El Índice Global de Paz 2015: ¿cómo vamos en Colombia? - Razón Pública
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El Índice Global de Paz 2015: ¿cómo vamos en Colombia?

Escrito por Annette Idler
Tanques de guerra destruidos al frente de una mezquita en Azaz, Siria.

Tanques de guerra destruidos al frente de una mezquita en Azaz, Siria.

Annette IdlerMirarse frente a los vecinos y a los demás países o regiones del mundo resulta ser un ejercicio interesante, sorprendente, consolador, preocupante y aleccionador para una sociedad que tanto sufre la violencia y que discute sobre la paz con tanto ahínco.      

Annette Idler*

¿Qué es el Índice?

En junio de 2015, el Institute for Economics and Peace publicó el noveno informe anual con los resultados de su Índice Global de Paz, que clasifica las naciones del mundo según su nivel de paz. El Índice se calcula a partir de 23 indicadores cualitativos y cuantitativos, e incluye a los 162 Estados del planeta es decir, al 99,6 por ciento de la población mundial.

Chile es el país más pacífico de la región y el segundo del hemisferio occidental, mientras Colombia es el menos pacífico de América Latina.

Cada año se establece una escala o un ordenamiento de los países, que se identifican mediante colores que van desde el verde (muy pacífico) hasta el rojo oscuro (muy violento). Los indicadores apuntan a tres grandes variables a saber,

  1. El alcance de conflictos internos e internacionales,
  2. El grado de militarización,
  3. El nivel de seguridad en la sociedad.

Los resultados

El Índice de 2015 muestra una brecha creciente entre los países más pacíficos y los que sufren cada vez más violencia. Islandia figura como el país más pacífico del mundo, mientras que Siria es el más violento.

En mundo en su conjunto se ha vuelto menos pacífico. En términos regionales, Europa es la  más pacífica y Medio Oriente y el Norte de África las más violentas.

El número de muertos en conflictos armados internos aumentó de 49.000 en 2010 a 180.000 en 2014. Y el impacto económico de la violencia ascendió a un total de 14,3 billones de dólares esto es al 13,4 por ciento del PIB global.

En general, la paz en el mundo sufrió un deterioro: hubo mejoras en 81 países, pero 78 países empeoraron.

América Latina

El Presidente Santos durante el desfile militar del 20 de julio.
El Presidente Santos durante el desfile militar del 20 de julio.
Foto: Presidencia de la República

América Latina se encuentra en el centro del listado. Chile es el país más pacífico de la región y el segundo del hemisferio occidental, mientras Colombia es el menos pacífico de América Latina.

Sin embargo, un análisis más detenido muestra que esta posición intermedia puede ser engañosa, y que deben explorarse las distintas dimensiones del Índice para tener una imagen más precisa de lo que está ocurriendo en América Latina.

i. Conflictos internos e internacionales

América Latina tiene un balance positivo a este respecto. Por ejemplo, las regiones del mundo muestran un empeoramiento en cuanto al número de muertos que resultan de conflictos internos, con la excepción de América Latina.

En el indicador “conflictos internos luchados” América del Sur muestra una gran mejoría  (junto con Asia del sur) y también aparece como un ejemplo de buenas relaciones entre países vecinos.

ii. Desmilitarización

Los países de Centroamérica y el Caribe lograron una desmilitarización más alta que el promedio global. Según el informe, esto se debe a que:

– Hay menos competencia acerca de cuál país tiene influencia en la región;

– Hay más esfuerzos de reconciliación; y 

– Hay varias misiones de apoyo a la paz desplegadas en la región.

Sin embargo, también existe una tendencia contraria en América Latina: Venezuela es uno de los diez países del mundo donde más ha aumentado la militarización entre 2008 y 2015. Este resultado muestra que el Índice sirve más para identificar tendencias que para explicar situaciones estáticas.

iii. Seguridad en la sociedad

Con respecto a esta tercera dimensión del Índice Global de Paz, el balance para América Latina es negativo, pues sigue siendo la región más violenta del mundo.

Cabe destacar que mientras la situación en América del Sur empeoró entre 2014 y 2015 y ahora está debajo del promedio global, en Centroamérica y el Caribe la situación mejoró en ese mismo período, aunque todavía esta subregión tiene las tasas de homicidio más altas del mundo (Honduras es el país con la mayor  tasa del globo).

Colombia y Brasil son los dos países que registran costos más elevados, pese a que también muestran un gran crecimiento económico.

También la percepción de la criminalidad en la región es la más alta del mundo, lo cual el  refleja el miedo que padece la población. En Colombia, el alto número de refugiados y desplazados, así como lo que el informe llama el “terror político” resultante del conflicto armado, son los elementos que lo convierten en el país menos pacífico de la región.

Los costos de la violencia

Aunque no forma parte del grupo “rojo oscuro”, América del Sur aparece con un saldo de  250 mil millones de dólares debido a la violencia. Colombia y Brasil son los dos países que registran costos más elevados, pese a que también muestran un gran crecimiento económico.

Esto se explica por la falta de progreso en la paz positiva: los países se han vuelto más ricos, pero en ellos la desigualdad y la corrupción van de la mano con el crimen violento. De hecho, en Colombia, los índices muestran un empeoramiento en la desigualdad y la corrupción desde 2005. En un país donde comunidades enteras todavía viven sin electricidad, sin carreteras y sin centros de salud esto es aún más preocupante: los fondos perdidos por la violencia y la corrupción hacen falta para promover el desarrollo humano en el país.  

El balance financiero es similar a cuando se analizan los costos de contener la violencia. Hay tres países latinoamericanos entre los diez (excluyendo Corea del Norte) que asumen los mayores costos para contener la violencia:

– Honduras gasta el 21 por ciento de su PIB en esta labor,

– Colombia, el 18 por ciento, y

– El Salvador, el 17 por ciento.

De los costos asumidos por Colombia, el 40 por ciento está relacionado con la crisis de desplazados y refugiados.

Diferencias o contrastes dentro de un mismo país

Ahora bien, ¿es suficiente identificar con un color a los países para dar una idea de su nivel de paz, o es este un ejercicio de estigmatización? Además, hay que tener en cuenta que dentro de muchos países hay varios puntos verdes y otros rojos.

Ignorar estas diferencias sub-nacionales significa negar el hecho de que debe darse atención prioritaria a ciertas regiones en materias de seguridad, de desarrollo y de incentivos económicos. En el informe se incluye una reflexión sobre la urbanización que revela algunas diferencias entre zonas rurales y urbanas con respecto al nivel de paz.

En América Latina, la mayoría de los homicidios ocurre en ciudades con más de 50.000 habitantes. Esto podría sugerir que la urbanización produce más violencia pero, según el estudio, las causas son otras: el nivel de paz aumenta cuando hay más urbanización por ser esta un efecto de un nivel más alto de desarrollo.

Sin embargo, países con alta impunidad, desigualdad e injusticia corren el riesgo de volverse más violentos cuando hay más urbanización. Además, la corrupción aparece como otro factor que contribuye a la violencia en ciudades, más que la urbanización misma.

Problemas de lectura

Panorámica de La Paz, capital de Bolivia.
Panorámica de La Paz, capital de Bolivia.
Foto: jipe7

¿Es el Índice útil para entender mejor el nivel de paz de los países del mundo, o simplifica unos procesos socio-políticos sumamente complejos?

Analizando por separado sus dimensiones, se echa de ver que Centroamérica y el Caribe es la región con el mejor registro de desmilitarización en el mundo, pero al mismo tiempo con el peor registro en términos de seguridad ciudadana.

Esto hace que la región se ubique en el área central del Índice, lo cual hace invisible tanto lo primero como lo último. De hecho, el año pasado Centroamérica y el Caribe fue una de las cuatro regiones que mejoró en su nivel de paz (junto con Europa, América del Norte y África Subsahariana), mientras que las otras cinco regiones se deterioraron.

Números, porcentajes y colores en un mapa dicen poco sobre las historias humanas detrás de estas cifras. Por ejemplo los ecuatorianos de la frontera norte de su país viven la misma situación de “nivel de paz bajo” que los colombianos al otro lado de la frontera. Pero este hecho queda oculto porque el Índice asigna al Ecuador el puesto 84 en la escala mundial, mientras Colombia está en el puesto 146.

Verdad que el Índice incluye percepciones de criminalidad, pero estas percepciones están formadas por experiencias previas y los datos que ofrecen las encuestas no siempre reflejan la realidad, sobre todo cuando ellas tienen lugar en un entorno de miedo. El Índice tampoco captura las particularidades que existen con respecto a la violencia contra mujeres, niños u otros grupos de la sociedad.

Una herramienta útil

Sin obstar sus limitaciones, el Índice Global de Paz es un instrumento valioso para promover el debate e impulsar el cambio en las políticas públicas.

Para empezar, el índice nos dice que importa repensar el concepto de paz, así como el concepto de conflicto.

El índice demuestra que la paz positiva es más que la ausencia de la violencia. Hace falta promover la igualdad, poner fin a la impunidad y fortalecer el desarrollo humano para lograr una paz sostenible.

Para Colombia, el país menos pacífico de América Latina, esto significa que un acuerdo de paz con las guerrillas sería solo el comienzo de un largo camino hacia la paz positiva. La variedad de indicadores también muestra que hay muchas opciones para contribuir a este objetivo y que cada paso pequeño lleva hacia adelante. A esto hay que añadir algo que el informe no logra mostrar: que esta paz hace más falta en las regiones marginalizadas de Colombia.

Esto no se alcanzará de la noche a la mañana, pero Colombia hoy tiene la oportunidad de crear una tendencia hacia la paz que aumente constantemente. Aprovechar esta oportunidad no solo contribuiría al desarrollo humano sino que pararía la pérdida de billones de pesos al año.

 

* Directora de Estudios del Programa Carácter Cambiante de la Guerra, Pembroke College, Universidad de Oxford.

 

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