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La cultura, relegada pero contenta

Escrito por Sandra Osses

sandra ossesEn el último debate de los candidatos a la Presidencia, realizado antes de la primera vuelta, se pudieron observar, finalmente, algunas diferencias. ¿Qué tan profundas fueron esas diferencias? ¿Hasta qué punto señalaron caminos distintos?

Sandra Liliana Osses Rivera *

En el mundo contemporáneo hay una tendencia a la "culturalización" de los problemas y sobre todo de sus explicaciones. Todo problema social puede ser mirado desde la óptica cultural, y en esta propuesta se desvanecen muchos de los determinantes estructurales, pero al mismo tiempo, afloran gran parte de las razones profundas de lo que pasa.

Gilberto Giménez, sociólogo paraguayo, define la cultura como la organización social del sentido. Por tanto, sería a través de ella como las acciones de una sociedad podrían tener un horizonte común, un significado compartido. Por eso considero que las diferencias que se pudieron advertir en el debate respecto a la cultura son fundamentales, no sólo por las implicaciones que ella tiene en términos de tratamiento de un sector tradicionalmente relegado en el país (el sector de la cultura que es todo y es nada), sino, sobre todo, por el modelo de sociedad y de democracia que sostienen y en las que, a su vez, se cimentan.

Está por un lado la mirada sobre la cultura como sector, a la que en algún momento todos aludieron para identificar el problema de la asignación de presupuestos, y para convertirla en objeto de políticas públicas centradas, principalmente, en la generación de expresiones artísticas y en el fomento de actividades que "culturizan" al pueblo. Esa noción no es la que me ocupa fundamentalmente. De modo que paso a las miradas diferenciales.

Santos y Noemí, la "alta" cultura

En primer lugar se destacan las concepciones de la cultura vista como "la alta cultura" externa a la sociedad, propiedad de unos cuantos talentosos (o de quienes saben comercializarlos), con la posibilidad de manifestar simbólicamente los nacionalismos. Esta mirada, que en momentos compartieron Santos y Noemí, se orienta hacia la cultura como industria, la cual apunta a un modelo de sociedad que sectoriza, segrega y fragmenta las expresiones simbólicas de unos pocos en torno a una lógica de mercado (incluso cuando se trata de "recuperación" de la diversidad étnica). Una sociedad del espectáculo y la producción de talentos, que apela a lo emocional para construir "sensaciones" comunes de las que podamos sentirnos orgullosos, y a la cultura como elemento para construir identidad nacional.

Mockus, la cultura cívica

La segunda noción se relaciona con la llamada cultura cívica o cultura política, defendida por Mockus a lo largo de su vida pública, que se relaciona directamente con una lógica en la que conocimientos, actitudes, prácticas y valores de los ciudadanos son el eje de la construcción de parámetros de convivencia y acuerdos racionales. Se trata de una óptica profundamente racionalista de la cultura, y en particular de la cultura democrática, que confía en la posibilidad de construir, desde el hecho de hacer propios ciertos elementos en la vida cotidiana de la gente, la posibilidad de la deliberación, la negociación y las pautas de convivencia que aseguren una civilidad mínima basada en el aprecio por ciertos valores compartidos. Una mirada que bien le caería a este país permeado por el facilismo ético y la emocionalidad aislada, maniquea e individualista.

Pardo, la cultura de saberes y haceres

Una tercera noción fue la que presentó Pardo, que asocia cultura y formación, y la relaciona con el conjunto de saberes y haceres, vinculándola por lo tanto a la educación y el trabajo. Se trata de un enfoque que le da preeminencia a la cultura como alternativa para enfrentar problemas concretos desde un enfoque preventivo. Centrado en la hipótesis de que el ocio es el padre de todos los males, el candidato propone la cultura como un camino para formar nuevas generaciones en la ética del trabajo y en la lógica de "en cuerpo sano, mente sana". Jornadas escolares completas que alejen a los jóvenes de las calles y les enseñen saberes y haceres culturales que les permitan ser buenos ciudadanos. Una premisa del pensamiento liberal que también puede ser un elemento importante en la construcción de una democracia saludable.

Petro, la cultura como producto del hombre

En una forma coherente con su pensamiento, la propuesta de Petro se basa en la idea de una cultura que se define como el conjunto de productos de la actividad humana (desde la alimentación, hasta las artes) que son forma y contenido de la sociedad. Una relación dialéctica (al decir de Roger Bartra) en la que los productos no se separan de las acciones, por lo que puede ser propuesta como una cultura pública que se convierte en compartida a través de la comunicación. Una cultura integrada a, y no separada de la sociedad, en la que no se comparten símbolos o productos sino construcciones colectivas, como lo expresó Petro con la metáfora del compadrazgo. Su apuesta parece ser un camino para construir una cultura de paz (comprendida como cultura de ausencia de guerra), apuesta que debería ser la gran apuesta de Colombia, por la paz y la construcción colectiva.

Entonces, ¿cuán profundas son las diferencias? Lo que la pregunta plantea es una muy profunda respuesta.

Coda

En la última parte del debate, Noemí advirtió que el hecho de ser mujer era el elemento que marcaba una "verdadera y profunda" diferencia entre los candidatos, y estoy de acuerdo. Sólo que me pregunto ¿es suficiente un cuerpo de mujer? ¿Dónde tendría que marcarse la diferencia? Hablando de cultura, tendría que marcarse en el quiebre intencional y definitivo de una cultura patriarcal que nos diferencia respecto de la desigualdad, la exclusión y la violencia, para proponer la construcción, igualmente intencional, de una cultura basada en la igualdad que respeta la diferencia.

* Directora del Centro de Investigación y Estudios en Ciencias Sociales de la Universidad Santo Tomás.

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