Hace diez años la comunidad internacional tomó conciencia de la amenaza del terrorismo islamista. La solución militar no la ha extirpado del todo. Pero las soluciones políticas hacen nacer la esperanza: la consolidación de la ola democrática en el mundo árabe, el Estado Palestino y la paz árabe-israelí no parecen ya estar tan lejos.
Julio Londoño Paredes
Acción y reacción
En los últimos diez años se han escrito miles de artículos y centenares de libros sobre las consecuencias del ataque terrorista a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, que el mundo entero observó con horror, en vivo y en directo a través de la televisión.
Fueron 102 minutos que cambiaron a Estados Unidos y posiblemente al mundo. Tuvieron que adoptarse medidas para enfrentar esa nueva amenaza, que no había merecido la atención prioritaria de la comunidad internacional, aunque siempre había estado latente.
Inmediatamente después del ataque, las reacciones no se hicieron esperar:
- El 12 de septiembre, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) expresó que de conformidad con el artículo 5 del tratado que la rige, el ataque terrorista contra los Estados Unidos se consideraba como un ataque contra todos los miembros de la Organización.
- El 7 de octubre, Estados Unidos, en cooperación con Gran Bretaña, lanzó un ataque aéreo contra campos de entrenamiento e instalaciones de Al-Qaeda y de los talibanes en Afganistán.
- En diciembre se endurecieron todas las normas sobre inmigración, afectando a centenares de miles de latinos, árabes y personas de otras nacionalidades que se encontraban sin documentos en Estados Unidos.
- Poco tiempo después del ataque se reunieron los ministros de economía y de relaciones exteriores de los Estados europeos para adoptar acciones conjuntas frente al terrorismo, incluyendo severas medidas migratorias que complicaron el acceso a esos países para nacionales de Estados no miembros de la Unión Europea.
- Aunque en esa época los movimientos anti-norteamericanos eran relativamente activos en países árabes y musulmanes, varios de ellos se mostraron dispuestos a cooperar con la cruzada antiterrorista que inició el gobierno norteamericano, incluso en acciones militares a gran escala iniciadas en Afganistán después de que el régimen talibán ignoró el ultimátum del presidente Bush exigiendo entregar a Osama Bin Laden.
- La actitud de Pakistán, en donde se encontraban los líderes de las organizaciones terroristas, fue la más complicada. Sin embargo, posteriormente estuvo al lado de Estados Unidos pese a que las autoridades norteamericanas consideraban que algunos sectores de las fuerzas armadas de ese país colaboraban o encubrían a los terroristas.
De la simpatía a la suspicacia
Tras el 11 de septiembre varias compañías aéreas quebraron, mientras que el turismo y muchas actividades similares descendieron verticalmente, lo cual produjo situaciones muy complicadas para algunos países. Se alteraron significativamente el comercio, el tráfico aéreo y muchos procedimientos en actividades de la vida diaria de los ciudadanos.
En un primer momento se expresaron muestras de solidaridad procedentes de los cuatro puntos cardinales hacia el pueblo y el gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, con el paso del tiempo, esa simpatía comenzó a desvanecerse, hasta el punto que hoy se percibe una fuerte prevención frente a la política de Estados Unidos, incluso por parte de sus aliados en Europa, que no comparten su tendencia a actuar unilateralmente en muchos casos, sin considerar la opinión de los demás.
Han contribuido a fomentar estas prevenciones algunos hechos como la invasión de Iraq en el 2003, precedida de una extensa campaña publicitaria sobre la supuesta existencia de armas nucleares, la guerra en Afganistán y las incógnitas sobre su epílogo, así como los problemas en la cárcel de Guantánamo.
En su propio territorio
Usualmente la sociedad norteamericana se sentía segura y confiada, al menos en su territorio continental, incluso durante los conflictos extracontinentales que involucraron a Estados Unidos a lo largo de su historia, incluyendo las guerras de Corea y Vietnam. Los teatros de operaciones siempre estuvieron por fuera de su territorio, a excepción de Pearl Harbor.
Es más, en varios casos las intervenciones norteamericanas se hicieron obedeciendo más a motivaciones de carácter económico, geopolítico y estratégico, que de carácter defensivo del territorio, aunque usualmente se expresara otra cosa.
Con el ataque del 11 de septiembre, el gobierno y el pueblo norteamericanos fueron conscientes de que podrían correr graves riesgos –distintos naturalmente de un ataque nuclear– derivados de una acción armada dentro de su propio territorio.
Esto dio pie a reestructurar la doctrina de seguridad y defensa de Estados Unidos e incluso la táctica militar de sus fuerzas armadas, en la misma forma como en Viet-Nam se vieron obligados hacerlo, al tener que introducir un cambio fundamental en la modalidad de guerra regular que habían venido utilizando en los conflictos anteriores.
¿Se acaba el terrorismo islámico?
Pero en la actualidad, contrariamente a lo que pudiera esperarse y no obstante las amenazas luego de la desaparición de varios lideres de Al-Qaeda, el fundamentalismo islámico parece estar perdiendo popularidad en varias regiones.
Ahora, diez años después y con ocasión de la llamada “primavera árabe”, no es frecuente ver imágenes de Osama Bin-Laden o de otros connotados terroristas en las manifestaciones en Túnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen, Bahréin. Por el contrario parece hacerse patente una tendencia a adoptar la democracia, dejando atrás el fanatismo, la corrupción y los gobiernos teocráticos o autocráticos que han regido por varias décadas a esas naciones.
No obstante el grupo terrorista sigue intacto en países como Pakistán. Su actual jefe Ayman al-Zawahiri se encuentra en las montañas habitadas por grupos tribales que lo apoyan, al tiempo que ciertos grupos vinculados con la organización permanecen en países como Argelia y Somalia. Estados Unidos ha acusado a Irán y a Corea del Norte de apoyar a Al-Qaeda.
Conciencia colectiva y rayos de esperanza
Aunque el terrorismo se había manifestado desde hace muchísimo tiempo en diversas regiones del mundo –incluyendo a Colombia que sufrió las voladuras de un avión de pasajeros en el aire y la del Club el Nogal de Bogotá– al parecer, para la opinión mundial estos actos no dejaban de ser “incidentes relativamente menores” dentro de un marco de conflictos independientes, que debían afrontar individualmente algunos países.
El ataque del 11 de septiembre indujo la toma de conciencia mundial sobre esta amenaza y comenzaron a adoptarse medidas coordinadas de diferente índole, ante la evidencia de que ya nadie está exento de ser víctima de un ataque de estas características. Sin embargo, no ha resultado fácil eliminar las amenazas terroristas que aún prevalecen originadas en grupos fundamentalistas islámicos.
No sería aventurado afirmar que en la coyuntura actual justamente contribuyan a mitigar esas amenazas dos hechos de carácter histórico:
- La concertación de una solución definitiva del problema árabe-israelí, incluyendo el reconocimiento del Estado Palestino, que en los últimos meses se está abriendo paso aceleradamente en la comunidad internacional.
- La consolidación definitiva de la llamada “primavera árabe”.
* Experto en relaciones internacionales, en asuntos limítrofes y negociaciones diplomáticas, fue Ministro de Relaciones Exteriores y ha sido embajador en Cuba.