
Durante la pandemia, la Asociación de Mujeres Afrodescendientes del Norte del Cauca ha trabajado con más energía. Este es un recuento de su labor.
Daniela Valencia*
Proyectos en el Pacífico
Para pensar el desarrollo del Pacífico colombiano es necesario tener una perspectiva holística e integral, que vincule las perspectivas locales y que tome en cuenta las realidades, necesidades e intereses de cada población.
Es necesario garantizar todos los niveles de educación en la región para que nazcan líderes regionales que se abanderen de la sostenibilidad ambiental y de la gestión cultural, y para reactivar la economía que se ha visto afectada por la pandemia.
Este año, 60 jóvenes líderes activas del Pacífico fueron becadas y becados por el programa Potencia Pacífico en la maestría de Gerencia y Práctica del Desarrollo en la Universidad de los Andes. Potencia Pacífico es un proyecto liderado por la Corporación Manos Visibles, Agencia para el Desarrollo Internacional Colombia (USAID) y la Universidad de los Andes que tiene el propósito de promover la participación de jóvenes del Pacífico en las instituciones nacionales, regionales y locales, al igual que en el tejido comunitario.
Este no es el único proyecto. Al suroccidente del país en el municipio de Buenos Aires, Cauca, está la Asociación de Mujeres Afrodescendientes del Norte del Cauca (ASOM) desde hace 23 años, conformada por 230 mujeres. He tenido la oportunidad de ser integrante de su equipo por los últimos tres años.
Nuestro trabajo se basa en
- defender de los derechos humanos y étnico territoriales;
- promover la formación e incidencia de las mujeres; y
- mejorar sus iniciativas para un desarrollo propio y sostenible.
El coro de una de las canciones que han creado y a través de las cuales narran su experiencia de resistencia territorial resume el trabajo de estas mujeres: “mujeres de ASOM, caminemos con tesón, sanando las heridas que la guerra nos dejó”.

La construcción de paz y las mujeres
Una de las prioridades es poner en marcha cada uno de los puntos del Acuerdo de Paz, pues el conflicto armado ha afectado de forma distinta a las comunidades afro y a las mujeres afrodescendientes del norte del Cauca.
El Acuerdo ha sido una oportunidad para reconstruir la verdad desde sus propias voces. ASOM ha contribuido al Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, para que este sea un espacio de dignificación y reconocimiento, que pueda tejer la relación entre conflicto armado, racismo histórico, patriarcado y colonialismo, como sistemas de opresión que siguen afectándonos.
La Reforma rural integral es otro de los puntos del Acuerdo de Paz en los que ha contribuido ASOM. La organización construyó un Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) propio, participó en la fase municipal y, por medio de Clemencia Carabalí Rodallega, representó al sector de mujeres en la fase regional, lo que contribuyó a darle prioridad a las iniciativas de género.
Es urgente que la ejecución de los PDET sea efectiva y garantice la participación plena de las comunidades, desde un enfoque descentralizado. Los PDET y los demás instrumentos de planeación deben ser esfuerzos construidos colectivamente para defender el territorio y deben garantizar el ejercicio de una ciudadanía plena, a nivel individual y colectivo, desde las aspiraciones y prácticas propias.
Algunos de los problemas que la Reforma rural integral interviene están relacionados con el racismo arraigado que ha hecho que el índice de necesidades básicas insatisfechas sea más alto en zonas mayoritariamente afrodescendientes. Un índice aún más alto si son además comunidades rurales.
Esta es la raíz del despojo territorial y de nuestra eliminación como sujeto colectivo, que pretende borrar nuestra historia y nuestras resistencias. Por este motivo, las comunidades afro tienen menos oportunidades para acceder a la educación superior, que crea brechas salariales para la población afrocolombiana.
Seguir exigiendo nuestros derechos hace parte del ejemplo que diariamente dan las mujeres de ASOM a través de su lucha colectiva.
La labor de ASOM
Las formas de desarrollo propio que han sido impulsadas por las comunidades afrodescendientes históricamente en este territorio son una manera de preservar el legado ancestral transmitido.
Una de las acciones que ha llevado a cabo ASOM para alcanzar este propósito es la puesta en marcha de la finca tradicional afrodescendiente, un sistema agrícola y productivo que asegura la vida, los alimentos y productos para el sostenimiento financiero de las familias. Al mismo tiempo, permite la creación de lazos comunitarios y la promoción de la cultura del pueblo negro, con prácticas como el canto, la copla y la medicina ancestral.
La finca tradicional es un mecanismo que se resiste al despojo territorial, a las economías extractivistas y a las diversas formas de reclutamiento de niños, niñas y adolescentes en el territorio.
Es una opción de desarrollo propio que pervive de generación en generación. También es un ejemplo de economía regenerativa y circular, pues se usan los residuos de los hogares, cultivos y animales para hacer abonos orgánicos que contribuyen al sano desarrollo de los mismos cultivos.
A través de la finca se fomentan estrategias de trueque que permiten la soberanía alimentaria y la autonomía económica de las familias y mujeres. Pero la tenencia de la tierra y la comercialización de los productos siguen siendo una de las principales dificultades, sobre todo durante la pandemia.
Con el trabajo por la autonomía económica de las mujeres promovemos el goce de sus derechos humanos. Sobre todo, porque la dependencia socioeconómica es uno de los factores que complican la situación de las mujeres víctimas de violencias de género a las que acompañamos psico-jurídicamente.
La dependencia económica dificulta muchas veces que puedan tener herramientas para romper los ciclos de violencia en los que viven. Como defensoras de los derechos de las mujeres ponemos en evidencia la necesidad de respuestas integrales a estos problemas.
Gracias a las mujeres de ASOM por el liderazgo y la lucha colectiva, por los procesos de resistencia histórica que han adelantado, por las acciones que nos permiten soñar con un Buenos aires y un Norte del Cauca como territorios de paz.
Gracias por la valentía que permite hacer frente a las vulneraciones de los Derechos humanos, gracias por darle un lugar a los impactos psicosociales que ha dejado la violencia y aspirar a sanar conjuntamente. Son la familia extendida que permite la reafirmación. “Ninguna de nosotras es tan fuerte como todas juntas”.