La legalización del uso recreativo de la marihuana ha ido avanzando en Estados Unidos. El prohibicionismo se derrumba desde el interior de su principal defensor, y los efectos domésticos e internacionales serán de gran alcance.
Entorno favorable a la legalización
En noviembre del 2012 se aprobó mediante un referendo el uso recreativo de la marihuana en el estado de Colorado, Estados Unidos. La enmienda fue apoyada por el 55 por ciento de los votantes y entró en vigencia el primero de enero de 2014.
La constitución de Colorado admite mecanismos de democracia directa, como son el referendo, la iniciativa popular y la revocatoria del mandato, y su ciudadanía los usa con frecuencia. Más o menos la mitad de los estados de la unión utilizan estos mecanismos, casi todos en el oeste americano. En Colorado existen condiciones poco restrictivas para las iniciativas ciudadanas, por ejemplo, uno de los umbrales más bajos de firmas necesarias, o el 5 por ciento de los votos en la última elección para secretario de estado, o unas 86,000 firmas.
La facilidad para enmendar la constitución ha convertido a Colorado en una jurisdicción estratégica para intereses de orden nacional y local que buscan reformas de política y plataformas para impulsar cambios nacionales [1].
La campaña por la legalización de la marihuana fue apoyada por amplios sectores y organizaciones nacionales y locales.
La campaña por la legalización de la marihuana fue apoyada por amplios sectores y organizaciones nacionales y locales, desde partidos políticos y sindicatos hasta personajes reconocidos y grupos de acción ciudadana, y fue financiada al menos por seis comités regionales.
Además de la constitución de Colorado, su demografía y su cultura política facilitan estas iniciativas ciudadanas. Según el profesor Straayer, pese a su población de apenas 5, 2 millones de personas, su electorado en general es más independiente, joven, saludable y educado que el promedio nacional. Está pasando de ser un estado predominantemente rural, conservador y homogéneo, a uno más urbano, abierto y atractivo para las familias que disfrutan del medio ambiente y de actividades recreativas. Todo esto lo convierte en un “swing state”, donde la intención de voto no está del todo alineada con ninguno de los partidos tradicionales, y donde se puede conseguir apoyo tanto para causas progresistas como conservadoras.
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¿Por qué la marihuana?
El uso médico de la marihuana ha ido cambiando la percepción negativa que se tenía sobre eta sustancia. Ha dejado de ser relacionada solo con la drogadicción, el comportamiento antisocial o el crimen.
Hace unas dos décadas los médicos empezaron a recomendar la marihuana a pacientes con enfermedades terminales, o con cáncer, insomnio o dolores crónicos, para aliviar síntomas de nauseas o pérdida de apetito, lo cual llevó eventualmente a la descriminalización del uso médico del cannabis en varios estados del país. En 1996 California se convirtió en el primer estado en aprobar el uso médico de la marihuana. Colorado hizo lo mismo en el 2000.
Por otra parte, la regulación del cannabis medicinal estimuló el desarrollo de un negocio legal y la creación de un mercado regulado. Por esto, Colorado tiene comerciantes con más de una década de experiencia, que fueron los primeros habilitados para atender la demanda recreativa.
Esta situación contrasta con la total demonización del uso de la cocaína, excepto en el caso del uso tradicional de la coca. No obstante, algunas voces mejor informadas sobre la drogadicción y el verdadero impacto social de la droga, están recibiendo atención. El más importante es tal vez el Doctor Carl Hart, neurólogo de la universidad de Columbia y miembro de la Drug Policy Alliance, quien viene demostrando científicamente entre otras cosas que el 90 por ciento de los usuarios de cocaína y metanfetamina no son adictos y, más sorprendente aun, mantienen funciones sociales y personales normales, tal como lo hace la mayoría de consumidores de alcohol. Aunque el Dr. Hart no afirma que sean sustancias benignas—como es el caso del alcohol—, tampoco concluye que sean tan peligrosas como se supone. Ya es hora de tener una conversación nacional honesta e informada para salir del prohibicionismo.
Las políticas prohibicionistas tampoco han prevenido la drogadicción, y en cambio han implicado altísimos costos policiales y de mantenimiento de cárceles, sin mencionar la devastación socioeconómica de comunidades pobres y de minorías étnicas. Según el Centro de Derecho y Política de Colorado, la legalización le ahorraría a la fuerza pública del estado más de 12 millones de dólares anuales y le generaría ingresos a Colorado del orden de 120 millones.
El uso médico de la marihuana ha ido cambiando la percepción negativa que se tenía sobre eta sustancia. Ha dejado de ser relacionada solo con la drogadicción, el comportamiento antisocial o el crimen.
La posición del gobierno federal
El federalismo americano permite que los estados experimenten con políticas públicas siempre y cuando no violen principios constitucionales, lo cual abre un espacio importante para introducir gradualmente las reformas.
Tan pronto pasaron los referendos de Colorado y Washington (este estado aprobó el uso recreacional de la marihuana, pero todavía no ha implementado la medida) el gobierno federal aceptó la autonomía de los estados y en agosto de 2013 presentó su posición en un comunicado del Departamento de Justicia dirigido a todos los fiscales federales.
El comunicado establece que el gobierno federal no daría prioridad a bloquear la legalización, ni a cerrar negocios dedicados a la venta de la marihuana para usos recreativos, siempre y cuando los establecimientos sigan leyes estatales claras y se proteja la población joven, evite el consumo entre niños, mantenga bandas criminales al margen del negocio legal, y evite el tráfico de marihuana a otros estados.
![]() El Gobernador de Colorado, John Hickenlooper. Foto: World Economic Forum |
El proceso de regulación
El gobernador de Colorado, John Hickenlooper, reunió una fuerza especial con representantes del Ejecutivo, la policía, la fiscalía, la sección de impuestos, abogados especializados y representantes de los negocios de la marihuana. La impresión general es que se hizo un trabajo minucioso que abarcó la mayoría de preocupaciones tanto del gobierno de Colorado como del gobierno federal.
La nueva regulación se parece a la del alcohol: sólo los mayores de 21 años pueden comprar, usar y vender marihuana; está prohibido conducir bajo la influencia de la marihuana; hay un límite máximo de 5 nanogramos activos de delta- 9-Tetrahidrocanabinol por mililitro de sangre; cada adulto mayor de 21 años puede cultivar hasta seis plantas de marihuana y puede intercambiar hasta una onza de la sustancia de manera no-comercial.
También se establecieron zonas claras para alejar el negocio de sitios donde se deban proteger poblaciones vulnerables -algunos pueblos no van a permitir el negocio en sus jurisdicciones- y la sustancia no se puede consumir en lugares públicos, o en sitios de jurisdicción del gobierno federal (como son algunos de los parques nacionales).
La regulación incluye el cobro de altos impuestos: los electores aprobaron impuestos del 25 por ciento a la venta de marihuana, y estos servirán para cubrir los gastos de regulación y el resto financiarían el sistema público de educación. Según el Huffington Post, la primera semana de comercio legal registró ventas de 5 millones de dólares, lo cual significaría 1,25 millones en impuestos.
Esta situación contrasta con la total demonización del uso de la cocaína, excepto en el caso del uso tradicional de la coca.
Sin embargo, no todo va bien con el mercado. Los bancos no pueden ofrecer servicios ya que el sistema financiero está regulado por leyes federales contra el lavado de dólares. Esto obliga a los negocios a funcionar en efectivo, creando complicaciones de seguridad, y anécdotas sorprendentes de caletas de dinero y pagos de impuestos con maletas llenas de efectivo con olor a marihuana. Sin embargo el Fiscal General de Estados Unidos, Eric Holder, acaba de anunciar que los bancos deberían ofrecer sus servicios a estos negocios (lo cual confirma la posición flexible del gobierno federal frente al proceso en Colorado y Washington, y tal vez la inminencia de nuevas reglas financieras)
¿El final del prohibicionismo?
Estados Unidos construyó un marco prohibicionista que se le está derrumbando por dentro. La prohibición no funcionó con el alcohol y tampoco funciona con las principales drogas de consumo ilícito. Como plantea John Walsh, experto en drogas de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA), el presente constituye una oportunidad política donde los países deberían innovar con la política de drogas tal como lo está haciendo Uruguay.
La reacción del Departamento de Justicia frente a la legalización en Colorado y Washington representa sin duda un antecedente que influirá sobre otros entes del estado. Hay que esperar en especial la actitud de la DEA, que debería reformarse y pasar a ser más un ente regulador que castigador.
El Departamento de Estado no podrá seguir ignorando los sucesos internos al adoptar alguna posición frente a las innovaciones en otros países. El secretario de estado podría reaccionar como el Departamento de Justicia frente a la legalización de la marihuana en Uruguay, por ejemplo, con una posición menos intransigente y más cautelosa, sin apelar a obstrucciones, castigos o boicots económicos (recuérdense las dañinas políticas de de-certificación durante los años noventa).
Se esperaría que la misma actitud se aplicara a los países en el ojo del huracán de la política prohibicionista, como Colombia y México, donde la guerra contra las drogas causa estragos económicos y políticos, graves problemas de orden público, miles de vidas perdidas y una crisis humanitaria sin precedentes.
Hay que seguir observando el proceso político nacional. Si bien el gobierno Obama ha sido abierto a los cambios en Colorado y Washington, una administración republicana no necesariamente podría asumir una posición diferente, aunque todo dependerá del éxito que demuestren estos estados para sostener la legalización y exponerla como alternativa que resuelva los problemas de corte personal, familiar, social, y económico que genera el consumo de droga.
Previendo el fin del prohibicionismo, sería recomendable que Colombia pensara o adoptara medidas que eventualmente faciliten un manejo legal y regulado de la demanda local de marihuana. Es decir, es importante construir en la práctica relaciones de demanda y oferta post-prohibicionistas. Esto se puede lograr con un modelo estatal donde el principal productor, abastecedor y regulador sea alguna combinación de agencias del gobierno (parecería ser el modelo uruguayo) o de libre mercado donde todo se maneje en el sector privado (como sería el modelo estadounidense).
Este tipo de acciones tal vez avance más en la protección de las personas vulnerables y en la prevención de los efectos más nefastos del consumo de sustancias psicoactivas.
*Ph.D, profesora asistente del departamento de ciencia política de la Universidad de Colorado.
Notas
[1] Este punto se lo agradezco a J T Stepleton, estudiante de postgrado de ciencia política en Colorado State University