La antigua guerrilla ha cumplido su parte del Acuerdo, a pesar de las dificultades propias del proceso y de los obstáculos que han puesto algunos sectores políticos.
Ómer Calderón*
Más que un cese al fuego
Cada vez está más claro que el proceso de paz está en crisis.
Así lo muestran la reciente detención de Jesús Santrich, el anuncio de que Iván Márquez no se posesionará como senador y las millonarias recompensas que el gobierno de Estados Unidos ofrece por la captura de la dirigencia guerrillera.
El Acuerdo final entre el gobierno nacional y las FARC se ha convertido en el eje de una lucha entre dos fuerzas políticas: una que reivindica su contenido e invita a la movilización de los sectores populares en defensa del acuerdo, y otra que obstaculiza su desarrollo o “implementación” con el propósito de impedir cambios en el régimen político.
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El Acuerdo de paz es mucho más que el cese de una confrontación armada. Su intención es hacer realidad algunos cambios sustanciales en el sistema político y económico, como la reforma política, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la reforma agraria integral, entre otros.
Por lo tanto, las negociaciones de paz no son una concesión gratuita a las FARC, como han querido mostrarlo ciertos sectores políticos.
¿La Fiscalía está politizada?
![]() Miembro de la FARC, Iván Márquez. Foto: Jurisdicción Especial para la Paz |
Con la captura de Santrich, la Fiscalía desconoce las competencias de la Justicia Especial para la Paz (JEP).
El ente acusador dio por válidas las pruebas que presentó la DEA, sin hacer partícipe del procedimiento a la JEP. Así, el Fiscal pretende que la JEP solo tenga competencia para verificar la fecha de ocurrencia de los hechos que sustentarían la solicitud de extradición por parte del gobierno de Estados Unidos.
La actuación de la Fiscalía socava la seguridad jurídica de los exguerrilleros, una condición necesaria para el éxito del proceso de paz.
Además de lo anterior, la Fiscalía ha tratado de perseguir los bienes de la FARC de una manera fallida:
- Sus acusaciones sobre los dineros incautados en San José de Costa Rica no fueron acompañados por las pruebas pertinentes para demostrar vínculo alguno con la guerrilla;
- La acusación de lavado de activos al empresario Hernando Falla Duque en el Huila está fracasando por falta de pruebas, y
- Tras la intervención de los supermercados de propiedad de la familia Mora Urrea, los acusados fueron liberados por la debilidad de las pruebas en su contra.
La FARC ha cumplido
La respuesta de la FARC muestra que la paz tiene posibilidades reales en Colombia. El nuevo partido lucha por avanzar en la consolidación de un modelo colectivo de reincorporación que sea económicamente sostenible
Hasta ahora, sus compromisos se han traducido en hechos bien tangibles:
- Cumplieron estrictamente la dejación de armas, que para el Estado era la médula del Acuerdo;
- Se ubicaron en las Zonas Veredales, transformadas luego en Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR);
- Han pedido perdón a sus víctimas, sin hacer uso político de ese gesto de reconciliación;
- Entregaron sus recursos económicos que, aunque cuestionados por la Fiscalía, superan con creces los entregados por los paramilitar que se han desmovilizado,
- Y aunque no sin dificultades, avanzan en el programa de desminado.
Además, con recursos propios y algún apoyo internacional, los miembros de la FARC han dado inicio a proyectos productivos en los ETCR, que representan una esperanza para las familias de los antiguos alzados en armas, al tiempo que implican una movilización por la reforma agraria integral que se pactó en La Habana.
El Acuerdo de paz pone a las FARC en un terreno de lucha más favorable: las batallas políticas sin el ruido de los fusiles. Con la transición a la vida legal de las FARC, la extrema derecha queda sin argumentos para mantener un estado de guerra quizás más propicio para sus negocios y para mantener su legitimidad política.
Y sin embargo, los esfuerzos de la nueva organización política se ven empañados por algunas “disidencias” o desprendimientos de algunas de sus unidades guerrilleras y las fracturas internas en la dirigencia política del partido.
Pero las decisiones y las acciones colectivas del grueso de la militancia de la FARC superan a las llamadas disidencias. Los desprendimientos no son orgánicos ni están orientados políticamente, sino que nacen de la voluntad de algunos ex combatientes de persistir en las actividades económicas ilegales que sustentan su existencia como grupos armados.
Del mismo modo, las divisiones en la nueva dirección política de la FARC muestran lo que significa transitar de un mando militar a un movimiento democrático donde los miembros pueden expresar sus diferencias políticas. Las divisiones internas demuestran que las FARC ya no son una guerrilla, sino un partido político.
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Hay esperanzas de paz
![]() Miembro de la FARC, Jesús Santrich. Foto: Cámara de Representantes |
Pero quizás el aporte más importante del proceso de paz, que muestra su naturaleza irreversible, es su influencia sobre la agenda política del país.
Por un lado la coalición de la derecha busca hacer “reformas estructurales” al acuerdo: un eufemismo para no decir que su intención es “hacerlo trizas”. Por otro lado dos coaliciones y un sector del Partido Liberal quieren consolidar el proceso para superar las condiciones sociales y políticas que originaron el conflicto armado.
Es claro que el nuevo gobierno deberá esforzarse para consolidar la paz, pero también es cierto que un gobierno adverso a los acuerdos tendría que enfrentar una amplia movilización social que le exija cumplir lo pactado.
En ese contexto, la huelga de hambre de Jesús Santrich y la eventual renuncia de Iván Márquez tienen como objetivo presionar al gobierno para que la JEP siga siendo competente y para que la sociedad civil se pronuncie a favor de la soberanía, la verdad y la correcta implementación del proceso de paz.
Todo lo anterior muestra que la paz aún tiene cabida en Colombia.
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor Asociado de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y director de la Unidad de Pensamiento Estratégico. ocalder@udistrital.edu.co