El Museo de Río de Janeiro y el patrimonio material en riesgo - Razón Pública
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El Museo de Río de Janeiro y el patrimonio material en riesgo

Escrito por Diana Galindo
Incendio en el Museo Nacional de Brasil.

Diana GalindoEl incendio en Río es apenas un ejemplo estruendoso del deterioro permanente del patrimonio que enfrentan las instituciones culturales, en lucha constante con la falta de recursos.

 Diana Galindo Cruz*

Una pérdida lamentable

A las 7:30 de la noche del dos de septiembre comenzó el incendio que acabaría casi por completo con una de las instituciones con mayor valor patrimonial de Brasil: el Museo Nacional, la más antigua institución científica del país.

La noticia de la destrucción del edificio se propagó tan rápido como las llamas que lo consumieron. Pronto las redes sociales se llenaron de imágenes que mostraban la imponencia de las llamas consumiendo la que fuera la sede del Museo desde 1892, el antiguo palacio imperial de San Cristóbal, ubicado en el parque de Boa Vista en el norte de Río de Janeiro.

Al otro día comenzó el recuento de las piezas más particulares de una colección de más de veinte millones de objetos, a la que habría que sumar la biblioteca, que contaba con más de 530.000 títulos. A la par de lamentaciones por la pérdida de una institución de 200 años, comenzó la especulación en torno a las causas del incendio y a los aspectos que influyeron en su voracidad, como la falta de agua en los hidrantes de la zona.

Edificio en llamas

Hasta el momento, el origen del incendio no ha sido determinado. Además de señalar la desidia estatal respecto de la institución, la prensa ha destacado la antigüedad del edificio y sus características materiales como un atenuante del desastre. Sin duda para una institución cultural es un desafío adaptarse a un edificio que fue construido con otro propósito, y pese a que la antigüedad muchas veces se resalta para subrayar el valor patrimonial, lo cierto es que se trata de construcciones sin un diseño adecuado para la prevención de desastres.

En estas circunstancias, el problema principal que enfrenta un museo o una biblioteca es la falta de espacio, así como las dificultades para mantener las colecciones adecuadamente almacenadas en términos de conservación preventiva. La pérdida parcial o total de su patrimonio pareciera ser el riesgo mayor.

No obstante, en el caso del Museo Nacional de Río de Janeiro los medios de comunicación han minimizado un aspecto fundamental: no hubo víctimas humanas por quemaduras o asfixia. Si bien el incendio se presentó cuando el Museo estaba cerrado, al ver la magnitud de las llamas es sorprendente que el equipo de seguridad haya logrado salir del edificio. Así, pese a las fallas de gestión, es evidente que había nociones básicas en cuanto al desalojo correcto del Museo.

Los museos dependientes de universidades— como este—suelen caracterizarse por el poco o nulo apoyo a su gestión.

Se ha dicho que el principal punto débil del edificio consistía en que los pisos fueran en madera por la antigüedad de la construcción. Sin embargo las construcciones de este tipo suelen comportarse mejor frente a un incendio que otras edificaciones modernas que, aunque pueden tener mejores vías de desalojo que los edificios antiguos, incorporan plástico y otros materiales artificiales que implican el riesgo de derrumbamiento de la estructura, además de la producción de gases y humos tóxicos al entrar en contacto con las llamas.

Aunque el antiguo palacio se vio gravemente afectado por el incendio, la estructura se mantuvo prácticamente en pie. Esto permitió que, pese a la dificultad de acceder al agua para sofocar el incendio, los bomberos pudieran ingresar e incluso salvar algunas piezas de la colección con ayuda de algunos trabajadores del lugar. Todo sin pérdidas de vidas humanas.

Señalando un culpable

Museo Nacional de Brasil.
Museo Nacional de Brasil.
Foto: Mapa de Cultura

La conmoción nacional y mundial que produjo el incendio ha estado acompañada de la denuncia pública de las fallas del gobierno y otras autoridades en términos de apoyo presupuestal a la institución. Lo cierto es que los museos dependientes de universidades— como este—suelen caracterizarse por el poco o nulo apoyo a su gestión, pues se considera que su existencia se relaciona tangencialmente con la misión educativa de la entidad mientras que su funcionamiento adecuado requiere prácticamente una nómina paralela y una inyección continua de recursos económicos.

Sin desconocer las fallas del gobierno y el evidente incumplimiento de sus obligaciones con el Museo Nacional—que incluso tuvo que cerrarse durante 2015 por falta de recursos—, ante una gran catástrofe se suele culpar al gobierno, lo cual puede no ser equivocado, pero sí engañoso. Atribuirle toda la responsabilidad a una entidad considerada ajena e inaprensible –como en 1984 de George Orwell– de cuya voluntad dependen vidas, entidades y proyectos implica desconocer la cadena de errores conformada a lo largo del tiempo, así como los actores involucrados en el desastre.

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Es paradójico insistir en la antigüedad de la institución y al mismo tiempo decir que un mes antes del incendio el museo buscó al área técnica de los bomberos porque había conseguido recursos para adecuar su sistema de prevención y tratamiento de incendios según la legislación brasileña. También la vicerrectora del Museo Nacional, Cristiana Cerezo,  afirmó que había un plan para retirar varias sustancias inflamables, pero que desafortunadamente el desastre ocurrió antes.

Así, un Museo de 200 años desaparece porque un incendio se anticipó unos cuantos meses.

Readecuar un edificio para la correcta gestión del riesgo implica una gran inversión de capital. Esa es la situación ideal, pero, lamentablemente, en nuestro contexto suele quedarse en el papel. Ante los vacíos del Estado, a las instituciones no les queda otro remedio que adaptarse de manera paulatina a las carencias y aprovechar al máximo los escasos recursos que recibe.

De allí la necesidad de una adecuada gestión de riesgo, para identificar puntos vulnerables.  Si bien en el caso de Brasil no era posible una intervención completa por falta de presupuesto, siempre se puede mitigar el riesgo mediante acciones correctivas.

Por ejemplo, aunque la madera es inflamable en estado natural, puede ser sometida a tratamientos ignífugos que la hacen resistente al calor. Este proceso se habría podido realizar  por etapas previamente acordadas, lo cual habría reducido el alcance de las llamas, independientemente de si el incendio se originaba por error, por voluntad humana o por una falla en las conexiones eléctricas.

“Luchamos hace años, durante diferentes gobiernos, para obtener recursos que nos permitan preservar adecuadamente todo lo que se destruyó hoy», dijo el subdirector adjunto del Museo, Luiz Fernando Dias Duarte. Y no se trata de culpar al equipo del Museo ni de desconocer la responsabilidad de las autoridades, sino de identificar todas las posibles acciones y omisiones que se sumaron a lo largo del tiempo hasta llevar a la crisis.

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El fuego y el espectáculo

Algunas piezas del Patrimonio Cultural del Museo Nacional de Brasil.
Algunas piezas del Patrimonio Cultural del Museo Nacional de Brasil.
Foto: Ministério Do Meio Ambiente

Aunque unas cuantas voces en redes han aplaudido el incendio debido al carácter colonialista del Museo—rasgo característico de la formación de estas instituciones en las jóvenes repúblicas del siglo XIX—, este hecho no solo ha despertado la alarma, sino la solidaridad de personas e instituciones culturales en todo el mundo.

«Lo que tenemos que pensar ahora es en el futuro de la institución», dijo Alexandre Kellner, director del Museo. Reconstruirlo no solo implica adecuar la sede y reorganizar el guion de exposiciones del Museo, sino fortalecer la red de apoyo que de manera espontánea se ha conformado a partir del lamentable suceso. Esta incluye desde el comunicado del Consejo Internacional de Museos, donde se anuncia la movilización de todos los comités pertinentes para apoyar al Museo, pasando por donaciones de piezas por parte de otros museos, hasta iniciativas particulares para compilar fotografías como testimonio del guion anterior.

Un Museo de 200 años desaparece porque un incendio se anticipó unos cuantos meses.

Este acontecimiento es una llamado de atención para todas las instituciones afines, particularmente en Latinoamérica, en cuanto a la necesaria planeación y gestión de sus colecciones. Desafortunadamente el riesgo de afectación o pérdida del patrimonio cultural no se limita a este tipo de eventualidades. La destrucción del patrimonio cultural mueble e inmueble ocurre de manera progresiva, ya sea por:

  • El inevitable deterioro físico de todo material que las acciones de conservación y restauración solo pueden postergar;
  • La exposición a factores externos que desencadenan, por ejemplo, los desastres naturales, y
  • La ineptitud de los involucrados en el manejo del patrimonio, ya sea por ignorancia o por omisión.

Es necesario entonces dar prioridad a la optimización de recursos. El fuego hace de la destrucción un espectáculo que convoca a la opinión pública y resuena en los medios de comunicación; la lenta y progresiva decadencia del patrimonio es menos evidente, pero no por ello menos lamentable.

* Profesional en Estudios Literarios de la Universidad Javeriana, magister en Museología y Gestión del Patrimonio de la Universidad Nacional de Colombia.

 

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