Una guía sencilla sobre los vicios posibles de estas elecciones y sobre lo que hemos de hacer para evitarlos.
Elisabeth Ungar Bleier*
Las elecciones son una de las bases fundamentales del sistema democrático. Pero la sola existencia de elecciones no garantiza la calidad de la democracia. Esta depende de los esfuerzos para lograr tanto la amplia participación como la transparencia durante el proceso, y en especial el respeto por el Estado de Derecho, la independencia y el equilibrio entre las ramas del poder público y el monopolio estatal del uso de la fuerza.
Los vicios previsibles
Es un lugar común afirmar que Colombia tiene una de las democracias más viejas, sólidas y estables de América Latina, dado que ha practicado elecciones sistemáticas e ininterrumpidas durante más de seis décadas. Esto es verdad, pero de hecho sabemos que las elecciones se han visto afectadas por muy distintas interferencias.
El artículo 40 de la Constitución dispone que "Todo ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político. Para ser efectivo este derecho puede: 1. Elegir y ser elegido…". Sin embargo, y para mencionar sólo algunos de los factores que limitan el ejercicio de los derechos electorales, recordemos que en fechas recientes se han comprado votos, se ha abusado de medios legales -como la financiación de las campañas-, se ha producido el "trasteo" de electores y jurados, se han hecho amenazas a los ciudadanos e incluso se ha practicado la violencia contra ellos, los candidatos y las autoridades electorales.
Sin duda existen algunos esfuerzos dirigidos a prevenir esas prácticas, pero sin duda muchas de las situaciones descritas se repetirán en las elecciones de este año. Ya hay indicios de ello:
- Los más evidentes son, por un lado, congresistas y ex congresistas vinculados con la parapolítica que intentan mantenerse en el poder a través de sus familiares en las listas al Congreso. Y por el otro lado las denuncias recibidas desde varios puntos del país sobre manipulación de los registros y el trasteo de electores.
- Los menos evidentes, pero no por ello menos importantes, hacen referencia a: (i) la incertidumbre y el cambio eventual en las reglas de juego que obedecen a la indecisión del Presidente sobre su tercer mandato, lo cual afecta de manera decisiva a las distintas campañas electorales; (ii) la pobreza de los programas de los partidos y candidatos, que se agrava por el hecho de que sólo faltan tres meses para las presidenciales y menos de dos para las parlamentarias.
La vigilancia
En este año serán elegidos 102 Senadores, 165 Representantes a la Cámara y Presidente de la República. En procura del pleno ejercicio del derecho "a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político", diversas organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación y de la comunidad internacional han asumido la tarea de ofrecer más y mejor información sobre las elecciones y de alertar sobre posibles riesgos e irregularidades en el proceso.
Congreso Visible (http:cvisible.uniandes.edu.co) Votebien.com (https://flip.org.co/index.php/es/) la Fundación para la Libertad de Prensa
Tareas de todos
Sin embargo, la legitimidad y transparencia de las elecciones pasa necesariamente por una ciudadanía participativa y exigente, que hace valer sus derechos y que esté dispuesta a cumplir con sus deberes.
Los colombianos no podemos quedarnos de brazos cruzados. Hacerle frente a estas amenazas significa un reto no sólo para las autoridades nacionales, departamentales y municipales, y otros actores de la sociedad civil y de la comunidad internacional, sino para la ciudadanía en general. Por eso parece pertinente recordar las responsabilidades que tienen los electores en el proceso que está por venir:
- Ejercer el derecho y cumplir el deber del voto. Aún cuando la abstención puede ser una forma de expresar la opinión política (como podría serlo respecto del referendo), en las parlamentarias este criterio no se aplica.
- Votar como ciudadanos responsables o sea en forma libre, consciente e informada. Esto implica conocer tanto los programas de los diferentes candidatos o candidatas como sus trayectorias personales (calificaciones para el cargo, desempeño en sus oficios anteriores, cumplimiento de promesas electorales, vínculos con actores ilegales…). E implica también que una vez elegidos, se les exija rendir cuentas sobre el desempeño y el comportamiento como funcionarios.
- Comprender que los elegidos representan nuestros intereses, o sea intereses públicos, y no intereses particulares, en decisiones tan relevantes como dónde invertir los recursos fiscales o cómo resolver los desafíos del atraso, la violencia o la pobreza.
- Vigilar el proceso de cerca. Nadie mejor que el ciudadano o ciudadana conoce lo que pasa en su entorno y en su localidad. Nadie mejor que él o ella puede ser el agente del cambio en las costumbres políticas.
Votar (o no votar) es hacerse responsable de lo que pase mañana en Colombia.
*Miembro fundador de Razón Pública. Para ver el perfil de la autora, haga clic aquí.
** Otra versión de este escrito fue preparada para Hechos del Callejón, publicación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD Colombia.