La calidad de la educación superior y la deserción estudiantil: frenos a la competitividad de Colombia - Razón Pública
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La calidad de la educación superior y la deserción estudiantil: frenos a la competitividad de Colombia

Escrito por José Manuel Restrepo
Jose Manuel Restrepo Abondano

Jose Manuel Restrepo AbondanoLa articulación entre el sector productivo colombiano y las instituciones de educación superior todavía no logra impactar la competitividad del país, mientras la deserción estudiantil abre aún más la brecha social entre jóvenes profesionales y jóvenes desempleados.

José Manuel Restrepo Abondano*

Conexión entre educación superior y competitividad

Uno de los principales retos que ha enfrentado el país en la última década ha sido el aumento en la cobertura global en educación. Los resultados han sido satisfactorios, pero insuficientes por sí mismos, pues no sólo basta con ofrecer más cupos en el sistema educativo, sino que es necesario enfrentar seriamente los retos de la calidad y de la pertinencia de la educación.

En este sentido, es necesario asegurar una educación capaz de interactuar con el sector productivo del país, de tal manera que contribuya a cerrar la brecha de productividad y a elevar la competitividad de Colombia.

Sector productivo y educación superior

La educación superior del país no puede estar de espaldas a las necesidades del sector productivo. Al contrario, debe responder ágilmente a las mismas. Esto implica el mejoramiento continuo de los contenidos, de las instalaciones, de los salones de clase, de los laboratorios, el uso cada vez más intensivo de tecnología de punta, de tal forma que los estudiantes que se gradúen sean capaces de responder rápidamente a un mundo cambiante, con la posibilidad de ofrecer modelos y soluciones innovadores a los problemas que enfrentan las empresas. En otras palabras, que sean realmente emprendedores.

Esta meta no puede ser la preocupación de unos pocos rectores o de directivos de las Instituciones de Educación Superior (IES), sino que debe estar en lo más alto de la agenda pública y de la sociedad en general, pues sólo en la medida en que la educación superior responda realmente a las necesidades del país, se podrá hablar de un modelo de competitividad nacional sostenible y que sea capaz de rendir cuentas de sus resultados a través del mejoramiento de los índices de crecimiento económico y de bienestar de la sociedad.

La Conferencia sobre Educación Superior celebrada en la UNESCO [1] estableció que hay una relación directa entre mayores niveles de educación y de investigación, y la erradicación de la pobreza, la creación de modelos de desarrollo sostenible y el progreso a través de acuerdos internacionales sobre las metas de desarrollo.

La educación superior se ha convertido en los últimos años en una prioridad de política pública y en un instrumento de política social, en la medida en que es posible disminuir los niveles de desigualdad en función de la educación recibida.

Aunque se puede percibir una mejora en el acceso a la educación superior en la última década, coherente con la tendencia mundial de un aumento del ingreso de más estudiantes al sistema, aún persisten importantes disparidades que se han convertido en fuente de desigualdad. Uno de los mayores problemas que genera la expansión del acceso a la educación superior radica en su calidad, la cual es fundamental para la competitividad de los países.

El drama de la deserción estudiantil

En este sentido, la deserción estudiantil se convierte en un problema fundamental de equidad social y perpetúa situaciones de exclusión social y económica. En primer lugar, la deserción retroalimenta los círculos de pobreza y la "gestación de una capa social de frustrados profesionales", y el potencial aumento del subempleo. En segundo lugar, limita las misiones institucionales en tanto disminuye los índices de eficiencia y calidad con claras implicaciones económicas para las universidades; y en tercer lugar, la deserción genera sentimientos de malestar y frustración en las personas que abandonan sus estudios, al tiempo que genera una pérdida de oportunidades laborales por las menores probabilidades de obtener empleos satisfactorios y la postergación económica por salarios más bajos[2]

La deserción se define a nivel internacional como el proceso de abandono, voluntario o forzoso, de la carrera en la que se matricula un estudiante, bien por causas académicas o por razones económicas. Esta condición puede ser temporal y el proceso se puede revertir si se logran remover los impedimentos para retomar los estudios.

En Colombia, esta medida se define como aquel estudiante que ha abandonado por dos o más períodos consecutivos la institución o no registra graduación, y puede ser ocasionada por factores académicos (bajo rendimiento) o no académicos (factores socioeconómicos)[3].

En el país, en la última década, los programas de apoyo que se han puesto en marcha para disminuir los niveles de deserción muestran que los orientados en los primeros semestres a realizar acompañamientos académicos resultan más eficientes que aquellos dirigidos sólo a los aspectos económicos; por el contrario, del cuarto semestre en adelante presentan mejores resultados los orientados a dar apoyos financieros[4].

Este resulta un tema central en la discusión sobre oportunidades, equidad y desarrollo humano, si se tiene en cuenta que la cifra de deserción se estimó para Colombia en el 2004 en el 49 por ciento y cercana al 45 por ciento en el 2008, al tiempo que la cobertura bruta incluyendo los estudios técnicos, tecnológicos y profesionales, del 2000 al 2009 aumentó del 23.5 por ciento al 35.8 por ciento respectivamente[5].

El primer estudio general sobre deserción en Colombia, realizado por el Ministerio de Educación Nacional y el Centro de Estudios sobre el Desarrollo Económico (CEDE) en el 2004, analizó la totalidad de los estudiantes matriculados en las Instituciones de Educación Superior (IES) con 2'200.00 estudiantes entre el primer semestre del 2008 y el segundo del 2007.

Este estudio permitió el diseño de un sistema de información que ha continuado funcionando: el Sistema de Prevención y Atención de la Deserción en las Instituciones de Educación Superior (SPADIES). El desarrollo de este sistema ha sido de particular importancia para las IES colombianas, pues permite identificar estudiantes con mayor riesgo de abandonar sus estudios y actuar oportunamente sobre las causas de esta deserción, contribuyendo al desarrollo de políticas de prevención[6].

Una de las primeras conclusiones de dicho estudio fue que a pesar de la multiplicidad de razones que podían originar la deserción estudiantil, como pueden ser los motivos personales, familiares, educativos, sociales y estatales, entre otras, las más importantes suelen ser las causas académicas y, en un segundo lugar, las económicas.

El SPADIES permite cruzar la información reportada por las IES (población matriculada, graduada y características académicas), con el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior-ICFES (resultados de pruebas del Estado y características socioeconómicas), el Instituto Colombiano de Crédito y Estudios Técnicos en el Exterior-ICETEX (acceso al crédito) y, el Ministerio de Educación Nacional (oferta de programas).

Las cifras de la deserción estudiantil

Teniendo en cuenta que los resultados arrojados por este estudio muestran una deserción que oscila entre el 45 y el 50 por ciento, y una tasa bruta de matrícula del 35,5 por ciento, esto quiere decir que de cada 100 colombianos 35 entran a la educación terciaria y sólo culminan con éxito sus estudios entre 16 y 17 estudiantes. Los resultados son realmente preocupantes en términos sociales y para la estabilidad financiera de las IES.

Los grupos más vulnerables a la deserción se encontraron en los estudiantes con resultados del examen estatal del ICFES más bajos, con una tasa del 70 por ciento y, en los estudiantes con ingresos más bajos con una tasa del 60 por ciento. Por el contrario, los estudiantes con ICFES más altos presentaron una tasa de deserción de sólo el 35 por ciento y, el de los estudiantes con ingresos más altos una tasa del 40 por ciento[7].

La variación en la tasa de deserción en estudiantes con un alto ICFES de ingresos altos comparados con los de ingresos bajos sólo tuvo una diferencia del 5 por ciento. Así mismo, el estudio permitió identificar a la población masculina como la de más alto riesgo en todos los niveles de ingreso[8].

El gran problema de estos resultados es que los programas de aumento de la cobertura en educación terciaria en Colombia han estado orientados a poblaciones con bajos ingresos y que tienen bajos resultados en el examen estatal. Con el aumento de la cobertura la tasa de deserción aumentó en Colombia del 46 por ciento en 1998 al 49 por ciento en el 2009 en todos los niveles de educación terciaria, aunque la educación universitaria tuvo una tasa más estable alrededor del 45 por ciento.

La mayor cobertura no ha garantizado en Colombia la culminación de los estudios y, por el contrario, por la población objetivo de estos programas, ha aumentado el riesgo de deserción con profundas consecuencias sociales en la formación de capital humano, con un impacto familiar significativo.

Esto genera, por supuesto, un desafortunado círculo vicioso de pérdidas sociales y económicas. Las metas trazadas desde el gobierno en los últimos años son las de disminuir las tasas de deserción al 35 por ciento y aumentar la tasa de cobertura bruta al 35 por ciento, con el fin de acercar al país a los estándares europeos y estadounidenses (con tasas de deserción que oscilan alrededor del 30 por ciento), y romper estos circuitos de inequidad social y económica. Sin embargo, no es una tarea fácil si se tiene en cuenta que la principal causa de deserción es académica antes que económica o familiar.

Deserción y desempleo en los jóvenes

Esta situación se hace más preocupante si se tiene en cuenta que en Colombia la población más joven, entre 16 y 24 años,  que se vincula por primera vez al mercado laboral es precisamente la que presenta tasas de desempleo más altas en el país comparados con otros rangos poblacionales, llegando en el segundo semestre de 2010 al 22 por ciento en Colombia -casi el doble de la tasa de desempleo para edades superiores a los 25 años.

Esto genera problemas estructurales de largo plazo en las economías al retrasar la entrada al mercado laboral de un segmento que tradicionalmente se ha caracterizado por su creatividad y energía.

Postergar su primer empleo retrasa las expectativas de realización profesional; cuando finalmente logran la vinculación lo hacen en condiciones que puede ser consideradas de subempleo o infravalorados salarialmente; afecta la motivación y la competitividad; y en general, los niveles de frustración personal aumentan.

Distancias y desigualdades

Además, cuando se miran las cifras de salario promedio de los egresados de algunas de las principales IES públicas y privadas en el país, las distancias y la desigualdad se agravan aún más no sólo entre la población desempleada con título de educación superior, sino que es muchísimo más preocupante frente a la población que no tuvo acceso a la educación superior o debió retirarse de la misma sin culminar sus estudios.

Salario promedio de egresados  de principales IES públicas y privadas 2009 

Universidades

Fuente: Observatorio Laboral para la Educación del Ministerio de Educación Nacional.

Alternativas de solución

En general, las soluciones planteadas en el mundo y en Colombia tienden a estar enfocadas hacia mejorar los sistemas de capacitación y entrenamiento laboral o, regresar al sistema educativo para tomar cursos, seminarios o programas de posgrado.

Sin embargo, este enfoque no garantiza la disminución de las tasas de desempleo, e incluso puede agravar la situación al ser mucho más difícil conseguir empleo con mayores niveles de capacitación y sin experiencia laboral.

Otro paquete de soluciones ha estado orientado a establecer sistemas de incentivos a las empresas para mejorar los niveles de empleabilidad o dar algún tipo de subsidio o seguro al empleo mientras las condiciones de mercado mejoran.

Es necesario comenzar a pensar en una reforma estructural profunda en la que se desarrollen programas de creación de empresas en los segmentos poblacionales más jóvenes, que les permitan generar nuevas fuentes de ingresos permanentes, no temporales con un sistema educativo que sea pertinente y que brinde una educación de calidad para mejorar la competitividad del país.

En la medida en que esto ocurra y pueda haber una real rendición de cuentas entre lo que está haciendo el sistema educativo y el sector productivo, se podrá hablar realmente de un modelo de desarrollo económico y empresarial sostenible que tenga en cuenta no sólo el crecimiento económico por sí mismo, sino el mejoramiento de la calidad de vida de los colombianos sustentado en un desarrollo empresarial vigoroso y sostenible en el largo plazo. Este sin duda será uno de los grandes retos de la próxima década.

* Rector del Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA)

Bibliografía:

  • Altbach, P. G., Reisberg, L., & Rumbley, L. (2009). Trends in Global Higher Education: Tracking an Academic Revolution. A report prepared for the UNESCO 2009 World Conference in Higher Education. Paris: UNESCO-SIDA/SAREC.
  • González, L. E. (2006). Repitencia y deserción universitaria. En I. I. (IESALC), Informe sobre la educación superior en América Latina y el Caribe (200-2005): la metamorfósis de la educación superior. Caracas: Editorial Metrópolis C.A.
  • Ministerio de Educación. (Diciembre de 2006). Educación Superior. Boletín Informativo(7).
  • Mosquera, R. (25 de octubre de 2009). Universidad pública: ¿secuestro presupuestal? Recuperado el 3 de noviembre de 2009, de El Observatorio de la Universidad Colombiana: www.universidad.edu.co
  • UNESCO. (8 de July de 2009). COMMUNIQUE . 2009 World Conference o Higher Education: The New Dynamics of Higher Education and Research For Societal Change and Development. Paris: UNESCO.
  • Universidad Nacional. (julio de 2009). Deserción universitaria: un flagelo para la educación superior. Claves para el debate público(27). Bogotá.

Notas de pie de página


[1] Reunida en París, 5-8 de julio de 2009.

[2] González, 2006, pág. 163.

[3] Ministerio de Educación, 2006, pág. 4; González, 2006, págs. 157-58,

[4] Ministerio de Educación, 2006, pág. 4; González, 2006, págs. 157-58.

[5] Mosquera, 2009; Universidad Nacional, 2009, pág. 10.

[6] Universidad Nacional, 2009, pág. 10

[7] Universidad Nacional, 2009, pág. 11.

[8] Universidad Nacional, 2009, pág. 1

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