La valorización del dólar es un fenómeno mundial, pero en Colombia ha sido más intensa. La diferencia se debe a los anuncios del gobierno Petro, sobre todo en materia energética. Quiénes pierden y quiénes ganan con la devaluación.
Andrés F. Giraldo Palomino*
El debate
En un trino del 21 de octubre, el presidente Petro sugiere que Colombia no se encuentra entre los países con mayor devaluación del mundo.
Según el artículo de La República que menciona el presidente, Colombia ocupa el puesto 24 de entre 104 países. Pero Petro no aclaró que ese ranking se refería al periodo transcurrido entre el 1 de enero y el 20 de octubre de 2022.
Los comentarios al trino no se hicieron esperar y se pueden resumir así:
- El periodo referenciado corresponde en su mayoría al gobierno de Duque y
- Desde que Petro fue elegido, la devaluación del peso colombiano es una de las más altas, mayor aún que de otros países latinoamericanos como Chile, Perú, Brasil o México.
Mal de muchos, pero más de Colombia
Más allá de los rankings, lo que es claro es que el dólar estadounidense se ha venido fortaleciendo en todo el mundo. La incertidumbre causada por la invasión de Ucrania, la lenta recuperación de las cadenas globales de suministros, los vientos de desaceleración y recesión mundiales, entre otras razones, explican ese fenómeno común a muchos países.
Sin embargo, la devaluación de Colombia es superior a la de países que nos son comparables; cada vez nos acercamos más a Argentina, cuya economía atraviesa un vendaval debido a la inestabilidad macroeconómica de los años recientes.
La anomalía de Colombia es más notable porque hay dos hechos económicos que deberían hacer menos volátil el valor de esa divisa:
- Las exportaciones han aumentado alrededor del 50 % este año, y,
- Aunque en el último mes hubo salida neta de capitales, a lo largo del año se ha observado un aumento importante de la inversión extranjera directa.
Entonces, ¿qué puede estar pasando?
Errores del gobierno
La explicación parece ser muy clara: los distintos anuncios del gobierno nacional, en particular los del presidente y la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, forman expectativas falsas frente a la realidad del país.
El gobierno ha intentado aminorar la volatilidad; por ejemplo, el presidente y la ministra han enviado mensajes de tranquilidad en relación con los contratos vigentes de exploración y explotación petroleras; y el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, ha reiterado el compromiso del gobierno con la estabilidad macroeconómica.
Pero la incertidumbre no cesa y el precio del dólar supera cada día sus niveles históricos.
Oferta y demanda de dólares
En Colombia el precio del dólar se rige por la oferta y la demanda de divisas. Técnicamente el régimen de tipo de cambio flexible.
Actualmente la oferta depende del ingreso generado por las exportaciones, de la deuda externa que contraten el gobierno o los privados, de los dividendos o ganancias por participaciones en actividades económicas extranjeras, y de la inversión extranjera directa.
Vale mencionar que el narcotráfico es también un generador de divisas. Los datos que revelaron el gobierno nacional y UNODC indican que la actividad está en un buen momento porque los cultivos pasaron a ocupar 204.000 hectáreas y la producción potencial pasó a 1.134.000 toneladas.
Por otro lado, la demanda de dólares depende de las divisas que necesiten los importadores para realizar sus pagos, de los giros por los intereses de la deuda pública o privada, de las ganancias que retornan las empresas extranjeras a sus casas matrices y de la salida de capitales extranjeros.
Anuncios que hacen daños
Aquí importa aclarar que las expectativas juegan un papel fundamental, por su gran influencia sobre las decisiones de los agentes económicos. Por eso, los anuncios sobre el sector minero-energético, así como los impuestos que propone el gobierno Petro, afectan significativamente esas expectativas.
Específicamente, el anuncio de marchitar el sector minero-energético afecta significativamente la oferta futura de divisas. Esto se debe a que las exportaciones minero-energéticas representan alrededor del 40-50 % de las exportaciones colombianas. Además que la inversión extranjera directa en este campo es del 30 %.
Otros perdedores son el gobierno nacional y los agentes privados que tienen deuda en dólares, pues deberán obtener más pesos para pagar los intereses y eventualmente pagar la deuda contraída.
El anuncio también afecta las regalías que benefician tanto a los departamentos y municipios como a aquellos otros donde no se desarrolla la actividad pero sí se diseñan proyectos para ser financiados con estos recursos.
Por otro lado, el valor de la empresa más grande de Colombia, Ecopetrol, depende en gran medida de las reservas probadas que pueden ser explotadas. Un estancamiento en las reservas podría significar un deterioro en el valor de la empresa y, por ende, una reducción del valor de la acción en la bolsa, cuyo precio era de $ 3,280 el 25 de abril y pasó a ser de $ 2,353 el 21 de octubre.
Por último, las sobretasas por precio alto y al impuesto de renta a las empresas minero-energéticas incluidas en la propuesta de reforma tributaria elevarían la tasa efectiva de tributación, que puede representar hasta un 85,1 % según Corficolombiana.
Por lo anterior, el debilitamiento del sector minero-energético significará una caída en la oferta de divisas, una caída en la inversión extranjera y un desincentivo a la actividad que afectarán a las finanzas públicas, ya de por si deterioradas.

Ganadores y perdedores
Como todo en economía, hay ganadores y perdedores. Lo importante es estudiar los efectos reales.
En este caso los ganadores con la devaluación del peso colombiano son los receptores de la exportación y, potencialmente, los exportadores, pues su ingreso es en dólares.
Entre los perdedores se encuentran los tenedores de deuda en dólares y los importadores, que deberán pagar más por los dólares.
Sin embargo, el grupo de perdedores es más amplio debido a que una parte significativa de los insumos de producción, así como los bienes de capital, provienen del extranjero y para pagarlos se necesitan dólares. Incluso si los bienes y servicios son producidos domésticamente, estos pueden aumentar su precio en la medida que usen insumos importados para la producción.
En cuanto a la inflación, la canasta que sirve para calcular el índice de precios al consumidor y sus cambios en el tiempo, tiene un componente de bienes importados de alrededor de 40 %. En esta misma línea, algunos alimentos han subido un promedio de 26 % en el último año porque son producidos con fertilizantes que en su mayoría son importados y cuyo precio subió por la invasión rusa a Ucrania.
Por el momento, la inflación afectó más fuertemente a los hogares de bajos ingresos, de modo que una alta devaluación deteriora aún más la distribución del ingreso. Por esta vía, los anuncios del gobierno agravan la desigualdad social que prometió disminuir el candidato.
Otros perdedores son el gobierno nacional y los agentes privados que tienen deuda en dólares, pues deberán obtener más pesos para pagar los intereses y eventualmente pagar la deuda contraída.
Todos estos efectos sobre los consumidores, sumado a los efectos negativos sobre los importadores y los deudores, potencialmente formarán un efecto neto negativo. La complicada situación debería motivar una reflexión en el gobierno que es desde donde emiten mensajes ambiguos, y que han aumentado la incertidumbre y desconfianza en el territorio nacional.
A modo de conclusión
El gobierno Petro debe mantener la deliberación interna, porque hay ministros o grupos políticos con grandes diferencias. También es esencial que envíe mensajes convincentes para recuperar la confianza de los inversionistas.
Verdad que Petro fue elegido para cambiar muchas cosas en Colombia, pero no debería ser a costa de la estabilidad macroeconómica del país. Esa estabilidad ha permitido sortear muchos momentos difíciles en nuestra historia.
El comienzo del gobierno no conviene alimentar la inestabilidad y la incertidumbre, menos aun cuando hay una reforma tributaria en discusión y se diseña el Plan de Desarrollo del cuatrienio.
Finalmente el gobierno debe tener en cuenta que el presupuesto aprobado se basó en una tasa de cambio que podría ser muy distinta si la devaluación sigue el curso de las últimas semanas. Esto podría implicar mayores erogaciones para el pago de la deuda externa y serio deterioro de la situación macroeconómica.