
Si realmente cree en la importancia de la educación integral, el magisterio debe poner el bienestar de los niños, niñas y adolescentes por encima de sus intereses.
Ángel Pérez*
Un sindicato muy influyente
De acuerdo con la Ley 1176 de 2007, el diseño y la financiación de las políticas educativas son responsabilidad del gobierno de turno, no de la Federación Colombiana de Educadores (Fecode). Si bien la administración de la educación básica y media involucra a las 96 entidades territoriales certificadas de educación, todas dependen del Ministerio de Educación Nacional (MEN).
A pesar de que las normas son claras, Fecode tiene una gran influencia en el funcionamiento del sistema educativo en Colombia. Desde su fundación en 1959, sus miembros han logrado conquistas tan importantes como el estatuto docente, el régimen especial de salud y de pensiones para el magisterio, programas de formación para docentes y recursos para garantizar el derecho a la educación de calidad.
Fecode vs. Evidencia disponible
En su página web, Fecode se presenta como una organización sindical gremial comprometida con la educación integral de calidad financiada por el Estado cuya misión es contribuir al desarrollo de un país más equitativo, justo y democrático.
Sin embargo, durante la pandemia Fecode ha ganado “mala fama” por oponerse al regreso a clases presenciales pese a que los profesores fueron priorizados en el Plan de Vacunación ya que la evidencia disponible sugiere que el riesgo de contagio en planteles educativos es bastante bajo si se toman las medidas necesarias. Fecode insiste en que la falta de servicios básicos y las malas condiciones de la infraestructura educativa impide que retomen las clases presenciales en muchas escuelas del país.
La negativa del gremio ocasionó que Colombia postergara la reapertura en varias ocasiones. De acuerdo con una investigación de la OCDE que incluyó 30 países, las escuelas de educación inicial permanecieron cerradas 42 días en promedio, las de primaria 54, las de secundaria 63 y las de media 67. En contraste, Colombia mantuvo los colegios de todos los niveles educativos cerrados durante 152 días.
Aunque finalmente el gobierno logró que Fecode aceptara retomar las clases presenciales en el segundo semestre del año en curso, todo lo sucedido deterioró la imagen que la academia y la opinión pública tienen de este gremio y de otros sindicatos.
Por ejemplo, la investigadora y profesora Sandra García expresó que “siguiendo la misma actitud obstaculizadora que defendió Fecode, el Sutev (Sindicato filial de FECODE en el departamento del Valle) se opuso al regreso a clases que estaba pactado de manera progresiva a partir del 26 de julio». Como García, otros académicos y analistas han criticado las exigencias de Fecode y han insistido en que el gremio debería poner el bienestar y el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes por encima de los intereses del magisterio.
Fecode ha ganado “mala fama” por oponerse al regreso a clases presenciales pese a que los profesores fueron priorizados en el Plan de Vacunación
Un estudio realizado en Alemania encontró que el cierre de las escuelas no tuvo ningún efecto de contención en la transmisión del virus en los estudiantes ni en el profesorado. El resultado se mantuvo estable durante los picos de contagio. Sobre la base de dicho estudio, Alemania decidió retomar las clases presenciales por completo a finales de agosto, una vez acaben las vacaciones de verano.
Por ahora, los datos de Bogotá parecen confirmar la experiencia alemana, pues tras cuatro semanas de haber empezado el regreso a las aulas, más de 500.000 estudiantes han asistido a colegios públicos, privados y de concesión y el número de muertes y de casos sigue disminuyendo como se puede observar en el siguiente cuadro.
Cuadro 1. Número de muertes y de contagios por COVID-19 tras la apertura de colegios


Problemas de larga data
Mientras que en Europa los gobiernos, los maestros y la sociedad europea han luchado por mantener las escuelas abiertas para garantizar el derecho a la educación de calidad, en Colobia el gobierno, Fecode y los padres de familia han insistido en prolongar las clases virtuales como si los colegios fueran uno de los principales focos de contagio del virus. Esta insistencia es una muestra de la poca importancia que la sociedad colombiana le concede a la educación. Resulta inverosímil que los padres de familia no hayan salido a protestar en contra de esta medida.
Según el Observatorio de Gestión Educativa, el 13 de julio del año en curso, el 70% de los docentes contaba con el esquema completo de vacunación, pero solo el 14% de estudiantes de colegios oficiales y 34% de estudiantes de colegios privados (1.663.009 estudiantes en total) tenían acceso a algún grado de presencialidad.
Es necesario reconocer que la pandemia puso en evidencia serios problemas del sistema educativo que dificultan el regreso a clases como la falta de computadores y de conexión a internet.
En las zonas rurales, Forero y Saavedra encontraron que la edad promedio de la infraestructura de las instituciones educativas es de 37 años, el 13% no cuentan con energía eléctrica, el 27% se inundan en épocas de lluvia, el 40% no tienen acueducto, el 70% no tienen alcantarillado, el 80% no tienen una red de gas y, en promedio, tienen 36 alumnos por cada batería sanitaria pese a que el óptimo establecido es de 20 alumnos por batería.
el 13 de julio del año en curso, el 70% de los docentes contaba con el esquema completo de vacunación, pero solo el 14% de estudiantes de colegios oficiales y 34% de estudiantes de colegios privados tenían acceso a algún grado de presencialidad.
Si bien estas condiciones son deplorables y deben ser mejoradas en los próximos años, no son producto de la pandemia y, por ende, no tiene sentido que Fecode se escude en ellas para seguir posponiendo el regreso a clases. Es razonable que el magisterio pida condiciones mínimas de bioseguridad como la vacunación de docentes y la mejoría de los sistemas de ventilación, pero es inverosímil que exija la resolución de problemas estructurales que se originaron mucho antes de la pandemia.
Por el bien de nuestros niños, niñas y adolescentes, espero Fecode entre en razón y reconozca que sus peticiones son absolutamente desproporcionadas. Es momento de que los maestros, los padres de familia y los gobernantes entiendan que el regreso a clases presenciales no da espera.