Dicen los críticos que la obsesión del Banco por una baja tasa de inflación es la causante del frenazo económico. Pero una mirada sosegada sobre los alcances e implicaciones de la política monetaria contradice esta creencia popular*.
Carlos Esteban Posada P.**
Las variables
El crecimiento económico de un país se define como el aumento porcentual de su producto interno bruto (PIB) real es decir, como el aumento en la cantidad de bienes y servicios producidos entre un año y otro; la inflación se define como la variación porcentual de los precios; y la política monetaria es el conjunto de acciones orientadas al logro de objetivos y metas de inflación, estabilidad del sistema financiero y niveles del PIB real, que son implementadas por la autoridad monetaria de cada país, en nuestro caso, la Junta Directiva del Banco de la República.
Entre las tareas o acciones que le competen al Banco de la República se destacan:
- La fijación de las tasas de interés de colocación (las que se cobran por los préstamos) y captación (las que se pagan por los depósitos) para sus operaciones con otros agentes financieros, como los bancos comerciales. La más conocida y tal vez más relevante de estas tasas es la “de intervención” o “tasa REPO”, que es la tasa a la cual, palabras más palabras menos, el banco central le concede préstamos a la banca comercial.
- La fijación de las condiciones o restricciones para las subastas de los títulos de deuda pública.
- La intervención con operaciones de compra y venta en el mercado de divisas y la determinación de las reglas o condiciones para dichas intervenciones, con el fin de ajustar la tasa de cambio o ajustar la cantidad de reservas internacionales del país.
La política monetaria
![]() Edificio del Banco de la República Foto: Banco de la República. Foto Juan Enrique Rodríguez |
Las acciones del banco central que inciden directa o indirectamente sobre las tasas de interés del mercado financiero tienen impactos sobre la inflación por dos vías:
- Por un lado existe un efecto rápido y casi siempre significativo sobre el precio del dólar y, con algún rezago, sobre el costo de los bienes importados que acaba por afectar el nivel general de precios,
- Por otro lado al influir sobre las decisiones de endeudamiento e inversión, las tasas de interés modifican la demanda agregada y por lo tanto el nivel de precios.
La política monetaria puede entonces incidir sobre el comportamiento del PIB real y por tanto sobre el ritmo de crecimiento económico.
Pero esto vale solo para el muy corto plazo, algunos meses o trimestres. Y además el crecimiento de corto plazo depende de muchos otros factores ajenos a las acciones de la autoridad monetaria, incluyendo aquellas cosas distintas de la tasa de interés que estimulan o frenan los planes de gasto de las familias y las empresas privadas.
Es más: en el mediano y en el largo plazo (años, quinquenios, decenios, etc.) el crecimiento económico depende fundamentalmente de las capacidades, eficiencia e incentivos de los productores – donde pesan muy poco las decisiones de la autoridad monetaria-.
La política monetaria puede entonces incidir sobre el comportamiento del PIB real y por tanto sobre el ritmo de crecimiento económico.
Por la razón anterior, el artículo 371 de la Constitución de 1991 encarga al Banco de la República las tareas de “regular la moneda, los cambios internacionales y el crédito; emitir la moneda legal; administrar las reservas internacionales; ser prestamista de última instancia y banquero de los establecimientos de crédito; y servir como agente fiscal del Gobierno”. Y el artículo 373 añade que “El Estado, por intermedio del Banco de la República, velará por el mantenimiento de la capacidad adquisitiva de la moneda”.
En pocas palabras, el Banco determina la oferta monetaria y la tarea principal de su Junta Directiva es controlar el nivel general de precios -aunque esto debe hacerse “en coordinación con la política económica general” (Artículo 371 de la Constitución), lo cual puede entenderse como un llamado a que la Junta tenga en cuenta otras variables además de la inflación- y en especial la tasa de crecimiento económico-.
En la vida real la política monetaria cuenta con los instrumentos suficientes para afectar la tasa de inflación, al menos en periodos no muy cortos, digamos 3 semestres o más. Aquí cabe notar que si la política monetaria no tuviera incidencia sobre la inflación, el constituyente habría eximido de esta tarea al Banco de la República y se la habría encomendado a otra entidad (por ejemplo, a una junta conformada por el presidente y cuatro ministros: Hacienda, Agricultura, Trabajo y Obras Públicas).
Las disyuntivas
![]() Variación de precios Foto: Alcaldía de Bogotá |
Al tener gran influencia sobre la inflación y algún grado de incidencia sobre el crecimiento económico de corto plazo, la autoridad monetaria de un país puede enfrentar dos posibles dilemas:
- Por un lado el dilema entre impulsar el crecimiento del PIB real y convivir con tasas de inflación cada vez más elevadas. Al reducir las tasas de interés, el Banco reduce el costo del endeudamiento para los hogares y las empresas privadas y de este modo estimula sus gastos – lo cual ayuda al crecimiento-. Pero este estímulo económico podría darse a costa de un aumento en la tasa de inflación, pues en el corto plazo y sin aumentos de la producción, la mayor demanda de bienes y servicios debido al nuevo gasto de hogares y de empresas elevaría el precio de los bienes y servicios disponibles.
- Por otro lado se presenta un dilema de carácter inter-temporal: más crecimiento económico hoy a costa de menos crecimiento económico en el futuro. ¿Por qué esto último?
Un descenso en la tasa de interés abarata el dinero y hace que aumente la liquidez de los hogares y las empresas, de modo que cuando el Banco estimula el crecimiento del presente esos hogares y empresas esperan una mayor tasa de inflación futura. Si esto sucede, el Banco tendrá que volver a elevar la tasa de interés en algún momento para mantener bajo control la tasa de inflación – y esta nueva alza en la tasa de interés vuelve a frenar el crecimiento de manera transitoria.
¿Qué hacer?
Dado lo anterior, lo óptimo es permitir que la autoridad monetaria se encargue de mantener la tasa de inflación dentro de un rango-meta, como hoy ocurre en Colombia: entre 2 y 4 por ciento de inflación anual.
Si el Banco logra alcanzar y preservar este objetivo puede entonces otorgar algún estímulo al crecimiento económico. Pero este estímulo tiene que ser muy modesto y transitorio para evitar que al cabo de unos pocos semestres, Colombia acabe en el peor de los mundos: con inflaciones por encima de aquel rango-meta y con tasas de crecimiento económico demasiado bajas.
No es obsesión
De lo anterior se sigue que – en contravía de lo que dicen muchos- lo que ha venido pasando en Colombia no es tener que “soportar” los efectos perversos de “obsesiones” del Banco de la República por el control de la inflación.
Un dilema de carácter inter-temporal: más crecimiento económico hoy a costa de menos crecimiento económico en el futuro.
Esa tal “obsesión” no ha existido. Lo que han podido observar los analistas objetivos, bien informados y carentes de sesgos políticos, es un esfuerzo de la autoridad monetaria, con errores transitorios ciertamente (errores también usuales en los principales bancos centrales del mundo), para hacer lo técnicamente correcto. Y, a la larga, esta ha logrado sus objetivos.
La Gráfica siguiente puede ilustrar este punto: la tasa de intervención real del Banco de la República (línea azul) es decir, la tasa de interés menos la inflación, ha tendido a descender durante los mismos últimos 3 años de desaceleración del crecimiento económico en Colombia (línea roja).
De esta manera el esfuerzo de controlar la inflación no ha sido la causa de la desaceleración reciente del crecimiento del PIB real. Esta desaceleración ha tenido causas distintas de la política monetaria, pues aun a pesar de la tendencia decreciente de la tasa de interés real, que debería servir como impulso al crecimiento, el PIB ha presentado una desaceleración persistente.
*Razón Pública agradece el auspicio de la Universidad EAFIT. Las opiniones expresadas son responsabilidad del autor.
** Economista y candidato a Doctor de la Universidad de París I, docente e investigador de la Universidad EAFIT.