
La pandemia—y las medidas del gobierno—han afectado al ecosistema cultural y han hecho que sus actores sobrevivan por sus propios medios. Este es el panorama de las distintas artes y sectores.
Marla Castellanos Aponte*
El peor escenario
Para el sector cultural, los últimos nueve meses han sido un ir y venir de comunicados, resoluciones, decretos y leyes para enfrentar las consecuencias socioeconómicas que deja la pandemia.
Desde el principio, el sector se ha reunido con distintos actores para determinar qué camino seguir: “el sector cultural fue el primero en cerrar y será último en abrir”.
Lo único que no estaba permitido era ahondar las desigualdades sociales entre los miembros del ecosistema cultural: y esto precisamente fue lo que sucedió.
Ley Naranja en vez de apoyos efectivos
Además de las resoluciones del Ministerio de Salud sobre cierres y aperturas para el sector cultural, el Congreso ha expedido una Ley y el Ministerio de Cultura ha expedido nueve decretos que afectan y afectarán el futuro del sector. Entre estas medidas se destacan:
- La Ley ReactivArte (449 del 2020) sancionada este 15 de diciembre;
- La reestructuración de MinCultura (decreto 692/2020);
- La regulación de las Áreas de Desarrollo Naranja (decreto 569/2020);
- La regulación de CoCrea (decreto 697/2020).
Pero no todas las medidas del gobierno benefician al sector cultural. Entre ellas:
- Los decretos 475/2020 y 582/2020 sobre el programa de Beneficios Económicos Periódicos (BEPS) de Colpensiones, les dan solo beneficio tributario a las artes escénicas y no a otros sectores de la cultura;
- El decreto 554/2020 sobre la cuota de pantalla que permite reducir de 70% a 20% la cuota de transmisión de producciones colombianas a través de los canales nacionales en cualquier franja horaria; y
- La resolución 1746/2020 de MinSalud que regula las actividades de exhibición.
Estos decretos han sido desaprobados por la mayoría de los sectores, gremios y demás asociaciones de la cultura, porque ellos ratifican la obstinación del gobierno en seguir desarrollando la Ley Naranja (1834 de 2017) en medio de una pandemia y cuando los trabajadores de la cultura se encuentran más desprotegidos.
Y de su lado la Ley ReActivarte ha sido presentada como el gran logro del Ministerio de Cultura para hacer frente a la crisis de este año. Pero la Ley deja algunas dudas: ¿A cargo de quién estará la administración del fondo de ConCultura? ¿Bajo cuáles criterios se asignarán los recursos? ¿Se trata de asegurar los derechos para la cultura o, al contrario, de ceñirse a los parámetros de la Ley Naranja?
La infraestructura cultural de Colombia ha estado cerrada durante casi un año
Por otra parte, la Ley de Espectáculos Públicos (LEP) podría ser un arma de doble filo, pues asegura fondos para nuevas actividades (producción y circulación), pero no asegura una mayor cantidad de recursos para el sector. Aunque se incluyan los recaudos de la Estampilla Procultura, la atención de los pasivos pensionales no dejaría margen para financiar las nuevas actividades. Además, la ley insinúa que el sector está inactivo, cuando es obvio que el ecosistema cultural sigue actuando y funcionando más allá de lo que diga cualquier ley, decreto o resolución del gobierno.
Según el último boletín de Ministerio de Cultura, el Consejo Nacional de Economía Naranja aprobó 517.000 millones para reactivar el sector cultural y creativo en el 2021. Esperan crear 100.000 empleos a través de estos fondos y de incentivos tributarios.
Pero siguen las dudas sobre quiénes serán los beneficiarios de estos incentivos tributarios. ¿Se trata acaso de atraer inversionistas extranjeros para crear a bajo costo en Colombia, y no de estimular la creación y sostenimiento de los procesos culturales?

Reinventarse
La palabra reinventarse parece una promesa cuando en realidad es una redundancia para las artes y para la cultura.
Todas las áreas de la cultura han tenido que reinventarse o emprender transformaciones sustantivas desde marzo. Estos cambios se refieren, entre otros, a la accesibilidad, los ingresos, la cadena de valor, la técnica y la prestación de servicios.
Antes de hablar de cada una las áreas y subsectores de las artes y la cultura, hay que decir que la infraestructura cultural de Colombia ha estado cerrada durante casi un año. Apenas empezó la pandemia se solicitó hacer un censo, pero el gobierno se negó a hacerlo; a falta ese censo no es posible cuantificar las pérdidas, pero sin duda han sido gigantescas.
Las artes escénicas
El teatro se ha vuelto virtual a raíz de la pandemia. Con gran destreza, las salas grandes y las pequeñas han transmitido sus obras, talleres y conferencias a través de plataformas digitales. Pero el no contar con público ha hecho del teatro uno de los subsectores más afectados.
El cierre de las salas de teatro viene además con la transformación de algunas de las salas en estudios de grabación. Los teatros que tenían proyectos vigentes con salas concertadas y beneficios de la Ley de Espectáculos Públicos se han visto obligados a mantener estos compromisos, pues la pandemia no fue considerada como caso especial para congelar los contratos.
Música
Igual que en el teatro, los músicos han tenido que volcarse a lo digital, pero la suspensión de las actividades en vivo ha dejado un gran sector técnico sin trabajo, como se dijo desde el principio de la pandemia. La agremiación Industria de Producción de Eventos y Espectáculos (IPEE) ha hecho dos diagnósticos del sector, uno al principio de la pandemia y otro que se publicará al cierre de este año.
En la música se ha visto la brecha más grande del sector. Por un lado, los artistas mainstream ya están activos y participan en muestras artísticas semipresenciales, festivales virtuales, o están sacando grandes lanzamientos. Por otro lado, están los artistas que han tenido que vivir del “rebusque”.
Los artistas que están tratando de llevar a cabo sus proyectos musicales se han encontrado con el mejoramiento de los medios digitales, las redes sociales, y las plataformas.
Audiovisuales
Este sector ha tomado varios rumbos y en términos generales es uno de los más beneficiados. La virtualización de las ofertas de bienes y servicios ha hecho que propiamente el sector vea un aumento exponencial laboral.
Aunque esto no implica que los productos de autor como decir cortos, largometrajes, animaciones y en general el cine colombiano se han hoy más abundantes o de mayor circulación, ya que muchos realizadores audiovisuales pasaron a ser trabajadores tercerizados por otras industrias.
Hoy el mundo audiovisual ha encontrado formas de financiarse distintas del apoyo estatal. Sin embargo, ha de notarse que el Fondo de Desarrollo Cinematográfico (FDC) posiblemente no abrirá sus convocatorias para el 2021 porque este año estuvieron cerradas las salas de cine.
Además, es importante tener en cuenta que la audiencia está en las plataformas y aplicaciones Over-The-Top (OTT) como Netflix, HBO o Disney Plus, que no dejan tributación en Colombia, ni han beneficiado la circulación de producciones locales.
El subsector de animación también se ha visto estimulado, pero con limitantes que van desde el atraso tecnológico hasta el alza del dólar. En estas condiciones no se puede competir con la calidad que hoy demandan las audiencias.
Bibliotecas
Las estrategias de las redes y sistemas de bibliotecas de Colombia para seguir con su trabajo han sido diferentes, pero hoy por hoy han ajustado sus ofertas a la nueva situación. La demanda por sus servicios aumentó con el confinamiento, y además las entidades adoptaron métodos novedosos para promover la lectura.
Los mediadores han recurrido a distintas alternativas: lecturas telefónicas, grupos de lectura por WhatsApp, talleres vía web, digitalización de sus colecciones, formación de docentes, accesibilidad a colecciones.
Sin embargo, sus antiguos y mayores beneficiarios son los adultos mayores, quienes han quedado por fuera de la oferta debido al poco acceso a los medios digitales que sigue siendo un reto.
Turismo y patrimonio turístico
Aunque el turismo no esté regido por el Ministerio de Cultura, sus nexos con las actividades propiamente culturales son tan obvios como abundantes en las distintas regiones del país.
Como estrategia se han valido de recorridos virtuales y visitas guiadas, además de las estrategias de las secretarías de cultura y sus museos para interactuar en redes sociales, mostrando monumentos y datos curiosos sobre su infraestructura cultural.
Ferias, fiestas y carnavales regionales no tendrán cabida en el 2021, y en las regiones queda la duda en el aire: ¿qué ha pasado con las destinaciones presupuestales?
Las contradicciones del gobierno han dejado en el limbo el acceso popular a la cultura.
Educación, investigación y cultura
¿Cómo se están educando hoy los jóvenes en las artes y en la cultura? A pesar de su importancia, esta pregunta ha sido ignorada por las autoridades y los medios durante la pandemia.
Las danzas, el teatro, las artes plásticas o audiovisuales en general necesitan más de la enseñanza presencial que las demás áreas del conocimiento. Pero poco o nada han hecho los ministerios de Educación y de Cultura para diseñar o impulsar acciones conjuntas con los planteles que atiendan a este problema.
Contradicciones institucionales
El gobierno nacional y los gobiernos locales siguen promoviendo la campaña “quédate en casa”. Sin embargo, el Ministerio de Cultura está regulando los eventos, y los programas culturales de muchas entidades públicas implican salir de casa. El ejemplo más diciente es IDARTES con más de 1900 eventos públicos en la ciudad de Bogotá.
Las contradicciones del gobierno han dejado en el limbo el acceso popular a la cultura. Pero también han dejado una puerta abierta para los espacios culturales y de las artes privadas, mixtas, y comunitarias. Estos últimos espacios actúan, sin embargo, en un vacío legal porque no están propiamente cobijados como “espacios de exhibición” (Resolución 1746/2020) Lo mismo sucede cuando no son apenas espacios culturales sino también bares, gastrobares, restaurantes o cafés.
Los retos del ecosistema cultural para el próximo años son inabarcables, pues el Gobierno no parece oír al sector, ni prestar atención a los rumbos que realmente está tomando.
Pero nada de eso impide que la cultura y las artes en Colombia sigan sobreviviendo, viviendo, transformándose y resistiendo para seguir llegando a todas y todos.
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