Los complejos problemas que enfrentan las urbes del presente no pueden resolverse sin reconocer que la diversidad que albergan las ciudades no solo es étnica sino también de imaginarios y maneras de habitar el espacio.
Paola Molano Ayala*
Imaginarios Urbanos
Néstor García Canclini
Editorial Eudeba
Primera edición: 1996- Tercera edición: 2005
Pensar las ciudades
Las ciudades son espacios cada vez más diversos y complejos. Esto plantea serios desafíos para el futuro y la planeación de estos lugares que acogen a la mayoría de la población mundial, además de complicar la discusión sobre asuntos como la desigualdad, la inclusión social o la democratización.
Según cifras del Banco Mundial (2013), el 76 por ciento de la población colombiana vive en zonas urbanas, lo cual nos pone por encima del promedio mundial, que está en 51 por ciento. En nuestro caso, las migraciones y los desplazamientos forzados han sido fuentes importantes de la expansión urbana, y sin embargo no es claro que nuestras ciudades estuvieran o estén hoy preparadas para acomodar a sus nuevos habitantes.
Iniciativas como la del alcalde de Bogotá para construir viviendas de interés social en zonas de estrato 6, demuestran la vigencia del debate sobre los caminos hacia la integración, el multiculturalismo y la des-territorialización de la desigualdad en las ciudades. Las preguntas que el antropólogo argentino Néstor García Canclini presenta en las conferencias que hacen parte del libro Imaginarios urbanos tratan justamente sobre estos temas de tanta actualidad:
· ¿Qué tipo de medidas permiten convivir o integrar la diversidad dentro de las urbes?
· ¿Cómo superar las injusticias que han traído los procesos de crecimiento y modernización?
· ¿Cómo consolidar una modernidad que retome los primeros pasos que se dieron en este continente?
![]() El escritor, antropólogo y profesor argentino, Néstor García Canclini. Foto: Cultura de red |
Repensar la modernidad
Según opina el autor, el proceso de la modernidad en América Latina entró en retroceso y necesita ser recuperado mediante las estrategias que en pasado habían permitido el tipo de modernidad que él llama “híbrida”. Esta modernidad depende de la interacción entre actores distintos, con prácticas diversas y con múltiples formas de asociación entre sus culturas respectivas.
Entre los procesos que se han interrumpido o han retrocedido se incluirían, a juicio del autor, los referentes a la emancipación (liberalización y racionalización de la vida social), la renovación (innovación cultural y social), la democratización (ampliación de la participación) y la expansión (innovación tecnológica y desarrollo de la industria).
Estas fueron las bases de la modernización latinoamericana en un primer momento, pero a lo largo de las décadas de 1980 y 1990 entraron en una fase regresiva debido a la adopción del modelo “neoliberal” y al aumento de las desigualdades que fragmentaron las solidaridades y debilitaron la idea de lo público.
El 76 por ciento de la población colombiana vive en zonas urbanas, lo cual nos pone por encima del promedio mundial, que está en 51 por ciento.
Frente a este panorama García Canclini propone una estrategia de integración basada en el reconocimiento de la diversidad multicultural y multi-temporal: la diversidad no viene solo de aspectos culturales, sino de diferencias en el acceso a los bienes modernos, realidad esta que afecta tanto a los individuos como a los Estados que se enfrentan a otros más pudientes.
Cada vez son más los latinoamericanos que acceden a más bienes modernos, como los celulares, el computador o los electrodomésticos, y que se apropian de mensajes culturales “modernos”, pero también (según García) crece cada día el desbalance entre el consumo y la producción, el uno aumenta y la otra retrocede.
Estas “nuevas formas de injusticia” obligan a buscar una manera de conciliar la tendencia hacia la homogenización que implica la globalización con la continuidad de las culturas locales y nacionales. Y en este punto el autor señala dos futuros posibles: uno, el que ya tenemos, es decir, el que propone el mercado; y otro, el de una sociedad donde no todo sea determinado por el mercado, donde el Estado sirva al interés público y donde quepan todos los actores.
Ciudad: lugar de multiculturalidad
García Canclini defiende una multiculturalidad que no sea apenas étnica sino que sea plasmada en la existencia de diversas ciudades dentro de la ciudad, donde coexistan en tensión constante las tradiciones y la modernidad que no acaba de llegar.
Esto lo comprobó el autor en Ciudad de México, donde encontró la coexistencia de cuatro ciudades: la histórico-territorial, la industrial, la comunicacional y la del “videoclip”. En esta urbe conviven las culturas de diferentes épocas y los imaginarios que provienen de esas épocas Y los imaginarios justamente son la base de la constitución de una ciudad porque son ellos quienes le dan sentido y estabilidad a la experiencia urbana de cada uno de nosotros y se convierten en patrimonio inmaterial de las ciudades.
Para llenar de contenido la idea de los imaginarios urbanos como patrimonio inmaterial, el autor recurre al concepto de “capital social” desarrollado por Pierre Bourdieu, para demostrar que ese patrimonio parece estar disponible para todos, pero en efecto está condicionado por las relaciones sociales dentro de la ciudad. En otras palabras: el patrimonio inmaterial puede representar experiencias comunes, pero al ser distinto para distintos habitantes expresa las disputas entre clase, grupos y etnias dentro de cada ciudad.
Los imaginarios también son importantes para la formación de identidades y la construcción de ciudadanía, porque la vida urbana está hecha de las interacciones y las proyecciones mentales entre sus habitantes.
Las disposiciones individuales y las interacciones determinan el modo de definir lo urbano y la manera de abordar los problemas de la urbe. Según el estudio de García sobre Ciudad de México, preguntas como “¿qué es espacio urbano?” o “¿cómo resolver problemas como la contaminación?” eran respondidas de manera fragmentada y pensando en una referencia específica a la percepción particular de lo urbano, pero no en la ciudad en su conjunto.
En consecuencia, la disputa por la constitución de las ciudades y la solución de sus problemas debe tener en cuenta los imaginarios y la multiplicidad de perspectivas o apreciaciones entre sus pobladores.
![]() Ciudad de México. Foto: Luis Fernando Franco Jiménez |
El crecimiento urbano y sus desafíos
La relación entre modernidad y multiculturalismo (en el sentido amplio que le da García) supone varias de dificultades al decidir sobre asuntos tan prácticos como el acceso a bienes y servicios o la garantía de los derechos básicos.
El crecimiento desmesurado de la población urbana en Colombia hace difícil atender las demandas de la población, apostarle a nuevas estrategias contra las injusticias producidas por el proceso de modernización o lograr la articulación entre culturas diversas. El choque de imaginarios sobre lo urbano se da en distintos espacios sociales, económicos, culturales, políticos e ideológicos. Pero ese choque puede resultar en la profundización o en la superación de las viejas y las nuevas injusticias.
Los imaginarios justamente son la base de la constitución de una ciudad.
Pero además la interacción multicultural debe tener presente la complejidad social que resulta de la continua migración y- en el caso colombiano- de los desplazamientos forzados a lo largo y lo ancho del territorio nacional. Las ciudades grandes e intermedias han sido las principales receptoras de estos flujos, a los cuales se añaden los desplazados intra-urbanos, que también viven en condiciones precarias y hacen crecer la periferia marginada.
A rodo lo cual habría que sumar la poca capacidad institucional para tramitar las demandas sociales y la severa estratificación que de múltiples maneras ratifica y agrava la segregación.
Bajo estas circunstancias las soluciones parecen estar lejanas, pero repensar la modernidad para superar las injusticias y apostarle al multiculturalismo verdadero es una propuesta con elementos aplicables en la práctica – y en todo caso es muy interesante desde la ética y desde la teoría de la democracias-.
*Estudiante de la maestría en Estudios Políticos (IEPRI) de la Universidad Nacional.