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Mediadores de lectura: los protagonistas secretos de la transformación lectora que vive Colombia

Escrito por Carlos Sánchez
Niño leyendo

Carlos SanchezLa lectura y la escritura son competencias fundamentales para la vida. ¿Cómo aprendemos a leer?

Carlos Sánchez Lozano*

Una cifra aparentemente irrisoria

Según reveló la última Encuesta Nacional de Lectura (2017), los colombianos han mejorado en sus hábitos.

De una muestra de 108 mil personas pertenecientes a 34 mil familias, se concluye que en promedio se están leyendo casi tres libros por año, un punto por encima de lo señalado en una encuesta de consumo cultural de 2014.

 

Promedio de libros leídos por los colombianos

Esta cifra que disgusta a los editores y a Julián de Zubiría debería ser mirada con menos recelo y haciendo énfasis sobre lo que sugiere, pues al fin y al cabo estamos hablando de lectores y no de índices de inflación.

Si analizamos con atención qué hay detrás del punto porcentual de mejoría, podemos concluir que ese logro hay que atribuírselo, esencialmente, a los mediadores de lectura.

¿Qué es la mediación y qué hace un mediador?

La lectura es un acto de construcción sociocultural porque los genes humanos no transmiten  la información necesaria para “ser lector”.

Esta es una competencia cognitivo-lingüística que se adquiere a través del aprendizaje familiar y escolar y, claramente, mediante el ejemplo.

Es decir, sin intervención exterior ninguna persona se convierte en lector. Para convertirse en uno se necesitan los agentes de mediación, que son esencialmente tres: los padres, los maestros y los bibliotecarios. Si uno de estos no cumple con su papel, queda un hueco en la formación de la persona.

Los hermanos mayores, los compañeros de colegio, el amigo generoso que te regala un libro y te dice “léetelo y lo conversamos”, un promotor de lectura que interpreta en voz alta para los niños a los personajes de un libro-álbum en un espacio no convencional, los abuelos que leen a los nietos y, claro, YouTube y sus booktubers que encantan con sus palabras, imágenes y gestos, también pueden ser mediadores de lectura.

La lectura es un acto de construcción sociocultural porque los genes humanos no transmiten  la información necesaria para “ser lector”.

Mediar en la lectura, en consecuencia, es esencialmente jalonar, crear andamiajes y dar piso para avanzar en el aprendizaje. Dicho en pocas palabras, lo que hace el mediador es un ejercicio hermenéutico y cultural: transmitir su interpretación de los textos e invitar a los niños y jóvenes a tener una actitud asertiva hacia la lectura y el entorno del mundo del libro.

Habitualmente el mediador de lectura es un adulto (o al menos un lector más experto) que ayuda a un niño o joven (o lector con menor experiencia) a integrarse en una comunidad letrada donde ocurren diversas prácticas de lectura: leer para divertirse, para auto-descubrirse, para aprender o para afirmarse como persona con opiniones propias. La función singular del mediador  es diseñar estrategias para acercar al lector novato a los textos.

A mi modo de ver, los tres grandes mediadores (padres, maestros y bibliotecarios) tienen corresponsabilidades puntuales en la mediación de lectura, como podemos apreciar en el siguiente gráfico:

Construccion de un lector

Sin embargo, un panorama así de bonito no se presenta sin dificultades pues, como señalé en una cartilla publicada por el Ministerio de Educación Nacional (2014),

“Se observa con preocupación el perfil problemático del docente, del bibliotecario, del padre o madre que no lee, que no media, que no interviene en la formación de lectores o no lo considera parte esencial de sus responsabilidades. El objetivo central de la mediación es que esta deje de ser necesaria cuando el lector adquiera mayor autonomía.”

 

Para ser autónomos necesitamos a otros

Obsérvese esta foto:

Lector infantil

Fuente: Carlos Lozano

Este niño, fotografiado mientras espera su turno para ser atendido por el pediatra, lee en silencio, cómodamente sentado, un libro de la clásica colección Torre de Papel. Su rostro refleja que está inmerso en la historia. La mamá también lee, pero en el celular.

Ahora observemos esta foto:

aula de clase

Fuente: Carlos Lozano

La profesora Sandra Prieto, tutora en el Programa PTA (Todos a Aprender) lee en voz alta un libro de literatura a los niños de una escuela rural de Maracavita (Santander). Con el encanto de su presencia y los juegos tonales de la voz, los tiene hipnotizados (nótese que no hay ninguno despistado o mirando para otro lado).

¿Qué diferencia hay entre las formas de lectura expuestas en las dos imágenes? El niño de la primera foto es un lector autónomo mientras que los niños de la segunda foto son lectores heterónomos, ¿Qué caracteriza a cada clase de lector?:

tipo de lectores

Podemos sintetizar estas actitudes en un esquema de rápida comprensión:

formas de leer

En definitiva, los lectores heterónomos requieren del apoyo de un intérprete o mediador (padre, bibliotecario o promotor de lectura, etc.) para entender el contenido de un texto.

Esta interpretación se da por medio de la lectura dramatizada (entonación, volumen, timbre, ritmo, pausas) y de la gestualización y el lenguaje extra-verbal, como mover las manos en forma de garras para señalar que es un monstruo el que habla en el libro.

Tener en los años iniciales de primaria, primera infancia, e incluso al comienzo de secundaria (¡y también en la edad adulta!) un mediador que le lea a uno está llevando a cabo uno de los mayores gestos de amor y ternura de una persona hacia otra.

Tener en los años iniciales de primaria, un mediador que le lea a uno está llevando a cabo uno de los mayores gestos de amor y ternura de una persona hacia otra.

Yo mismo doy fe de ello. Puedo declarar la gran felicidad que nos daba mi madre a mis dos hermanos y a mí cuando antes de dormirnos en una humilde habitación del Barrio San Fernando, en la Bogotá de los años sesenta, nos leía un capítulo de Pinocho cada noche: ¿Qué pasaría mañana?, ¿cómo haría Pinocho para salir de sus embrollos y dejar de decir mentiras?

Por el contrario, los lectores autónomos imaginan en su cabeza todo lo que está pasando en el texto. Son capaces de interpretar los textos sin necesidad de mediador. Por eso se ríen solos, anotan ideas en las márgenes de sus libros, critican y recomiendan lecturas a través de WhatsApp, las redes sociales, blogs, páginas web de prescripción como Librotea o Goodreads, etc.

¡Este es el sueño de todos los que somos maestros: tener alumnos autónomos! Al joven y la muchacha que leen y dialogan con uno sobre el texto acordado, que van a bibliotecas, librerías, clubes de lectura, que saben qué buscan y sospechan qué esperan de su encuentro con los textos.

Lograr tan loable sueño no es imposible. Se puede formar a un lector con la intervención decidida de los mediadores mediante prácticas de lectura heterónoma y autónoma planeadas, que requieren minutos o a lo sumo de una hora:

practicas lectura

Habilidades para la vida política

La explicación anterior y la comprensión sobre la importancia de mediadores formados y empáticos, libros de calidad, espacios para el diálogo y la conversación lectora nos permiten percibir los cambios que hay detrás de las cifras de la Encuesta Nacional de Lectura de 2017.

Tras esos tres libros leídos por año hay un enorme esfuerzo económico, humano y logístico de los Ministerios de Cultura y Educación que debe ser reconocido.

Colombia en el transcurso de una década (2007-2017) ha dado un salto cualitativo en la formación de lectores y para lograrlo se ha requerido de una política pública que se ha construido en el camino, siempre de la mano de brillantes mujeres que han jalonado un proceso tan complejo.

El experto Germán Rey ha celebrado estos logros y con realismo señala:

“Lo que nos muestra esta nueva cartografía de la lectura es un país que se transforma, en algunos casos a toda marcha y en otros lentamente, en medio de sus incertidumbres y sus posibilidades.”

Los mediadores de lectura, maravillosos seres humanos de todas las regiones del país, distribuidos en bibliotecas públicas, escolares y comunitarias, colegios, malocas, iglesias y zonas veredales, se han puesto la camiseta empoderándose de la tarea encomendada.

Héctor Abad Faciolince ha logrado retratar para nosotros la situación al describir a una mediadora de lectura en la Biblioteca Pública de Río Cedro (Córdoba):

 “Yo me sentí rodeado de atención, de amable timidez y dignidad. Eran niños de uno de los pueblecitos más pobres de Colombia, pero tenían sed de leer y de conocer. Personas de un altruismo raro, como Luz Mary, los animaban a querer los libros.”

Así no parezca, la lectura y la escritura están desempeñando un papel político decisivo en el tipo de sociedad que estamos intentando construir. Gracias a ellas aprendemos a construir un discurso propio, autónomo, que nos sirve para hacernos una representación plural del mundo que rompa con el continuum de las interpretaciones manipuladas y donde una sola voz establece qué es verdad.

La lectura y la escritura están íntimamente relacionadas con la ciudadanía y es con ciudadanos ̶ no con títeres gritones ̶ como se puede abrir camino hacia una democracia participativa y deliberativa.

Esperemos que los candidatos a la presidencia entiendan el valor de lo aprendido en programas como Fiesta de la Lectura y Leer es mi cuento para que no se arranque de cero en el próximo periodo.

*Profesor universitario, con  maestría en Estudios Literarios de la Universidad Santo Tomás. Exeditor de libros educativos y de literatura infantil, consultor del Ministerio de Educación Nacional y de Cerlalc-Unesco en temas de formación de mediadores de lectura. Correo electrónico: cslozano@gmail. Blog: Escribidores.

 

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