La pregunta por la “raza” sigue obsesionando a América Latina. Mientras unos defienden la composición mestiza de sus poblaciones, otros se centran en destacar su porcentaje “blanco”. Miradas científicas y políticas al asunto.
Genómica mestiza: mezcla de razas, nación y ciencia en América Latina. Peter Wade, Carlos López Beltrán, Eduardo Restrepo, Ricardo Ventura Santos et al (Duke University Press; 2014; Edición para Kindle).
Preguntas por la genética
En abril de 2006 el diario El Colombiano anunció que “los antioqueños son europeos en un 80%”, apoyándose en un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences de Estados Unidos y realizado por el Laboratorio de Genética Molecular de la Universidad de Antioquia.
El periódico informó que “eso de que somos pueblo de blancos, parece ser cierto”, y añadió que “la contribución de los hombres amerindios y de las mujeres españolas a la formación del pueblo antioqueño es marginal”; es decir, que los españoles que llegaban “se casaban” con las nativas y mestizas.
El concepto de raza comenzó a criticarse desde los años 1920 y perdió todo poder explicativo como categoría biológica tras la Segunda Guerra Mundial.
Ocho años después (el pasado 9 de febrero) el diario bogotano El Tiempo usó un titular similar: “Los colombianos tienen un componente europeo mayor que el pensado”.
En esta nota se nos contaba que “el proyecto Candela, liderado en el país por el grupo de Genética Molecular de la Universidad de Antioquia concluyó que los colombianos tienen un 10% de africanos, un 20 de amerindios y un 70% de europeos”. Los resultados, sigue la nota, serán publicados “por la prestigiosa revista PLoS Genetics”.
Las dos noticias tuvieron eco radial y dieron pie a debates en foros y redes sociales, pues es innegable que el tema pone de manifiesto tensiones, ansiedades, estereotipos, visiones del país y muchas inquietudes.
¿Qué querían decir todos estos porcentajes? ¿Es este laboratorio el único que ha hecho estudios de este tipo? ¿Qué motivó la pregunta por los “componentes”? ¿Por qué comenzaron por Antioquia? ¿Cuáles son las implicaciones de los resultados para la nación o identidad Colombianas?
![]() Indígenas Wayuu en La Guajira. Foto: Antifilms |
El mestizaje y la historia de la “raza”
Estas y otras preguntas se las hacen Peter Wade, Carlos López Beltrán, Eduardo Restrepo, Ricardo Ventura Santos y otros colaboradores en el libro Genómica mestiza: mezcla de razas, nación y ciencia en América Latina.
Los autores nos recuerdan que el concepto de raza comenzó a criticarse desde los años 1920 y perdió todo poder explicativo como categoría biológica tras la Segunda Guerra Mundial, pues se ha hecho evidente que los humanos compartimos el 99,9 por ciento de los genomas.
Pero, con la emergencia de nuevas tecnologías en décadas recientes, grupos de investigadores genetistas se han dedicado a estudiar el 0,1 por ciento que marca las diferencias. Así, en América Latina se han mapeado los ancestros europeos, africanos y amerindios para localizar las bases de las enfermedades, desarrollar datos para identificación forense o reconstruir las historias de las poblaciones.
La raza, sin embargo, continúa siendo una formación social, “una idea usada por la gente y no la ciencia, para categorizarse y categorizar a los otros”.
El libro, que presenta reflexiones sobre Brasil, Colombia y México, se pregunta por el papel que ideas o supuestos sobre raza, etnicidad, nación y género juegan en estas actividades científicas. Para hacerlo, gira en torno a dos grandes reflexiones.
La primera apunta a la nación y al mestizaje. Este último, de connotaciones biológicas y culturales, es de vital importancia e históricamente ha tenido distintas implicaciones. Después de ser visto como un obstáculo para el progreso, el mestizo se convirtió en el latinoamericano por excelencia, protagonista de la llamada “democracia racial” que supone la inexistencia de discriminaciones.
Durante los últimos veinte años los ataques a la veracidad de la supuesta democracia racial, las presiones internacionales y las demandas de movimientos sociales desembocaron en una ola de reformas políticas en función del multiculturalismo. Teniendo en cuenta estas tendencias, los autores describen y contextualizan las formas en las que la diversidad (humana, biológica, genética) ha sido estudiada en cada país.
En Brasil, el mestizaje ha sido un punto neurálgico en el estudio de la diversidad biológica. Allí se destaca el trabajo de Sérgio Pena, quien ha reafirmado la inexistencia de la raza en el nivel genético, lo que desemboca en argumentos en contra de las acciones afirmativas (pues no hay diferencias que las justifiquen).
En México, la investigación genética financiada por el Estado se ha enfocado también sobre la figura del mestizo.
En Colombia, el libro describe las investigaciones de Emilio Yunis sobre mapeo del mestizaje en las se que analiza la variación regional en los porcentajes de la mezcla.
Asimismo, el libro revisa la Expedición Humana, dirigida por Jaime Bernal Villegas, con colaboración de los antropólogos Nina S. De Friedemann y Jaime Arocha, que se concentró en las poblaciones “apartadas”, afrodescendientes e indígenas.
Los autores del libro argumentan que aunque la Expedición Humana fue criticada por reproducir representaciones estereotipadas de la diferencia, también puso en el centro del debate a estas poblaciones, desafiando la figura dominante del mestizo.
En síntesis, el libro argumenta que los estudios genómicos reproducen categorías fundacionales y geográficas. En especial en lo que concierne a las “tres razas” que fundaron las naciones.
Cuadros y gráficos sintéticos que divulgan qué porcentaje exacto de cada ancestro tiene una u otra población circulan entre el público general y así consolidan viejos estereotipos o lugares comunes.
Sobre cómo se hacen los estudios
Sin embargo, otros factores, como la misma exactitud de la ciencia genética, se prestan también para desestabilizar o reformular estas preconcepciones sobre la “raza”.
Y justamente un segundo grupo de reflexiones que el libro plantea tiene que ver con el quehacer científico. El equipo realizó etnografías en laboratorios, entrevistas con científicos y analizó los trabajos publicados y la forma como los resultados son divulgados al público general.
Los autores nos recuerdan en distintas ocasiones que no existe un límite exacto entre lo natural y lo social, que hay diversidad en la ciencia y que hay algunas verdades que son más taquilleras que otras. La escogencia de categorías, muestras de población y preguntas de investigación tienen mucho que ver con los resultados que presenta cada laboratorio particular.
Dos ejemplos resultan claros para entender este argumento. El primero tiene que ver con dos investigaciones: una llevada a cabo en Brasil por Sérgio Pava y otra en Colombia, a cargo de Gabriel Bedoya.
La raza, sin embargo, continúa siendo una formación social, “una idea usada por la gente y no la ciencia, para categorizarse y categorizar a los otros”.
Aunque estas produjeron mapeos muy similares, interpretaron los resultados de manera distinta: en el caso brasilero se subrayó el carácter mezclado de la población estudiada y en el colombiano se destacó la descendencia europea. Ambas interpretaciones, concluyen los autores, son representativas de las ideologías dominantes en los respectivos países.
El segundo caso es el protagonizado por un laboratorio colombiano pequeño conformado por científicos jóvenes y encabezado por William Usaquén. Este grupo, cuyo trabajo se caracterizó por cierta flexibilidad, decidió negociar las categorías de análisis genético retando el clásico trinomio y permitiendo a la población estudiada ubicarse en varias categorías al tiempo.
Aunque el grupo finalmente se aferró a sus convicciones, hubo un momento cuando la presión por publicar en revistas indexadas los llevó a cambiar sus categorías reduciéndose a las clásicas.
Un trabajo en equipo
Genómica mestiza: mezcla de razas, nación y ciencia en América Latina es un libro con varios aportes relevantes. Metodológicamente es una lección de trabajo interdisciplinario y colaborativo, en el que trabajaron académicos en distintos momentos: profesores establecidos, investigadores en postdoctorado y asistentes de investigación.
Por eso, es un importante ejemplo de trabajo en equipo para Colombia, un país donde muchos profesores están acostumbrados a firmar los libros solos, sin reconocer las coautorías.
El trabajo etnográfico y la conversación con los investigadores genetistas son también bastante sugestivos. En el caso de Usaquén, por ejemplo, se puede concluir que la decisión del grupo de mantener sus convicciones innovadoras tuvo que ver con el trabajo reflexivo fomentado por la observación participante de las antropólogas.
Finalmente, el libro es de gran pertinencia política. Volviendo a las noticias que casi celebratoriamente anunciaban que “somos más europeos (blancos) de lo que pensábamos”, cobra relevancia la conclusión que plantea: es importante reconocer que un porcentaje importante de la ciencia genómica está dando relevancia al mestizaje, reproduciendo supuestos y poniendo en el centro de los imaginarios de la nación al mestizo y en los bordes a comunidades indígenas y afrodescendientes.
* Estudiante de doctorado en Geografía de la Universidad de Montreal.