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Dos preguntas decisivas sobre la cuarentena

Pico y cedula en bogotá

Ivan Hernandez¿Cómo pensar en el levantamiento de la cuarentena? Pero antes de eso, ¿cómo lograr que la mayoría de la gente acepte el aislamiento? Una respuesta desde las ciencias sociales*.

Alida Acosta**, Iván Hernández*** y Nidia García****

Universidad de IbaguéPrimera respuesta: hay maneras distintas de levantar la cuarentena, pero todas ellas necesitan de información confiable sobre la curva de contagios.

Medidas alternativas

Mejor que hablar de la “cuarentena inteligente” sería hablar de “medidas de mitigación o supresión de la COVID-19”, porque el aislamiento obligatorio es apenas una de las maneras posibles de “aplanar la curva” de la contaminación.

Antes de tener acceso a vacunas, la estrategia que hasta el momento parece ser más efectiva es la práctica masiva de pruebas de laboratorio (caso de Corea del Sur). Pero en Colombia y otros países con acceso limitado a estas pruebas, se han acentuado las intervenciones sociales como el aislamiento.

A mediano plazo, sin embargo, este remedio podría ser peor que la enfermedad, por los daños crecientes que conlleva una parálisis de las actividades económicas. Y, además, el aplanamiento de la curva mediante el aislamiento se limita a demorar o posponer el pico de la pandemia mientras no exista una vacuna o una estrategia de pruebas masivas.

Por eso en todo el mundo los gobiernos locales y nacionales están evaluando estrategias eficientes para flexibilizar la cuarentena, que minimicen el riesgo de contagio permitiendo un funcionamiento parcial de la economía.

El confinamiento o cuarentena intermitente puede ser la única opción viable para los países que como Colombia tienen al 27% de su población bajo de la línea de pobreza, y al 63% de sus trabajadores urbanos, y al 90% en la zona rural en la informalidad según datos del DANE del 2018.

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Propuestas inteligentes

Las propuestas de aislamiento flexible plantean cuarentenas con algún tipo de intermitencia, pensando en evitar el colapso del sistema de salud, pero también en mantener funcionando el aparato productivo. Además, al reactivar la economía para dar sostenibilidad a las medidas, se da un respiro psicológico para la salud integral y mental de los ciudadanos confinados.

En todos los modelos se plantea que durante las intermitencias la interacción social deberá ser limitada, con estrictas medidas de higiene y con confinamiento de las personas infectadas o en riesgo. Estos modelos también subrayan la importancia de “ir probando”, siempre bajo la premisa de que, en caso necesario, tendría que regresarse a la cuarentena permanente.

Un ejemplo. A partir de un modelo matemático, el Instituto de Ciencias de Tel Aviv propone una estrategia de dos días laborables y cinco días de confinamiento ala semana. El criterio que sustenta esta propuesta es situar la tasa de infección —o el número de individuos que infecta unta persona contagiada— por debajo de 1, de modo que el total de contagiados disminuya de manera sostenida y permanente. Este modelo de días laborales fijos permitiría que los trabajadores y gerentes planeen con anticipación y se mantengan activos, mientras que la pandemia desaparece por la caída en tasa de contaminación y se sostiene la economía. Según los cálculos de sus autores, la reactivación laboral beneficiaría a un 40% de las actividades económicas, ya que no todos los sectores podrían operar al mismo nivel que en el pasado. En el caso de Colombia, estos cálculos tendrían que tener en cuenta la distinta realidad de las regiones.

Un investigador de la Universidad de Montpellier propone una estrategia de dos pasos que comienza con cierto nivel de confinamiento para reducir la tasa de contaminación por debajo de 1, seguido de medidas suficientes para mantenerla en aproximadamente 1. Las simulaciones muestran que las medidas estrictas de supresión al comienzo de una epidemia pueden mantener bajo el número de infectados, y que después se pueden manejar con medidas menos drásticas: cuanto más fuerte es la medida de supresión, más rápido disminuyen las tasas de contaminación. Por eso las medidas más restrictivas deberían usarse en los momentos de rápida expansión del virus.

En cualquier caso, para adoptar este tipo de estrategias es necesario saber en qué punto se encuentra el país en la curva epidémica. Esto por supuesto supone información que Colombia no tiene todavía, pero podrá tener en la medida que las autoridades y la comunidad académica se ocupen de reunirla y procesarla.

Medidas para enfrentar la pandemia en bogota

Foto: Policía Nacional
Las medidas para enfrentar la pandemia no pueden ser homogéneas.

Segunda respuesta: hay que adoptar medidas diferentes para distintos tipos de trabajadores y distintas regiones.

La percepción de justicia

La COVID-19 no se puede tratar con medidas iguales para todos (el confinamiento obligatorio, por ejemplo), y la primera parte de este artículo quiere servir de guía para que los analistas y diseñadores de política nacional y local tengan en cuenta la existencia de subpoblaciones con muy distintas actitudes y posibilidades de amoldarse a ese tipo de medidas.

A modo de ilustración, distinguiremos cuatro grupos de personas con situaciones diferentes y motivos diferentes para acatar o no la (s) medida(s) de mitigación después del 27 de abril. Nos concentramos en uno de ellos —el sector informal— porque sus características exigirían incentivos particularmente distintos de los de los otros grupos.

Basados en las ciencias del comportamiento, concluiremos que si una población, dada sus circunstancias, siente que las medidas que se decretan son injustas, tenderán a no acatarlas. La recomendación para quienes diseñan o deciden las políticas es pensar en un conjunto de medidas (no apenas en una) para que esta población (al menos en su mayoría), dispersa en las regiones de Colombia, las considere justas y por tanto las acate.

¿En que qué consiste pues el sentido de justicia o injusticia para esas poblaciones? En los párrafos que siguen trataremos de contestar la pregunta a la luz de la psicología y de la economía experimental.

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Las cuatro situaciones

En relación especifica con la cuarentena, podemos distinguir cuatro grandes situaciones:

  1. La de quienes desempeñan una actividad económica o social que ayuda a mitigar el COVID 19, y donde priman razones para quedarse en casa. Ejemplo: personal de la salud que, por miedo a infectarse, preferiría no ir a trabajar.
  2. La de quienes desempeñan una actividad económica o social que ayuda a mitigar el COVID 19, y donde priman las razones y motivos para no quedarse en casa. Ejemplo: trabajadores de las (más de treinta) actividades excepcionadas por el decreto 457 (artículo 3) del pasado 22 de marzo.
  3. Personas cuya actividad no ayuda a mitigar el COVID 19, y con buenos motivos para quedarse en casa. Ejemplo: individuos que pueden practicar el teletrabajo y siguen recibiendo sus ingresos.
  4. Personas cuya actividad no ayuda a mitigar el COVID 19 y para quienes priman las razones para no quedarse en casa.

Nuestro análisis se concentra en este último grupo – que en diversas regiones podría ser mayoritario- porque sería el que más puede afectar la capacidad de la(s) medida(s) de mitigación que eventualmente se adopte(n). Esta población se puede subdividir en dos subgrupos:

4.1 En situación de vulnerabilidad. Quienes no pueden quedarse en casa (por ejemplo: alta probabilidad de morir de hambre, urgencias de salud…). En este grupo se encuentran los potenciales beneficiarios de los programas sociales que el Gobierno Nacional y los gobiernos locales vienen utilizando.

4.2 Entorno de “informalidad”. Aunque no contribuyan a mitigar la COVID, estas personas no tienen razones o motivos suficientes para quedarse en casa.

Este es el grupo crítico en el caso de muchas regiones, comenzando por las grandes y las medianas ciudades de Colombia: si estos trabajadores no perciben que las medidas del gobierno nacional o local son justas tenderán a violarlas de manera masiva y con resultados para todos catastróficos.

Por eso el éxito de la estrategia de mitigación dependerá de tener en cuenta la capacidad de autorregulación de las personas que están “en la informalidad”. ¿Cómo diseñar políticas para ayudarle a autorregularse a las personas de este subgrupo?

Aislamiento inteligente

Foto: Presidencia de la República
¿Se aplanaría la curva con el aislamiento inteligente?

Que nos dicen las ciencias del comportamiento

Adoptamos un recurso de la psicología experimental conocido como “el juego del ultimátum”, y donde los actores se enfrentan a una restricción de su libertad. En este caso el “juego” sería como sigue:

Escenario. Está en juego un bien de interés común para los jugadores, la libertad. Los jugadores reciben de un agente externo, la posibilidad de administrarla. En este caso el agente externo es la COVID-19. Las características del virus nos permiten ciertas libertades, pero si los agentes no se ponen de acuerdo, es el virus quien toma el control de la libertad de los agentes.

Agentes. Agente A (El gobierno), decide cómo distribuir la libertad que le entrega el agente externo. Agente B (La sociedad), decide si acepta o rechaza la propuesta del agente A. Todos saben que, si B acepta la propuesta de A, el agente externo entrega el juego como lo propone A. Pero si B rechaza la propuesta de A, el juego vuelve a estar en poder del Agente externo.

Opciones. El agente A (El gobierno) adopta, por ejemplo, una medida de acuartelamiento obligatorio como la manera de distribuir en alguna medida la libertad dada por la COVID-19 y propone que la movilidad individual se reduzca en beneficio de la salud. Si el agente B acepta el acuartelamiento, pierde los beneficios de la movilidad, pero protege su salud y la de la sociedad. Si B rechaza el acuartelamiento, el control de la libertad vuelve a la COVID, el gobierno pierde la posibilidad de influir sobre el comportamiento de la COVID, y se reducen las posibilidades del individuo y de la sociedad de mantenerse saludable. Todos pierden, gana la COVID.

Decisión del agente B. La decisión social de acatar las medidas de mitigación depende del sentido de justicia de la distribución de las restricciones a las libertades. Si no se toman en cuenta las distintas situaciones o contextos regionales y socioculturales, la medida en cuestión puede ser entendida como un reparto injusto de la libertad y del uso del tiempo.

Este sería el caso exacto de una medida “talla única” para el territorio nacional, es decir, de una medida consistente en ordenarnos a todos por igual que no salgamos de la casa “así no pueda”. Por eso es necesario que el gobierno (y quienes divulgan o informan sobre sus medidas) demuestren de manera contundente que al diseñar las medidas se tuvieron en cuenta la realidad de contextos regionales diversos y la coordinación con los gobiernos locales.

 

* Razón Pública agradece el auspicio de la Universidad de Ibagué. Las opiniones expresadas son responsabilidad de los autores.

** Ph.D., profesora de la Facultad de Salud de la Universidad Autónoma de Bucaramanga,

*** (Ph. D., profesor de la Universidad de Ibagué y miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas

***M. Sc. en Economía y directora de AbaConsultores.

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