su mandato. Por su parte, la Corte Suprema de Justicia ha dado vía libre a una comisión del Congreso para investigar al mandatario, quien intenta permanecer en el poder hasta enero del próximo año, cuando acaba su período.

De igual manera en Chile (un país con muy alto desarrollo humano, según la escala del PNUD) a inicios de este año se conoció el caso del Grupo Penta, que vinculó a parlamentarios del partido Unión Democrática Independiente y a su subsecretaria de minería en una trama de sobornos y de evasión de impuestos bajo el gobierno de Sebastián Piñera.

Un mes después estalló el llamado “Nueragate”, que involucró al hijo de la presidenta  Bachelet y a su nuera, quienes se habrían beneficiado de información privilegiada para comprar a bajo costo tierras que luego vendieron con una ganancia de 3,8 millones de dólares.

El escándalo llevó a la renuncia de Sebastián Dávalos Bachelet como director sociocultural de la Presidencia y precipitó la caída de la popularidad de la presidenta, que pasó de un 38 por ciento de favorabilidad a fines de diciembre de 2014 a un 30 por ciento tras conocerse el suceso.

De Venezuela a Argentina, a Brasil, a México.

El Presidente guatemalteco Otto Pérez Molina.
El Presidente guatemalteco Otto Pérez Molina.
Foto: Casa de América

La corrupción tampoco está relacionada con la posición ideológica de los presidentes. El gobierno derechista de Piñera o el de Pérez Molina han sido denunciados tanto como el de Bachelet en la izquierda y algunos de sus colegas en América del Sur.  

En Venezuela, gobernada por lo que algunos califican como “izquierda radical”, el abuso de cargos con poder por parte de exmilitares para supuestamente participar en narcotráfico y lavado de activos ha manchado la reputación del régimen desde hace más de una década. Esto ha complicado las relaciones con Estados Unidos, que en marzo de este año sancionó a un grupo de funcionarios y emitió una orden ejecutiva que declara a Venezuela  como amenaza a su seguridad

En otros lugares donde gobierna la izquierda populista, como en Argentina, las denuncias de enriquecimiento ilícito de los Kirchner han sido permanentes. Allí el año 2015 también  abrió con un escándalo de grandes proporciones por cuenta de la sospechosa muerte del fiscal Alberto Nisman, quien investigaba el caso AMIA, que involucraría a Cristina y a los servicios de inteligencia en ocultar información sobre un atentado terrorista para favorecer las relaciones con Irán.

El mismo mes de la muerte de Nisman la Corte Suprema argentina ratificó el llamado a juicio  del vicepresidente Amado Boudou por “delitos de negociaciones incompatibles con la función pública y cohecho pasivo”, lo que lo convirtió en el primer vicepresidente enjuiciado en la historia del país.

En un país gobernado por la “izquierda pragmática”, como Brasil, 2015 ha estado signado por un escándalo de corrupción en Petrobras al cual se hayan vinculados cerca de 50 políticos del Parido de los Trabajadores y que le ha costado al país cerca de 2.000 millones de euros.

La presidenta Roussef ha sido acusada de tolerancia frente al ilícito y, recientemente, el Partido de la Social Democracia anunció que pedirá que se le investigue por maquillar las cuentas públicas de 2013 y 2014.

En México, donde gobierna el PRI (un partido originalmente de izquierda que se ha derechizado) los acontecimientos que más espacio han ocupado en la prensa han sido las investigaciones por el asesinato de los 43 estudiantes de Iguala el año anterior, así como aquellas por enriquecimiento ilícito de la familia presidencial, destapadas a raíz de la compra de una lujosa vivienda por parte de la esposa de Enrique Peña Nieto. El primer caso remite a la asociación entre narcotráfico y corrupción y el segundo, a enriquecimiento ilícito.

Cifras y matices

Aunque la prensa le dé igual resonancia, la corrupción en distintos países de América Latina no tiene las mismas dimensiones ni las mismas implicaciones.

El caso de Guatemala no es igual al de Chile, pues en el primer caso la corrupción ha sido una práctica históricamente tolerada. Por eso Guatemala se ha mantenido en un estable 3,2 sobre 10 durante la última década en el índice de percepción de corrupción que elabora Transparencia Internacional (ver el Cuadro siguiente). La gran corrupción en ese país ha llegado al punto de que uno de sus expresidentes, Alfonso Portillo Cabrera (2000-2004), ha sido el único mandatario latinoamericano extraditado, juzgado y condenado por lavado de activos en Estados Unidos.

Índice de percepción de corrupción

Países

CPI-1997

CPI-2000

CPI – 2010

CPI- 2014

Argentina

2,8

3,5

2,9

3,4

Bolivia

2,2

2,7

2,8

3,5

Brasil

3,5

3,9

3,7

4,3

Chile

6

7,4

7,2

7,3

Colombia

2,2

3,2

3,5

3,3

Costa Rica

6,4

5,4

5,3

4,7

Cuba

nd

nd

3,7

4,6

República Dominicana

nd

nd

3

3,2

Ecuador

nd

2,6

2,5

3,3

El Salvador

nd

4,1

3,6

3,9

Guatemala

nd

nd

3,2

3,2

Honduras

nd

nd

2,4

2,9

México

2,6

3,3

3,1

3,5

Nicaragua

nd

nd

2,5

2,8

Panamá

nd

nd

3,6

3,7

Paraguay

nd

nd

2,2

2,4

Perú

nd

4,4

3,5

3,8

Uruguay

4

nd

6,9

7,3

Venezuela

2,7

2,7

2

1,9

América Latina

 

 

3,55

3,8

Tomado de Transparencia Internacional.

Chile, por el contrario, es uno de los países más transparentes de América Latina (tiene un índice de percepción de corrupción de 7,3), donde parecen haber sido exitosas las iniciativas para tratar de controlar las malas prácticas.

Las diferencias entre Chile y Guatemala también pueden verse en las disímiles respuestas que se le ha dado a los escándalos. Mientras en Guatemala Pérez Molina parece favorecer la impunidad al rechazar la reelección de la fiscal que investigaba los casos y criticar a la CICIG, en Chile la presidenta ha insistido en que todos los involucrados en los escándalos sean investigados y ha propuesto una reforma constitucional para prohibir el financiamiento privado de las campañas políticas.

La heterogeneidad de la región puede verse también en la evolución histórica del mencionado índice de percepción de corrupción. Algunos países como Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador y México han tenido resultados modestos en su lucha contra la corrupción. Pero otros, como Brasil, Chile y Uruguay han tenido mejores resultados, y solo en algunos casos la percepción de corrupción ha aumentado, como en Costa Rica  o en   Venezuela (ver el Cuadro).

¿Por qué caen – o no caen- los presidentes?

El vicepresidente argentino Amado Boudou.
El vicepresidente argentino Amado Boudou.
Foto: Ministerio de Cultura de la Nación Argentina

Aunque la corrupción sigue significando una merma de la riqueza nacional y un obstáculo para el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas, en términos políticos hay algunas diferencias entre el presente y lo ocurrido en la década de 1990.

Durante el ajuste neoliberal de los noventa los escándalos de corrupción llevaron a la caída de presidentes como Fernando Collor de Melo (1990-1992) en Brasil, Jamil Mahuad (1998-2000) en Ecuador, Raúl Cubas (1998-1999) en Paraguay, Carlos Andrés Pérez (1989-1993) en Venezuela, o Alberto Fujimori (1990-2000) en Perú.  

Lo que de veras puede desincentivar a los corruptos es la ciudadanía vigilante

Pero en la actualidad las políticas re-distribucionistas de muchos gobiernos y el -hasta el año pasado- buen panorama económico parecen haber blindado a los presidentes cuestionados por estos casos. Tal estabilidad presidencial, que puede percibirse como positiva a corto plazo, puede tener el efecto perverso de deslegitimar el sistema y perpetuar estas prácticas.

Lo que de veras puede desincentivar a los corruptos es la ciudadanía vigilante, quien  se ha encargado de desenmascarar muchos de los actuales escándalos y en los casos de Guatemala, Argentina y Brasil se ha lanzado a la calle para exigir que los gobernantes asuman su responsabilidad.

Este activismo es expresión de algo que los estudios de Transparencia Internacional han mostrado: el 61 por ciento de los latinoamericanos considera que la gente común puede marcar la diferencia en la lucha contra la corrupción y un alto porcentaje de ciudadanos confiesa su disposición a enrolares en actividades para frenar este flagelo.

 

* Directora de las maestrías en Relaciones Internacionales y en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Javeriana de Bogotá.

 

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