
Aunque los contagios aumenten, las vacunas asegurarán que pocas personas se agraven o mueran. ¿Es hora de levantar las restricciones?
David Bautista*
Una variante más contagiosa
Por ahora, se sabe que la variante Delta del SARS-CoV-2 es muy contagiosa y que, probablemente, una persona infectada con esta variante puede transmitir el virus a más personas, en comparación con la variante “original”.
Y aunque Delta no parece ser más virulenta o letal, podría imponer grandes retos al sistema de salud de los países con baja cobertura de vacunación. Su alta transmisibilidad podría aumentar el número de contagiados en un menor tiempo y esto podría saturar de nuevo los sistemas de salud.
Es cierto que Delta redujo la efectividad de las vacunas para reducir la transmisión de SARS-CoV-2 o prevenir la enfermedad leve. Sin embargo, se ha observado que las infecciones posvacunación siguen siendo relativamente infrecuentes, y que los vacunados que se infectan y tienen síntomas son transmisores menos ávidos del virus que un no vacunado que se infecta y que nunca ha tenido la enfermedad.
En otras palabras, es probable que a causa de la variante Delta la gente vacunada se infecte y desarrolle COVID-19 leve en una mayor proporción que antes. ¿Qué tanto nos debe alarmar esto?
Las vacunas son efectivas
En mi opinión, no es preocupante que más personas desarrollen COVID-19 leve por la variante Delta: esto simplemente confirma que las vacunas son efectivas principalmente para prevenir la enfermedad moderada y grave.
Varios estudios han concluido que la efectividad de las vacunas contra COVID-19 usadas en Colombia siguen teniendo una alta efectividad para prevenir la enfermedad grave, superior al 86 %, por ahora y en términos generales. Estas son excelentes noticias que nos indican que, de momento, todas las vacunas disponibles en el país disminuyen el riesgo de padecer COVID-19 grave.
Aunque Delta no parece ser más virulenta o letal, podría imponer grandes retos al sistema de salud de los países con baja cobertura de vacunación
De hecho, las variantes Beta y Gamma imponían más problemas para la efectividad de las vacunas, pero afortunadamente tienen mala aptitud y no son capaces de volverse predominantes si existen otras, como la Alfa o la Delta. En resumen, las vacunas siguen funcionando muy bien en el contexto actual.
En todo caso, es probable que en un futuro se requieran refuerzos de la vacuna (segundas o terceras dosis) para segmentos de personas particulares. Las personas más expuestas a COVID-19 grave podrían recibir en un futuro una nueva inyección para reforzar la inmunidad. En mi opinión, esta aproximación incluiría solamente a personas muy ancianas o con comorbilidades complicadas: muy obesas, con cánceres sanguíneos o que tengan inmunosupresión.
Es probable que el refuerzo no sea necesario en personas que no son realmente susceptibles a padecer COVID-19 grave. Los anuncios de terceras dosis por parte de farmacéuticas y algunos gobiernos deben leerse con cuidado, pues no podemos negar los intereses económicos y políticos detrás de esta campaña de vacunación masiva global.

¿Cero riesgo o prevención de COVID-19 grave?
La variante Delta también ha aumentado el porcentaje de personas inmunes que se requiere para que los brotes sean infrecuentes. Para la variante “original”, este porcentaje era de aproximadamente el 70 % y se estima que ahora puede estar alrededor del 85 %.
Por lo anterior, es probable que sigamos teniendo brotes de COVID-19 por muchos años. Este es un virus respiratorio muy contagioso y tiene varias características que lo hacen muy difícil de erradicar.
También es probable que la mayoría de las personas nos contagiemos de este virus en algún momento de nuestra vida. Por eso, deberíamos seguir enfocándonos en prevenir la enfermedad grave que causa el SARS-CoV-2 en segmentos de población particulares. Es decir, debemos seguir vacunando de forma rápida y ojalá con una alta cobertura a la población vulnerable de padecer COVID-19 moderada y grave.
Las variantes Beta y Gamma imponían más problemas para la efectividad de las vacunas, pero afortunadamente tienen mala aptitud
Otras personas piensan que deberíamos buscar el “cero riesgo”, es decir, evitar los contagios a toda costa. Pero esto es inviable en un país como Colombia y mucho más con la presencia de la variante Delta.
Debemos reconocer que SARS-CoV-2 está en una transición a la endemicidad, que seguirá propagándose y que más personas adquirirán la inmunidad, ya sea por infección natural o vacunación.
En ese escenario, el objetivo debe ser controlar la COVID-19 grave, con intervenciones farmacéuticas como la vacunación, mejores tratamientos farmacológicos, y, en un futuro, por otros medios de ganancia de inmunidad como la que podrían proveer las madres a los bebés o la inmunidad ganada por los infantes. En todo caso, vale la pena enfocarse en factores de riesgo asociados con COVID-19 grave, como un mayor control de los riesgos de síndrome cardiometabólico: obesidad, hiperglucemia, resistencia a la insulina, hipertensión, etc.
Algunos países ya están adoptando esta aproximación, han dejado de contabilizar casos de infección asintomática o de COVID-19 leve y, en cambio, se están enfocando en estudiar y evaluar la evolución de la pandemia sobre la base de los casos de COVID-19 que acaban por exigir asistencia médica.
En países con una alta cobertura de vacunación, como Reino Unido, Israel o Países Bajos, se ha observado que un aumento de casos no necesariamente significa un aumento de la mortalidad. Todo esto nos lleva a pensar que debemos dejar de buscar la inmunidad de rebaño en el sentido estricto, y enfocarnos en lo más importante: evitar que ciertos segmentos de la población sin vacunas, sin infección natural previa o que no se benefician completamente de la vacunación contraigan COVID-19 grave.
¿Es hora de levantar las restricciones?
Dado que el virus puede seguir y seguirá mutando, aún queda un escenario muy poco probable, pero posible: podría aparecer una nueva variante que realmente escape a la inmunidad adquirida por las vacunas o la infección natural.
Es probable que dentro de uno o dos meses la etapa más difícil de la pandemia haya quedado atrás
Incluso en este escenario, el panorama no es desalentador: tenemos nuevas tecnologías y plataformas de vacunación que son lo suficientemente versátiles como para modificarse rápidamente y responder de forma eficaz. Por ahora, las vacunas funcionan muy bien.
Con el avance del Plan Nacional de Vacunación y la alta seroprevalencia estimada en Colombia, es probable que dentro de uno o dos meses la etapa más difícil de la pandemia haya quedado atrás. Por eso, no tiene sentido mantener las restricciones relacionadas con el virus. Hoy, todas las personas en condición de vulnerabilidad para COVID-19 grave pueden acceder casi que inmediatamente a una vacuna, si así lo desean, para protegerse a sí mismos.
No se justifica que se sigan imponiendo medidas restrictivas, con altas externalidades negativas, únicamente para prevenir la enfermedad leve causada por un virus tan contagioso.